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Opinión

18 de Octubre de 2018

Senador Juan Ignacio Latorre: “Exponer diferencias, peleas y descalificaciones no ayuda al Frente Amplio”

Juan Ignacio Latorre (40) es el primer y único senador del FA. Tiene una visión crítica sobre las escaramuzas entre los líderes del conglomerado. Cree que si se concentran en sus objetivos, pueden llegar a ser gobierno en el próximo ciclo electoral, aunque su apuesta es por el crecimiento para alcanzar mayorías sociales y políticas. En esta entrevista con The Clinic saca la voz.

Valentina Collao López
Valentina Collao López
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A su llegada al Congreso, a Juan Ignacio Latorre (40), le tocó una oficina cargada. Piso nueve, al fondo a la derecha y con una vista privilegiada al puerto. El único senador por el Frente Amplio, recibió por azar la oficina que perteneció al dictador Augusto Pinochet cuando fue senador designado. Para “exorcizar la oficina”, dice, instaló un retrato de “Don Clota”, como llama él al histórico dirigente sindical Clotario Blest.

¿Qué evaluación haces de tus primeros meses en el Senado?

-Ha sido un periodo intenso de aprendizaje. Entender toda la lógica legislativa, todo lo que ha sido la instalación territorial, también trabajar en la constitución de un equipo. Ha sido lento a su manera y sobre todo, de mucho aprendizaje. Es como una vorágine de mucha información, no sólo por las comisiones en las que me toca participar: de Educación o Derechos Humanos, sino que nuevas como lo que está pasando en Quintero o la misma contingencia también.

¿Cómo han enfrentado la inexperiencia en esta cara de la moneda legislativa?

-La conformación de este conglomerado, que reúne a varias fuerzas políticas, también ha sido bastante intenso. Pero bien, siento que hemos sido un aporte. Además me he sentido cada vez más, no sé si empoderado sea la palabra, pero sí, con más confianza. Esto también ha sido nuevo para nosotros, por que aunque teníamos la experiencia Giorgio en el parlamento 4 años, donde como partido aprendimos la lógica de cámara de diputados, ahora el senado es distinto. Si bien es la misma función parlamentaria, igual hay lógicas distintas, entonces también como partido estamos aprendiendo y en mi caso, aprendiendo a ser Senador.

¿Qué ha sido lo más frustrante del proceso?

-Ha sido palpar los límites de la institucionalidad en ciertos casos. Por ejemplo, ahora con lo de Puchuncaví/ Quintero, tenemos mucha cercanía con la organización hace tiempo, desde antes de la campaña digamos, con organizaciones sociales, ambientales, las mujeres de zona de sacrificio. Nuestro equipo está constantemente ahí. Yo he ido varias veces y te encuentras con un límite a la iniciativa parlamentaria para un problema que es estructural, complejo e histórico. A uno le gustaría tener respuestas para decirle a la gente: “Mira, de esta manera se puede solucionar”, pero no es así. Al final, la iniciativa parlamentaria en un régimen tan presidencialista como el nuestro, se ve bien limitada en cuestiones que son súper fundamentales: los temas económicos y sociales, todo lo que implica gasto público, son temas en donde los parlamentarios no tienen iniciativa, que es resorte exclusivo del Presidente de la República.

Ya que tú mismo mencionaste la situación de Quintero. Efectivamente tú eres Senador de la región, entiendo que con el diputado Ibáñez has trabajado bien de la mano con el tema. ¿Cómo se enfrenta esa situación y cómo también se hacen cargo del problema?

-Sí, con la CORE Tania Valenzuela, que también es de ahí. Primero, con mucha cercanía con las organizaciones. Estamos en un escenario con un cordón industrial de 17 grandes empresas, que se han ido instalando históricamente en más de 50 años. Enami, todo lo que fueron las empresas estatales primero y después las privadas que se han ido instalando en democracia, las termoelécticas, etc. Lo que quiero decir es que hay un poder empresarial muy grande, nosotros constatábamos que esas grandes empresas han ejercido un poder territorial con las mismas comunidades. De hecho es histórico este levantamiento de la gente porque por mucho tiempo no ha habido grandes movilizaciones, salvo el episodio de La Greda en Ventana, que fue algo bien puntual. Claro, trasladaron la escuela pero ahí quedó.

¿Cómo pretenden encausar finalmente una solución para la gente?

-Nosotros no le debemos ni un favor, ni tenemos ninguna lealtad con las empresas estatales o privadas. Por lo tanto nuestro foco han sido las comunidades, y yo creo ahí hay dos derechos fundamentales que queremos pelear y defender: el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación y el derecho a la salud. ¿Cómo se equilibra eso con un gran poderío empresarial de empresas altamente contaminantes? En todo el mundo existen normativas ambientales y de alguna manera todos los gobiernos chilenos han sido bien permisivos en dejar que las empresas hagan lo suyo y se instalen. Como en Chile existe muy claro esto del libre emprendimiento y la propiedad privada, se instalan donde ellas quieren y no hay una lógica ordenamiento territorial.

Entonces, queremos ir apuntando a esos temas de fondo, por eso hemos tenido también vínculo con el Colegio Médico, que ha dicho que hay que proteger a la población primero más vulnerable, niños, mujeres embarazadas, personas enfermas crónicas, de la tercera edad, parar las faenas. Al Gobierno le ha costado tomar decisiones. Tenemos información de la empresa Gasmar, que está emitiendo gases tóxicos, que podrían ser de los responsables digamos de estas intoxicaciones, entonces hay un tema del rol del estado al final.

Es un tema al que queremos seguir dándole. Esto lo trabajamos también con la diputada Catalina Pérez que es la presidenta de la comisión de Medio Ambiente de RD, con quien también hemos identificado otras zonas de sacrificio en Chile, ella en su región ve lo de Mejillones. También está Huasco, Til Til, Coronel, Lota… En el fondo uno empieza a ver que hay un patrón que se repite y que tiene que ver con un modelo de desarrollo, cuando en Chile deberíamos ir cerrando termoeléctricas a carbón, en el mundo están obsoletas, hay energía limpia disponible, hay mercado ahí también digamos, hay incluso oportunidad de negocio.

En la conferencia de la ONU Sebastián Piñera hizo un discurso en donde expresó mucha preocupación con Quintero, se comprometió internacionalmente. Pero en Quintero la gente vive guiada por protocolos insólitos que recomiendan quedarse en casa encerrados. ¿Cómo has visto esa gestión?

-Veo un gobierno con doble discurso porque por un lado Piñera va a la ONU y habla de desarrollo sustentable, pero por otro lado no firma el tratado de Escazú, que tiene que ver con mayor democracia ambiental y por otro lado aprueba las tronaduras en Isla Riesco. Después dice que le va a cambiar la historia a esta zona contaminada, pero no sabemos de qué forma: no ha sido claro en decir que como país vamos a homologar las normas OMS o la norma de la UE. O si la norma chilena va a venir con un proyecto de ley de iniciativa  que impulse al ejecutivo.

Entonces yo tengo sospechas, dudas respecto a la real voluntad política, un gobierno de derecha pro empresarial, digamos, que además quiere hacer una reforma sistema de evaluación de impacto ambiental, entre otras cosas para acelerar los proyectos de inversión, no para elevar estándar digamos. Entonces se habla de desarrollo sostenible, pero por otro lado hay un gobierno netamente empresarial que su foco puesto en el crecimiento económico. Yo creo que quieren profundizar el modelo de desarrollo, profundizar el neoliberalismo, entonces, cómo compatibilizas neoliberalismo con desarrollo sostenible, yo creo que son incompatibles.

El gobierno de Piñera opta por el neoliberalismo, con un recauchaje, una relegitimación del modelo neoliberal 2.0. En el plan Araucanía es lo mismo. Claro, gusta la reducción de bolsas plásticas, cosas así más estéticas, pero de fondo no hay un cambio de modelo de desarrollo sostenible.

Durante el fin de semana, el senador Latorre visitó la zona de Tirúa donde tuvo la oportunidad de abordar las implicancias del Plan Araucanía con la comunidad del pueblo mapuche y con la comunidad de jesuítas que vive en la zona. Además, el pasado viernes estuvo presente en el lanzamiento del libro “Mitos chilenos sobre el pueblo mapuche” trabajo de jesuitas de Tirúa y Centro Fernando Vives SJ.

También estás bien involucrado en el tema de los DDHH y, claro, uno de los puntos importantes es el tema de los mapuches. ¿Cómo diagnosticas ese conflicto y cuál es el camino para solucionarlo?

-Lo que vemos acá es un Ministro de Desarrollo Social como Alfredo Moreno muy empoderado y estamos hablando de la Araucanía como la región más pobre Chile. Moreno antes de ser ministro era representante de los grandes empresarios y viene con poder.

Para ellos el problema es la pobreza y por tanto eso se soluciona con fuerte inversión privada y pública. Lo que buscan entonces es generar la condiciones para la inversión privada y más desarrollo neoliberal en la zona.

Acá se busca nuevamente relegitimar el modelo forestal, de expansión del modelo con esta lógica de subdividir las tierras, de pasar de esta propiedad comunitaria a la propiedad individual. Va a venir una lógica directa de negociación del gran empresariado, de Angelini y Matte -los dos grandes empresarios del mundo forestal en la zona-, con las comunidades directamente. Eso va a generar división, qué es lo que quiere un poco el gobierno.

Dividirlos y echárselos al bolsillo…

-Claro, yo veo peligrosa esa apuesta del Plan Araucanía porque no aborda los temas de fondo, las reivindicaciones de fondo del pueblo mapuche. Creo que el reconocimiento constitucional o la ley de cuotas está por debajo del debate que ha habido en democracia. Los gobiernos anteriores tampoco tuvieron la voluntad política de enfrentar los problemas de fondo, entonces acá hay una especie de continuidad. Hay un gobierno decidido a acelerar su diseño digamos, insisto, la superación de la pobreza por la vía de más neoliberalismo, de fomento de grandes inversiones del mundo forestal y de otros tipos. Yo creo que ese escenario puede generar incluso más conflicto, acelerar el conflicto territorial.

¿Y cuál es la propuesta de ustedes como RD en torno a esta discusión? Porque claro, la izquierda histórica no se ha hecho mucho cargo de este tema y efectivamente existe una especie de continuidad de temas ¿Hacia dónde va la cosa?

-El diagnóstico primero es que acá hay un problema político, hay un conflicto entre el estado de Chile y el pueblo mapuche, hay un conflicto histórico, una deuda histórica, por lo tanto la solución es política en primer lugar, no es solamente económica o productiva, ni menos policial ni de represión. La base es reconocimiento constitucional. Chile es de los pocos países, es el único país de América Latina que no reconoce constitucionalmente a sus pueblos indígenas.

Entonces el debate moderno de la relación de los estados con los pueblos indígenas está ocurriendo en el mundo. Chile firmó declaración de los pueblos indígenas en Naciones Unidas, y en ese documento el estado va reconociendo su plurinacionalidad, es decir que hay distintas naciones, pueblos, naciones, al interior de un estado y eso implica hacer el debate sobre el estado unitario, que no es un estado dentro de otro estado, sino que es reconocer la diversidad cultural y étnica. Eso implica reconocer al pueblo nación mapuche, que es originario, que es anterior al estado de Chile, que tiene sus propias formas de organización, cultura, lengua, etc. Ese es el primer desafío constitucionalmente hablando.

Y en términos políticos también, apostamos por los escaños reservados y no esta lógica de la Ley de Cuotas, que en el fondo se tienen que subordinar los partidos políticos huincas para que te den cupos. La idea no es que RD meta candidatos indígenas porque además va a recibir subsidios. Acá el debate moderno  debe apuntar al escaño reservado, que sean ellos mismos quienes elijan a sus representantes, que sea a través de ellos que canalicen la solución política de los conflictos.

FRENTE AMPLIO

Los dirigentes de tu conglomerado se han agarrado de las mechas en público ¿Qué postura tienes al respecto?

-Mi impresión es que a la gente no le gustan las peleas entre políticos. Ya sea que la pelea sea entre miembros de una misma coalición o un mismo partido, o entre partidos adversarios. Yo creo que la gente quiere políticos al servicio de las distintas causas de la ciudadanía. Entonces creo que exponer demasiadas diferencias y peleas, y descalificaciones para allá y para acá, no ayuda al conglomerado Frente Amplio. Por lo mismo, evito involucrarme.

En lo que respecta al trabajo legislativo, creo que ha habido consistencia y disciplina. Hay ciertos relatos que compartimos, esa es mi convicción. Creo que a pesar de su diversidad, hay más cosas que nos unen respecto de las agendas de transformaciones en Chile para superar el neoliberalismo. Yo creo que hay un consenso en lo que nos une por sobre aquellas cosas en las que tenemos diferencias, que puede ser, por ejemplo, el debate internacional por los derechos humanos en Venezuela, Nicaragua o Cuba. Está bien, es interesante ese debate, pero no nos unimos para hacer política en torno a lo que creemos que pasa o no en Venezuela o Nicaragua, sino que nos unimos en torno a las transformaciones en Chile. Creo que podemos tener diferencias en un montón de temas, especialmente en política internacional, pero creo que hay más puntos de convergencia.

¿Han puesto las energías en polémicas equivocadas?

-Creo que ha faltado poner el foco más en aquello que nos une que en lo que nos divide. A veces hemos estado expuestos mediáticamente, a través de declaraciones, de pugnas, de columnas, de un sin fin de entrevistas, a partir de lo que nos divide. Creo que es una mala estrategia, porque nos debilita frente la ciudadanía. La ciudadanía tiene muchas expectativas del FA, en que viene una nueva forma de hacer política…

Ese fue el discurso que cautivó a una parte importante de la población. Entonces, ver que se están enfrentando por las mismas cosas, hace pensar que la renovación de la izquierda no era tal.

-Sí, yo creo que hay un problema.

¿Y a qué crees que se deba ese problema?

-Pucha, a veces a ansiedades de protagonismo, ansiedad de liderazgos individuales que se superponen al cuidado del proyecto colectivo. Identifico cierto problema por ahí, una pugna entre la idea de forzar esta cosa identitaria versus el proyecto colectivo que todavía está en construcción.

En una entrevista que te hicieron en T13 dijiste que al principio habías sido bastante incrédulo con Revolución Democrática.

-Sí, claro.

¿Qué cambió?

-En el fondo, la gran crítica a RD, era que venían a ser los hijos de la Concertación. Podían ser como un apéndice generacional de la Concertación. Y yo soy bien crítico de lo que han sido sus gobiernos. Entonces mi primera sospecha o incredulidad inicial podía venir por ahí. Pero a medida que aparece y se va constituyendo, fue transformándose esa percepción. Pasó de ser un movimiento a partido y eso implica ser un partido distinto de los partidos de la Concertación. Después, la decisión, que se tomó también colectivamente, el consejo político de que salieran Miguel Crispi y Gonzalo Muñoz, que estaban trabajando en el Ministerio de Educación y que tenían cargos de confianza política. Esa situación fue discutida democráticamente. Yo valoro mucho eso en RD, que las decisiones se discutan democráticamente y se zanjen. Levantar el Frente Amplio también fue una decisión colectiva. Levantar un proyecto político que emergiera como alternativa a la Nueva Mayoría y a la derecha, que rompiera el binominal y el duopolio político.

En la medida que RD fue tomando esas decisiones, ha ido creciendo en todo Chile, diversificando también sus perfiles, sus liderazgos. A esta altura nadie podría decir que RD sólo es el NAU. O sea, valoro lo que han hecho los chiquillos de la Católica, cómo se han enfrentado al gremialismo. Pero RD hoy día tiene una diversidad de gente en todo el país. Eso le ha dado riqueza, ha generado una construcción democrática de partido. Además, es un partido que tiene claro su domicilio de izquierda y su horizonte de transformaciones para Chile: de superar el neoliberalismo, de conquistar derechos sociales, por la vía de ir profundizando la democracia y también de hacernos preguntas de cara al siglo XXI.

¿Cuáles serían esas preguntas?

-Es una discusion ideologica más larga, pero tiene que ver con la superación y un nuevo modelo de desarrollo. Identificar los desafíos que tenemos en el siglo XXI: cambio climático, revolución tecnológica, incluso, cuestionar el capitalismo, de transformarnos en una alternativa que quiera superar el capitalismo. Estoy hablando de esto como un debate a largo plazo. Pero en lo concreto a corto y mediano plazo, es cómo superar esta versión extrema del capitalismo, que es el neoliberalismo. Cómo conquistamos derechos sociales y profundizamos la democracia. Y también con una nueva ética política, transparencia, democracia interna. En eso me siento bien cómodo en RD. Hay diferencias, hay tesis distintas, hay debates y eso es muy rico para el partido.

“Hay que ir madurando esa reflexión, acá en el Frente Amplio no sobra nadie. De hecho, estoy convencido de que en el Frente Amplio falta convocar gente, no basta con el 20% que sacamos en la elección presidencial(…)En ese sentido no sobra nadie y no creo que nadie pueda solo”

También leí que dijiste: “El Frente Amplio sin RD se iría a cualquier lado y se quebraría al toque“. Esa frase me recordó otra frase que hace poco dijo Sharp a The Clinic: “Antes de la alcaldía ciudadana no existía el Frente Amplio”.

-Medio arrogante, digamos.

¿Cómo evalúas este tipo de frases?

-Conversamos con Jorge, de hecho. Él me dijo: “No me gustó esta cuña. Me sacaron de contexto”. Y bueno, eso suele ocurrir, a mí también me pasó. No era como el foco de lo que yo quería decir, pero sí, lo dije (ríe).

Hay que ir madurando esa reflexión, acá en el Frente Amplio no sobra nadie. De hecho, estoy convencido de que en el Frente Amplio falta convocar gente, no basta con el 20% que sacamos en la elección presidencial. Estuvimos a 2 puntitos de pasar a segunda vuelta. Uno se pregunta qué hubiera pasado si Beatriz pasa a segunda vuelta y enfrenta a Piñera. No sé si Piñera hubiera arrasado como arrasó con Guillier. Pero estamos ahí.

En ese sentido no sobra nadie y no creo que nadie pueda solo. Cuando dije eso, estaba en el contexto de estas peleas que tenemos, y suele pasar en muchos grupos de izquierda esto de la pelea ombliguista y de la disputa interna por la hegemonía y el poder. Entonces frente a eso, yo dije claro, si RD sale del Frente Amplio, se pierde un activo muy importante y se reduciría a algo mucho más pequeño. Y, pucha, no sé si se quiebre o no se quiebre, pero en el fondo perdería una fuerza importante. Así pasaría si se fueran otros elementos también: todos aportan. E insisto, creo que el Frente Amplio, en su momento, tiene que darse democráticamente el debate sobre ampliarlo: llegar a nuevas personas, nuevas organizaciones sociales y políticas también, que converjan en una idea transformadora de Chile. Efectivamente, no basta con lo que tenemos hoy: 20 diputados y 1 senador, no es suficiente.

No alcanza para llegar a ser Gobierno.

-Claro, un gobierno tiene que ser de mayorías sociales y políticas. Entonces el Frente Amplio tiene que ampliar más y no reducirse si queremos ser un gobierno distinto.

¿Y ampliar más implicaría acercarse a la izquierda más tradicional?

-Yo soy un convencido de que la izquierda que emerge en democracia en el siglo XXI, es RD, es MA; es IL, ND, SOL, IA, etc. Todas las siglas que emergen al alero del mundo universitario, de las luchas universitarias, pero que después han ido creciendo y diversificando sus perfiles también, tienen que aprender a dialogar con la izquierda tradicional. La izquierda que dio la lucha y se originó en el siglo XX, y que pasó las experiencias del gobierno de la UP, después la dictadura, el exilio… Esos también son aprendizajes. Ahora de qué manera entran o no entran al Frente Amplio, será parte de las discusiones y el devenir político.

Pero yo si soy un convencido de que tenemos que dialogar y articular con ellos. Sobre todo en un nuevo ciclo político. Yo creo que ya estamos en nuevo ciclo donde la identidad del Partido Socialista se está redefiniendo. ¿Qué significa ser socialista en el siglo XXI? Y que es lo mismo que le ha pasado a los partidos socialistas europeos, con la tercera vía.

La pregunta del PS hoy día sobre su identidad política y socialista, su política de alianza, me parece que es algo abierto. Y bueno el PC también. Hicieron una opción táctica de entrar a la Nueva Mayoría. En lo personal tengo mucha sintonía y convergencia con las ideas que ha ido levantando el partido comunista  el último tiempo. Admiro mucho a personas del PC como Carmen Hertz, Daniel Jadue, Karol Cariola, por nombrar algunos. Creo que es gente con la que hay que articular.

Da la sensación de que dentro de RD, en el Congreso, tú eres más bien solitario, más allá de que seas el único senador del Frente Amplio. ¿Te sientes parte del proyecto sin ser parte de la farándula del Congreso?

-No me siento parte de la farándula del Congreso. No es mi estilo, no me gusta, no me interesa. No me interesa entrar en cahuines, ni peleas mediáticas, ni por Twitter.

Pero eso puede darse acá en el Senado o en la cámara de Diputados. Y con Frente Amplio o con la Nueva Mayoría. O sea, no es mi estilo de hacer política. Sí me siento parte del proyecto y si estoy articulado con el resto de los parlamentarios, también de RD y del resto del Frente Amplio. Una vez a la semana almuerzo con los diputados. Ahí se discuten los temas y doy mi opinión. Pero ojo, como uno más del grupo, no como acá viene el senador o no sé qué.

Pasa que también me toca estar en un espacio distinto. Y pasa que mediáticamente todo el ajetreo político ocurre en la Cámara de Diputados.

Claro, tu perfil es más bajo, menos mediático.

-Sí, yo no busco eso tampoco. No busco tener un protagonismo así mediático, ni mucho menos. Me enfoco en hacer mi trabajo, me coordino, me interesan las agendas. Pero nada, estoy disponible para el proyecto, digamos. El otro día estuve en “A Toda Marcha”, que es una iniciativa de RD, pero abierta al Frente Amplio, al mundo progresista, al mundo de la izquierda, y estoy ahí, voy a tener un rol importante en algunas mesas.

Claro, me pasa que al estar en el Senado y ser el único Frente Amplio, tengo que tener mucho diálogo con la bancada del partido socialista con la que tenemos un comité mixto, almuerzo una vez a la semana con los senadores. Converso mucho con la Yasna Provoste de Educación, con la Adriana Muñoz del PPD en Derechos Humanos. Tengo que saber trabajar con ellos, solo no puedo.

¿Cómo ves hoy la posibilidad del FA de ser Gobierno?

-Sí, la veo posible, la veo abierta. Creo que el escenario político en Chile sigue abierto, líquido. Creo que este triunfo electoral de Piñera en segunda vuelta, no es que Chile se volvió de derecha de pronto y tienes una mayoría aplastante que es de derecha. Yo no me compro esa tesis. Esa gente que votó por Piñera, puede haber un porcentaje que votó por Beatriz en primera vuelta, perfectamente puede votar por una alternativa que dé confianza en su momento, pero no es un voto incondicional. Gente que también votó por Piñera en su momento y puede después darle la espalda y decir “no me gusta este gobierno”.

Por lo tanto si el Frente Amplio hace la pega mas o menos bien, y nos va bien en las municipales y presentamos una carta presidencial competitiva, como la Beatriz Sánchez, perfectamente podemos pasar a segunda vuelta. E incluso en segunda vuelta ganar. Y eso implica que podemos ser gobierno en 4 años. Y si no en 4, en 8. Pero en el fondo la posibilidad de ser gobierno está ahí, a la vuelta de la esquina.

Pero también la posibilidad de farrearnos esa oportunidad, de perdernos, de perder la brújula. De quedarnos pegados en peleas chicas y perder la confianza de la gente. Y creo que la variable clave es la confianza: la confianza de la gente en el conglomerado y en sus dirigentes, con vocerías más visibles.

Y lo que he transmitido de forma interna es que tenemos que prepararnos para ser gobierno, tenemos que preparar cuadros técnicos, cuadros políticos, hacer un programa final y salir a conquistar mayorías sociales y políticas. Ahí tenemos mucha pega. Se vienen las municipales y yo creo que las municipales son un buen indicio de cuan cerca o lejos estás de ser gobierno.

¿Y Beatriz Sánchez sigue siendo la carta para ustedes o puede cambiar eso?

-Ella misma ha ido madurando su experiencia, yo creo que va a tener un tiempo para estudiar las cosas, para profundizar y estar conectada con nosotros. Hoy por hoy, 2018, falta todavía tiempo. Me parece que tenemos una muy buena carta presidencial en Beatriz. Pero claro, podrán surgir otros partidos querrán levantar otras cartas y tendremos que definir democráticamente quién es esa persona. Pero si me preguntas a mi hoy, te digo que la persona es Beatriz.

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