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15 de Octubre de 2008

Ni un Pelo de Tonta: “Ni un brillo”

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Azuzada por lo caro y taquilla de los productos 100% naturales decidí fabricar los míos. Estaba embalada. El plan era perfecto: los metería a un frascos choris, así como de jarabes, les haría una etiqueta ondera y se los regalaría a mis amigos. Se llamarían My Lady.

Por Lorena Penjean, periodista-peluquera

Si hay minas que venden jabón de carbón, que no es otra cosa que champú natural con carbón molido, por qué yo no, ah? Quillay, miel, manzanilla y, bueno, carbón, serían mis ingredientes. Cuento corto: la empresa no prosperó…

Pasa que entre estar toda una tarde dando jugo con la lesera (que la olla, que licuando, que hirviendo o colando) o ir a Casa Pichara y comprar en un tris diez lucas de productos… O sea… No hay por donde perderse.

Bueno, lo que les quiero contar esta semana es que después de haber aprendido a lavarlo, cepillarlo y masajearlo, uno puede darse una ayudita con algunos productos. Hay para cada tipo de cabello: rizado, seco, teñido, mixto, opaco, etc…Y lo mejor de todo es que hay de todos los precios. Acá algunos datos, que como bien saben, se fundan en la experiencia y observación participante de esta reportera-peluquera.

Frizz: el frizz no es otra cosa que el resultado de hebras capilares cuyas cutículas quedan abiertas de modo que tienden a juntarse enredando el pelo y aumentando su volumen. Esto se acentúa con la humedad. Yo padezco de este insoportable efecto y además de darme un último conchazo con agua fría (sugiero repasar la columna del lavado), uso productos para el frizz puesto que además de bajar los pelos locos, los dejan ultra suavecitos y brillantes. Partí con el St. Ives. Cuesta como cuatro lucas y es re bueno. Viene en un frasquito chiquiturri y con un par de gotas basta. Buscando comodidad y economía seguí con el TRESemmé (no frizz ultra light) que viene en spray. Anda por ahí en el precio y es menos viscoso que el anterior. También huele bien. Pero la última maravilla que encontré se llama Light y es de Elgon. Vale un pelín más pero están bien pagados (siete-ocho lucas). Si bien no es un anti frizz propiamente tal, funciona como uno, y además, restaura las puntas quebradizas. Es que se mueren. Cuando corto el pelo suelo terminar la sesión con este producto. Es demasiado taquilla. Hace un par de días se lo apliqué a mi buen amigo Francisco Javier (un colorín mino de jopo onda Morrisey) y flipó. Bueno, bueno. Diez estrellitas para este producto.

Sol: los expertos recomiendan usar bloqueador solar en el pelo. Yo no. O sea, hace ene bien protegerlo pero… Qué asco más grande. Piscina, cloro, playa, arena… con un ungüento en la cabeza que conforme se calienta adquiere vida? Paso. Recomiendo atinar con pañuelos buscando el look Jackie Kennedy, gorras varias y masajearlo habitualmente para devolverle la vitalidad que el verano quita.

Del alisado: La plancha hace fatal. Punto. Y hay minas que se la pasan todos los días. Pobres.¿Acaso no han sentido el olor a quemado que sale cada vez que la maquinita pasa por su pelo? Bueno, eso es lo que hace: lo quema. Yo recomiendo no usarla porque en verdad que hace muy pero muy mal. Pero si no puedes vivir sin ella, bueno, hazlo pero no tan seguido, aprovecha de variar y sal crespa de tu casa un día. También hazte masajes y compra un producto para usar antes del alisado. Yo me compré uno para aplicar antes de hacer brushing y me costó como siete mil pesos. Se llama alisador temporal y su gracia, además de facilitar el alisado (mega taquilla) protege y da brillo al cabello. Se aplica con el pelo húmedo, antes del alisado y en una cantidad equivalente al de una moneda de cien pesos. Nada más.

Pelo opaco o sucio: un compañero de clases en el instituto de peluquería que ya peinaba a modelos y minas de la farandulilla me mostró este invento. Se llama brillo. Así tal cual, un producto que deja el pelo más seboso, ese del que se resbalan hasta los gatos, en un rayo de sol. Me lo mostró y efectivamente funciona. En casos de extrema urgencia, bueno, úselo. Lo que yo recomiendo es lavarlo seguido. Pelo limpio ante todo.

Ampollas reparadoras: son lo mejor. Y las hay desde los seiscientos pesos. Son tratamientos intensivos que en un minuto dejan el pelo grosso (restauran y revitalizan). Pelo recién lavado, se rompe la ampollita y se aplica de manera uniforme en el pelo. Listo. A bailars. Doce estrellitas y una carita sonriente.

Lacas: nada que decir, están en desuso. Igual yo tengo una, para hacer peinados, onda jopos medio punkis. En ocasiones especiales es la recomendación. Las chasquillas arañas pasaron de moda y sólo recordar esa tirantez, el aroma y esa caspita que sale de tanto echarse me pica la cabeza. Mal. Si han de comprarse una escojan una de fijación suave y sin ese olor tan pestilente.

Gel: Si no baila tango, ni de broma. O sea, nada más mata pasiones que un hombre con gel en el pelo. Perdonen amigos que lo usan, pero es bien flaytongo. Ese efecto mojado, duro y sin gracia no se lo recomiendo a nadie. O sí, a mis enemigos. Suéltese el pelo.

Ceras: puede ser que no las sepa ocupar o que las que hayan caído a mis manos sean las más rascas, que es lo más probable, pero la verdad es que no recomiendo nada que en vez de dejar el pelo taquilla lo deje medio pegoteado, pesado, sin movimiento y medio tiesón. Sé que lo pokemones se la hacen rechupete para fijar esos relamidos mechones hacia su frente. Y bueno, es el estilo.

Así con los productos, pues. Me encantan. Si logro engrupirlos y que se hagan de uno, les va a pasar lo mismo. Y aunque la idea de fabricar los míos no prosperó, aún no pierdo las esperanzas. Tal vez este verano.

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