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Opinión

11 de Agosto de 2010

¿Qué se está defendiendo al defender la familia?

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Por Marcial Huneeus

El discurso en defensa de la familia se ha vuelto excesivo. Ante temas tan variados como la pobreza, la educación, los distintos ámbitos de la sexualidad, la salud, el aborto, las drogas o el desempleo, la única respuesta pareciera ser la protección de la familia. ¿Qué mejor lugar que una familia, compuesta por padres, hermanos(as), abuelos(as) y tíos(as), para que se formen los niños(as) que llevarán las riendas de nuestro país? Parece lógico, si queremos velar por el bien común es ese el lugar que debemos proteger. Pensar que un segmento de la sociedad esté a favor de la desintegración de la familia nuclear parece ridículo. ¿Entonces por qué tanto énfasis discursivo en velar por la intimidad de los ciudadanos? ¿Por qué en la vida privada de los chilenos tienen que recaer responsabilidades del ámbito público? Sin duda, estamos entrando o regresando a un discurso que tiene muy poco de moderno. Con esto no se pretende decir que la familia sea una organización del pasado o que esté obsoleta o en un proceso de obsolescencia, sino que atribuir responsabilidades del ámbito público al ámbito familiar va en la dirección opuesta del proyecto moderno, que sienta las bases de los actuales Estados-nación.
Una de las características de la sociedad latinoamericana, como señala Carlos Monsivais, es la familia tribal, lo cual cabe mencionarlo no implica necesariamente una familia nuclear bien constituida. ¿Qué quiere decir esto? ¿Acaso el pilar fundamental de nuestra sociedad no es la familia nuclear como la entendemos? ¿Qué relación o diferencias pueden existir entre la familia tribal y la habitual noción de familia? ¿Acaso no son lo mismo? ¿Qué implicancias surgen cuando hablamos de familia para referirnos a las relaciones tribales?
Cuando hablamos de familia solemos pensar en una familia bien constituida, con un padre, una madre y una serie de parientes, que de forma desinteresada velarán por los distintos integrantes del grupo familiar. Sin embargo, sabemos, gracias a nuestra misma historia, que ese espacio protegido de la familia nuclear muchas veces ha sido un privilegio de pocos más que una norma. Que el padre de la Patria de nuestra nación sea un huacho simbólicamente dice bastante. Las familias en Chile y en Latinoamérica se han caracterizado por variadas formas de disfuncionalidad, donde la madre soltera es la más preponderante. Pese a esto, el resguardo y el apoyo interno de la familia tribal se ha mantenido como una constante.
¿Qué se defiende, entonces, cuando se habla de la familia? ¿Un núcleo familiar idealizado o las relaciones tribales? Desde los tiempos de la Colonia, pasando por el proceso de formación de las Repúblicas, hasta nuestros días, las relaciones de protección interna de la familia tribal se han mantenido, lo cual implica que, en nuestra sociedad, un núcleo importante de las responsabilidades del ámbito político han sido cubiertas por las relaciones afectivas que devienen del ámbito privado. Estamos ad portas de cumplir doscientos años en el arduo trabajo de organizarnos como una nación, creo que por lo menos a un nivel de discurso tenemos que ser capaces de tener la madurez para distinguir las responsabilidades del Estado de las de la familia.
Si al defender la familia estamos velando por las relaciones de protección tribal, lo que hacemos es velar por una incapacidad básica del Estado. El sistema de salud no puede sustentarse en las penurias internas que debe manejar cada familia; el sistema de jubilación no puede esperar que los hijos complementen las reducidas pensiones que reciben sus padres; una educación de calidad debe provenir de establecimientos educacionales, en especial si consideramos que los padres no tuvieron acceso a una buena educación; asimismo son imprescindibles una clara información sobre los métodos anticonceptivos y un expedito acceso a ellos; el problema de la delincuencia pasa por las oportunidades que como sociedad podemos darles a personas en riesgo social y en situaciones de marginalidad; si deseamos un desarrollo cultural no podemos esperar que eso venga de un núcleo familiar que está en la ignorancia. Cada familia, si es que puede hacerlo, internamente le dará un matiz a la educación de sus hijos, pero ciertos estándares básicos son responsabilidad del Estado y no podemos seguir esperando o conformándonos con que la familia, en tanto una pequeña tribu, supla las deficiencias que se generan en los distintos ámbitos públicos de nuestro país.

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#Chile#Familia#sociedad

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