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Opinión

20 de Septiembre de 2011

Patricio Meller: “Existe una McEducación, una fábrica de salchichas”

Acaba de lanzar su libro “Universitarios ¡El problema no es el lucro, es el mercado!”, en que plantea que el problema de fondo de la crisis universitaria está en que el capitalismo se tomó este espacio y convirtió un bien público, como es la educación, en un bien privado de consumo. “En el sistema está metida la idea de que la universidad es un bien privado: o la pagas, te endeudas, o no entras”, dice.

Jorge Rojas
Jorge Rojas
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Foto: Alejandro Olivares

¿Usted cree que el sistema educacional universitario ha fracasado?
Sí, pero hay que especificar qué es lo que fracasó. Los estudiantes no están entrando a una universidad, sino que a una facultad, que es como un túnel de cinco años de duración que es el todo o nada. Eso genera una formación súper profesionalizante: “especialistas que saben mucho de poco y nada de todo”. Existe una McEducación, una fábrica de salchichas. Pero esto no sólo pasa en las universidades con fines de lucro, sino que es parte de un sistema.


¿Cómo es eso de que el problema en la educación superior no es el lucro, sino el mercado?

En el 80, cuando sale la ley de las universidades, entramos al ambiente en el cual el mercado lo domina todo. Incluso la universidad, que entra con la lógica del autofinanciamiento, que desde el punto de vista de los estudiantes intenta imponer que la educación es un bien privado por el que la gente tiene que pagar; y desde el punto de vista de las universidades, obliga a autofinanciarse, por lo que aumentan los aranceles y el Estado no puede hacer nada. Se entra en una lógica donde la educación es el equivalente a una hamburguesa. Entonces, la pregunta de la época era ¿por qué si el Estado no subsidia la producción de hamburguesas va a financiar la educación? Desde ese tiempo hasta ahora, todo eso se ha ido acentuando.

¿Por qué las universidades no pueden funcionar como el mercado de las carnicerías?
Porque la universidad produce bienes públicos. ¿Cuáles son esos? Primero, que es el principal mecanismo de movilidad social, y es eso lo que hace más tolerable vivir en una sociedad con tanta inequidad como lo es ésta. Segundo, para que el país crezca y sea competitivo necesitas un capital humano más calificado. Y tercero, porque a todos nos genera mayor bienestar vivir en una sociedad más culta. Sin embargo, cuando los economistas, mis colegas, dijeron que el sistema lograba el equilibrio en el mercado de las universidades, dejaron esto a la competencia, y se crearon más universidades. Sin embargo, eso no generó ni mejor calidad ni menores precios.

¿No hay competencia por tener la mejor calidad ni los precios más baratos?
Una de las competencias es por el marketing. ¿Has visto alguna propaganda que diga: ‘nosotros cobramos menos que tal o cual universidad’? No, ninguna, al contrario, porque lo que pasa con los aranceles es que siempre suben, incluso más del 5% anual.

¿Qué es lo que hoy ofrece la universidad entonces para captar alumnos?
Las universidades no compiten vía aranceles, pero cada universidad se quiere traer a los mejores alumnos para sus campus. El marketing que hacen ofrece siempre más metros cuadrados de construcción, más campos deportivos, más áreas verdes, más avisajes y fotos en páginas sociales, más rostros conocidos para decir que hacen clases allí. ¿Qué tiene que ver eso con la calidad de la educación? Muy poco. Lo delicado de esto es que si una universidad hace más que la otra, el marketing se convierte en una especie de carrera armamentista. Basta con que una empiece a empujar distintos tipos de gastos para que las otras empaten y los costos aumentan.

¿No será que no compiten por mejor calidad porque no existe la forma de medirla?
Sí, porque no hay un mecanismo simple para medir la calidad de la docencia. ¿Cuáles son las alternativas? Lo mismo que se hace con los escolares con los test del Simce y la PSU. En las universidades hay que aplicar test a las salidas para saber la calidad de los egresados. Eso sí, eso no basta. Siempre la gente espera que alguien de afuera resuelva los problemas por uno, ya sea el Estado o el mercado, pero cuánto hace uno por uno. Una de las soluciones es leer, pero nadie estimula la lectura. En el censo de población en el siglo XVIII en Suecia, una de las preguntas que se le hace a la gente es cuántos libros tiene en la casa. En el que vamos a hacer nosotros el próximo año le preguntan a la gente por los electrodomésticos. Pero nadie pregunta por los libros o por cuánto lee la gente al mes, o simplemente si es que lee. Lo que estoy planteando es que los niños lean desde el primer año de básica y que se haga un índice de capacidad lectora de los estudiantes, porque cuando uno pone la lectura como indicador eso inmediatamente genera cambios en las actitudes. Si el ranking se hiciera por test de lectura y ensayo, las universidades incentivarían la lectura.

Hablemos de la movilidad que genera la educación. Ricardo Lagos en un discurso del 21 de mayo dijo que 7 de cada 10 alumnos eran primera generación en su familia en entrar a la universidad. Se reconoce un aumento en el acceso a la universidad, pero ¿a qué costo se logró eso?
Hay dos problemas. Efectivamente importa el acceso a la universidad, pero otra cosa es cómo se financia. ¿Cuánto paga la familia? ¿Cuánto paga el Estado? Pero sin lugar a dudas el aumentar cobertura es un objetivo que todos compartimos, porque tiene que ver con la equidad.

Pero es que en este caso el acceso a la universidad está directamente relacionado con la capacidad de pago o de crédito que tengo.
Es que en el sistema está metida la idea de que la universidad es un bien privado: o la pagas, te endeudas, o no entras.

Por eso es que muchas de las familias de esos ‘7 de cada 10’ son los que están endeudados.

Totalmente de acuerdo, pero el problema es otro, y tiene que ver con la forma de financiamiento. La pregunta de fondo es ¿por qué se privatizó el financiamiento de la educación universitaria? Y la respuesta tiene que ver con que en la lógica del mercado, todos los bienes son privados. Pero yo creo que la forma de financiamiento de la universidad tiene que ser por arancel diferenciado que tenga que ver con la capacidad de pago. Exigir, en una sociedad inequitativa, que todos paguen lo mismo por educación superior es perpetuar la inequidad. En los países desarrollados se paga de acuerdo a lo que pueden. Ese principio va en contra de la lógica del mercado.

Lo que pasa es que siento que la Concertación, que tiene mucha más sintonía social, no debió haber dejado a las familias a merced de los bancos para lograr que más gente entrara a la universidad.

Yo presidí la comisión de trabajo y equidad y allí no pudimos discutir el tema de la educación, a pesar de que es importante para la equidad, porque había un consejo de educación superior. A veces se pueden tener las mejores intenciones, pero fallan cuando se implementan. En el sistema del crédito con aval estatal hubo la intención de generar el mecanismo, pero se le dio subsidio al sector financiero para que entrara a implementar el sistema. Ese es un error de fondo: si el banco ya tenía aval estatal el subsidio había que dárselo a los estudiantes. Hubo un error de diseño.

Mientras hablamos del mal estado de la educación universitaria, hay generaciones que ya están jodidas. El que se endeudó a los 18 años para estudiar y salió a los 23, va a estar pagando un crédito por 15 años. Recién a los 40 años esa persona va a poder, quizás, endeudarse nuevamente para comprarse una casa que pagará a 20 años plazo. Es terrible eso.
Sí, acá hay que ver qué se hace con los costos en los que incurrieron las generaciones anteriores para ver qué se hace para adelante. El problema de los endeudados es central y debería comenzar a discutirse. Una idea, que se hace en los países desarrollados, es que la universidad se paga de acuerdo a un porcentaje del ingreso que gano. El tema es que en la mayoría de los países el porcentaje es de un dígito, en cambio en Chile es de hasta 15%. Hay que saber bien sí por qué la gente no paga, porque no es que ellos simplemente no quieran hacerlo. Hay razones que llevan a la gente a no pagar.

¿Qué le parecen las soluciones que está dando el gobierno?
Están preocupados de una cuestión de segundo orden como lo es bajar la tasa de interés, como si todo se solucionara bajando la tasa. No es un factor menor, pero tampoco es el fundamental.

¿Qué es lo que defiende el gobierno de Piñera?
El gobierno defiende que es el mercado el que fija precios y aranceles. Pero el mensaje es que hay que regular la educación porque el mercado está fallando, sin embargo, para alguien del gobierno eso no es aceptable.

¿Cuando los estudiantes atacan el lucro qué es lo que atacan?
Que las universidades son un negocio. Pero acá lo que interesa es que si las universidades son privadas, éstas tienen que tener excelencia y libertad académica, que los profesores no tengan que pensar como piensa el dueño. Si eso pasa, qué importa que haya lucro.

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