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Nacional

21 de Noviembre de 2011

Las renuncias y despidos más reguleques del gobierno de Piñera

Felicitaciones para Labbé Hay tres opciones. Andrea Ojeda no sabía leer, Andrea Ojeda no sabía nada de historia o Andrea Ojeda era fan de Krassnoff. Aunque, en una de ésas, Andrea Ojeda ponía, a nombre de Piñera: “Felicitaciones y los mejores deseos de éxito, como también un saludo afectuoso a quienes asistan” a cualquier cosa […]

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Felicitaciones para Labbé


Hay tres opciones. Andrea Ojeda no sabía leer, Andrea Ojeda no sabía nada de historia o Andrea Ojeda era fan de Krassnoff. Aunque, en una de ésas, Andrea Ojeda ponía, a nombre de Piñera: “Felicitaciones y los mejores deseos de éxito, como también un saludo afectuoso a quienes asistan” a cualquier cosa que llegara, como pasó con la invitación que el alcalde de Providencia, Cristián Labbé, le hizo al homenaje de Krassnoff, que cumple su condena en el penal Cordillera por violar los derechos humanos. Después de la twitter-polémica, Andrea Ojeda renunció. Y bien podría Labbé seguir su ejemplo.

Miguel Otero y la dictadura que ni se sintió


Como buena vieja alegona, Miguel Otero -en sus días de embajador en Argentina, por junio del 2010- habló en el diario Clarín de lo terrible que era hacer colas para el tiempo de Allende, de que sin el pronunciamiento militar Chile sería Cuba, de que con Pinochet Chile se volvió un país con dignidad, en fin. Pero la guinda de la torta, la gota que rebalsó el vaso o etcétera, fueron las siguientes frases:

-Le explico una cosa. La mayor parte de Chile no sintió la dictadura. Al contrario, se sintió aliviada. Porque antes usted no podía comprar nada importado, tenía que pagar lo que se producía en Chile, caro y malo. De la noche a la mañana usted empezó a encontrar lo que no había. Ganó el pueblo. Entonces las calles se limpiaron, empezó a haber trabajo. La represión la conocimos mucho más tarde. Se juzga sin conocer la realidad de lo que vivió Chile-, le dijo Otero al periodista sin cachar -parece- que Argentina igual está al lado y que sus frasecitas le valdrían una renuncia.

Colonia Dignidad: una estrellita en el currículum

Otra del 2010. Esta es de marzo. Un currículum precioso tenía José Miguel Steigmeier cuando Piñera lo nombró gobernador del Bío Bío: agricultor esforzado dedicado en sus tiempos libres al lavado de dinero que le permitió a Paul Schaeffer poder hacerse el gil con la justicia chilena durante años. Claro que la parte del lavado nadie la sabía -ni el gobierno, parece: Hinzpeter habló de proceso de selección acucioso- hasta que un reportaje de El Mostrador mostró todo. Entonces Piñera tuvo que dar un pasito hacia atrás y des-nombrarlo.

Vale callampa


Enero 2011. Podría haberse aguantado a estar en algún bar, cafecito o restaurante para decir lo que dijo. Pero no. Jaime Ravinet, el colorín más feo de Chile, cayó en el error de siempre -pensar que los micrófonos están apagados cuando no están apagados- y dijo, en la Comisión de Defensa del Congreso, refiriéndose al puente mecano del Bío Bío: “Vale callampa”. Después de que quedara la cagada trató de salvarla con puras palabras de la RAE: “(El puente) es extraordinariamente importante”, pero nada que hacer: terminó siendo renunciado/renunciando.

El reguleque


Al poner Ximena Ossandón, Google -que es muy sabio- te rellena solito la palabra reguleque. No hay mucho que decir, porque es el más famoso de los pastelazos de la era Piñera: Ximena Ossandón, aparte de poner una virgen en la Junji, escrubió en su twitter que su sueldo de casi cuatro palos era reguleque. Después, miércoles 29 de diciembre 2010, pasó a la misma lista de Ravinet: ésos a los que renuncian.

La delicada metáfora de la perra


Se mata a la perra y se acaba la leva, escribió en su twitter -finita- la secretaria del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, Tatiana Acuña, refiriéndose a Camila Vallejo. Como la metáfora no era muy misteriosa, quedó la cagada y, en palabras elegantes: “la removieron del cargo”.

Dos días y pa`la casa


A Fernando Echeverría lo nombraron ministro de Energía tras sacarlo de la Intendencia Metropolitana, descubrió que tenía conflicto de intereses, renunció al ministerio, fin. La historia de ascenso y caída duró dos días y, Echeverría -seguro lo sintió en el alma- dijo: “es una decisión muy dolorosa”, mientras el vocero Chadwick vocereaba una curiosa virtud, dando gracias “por el verdadero ejemplo de ética de servicio público que él ha mostrado al presentar esta renuncia”.

La pasada piola de Gordon


Hay una cagada grande: Manuel Gutiérrez, dieciséis años, es muerto por un carabinero en el paro de la CUT. Pero Eduardo Gordon, entonces general director de Carabineros, no renuncia por eso. Ni renuncia por la violencia de los pacos en las marchas. Nada. Renuncia después de que CiperChile publicara que había pedido cambiar un parte para echarle tierrita a la participación de uno de sus hijos en un choque del que, por supuesto, salió apretando cueva. Y Gordon, al final, pasó piola: el mismo día de su renuncia desapareció el avión Casa 212 que llevaba a Camiroaga.

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