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Opinión

27 de Octubre de 2012

Insólito

Por Pablo Dittborn, gerente general de The Clinic ¡Alerta, alerta, que camina el caradurismo por América Latina! Esta pareciera ser la sensación entre los editores latinoamericanos al enterarse de la noticia que Eduardo Castillo se está postulando para Presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC). Castillo es actualmente vicepresidente de esta institución y ex […]

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Por Pablo Dittborn, gerente general de The Clinic

¡Alerta, alerta, que camina el caradurismo por América Latina! Esta pareciera ser la sensación entre los editores latinoamericanos al enterarse de la noticia que Eduardo Castillo se está postulando para Presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC).

Castillo es actualmente vicepresidente de esta institución y ex titular de la Cámara Chilena del Libro. En la actualidad, no solo no es Presidente de la Cámara del Libro, puesto que perdió las últimas elecciones, si no que adicionalmente dejó su cargo de miembro del Directorio por circunstancias tremendamente cuestionadas por la mesa directiva y por no haber podido explicar ciertas condonaciones de deudas determinadas por él que favorecían a su propia empresa. Esta irregularidad fue detectada por el auditor y denunciada por el gerente de la Cámara al Directorio, quienes le pidieron explicaciones, que naturalmente no pudo dar.

Resulta insólito que alguien a quien sus proveedores (los editores más importantes del país) no le dan crédito y muchos ni siquiera le venden al contado por no haber cumplido con sus anteriores obligaciones de pago, pretenda ocupar un cargo de tanta relevancia en el ámbito del comercio nacional.

Son lamentables las experiencias de los editores tanto nacionales como extranjeros con la empresa del señor Castillo en términos de cumplimiento de sus obligaciones de pago. Creo que la trayectoria en el gremio editorial, a pesar de sus casi 20 años como Presidente de la Cámara chilena del Libro, ha sido francamente desastrosa para los editores.

Somos muchos los que jamás pudimos cobrar las deudas millonarias que nos dejó y mucho menos tener explicaciones valederas de por qué si los libros que le habíamos entregado para que vendiera por orden y cuenta nuestra y que efectivamente vendió y cobró, no los pagó a las editoriales.

El señor Castillo ha pretendido erigirse como un dirigente gremial basado principalmente en el silencio de las víctimas de su mal proceder comercial y en el desorden de un gremio como el del libro, que tardó muchos años en decidir cambiar una inercia perjudicial y lamentable para la actividad editorial en Chile. Es de esperar que el gremio del comercio tome nota de estos y muchos otros antecedentes, que figuran en informes de Dicom de hace algunos años antes de determinar quiénes serán sus dirigentes por un próximo período.

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