Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

8 de Noviembre de 2012

Santiago Gamboa: “La sociedad le otorga un papel al escritor”

Santiago Gamboa ha sido comparado con García Márquez. Comparten la patria, el realismo, pero no la magia. Además, Gamboa ha decidido emigrar y mirar su país desde afuera. El escritor y periodista que actualmente vive en Nueva Delhi, visita Chile en el marco de la Feria del Libro. En una sala sobre los stands de editoriales y los libros, conversamos de los cruces de géneros, el rol político del escritor y el ser colombiano cuando la patria está a cientos de kilómetros.

Romina Reyes
Romina Reyes
Por


Foto que.es

Santiago Gamboa, escritor colombiano que viene a presentar “Plegarias Nocturnas”, su última novela, se pasea por la Feria del Libro de Santiago con una camisa azul oscuro, responde a preguntas de periodistas que se interesan en saber quién es y qué piensa horas antes de sentarse junto a los escritores Germán Marín, Rodrigo Blanco Calderón y Antonio Ortuño a discutir sobre la violencia en la literatura norteamericana.

Pero Gamboa no sólo se pasea por la literatura. Como un anfibio, transita de las letras al periodismo, encontrando un punto de encuentro en la crónica. Igual que muchos escritores, igual que muchos periodistas.

En algunos artículos, has dicho que la crónica es la forma privilegiada del periodismo.
-Es el género más literario del periodismo. La crónica es básicamente un género literario. Lo que pasa es que su hábitat natural es la prensa, pero hay libros de viajes y crónicas que en general se leen casi con la misma pasión y ficcionalidad que una cosa literaria, solo que uno sabe que es verdad.

Hay muchos escritores que son cronistas. ¿Habrá que venir de ese mundo para abordar bien ese género?
-Cuando yo era más joven, todos los periodistas querían ser escritores. Todos los crónistas querían ser novelistas. Y ahora tengo la sensación que es al revés. Más bien, muchos novelistas quieren ser cronistas porque la crónica está abriendo un espacio narrativo en América Latina que está siendo muy seguido, y está habiendo casi que un nuevo pequeño boom de la crónica que es, insisto, hábitat natural el periodismo, pero tiene muchos elementos literarios. Entonces veo muchos novelistas que quieren venir a la crónica. Además, América Latina casi que está liderando la crónica a nivel mundial. Bueno, por supuesto en el mundo anglosajón está muy desarrollada también, pero por ejemplo en Europa no. Ahí es mucho menor la presencia de la crónica.

¿Qué tiene Latinoamérica que no tienen otros lugares para desarrollar la crónica?
-No sé, yo creo que las crónicas se desarrollan en lugares que necesitan comprender muchas cosas. La crónica es como el encuentro entre una individualidad y una situación o un lugar o una persona o un hecho. El periodista llega a ese hecho verídico y el resultado de ese conflicto, de ese choque, es la crónica. En este continente tenemos realidades conflictivas, personalidades del bien y del mal –lo digo sin moral, ah-, pero que son interesantes. Una vida social fluctuante, cambiante, una política que por momentos hierve y se polariza y por momentos baja y se tranquiliza, tenemos una vida muy llena de tormentas y momentos de falsa calma donde un género como la crónica tiene que germinar mucho más que, no sé, en Noruega donde lo más grave que ha pasado en los últimos 20 años sea quizá una tormenta de nieve.

¿Será parte de nuestro tercermundismo?
-Yo ya no utilizaría ese término. Yo he viajado por África, Asia y creo que Latinoamérica está en una situación “en vías de desarrollo”. Tenemos países firmemente anclados en la democracia, en una vía política y económica que va creciendo, una economía que funciona, a diferencia de Europa donde la economía está en crisis. A mí me parece que somos sociedades que tenemos una herencia postcolonial, complejidad racial, diálogo cultural… tenemos mucho que contar y por eso la crónica florece tanto.

Dices que la crónica tomo muchos elementos literarios, ¿te pasa al revés? ¿Tu literatura toma elementos del periodismo?
-Yo soy un novelista que escribe sobre el presente y que escribe además en primera persona. Para mí, el gran tema de la novela es el paso del tiempo, es la experiencia humana de la vida y la sociedad a través del paso del tiempo. Y si te pones a ver, el periodismo y la crónica miran el paso del tiempo a través de la sociedad, solo que lo miran de una manera distinta. Lo que transmite la novela no lo puede decir la poesía, no lo puede decir el teatro, no lo puede decir la narrativa breve. Y el periodismo tampoco. El periodismo usa la cotidianidad para otra cosa, el periodismo tiene como función central hacer comprensible la realidad. La literatura puede inventar otra realidad.

¿Como una dualidad donde la literatura sería trascendente y, el periodismo, coyuntural?
Eso es algo que diría la vieja guardia, que justamente lo literario es lo más importante, y por eso los periodistas queríamos ser novelistas porque era una especie de upgrade, como en los aviones que de economy pasas a bussines, pero en el fondo vas igual. Quiero decir, ya es como si el avión fuera todo economy. Lo importante es hacer el viaje y llegar a otro lugar.

Dijiste que ya no te parece el término de tercer mundo para el continente, pero la literatura de acá, ¿desde dónde se para? ¿Cuál es su lugar en el panorama mundial?
-A veces Latinoamérica es bastante egocéntrica. Como existió el boom latinoamericano en que los escritores latinoamericanos eran el centro de la vida literaria universal practicamente, entonces a uno le queda la sensación de que ellos (los anglosajones) tendrían la obligación de seguirnos leyendo. Y eso no es así. América Latina como marca, y eso lo dice Volpi muy bien, no existe. Si alguien me lee en Inglaterra no es porque sea latinoamericano, es porque le gusta lo que escribo. Yo no leo a Malraux porque es francés, ni a Tabucchi por ser italiano. Y no quiero que la gente me lea por ser colombiano, eso es como una minoría de edad. Como una cosa paternalista. Tu tienes que seguirme hablando del pueblo y los árboles y las cacatuas. En ese sentido, Estados Unidos y Europa tienen estereotipos sobre el mundo entero, y ellos esperan que esas regiones les traigan lo que quieren.

¿Dónde dirías que se encuentra lo colombiano de tu literatura cuando escribes desde otro lugar?
-Es que también es colombiano no estar en Colombia. Y yo no escribo con una camiseta que dice Colombia. Cuando yo escribo no soy un escritor colombiano. Yo soy Santiago Gamboa, y ese escritor está sentado en una vestíbulo, en una estación de tren en Nueva Delhi y estoy escribiendo, pero estoy pensando quizá en otra parte. Mi cabeza puede estar en Bogotá, como en “Plegarias Nocturnas”, que trascurre casi todo en Bogotá. A mí me parece que donde físicamente esté el escritor es poco relevante, lo que me parece importante es que haces con eso.

En las columnas que escribes, se aprecia una mirada muy clara sobre la situación que vive Colombia que a veces se extraña en otros escritores.
-Yo creo que depende de cada uno, tú no le puedes exigir a un escritor que sea de un modo. Hay escritores que son indiferentes a la política, como Borges, y otros que no, como Sabato, que se metió de cabeza en eso. Y ¿cuál es la mejor opción? Depende de cada uno, y tampoco es una cosa moral porque, entre otras cosas, la sociedad le otorga un papel al escritor, no es él quien reclama un papel. El que vive el debate del día a día por supuesto que tiene una mirada desde dentro. Yo la tengo desde afuera, la comparo con otras cosas. El que mira desde adentro la mira con más profundidad, más conocimiento de cosas, y son miradas que se complementan.

¿Nunca te han criticado por criticar desde afuera?
-No, es que en Colombia es muy común. En Colombia, el 10% de la población está afuera por motivos económicos, de violencia y también por motivos del puro y simple deseo de viajar. Yo no soy exiliado, yo soy un residente en el exterior. Yo no me fui de Colombia por problemas políticos o económicos, me fui porque quería conocer el mundo. Entonces no es tan raro ni llama tanto la atención alguien que viva afuera o viva desde afuera. Y ser colombiano no es algo que sólo ocurra en Colombia. Ser colombiano es lo mismo en Paris, Londres, Roma. Ser colombiano es algo que ocurre en muchas partes.


“Plegarias Nocturnas”
2012
286 páginas
Editorial Mondadori

Notas relacionadas