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Opinión

30 de Noviembre de 2012

Presidentes al agua

Chile, pasillo largo, angosto, esperan en una puerta de ese pasadizo el actual Presidente junto a los ex gobernantes. Piñera, Lagos, Frei y Aylwin, todos juntos. Machos y egos contenidos en sus corbatas. Hombres maduros que guardan tatuadas en sus espaldas la estrella chilena y en letras doradas la frase metálica: “por la razón o […]

Sergio Pinto desde Espana
Sergio Pinto desde Espana
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Chile, pasillo largo, angosto, esperan en una puerta de ese pasadizo el actual Presidente junto a los ex gobernantes.

Piñera, Lagos, Frei y Aylwin, todos juntos. Machos y egos contenidos en sus corbatas. Hombres maduros que guardan tatuadas en sus espaldas la estrella chilena y en letras doradas la frase metálica: “por la razón o por la fuerza”.

Chile, pasillo largo, angosto, termina con una puerta mirando a Perú. Y los dignatarios chilenos van sacando pecho y con una respiración profunda esconden el abdomen mientras susurran: “aquí no pasarán”, imitando con la misma actitud el arco parabólico de Tacna donde Grau y Bolognesi miran desafiantes a Chile.

Chile, pasillo largo, angosto, que se vanagloria con ser los ingleses de América. ¿Por qué te comportas poco sobrio, cómo lo que más odias? ¿Por qué Piñera y los otros ex presidentes salen aglutinados como una pandilla de arrebatados, incomprendidos, con ocurrencias de rebeldía y soberbia dejando el talante de caballeros en casa? Será que la “confianza da asco” y todos juntos, en grupo, donde la individualidad se difumina, se pierden probablemente los caballeros en esa masa, o tal vez será que cuándo se reúnen los caballeros sale como resultado una cuadrilla de valentones acostumbrados a que las cosas se hagan cómo ellos quieren, cómo Chile quiere.

Qué mejor vitrina ha sido esta reunión de Presidentes para mostrar(se) las vanidades en La Moneda. Da gusto verlos tal altivos, tan republicanos. Partiendo por mostrar ese Chile varonil, engominado y con tatuajes de marinero encubierto que no deja de mirar en menos a sus vecinos del norte que han sabido dar un golpe a la cátedra en lo que a maniobras diplomáticas se refiere. Como así también, ver a cada uno de los dignatarios paseándose por la sede del Gobierno como antiguos caseros, aprovechando de cambiar de lugar los adornos sin que el dueño de casa –claro- se entere y pensando -estos ex presidentes- en la gran pregunta de: “¿Cómo defender los intereses nacionales?, ya que el que tenemos de Presidente no puede ni defenderse a sí mismo y nos pide ayuda al son de la unidad”.

La demanda limítrofe de Perú, llámese oportunismo político o reivindicación justa y legítima por parte del país vecino, es injusta en la medida que así lo considere uno de los litigantes, y en ese sentido Perú tiene todo el derecho de ir a la Corte de La Haya y poner esa demanda sobre la mesa. Allá ellos que hagan el loco, según la argumentación chilena, y se demuestre que Chile tiene los límites patentes (post 1929) bajo el amparo de los históricos tratados firmados por ambos países en 1952 y 1954.

A nadie le gusta perder cuando se cree y se está convencido de que se tiene la razón, y principalmente cuando hay muchas posibilidades de perder aguas en este asunto, sobre todo analizando el ejemplo último de Colombia y Nicaragua. Y es verdad y trato de empatizar también con el llamado de atención de los presidentes, pero lo que no se puede desconocer es que hay un vacío, una letra diminuta que nadie terminó por comprender del todo, a pesar de las firmas y apretones de manos en aquellos años –y que seguro no quisieron clarificarla por no empañar un festín que daba término a esa fiesta- y ahora se comenzará por resolver con los alegatos a partir del juicio oral de la próxima semana.

Si existe una duda, que se verifique. Es lo mínimo, ¿no?; y se termine con ello el oportunismo nacionalista-ocioso por ambos países donde la clase política tendría un tema, una cortina de humo, dejando atrás los problemas que son vitales en cualquier agenda de gobierno.

En La Haya se verán los caballeros de la antigua usanza -como diría un abuelo-, la diplomacia hablando moduladamente de los intereses de cada una de las partes. Habrán jueces, acostumbrados a las presiones de toda índole, que tal vez no habrán pisado en su vida Chile, ni Perú, y menos haber escuchado nuevamente los nombres de los ex presidentes chilenos, por lo que es casi -por decir- folclórico que sea una especie de recado internacional dicha reunión de los ex mandatarios en este largo, angosto, y sobre todo, menos salomónico pasillo.

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