Inmediatamente después del atentado por medio del cual el FPMR intentó aniquilarlo en septiembre de 1986, el entonces mandatario culpó en primer lugar a otros uniformados. Luego cambió de parecer y pensó en la CIA y, en tercer lugar, en el Partido Comunista. Meses antes de ese hechos, la CIA emitió al FBI una curiosa petición de información sobre Pinochet y su familia para “un estudio” que, si existió, no fue desclasificado.
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Por Carlos Basso para documentomedia.org
No es difícil imaginarse la escena. Luego de la feroz embestida del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) ese domingo 7 de septiembre de 1986, Augusto Pinochet no sabe qué pensar. Todo fue extremadamente rápido y violento. Según la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), el entonces mandatario no tenía presupuestado regresar ese día a Santiago desde la mansión que se había construido en El Melocotón, pero a último minuto tomó la decisión. Contrario a su costumbre, no viajó en helicóptero, sino en una de las clásicas caravanas presidenciales, las cuales –afirmaba la agencia norteamericana– “son habitualmente precedidas por varios contingentes de seguridad, que se apostan en diferentes puntos a lo largo de la ruta, y brindan cobertura desde el aire por helicóptero. Esto no se hizo en esta ocasión”.
En el auto, además de Pinochet y su nieto Rodrigo, viajaban también –de acuerdo al documento- el edecán naval y un conductor. La CIA describió el inicio del ataque de modo cinematográfico, relatando que el marino “vio una explosión correspondiente, aparentemente, a uno de los autos de escolta que fue alcanzado por un cohete, y luego numerosos flashes de disparos”.
Pinochet, de acuerdo al relato norteamericano, “tomó una ametralladora que mantenía cerca de él y trató de salir del auto. El edecán naval lo alejó de la puerta y le dijo que se lanzara al suelo, cubriendo a su nieto, y ordenó al conductor poner reversa y salir de la emboscada. Cuando retrocedía, el auto de Pinochet se enredó con otro, que se pensó era aquel donde iba el médico de Pinochet y guardaespaldas adicionales, y lo hizo salirse del camino”.
Siempre según esta versión, más tarde se determinó que el móvil chocado por el Mercedes de Pinochet “era uno de los vehículos de los terroristas, que de algún modo se las arregló para unirse a la caravana presidencial”.
De regreso en la mansión de El Melocotón, Pinochet pensó como primeros autores del ataque en otros miembros del Ejército, según la CIA. No hay que olvidar los problemas que había tenido incluso con miembros de la junta militar y la espada de Damocles siempre pendiente del retirado general Manuel Contreras, para comprender dicha idea. Luego, sin embargo, y tras hablar con varios oficiales de alto rango, cambió su posición “y dijo que detrás del ataque estaban la Agencia Central de Inteligencia o el Partido Comunista Chileno”.
Claro, era lógico pensar en el PC o más bien en –como sucedió- en su aparato armado, el FPMR, pero la mención a la CIA, la misma que había trabajado desde 1969 para evitar que Allende tomara el poder y luego para defenestrarlo, es un tanto extraña, pero a la propia CIA no le llamaba la atención en lo más mínimo. En el mismo cable, de hecho, se indicaba que “muchas autoridades del gobierno, de línea dura, y oficiales militares, creen que el gobierno de Estados Unidos posee un plan para derrocar a Pinochet, y que ha desarrollado una extensa red de oficiales navales y de la Fuerza Aérea para este fin. Pinochet también cree que este es el caso, y considera a su peor enemigo al Departamento de Estado y la CIA. El PC es un problema menor”, decían los agentes de la estación de la CIA en Santiago el 21 de noviembre de 1986.
La familia
En 1987, Pinochet fue más lejos e insistió en el supuesto papel de la CIA en el atentado. Le Monde reprodujo esos dichos y el diario La Epoca -relata un cable de dicha agencia de inteligencia, del 08 de mayo de 1987– publicó un titular que decía, al lado de una foto de Pinochet, “Caramba, caramba, ¿La CIA?”. La Tercera, por su parte, fue un poco más templada en su título: “mano de la CIA en el intento de asesinato”.
De acuerdo al texto de La Epoca, según el capitán general la CIA ya lo había tratado de asesinar dos veces, en 1973 y 1976, sin dar mayores datos al respecto. El redactor del cable decía que “Pinochet puede creerse muy en serio lo que está diciendo, pero también parece que estas declaraciones se están haciendo para crear un ambiente en el cual virtualmente no pueda haber contacto entre los militares chilenos y la misión (militar) de Estados Unidos”.
Aceptando que no podía decirse con certeza cuáles eran las razones por las cuales Pinochet había escogido a la CIA como blanco, el informe menciona que alguien cuyo nombre esta borrado puede haber “envenenado la mente de Pinochet”.
Para nadie es un misterio que hacia el final de su gobierno, las relaciones ente la dictadura y los republicanos encabezados por Ronald Reagan eran pésimas, lo que de hecho se refleja en el informe de la personalidad de Pinochet confeccionado en 1988 por los norteamericanos, en el cual dicen que el militar poseía una personalidad paranoica, afectada por cambios de humor bipolares, con poca tolerancia a la frustración y –entre otras cosas- con un sentido mesiánico del deber.
Sin embargo, la CIA sí poseía un interés en Pinochet que iba mucho más allá de lo que se podría pensar como normal. Sin ir más lejos, en 1974 y 1976 la agencia había confeccionado perfiles biográficos de Pinochet, en el último de los cuales, por ejemplo, se señalaba que estaba dedicado a borrar cualquier vestigio del marxismo, que tenía una “preocupación por la gente” y que era “genuinamente popular en Chile, a pesar de las severas críticas a su persona en el exterior”. Por cierto, allí se relataba que estaba casado con Lucía Hiriart, y que tenía cinco hijos y siete nietos. También lo calificaban como un hombre que podía ser “cálido y paternal”.
Curiosamente, en abril de 1986 la CIA andaba muy interesada en nuevos detalles acerca de la familia de Pinochet, pues ello consta en un documento desclasificado por el FBI, en el cual el director de dicho organismo respondía a su par de la CIA una petición que este le hiciera por telex sobre antecedentes para “un estudio del presidente chileno Augusto Pinochet Ugarte” y su familia. Al respecto, el FBI, que posee habitualmente menos funcionarios que la CIA en embajadas como la de Chile (y por ende maneja menos información) respondía que lo único que habían podido encontrar al respecto en sus archivos era una información relativa a una reunión que Pinochet había tenido en 1975 con un grupo de cubanos anticastristas, a los cuales habría ofrecido interceder ante Paraguay y Uruguay para que los apoyaran.
Lo más interesante del asunto, es que entre los documentos desclasificados por la CIA (hasta la fecha son más de 2 mil los relativos a Chile) en parte alguna está el estudio al cual hacían referencia en el cable del FBI.
¿Habrá sabido Pinochet algo al respecto?