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Opinión

20 de Diciembre de 2012

John O’Reilly: “Soy un ‘Dead Man Walking”’

El irlandés John O’Reilly durante años ha sido el rostro de la Legión de Cristo en Chile y es una de las razones que el movimiento haya entrado de forma tan contundente en la elite empresarial y política. Hombre influyente, O’Reilly vive hoy su peor momento: una apoderada del Colegio Cumbres lo acusa de abusos sexuales contra su hija. El cura se defiende y recién declaró ante la Fiscalía la semana pasada. En esta entrevista habla de la muerte, de Marcial Maciel y su caso.

Pablo Vergara
Pablo Vergara
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Fotos: Alejandro Olivares

-El primer día prácticamente percibí que la fiscalía firmó la sentencia. No sé para qué tardaron seis meses buscando, buscando, buscando -se lamenta John O’Reilly.

Es la primera de una serie de entrevistas que el legionario -Padre John, Cura John, entre sus conspicuos feligreses- acordó con The Clinic para conversar sobre la acusación por abusos sexuales que una apoderada del Colegio Cumbres –Paula M- levantó en su contra y que la Fiscalía Oriente de Santiago investiga desde hace seis meses. Los encuentros se extenderán durante quince días y O’Reilly hablará de su caso, de Maciel, de cómo se le vino el mundo abajo; de la muerte, del poder y de la Legión. Y repetirá, como un mantra, “Dead Man Walking” para referirse a su futuro.

El primer encuentro fue a comienzos de diciembre. Una de las principales quejas de O’Reilly entonces era que la Fiscalía no lo había citado a declarar, pese a que su defensa -ejercida por el abogado Luis Hermosilla- lo había solicitado dos veces. La semana pasada, finalmente, el cura declaró. Lo hizo en una audiencia pública, frente a los periodistas.

Ese día el fiscal Ignacio Pinto informó que había una segunda denuncia: de la hermana mayor de J, la niña de 6 que, dicen, habría sido abusada por O’Reilly, en una fecha no precisada.

¿Cuándo se enteró de la primera denuncia?
-No se trató de una denuncia. El 2010 la señora se acercó porque efectivamente su niña es bastante especial.

¿Se acercó a usted?
-Exactamente. Y también al superior, el padre José Cárdenas. A él, un poco, le manifestó su animadversión hacia mí, que tiene derecho si quiere. No hablaba de abusos propiamente, pero que el trato, que se arrancaba mucho de clases.

Que usted la sacaba mucho de clases.
-No, sacar no. La señora se acercó, porque es bien especial, ya me habían advertido que tuviera cuidado. Pero ella me dijo prácticamente que no tomara en cuenta tanto a la niñita.

¿Por qué?
-Porque la niña se arrancaba de clases cuando podía, en el recreo. No es que tuviera permiso: en vez de ir a su recreo, iba con las secretarias. Buscaba cariño, afecto, de una forma loca. Y la oficina que uso está relativamente cerca: son seis cubículos y las secretarias están a la entrada. La he visto dando vueltas por ahí; nunca la he atendido obviamente ni sola ni nada, cosa que está tratando de montar la señora. Me sonó la alarma y desde ese momento tuve la preocupación total y absoluta de nunca ni saludar a la niña y a ninguna persona de su familia. Es cosa de protección personal, ¿me entiende? Lo que ayudó es que ella pasó a primero básico y es mucho más ordenado. No tuve más contacto porque lo evitaba. Sexto sentido. Y además comenzó este tema público de la pedofilia. También dejé de recibir a los niños en la puerta. Dije no quiero que nadie me cuelgue nada, ¿me entiende?

Lee la entrevista completa hoy en The Clinic, en todos los kioscos del país.

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