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Opinión

10 de Marzo de 2013

Jon Lee Anderson: “Chávez quería que yo lo viera como el Che”

Vía BBC Mundo “Yo pensaba que era muy cafetero y descubrí que nadie me ganaba sino Chávez”, dice el periodista Jon Lee Anderson, quien conoció como pocos al difunto presidente venezolano. “Era un cafetero empedernido”, señala. “Además fumaba, como yo. Así que la primera vez que lo entrevisté, en 2001, nos sentamos los dos, debajo […]

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Vía BBC Mundo

“Yo pensaba que era muy cafetero y descubrí que nadie me ganaba sino Chávez”, dice el periodista Jon Lee Anderson, quien conoció como pocos al difunto presidente venezolano.

“Era un cafetero empedernido”, señala. “Además fumaba, como yo. Así que la primera vez que lo entrevisté, en 2001, nos sentamos los dos, debajo de un árbol en el patio de la residencia presidencial, a fumar y tomar café durante horas”.

“Fumaba cigarrillos venezolanos y sin filtro”, señala el periodista del prestigioso semanario The New Yorker y autor de Che Guevara: una vida revolucionaria, considerada una de las mejores biografías de Ernesto Guevara.

“Y me dijo -citando a Chávez-: ‘No le digas a nadie porque se supone que no fumo'”.
Anderson -quien escribió largos perfiles y entrevistó a mandatarios como Fidel Castro, de Cuba, o Mahmoud Ahmadinejad, de Irán- viajó con Chávez por unos días en dos oportunidades durante su gobierno.
En conversación por teléfono con BBC Mundo, desde su casa en Dorset, Reino Unido, el periodista estadounidense cuenta -en español- lo que recuerda de Hugo Chávez.

¿Qué recuerda de esa primera entrevista?
Solo nos interrumpió su mujer, la primera dama, Marisabel Rodríguez de Chávez, con la niña, Rosa Inés, que tenía como dos años. Chávez se paró y parecieron tener un intercambio algo tenso. Él volvió a la mesa muy ensombrecido por el intercambio con ella.
El día anterior yo había hablado con el psiquiatra de Chávez, Edmundo Chirinos, quien me confió, off the record, que Chávez tenía graves problemas con la primera dama.

Mientras me guiaba por los salones de su casa, Chávez me dijo: “Sé que estuviste con Chirinos”. Me sorprendí, porque pensé que era una indiscreción haber hablado con su psiquiatra. Y le dije, casi que para suavizar la posible indiscreción, que estaba bien, que -en chiste- “no hablamos de ti”. Él se rió.
Aunque no pude confirmarlo, podría jurar que Chávez quería que me reuniera con Chirinos y que estuviera al tanto de que estaba en una crisis familiar.

¿Qué pudo llevar a Chávez a pensar esa estrategia?
Quizá para prevenir cualquier tipo de escena. O para que simpatizara con su situación, porque ese era el contexto de nuestra conversación.

Chirinos me dijo que Chávez es un hombre muy emotivo. Que lo había tenido, la semana anterior, en su consultorio llorando por sus problemas con su mujer. Y me dijo: “Tienes que estar al tanto de que él es muy sensible”. Y en efecto se separaron poco tiempo después.

¿Qué sabe de las relaciones sentimentales de Chávez?
Yo siento que la primera mujer lo conocía muy bien. Ella siempre ha sido muy discreta y, un poco como la primera mujer de Fidel, nunca ha hablado.

Marisabel, por su parte, era una chica rubia, muy guapa, de una ciudad provincial; era una especie de groupie, que había sido periodista. Y lo conoció después de pasarle un papel con su número.
Su primera mujer, Nancy Colmenares, era más como él, de sangre mixta, humilde, no universitaria. Y la madre de sus primeros hijos.

Pero después de que Chávez salió de la cárcel, tras el intento de golpe en 1992, se divorciaron.
Cuando Chávez entró en campaña, conoció a Marisabel. Algunos interpretaron su relación con ella como oportunista, al emparejarse con una mujer más presentable como primera dama.
En esa época Chávez era cuarentón, bien parecido, tenía fama de no pasar desapercibido con las mujeres.

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