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Planeta

4 de Abril de 2013

La experiencia de tratarse con orinoterapia

Por

1.
No quiero comenzar esta historia sin dejar claro qué es la orinoterapia, y para hacerlo, debo explicar primero lo que no es.

La orinoterapia no es bañarse en orines, que es lo que hacen los picados por una aguamala y los fanáticos de la “golden shower”. La orinoterapia consiste en tomar orines propios con fines curativos. Esto lo sé ahora, luego de tomarme tres litros de mis meados, pero al consultorio del doctor Jesith Osorio, especialista en medicina regenerativa alternativa, en el centro de medicina celular Orthocel, llegué con algo de temor y un montón de dudas.

Paso uno, historia clínica. Nombre, edad, enfermedades anteriores, visitas al hospital, etcétera. Me preguntaron mi religión y no pude responder sin antes saber para qué. Ocurre que los evangélicos no permiten transfusiones de sangre, y ciertas etnias de indígenas no dejan que los atiendan mujeres ni personas de ojos claros. El doctor que me hizo la historia clínica era doctora y tenía ojos color miel. Respuesta: ateo.

Luego, dos exámenes de rigor: uno de sangre y orina de la medicina normal, y otro apegado a la medicina china. En el primero salí perfecto; en el segundo, me tomaron el pulso para conocer el estado energético de corazón, pulmones, hígado, riñón y bazo. Resulté con corazón y bazo afectados —energéticamente hablando— y la lengua reseca por mal manejo de líquidos. Nada de qué preocuparse.

Conocidos los resultados, momento de la receta: 250 centímetros cúbicos de orina al día, los tres primeros en dos tandas —mañana y noche— mezcladas en mitades con agua para acostumbrarse al sabor. De ahí en adelante, puro. El primer orín de la mañana es el más concentrado, pero no era obligatorio tomármelo para obtener mejores resultados, porque a la larga la orina va a tener siempre los mismos componentes. Casi siempre me tomé el tercero del día, de color y sabor más suaves.

Costo de la medicina: nulo. Somos productores inagotables de orín gratis. Restricciones: no sal, no azúcar, cero harinas blancas (pan, ponqués, empanadas, papitas de paquete y similares) y cero bebidas alcohólicas. Pese a no tomar mucho trago, sentí que me habían cortado el chorro que no era.

2.
Lo desagradable de sostener la orina en un vaso es su temperatura tibia, y lo difícil de tomarla es la espuma que precede el primer sorbo. Lo que me tomo no será lo más rico del mundo aunque parezca ginger ale, jugo de manzana o whisky diluido, pero es estéril, no está contaminado y es totalmente sano. No son desechos, sino sustancias que el cuerpo no ha absorbido. Es como reciclar, y al tomar orina lo que hago es procesar sustancias que mi cuerpo no había metabolizado antes.

Es mejor no preguntar cuáles, porque se calcula que pueden ser más de mil, pero qué tipo de artículo sería este si no mencionara algunas. Contiene desde potasio, calcio, hierro y sodio, pasando por ácido úrico, ácido láctico, vitaminas A, B, C, E y hasta hormonas sexuales. Y aunque tomar orina revitaliza sexualmente, puedo asegurar que casi ninguna mujer estaría dispuesta a acostarse con usted si se enterara de que se está tomando sus propios orines. Todo es muy confuso.

A la orinoterapia llegan por descarte pacientes que lo han intentado todo en otras áreas de la medicina. Quien no se ha curado con homeopatía, aromaterapia, acupuntura o medicina tradicional suele terminar curando sus males —o debería decir ahogándolos— en orines. El doctor Osorio ejerce desde hace 17 años y solo ha tratado con orinoterapia a menos de cien pacientes, según él, porque tenemos una prevención con el tema. Sin embargo, también afirma que los resultados son sorprendentes. Quien se somete a ella se cura de problemas crónicos como dermatitis, artritis, artrosis, trastornos respiratorios, hipertensión y diabetes. Yo quiero creerle porque basta con hacer sumas para darse cuenta de que no hay interés económico en sus palabras. Los exámenes cuestan 200.000 pesos, 120.000 la primera consulta, 60.000 cada control y la medicina es gratis. Si la orinoterapia es tan eficaz como dice, con menos de medio millón de pesos se podrían curar enfermedades por las que la gente sufre media vida y gasta millones de pesos cada año.

Pero al parecer somos tan superficiales que le hemos dado la espalda a una bomba sanativa como la orina solo por su aspecto y olor.

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