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LA CALLE

29 de Abril de 2013

La última cena de los condenados a muerte

Vía Vice.com Henry Hargreaves no es un chef de televisión. En lugar de tratar de salvar al país con una cena como de escuela, él se hizo de un nombre por sí mismo creando y fotografiando rarezas gastronómicas como arcoíris comestibles y iPads fritos. Pero es su proyecto Sin segundos el que le ha dado […]

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Vía Vice.com
Henry Hargreaves no es un chef de televisión. En lugar de tratar de salvar al país con una cena como de escuela, él se hizo de un nombre por sí mismo creando y fotografiando rarezas gastronómicas como arcoíris comestibles y iPads fritos. Pero es su proyecto Sin segundos el que le ha dado prestigio y reconocimiento en diversos medios. En él ha recreado las últimas comidas de varios asesinos seriales condenados a muerte y las ha presentado en una serie escalofriante de fotografías.

Mirar a través de la serie abre una ventana sensorial hacia las mentes de las personas condenadas y, en un mundo donde nos encontramos abrumados diariamente con cientos de fotos de comida llenas de filtros, es muy emocionante encontrar la imagen de un helado de chocolate con menta que signifique algo. Así que fui con Henry para platicar sobre sus fotografías.

¿Qué te movió a fotografiar las últimas cenas de los condenados a muerte?
Henry Hargreaves: Estoy muy interesado en las elecciones de la gente en cuanto a comida. Es una de esas cosas que todos hacen varias veces al día, pero uno nunca lo ve realmente fuera de contexto o se pone a pensar sobre qué dice acerca de alguien. Estaba leyendo acerca de una campaña para abolir la última comida en Texas, así que busqué por internet e investigué sobre eso y como estaba leyendo sobre estos expedientes, sentí que me podía identificar con esas personas por un breve instante, simplemente por lo que pidieron de comer.

¿Crees que las comidas ofrecen una ventana hacia su psique?
Creo que en general, sí, definitivamente. Lo que más me llamó la atención acerca de esas últimas comidas fue cómo muchas de ellas eran cosas grandes y fritas, las cuales nos gusta llamar comida confortable. Aquí estaba esa gente en sus últimos momentos y todo lo que ellos querían era un poco de confort.

¿El proyecto es una exposición acerca de la pena de muerte?
Sí, eso creo. Soy de Nueva Zelanda y cuando llegué a Estados Unidos, la pena de muerte me impactó, creo que es inhumana. Es vista por la mayoría del mundo como un acto anticuado y bárbaro, y es extraño que eso todavía exista en un país que gasta mucho tiempo anunciando su democracia y su moral al resto del planeta. En el proceso de investigación, me encontré con datos que estimaban que hubo cerca de 12 personas durante los últimos 20 años que fueron condenadas a muerte en Estados Unidos sin ser culpables. Eso es sólo de oídas, por supuesto, pero toda esa gente ya se ha ido y no tiene esperanza de un nuevo proceso.

Hay algunas peticiones extrañas ahí —El Señor de los Anillos se destaca como uno de ellos—. ¿Te enfocaste más en las peticiones insuales?
Sí. No quería que todas las comidas fueran las mismas cuando las estaba recreando. También una última petición, realmente oscura, ilustra mucho sobre el carácter de una persona, esa fue una de las más extrañas y se le concedió; así que pensé que estaría bien y la incluí. Fue lo mismo con un pay de nuez. El chico que lo pidió quería “guardarlo para más tarde”, lo cual tuvo que resultar muy escalofriante para el guardia. De aquel chico se decía que era enfermo mental, así que probablemente nunca debió ser ejecutado. Aquello te hace pensar: ¿realmente creyó que podría guardarlo para más tarde o sabía lo que iba a pasar?

¿Tú mismo preparaste todas las comidas?
Un chef que es amigo mío preparó la mitad de ellos. Él hizo las comidas más complejas y la otra mitad, las más simples, como el helado o el olivo solo, las hice yo mismo.

Ve el resto de las fotos acá.

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