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Mundo

12 de Mayo de 2013

Palestinos de Jerusalén Este, entre la pobreza y la indiferencia de Israel

El umbral de la pobreza entre los palestinos residentes en Jerusalén Este se sitúa en torno al 80 por ciento, mientras las autoridades israelíes responsables responden con indiferencia a las abismales diferencias socio-económicas con el lado oeste. “Más allá de la desconexión cultural e idiomática, en todo lo que tiene que ver con servicios públicos […]

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El umbral de la pobreza entre los palestinos residentes en Jerusalén Este se sitúa en torno al 80 por ciento, mientras las autoridades israelíes responsables responden con indiferencia a las abismales diferencias socio-económicas con el lado oeste.

“Más allá de la desconexión cultural e idiomática, en todo lo que tiene que ver con servicios públicos -municipales y estatales- es como si hubiesen dos ciudades, la diferencia es notoria para cualquiera que la visite”, dijo hoy a Efe Keren Tzafrir, abogada del Departamento de Jerusalén en la Asociación para los Derechos Civiles en Israel (ACRI, por sus siglas en inglés).

Y es que las diferencias con el oeste, donde reside la población judía, es visible a todos los niveles, “desde la educación a la recogida de basuras”, agrega Tafrir.

En un informe preparado con motivo del Día de Jerusalén, el pasado miércoles, en que los israelíes conmemoran la captura de la parte oriental de la ciudad en la Guerra de los seis días de 1967 y la posterior “unificación” de la urbe, la Asociación advertía de que la tasa de pobreza de la población palestina en la ciudad “es la peor desde el comienzo de la ocupación”.

Alcanza al 80 por ciento de sus 371.844 habitantes (un 39 por ciento de la población global de la ciudad), y entre los menores el 85 por ciento, según estadísticas recogidas por ACRI del anuario del Instituto de la Seguridad Social israelí para 2011.

Reclamada por los palestinos como capital de su futuro Estado, Israel insiste en que el este de Jerusalén es parte de su “capital eterna e indivisible”, una postura política que contrasta con la atención que le prestan sus instituciones.

En los ministerios estatales y departamentos de la municipalidad hay lo que Tzafrir califica de “aceptación” con la situación existente, con diferentes actitudes hacia la población palestina que, en el mejor de los casos, linda con la indiferencia.

“En unos casos no saben realmente cuál es la situación en la parte este, en otros hay miedo a enviar funcionarios a zonas palestinas, y a veces hasta reconocen que no vale la pena invertir en una zona que será entregada a los palestinos”, explica la abogada, para quien las políticas de corrección introducidas son “como una aguja en un pajar”.

En un acto unilateral no reconocido por la comunidad internacional, Israel se anexionó en 1980 la parte este de Jerusalén con una ley parlamentaria.

Desde entonces ha variado de forma aleatoria los límites de lo que considera la ciudad y, siempre, de acuerdo con sus necesidades políticas y de seguridad.

Por ejemplo, hay barrios dentro del perímetro de la ciudad pero fuera del muro de separación construido a partir de 2003, y que por ello no reciben casi ninguna atención municipal.

Un ejemplo de la abismal disparidad de recursos se aprecia con claridad en la educación.

Sólo el 46 por ciento de los menores palestinos estudian en colegios oficiales municipales y es notoria la falta crónica de más de un millar de clases en Jerusalén Este.

Pese a los compromisos adquiridos en los tribunales por las autoridades israelíes, apenas una docena de clases son construidas al año, según el informe de ACRI.

Carencia que llega al extremo en la educación preescolar: 10 guarderías municipales en el este frente a 173 en el oeste (77 para laicos y 96 para religiosos para una población de 499.000 habitantes).

La política israelí en materia educativa en el este ha contribuido también al incremento del abandono escolar tras el último año de enseñanza obligatoria, que ronda el 40 por ciento, lo que más adelante les condena a trabajos menos remunerados.

“Educación y pobreza son parte de la misma cadena”, afirma la abogada en ese sentido.

Una de las razones es que los palestinos de secundaria que superan exámenes preuniversitarios encuentran dificultad para estudiar en Israel (entre otras razones por no dominar el hebreo), y pese a que algunos lo hacen en centros palestinos como la local Al Quds University, sus títulos no son reconocidos en el Estado judío.

El informe de la Asociación analiza también las políticas israelíes en asuntos como construcción y libertad de movimientos, que influyen decisivamente en el desarrollo económico y humano.

“Las áreas designadas para vivienda palestina cubren sólo el 14 por ciento de Jerusalén Este, y el 7,8 por ciento de toda la ciudad”, asegura el documento.

En cuanto a la libertad de movimiento, los palestinos se ven limitados como consecuencia del la barrera de separación y las medidas de seguridad.

“La construcción de 142 kilómetros de la barrera de separación, el cierre de pasos y la aplicación del sistema de permisos de entrada han separado efectivamente a Jerusalén Este de Cisjordania y exacerbado la dura situación económica y social para sus residentes”, concluye el informe.

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