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5 de Octubre de 2013

Mónica Wehrhahn, camarógrafa de Pinochet: “Cuando empezaron a llevarse las tortas y las bebidas, yo dije: ‘cagamos’”

Esta nota fue escrita en 2013 por el equipo de The Clinic Online Mónica Wehrhahn, conocida por haber sido la camarógrafa oficial de Pinochet entre 1973 y 1980, trabajaba en la radio Portales y en La Nación para el plebiscito de 1988. Ese día, al igual que el entonces subsecretario de Interior Alberto Cardemil, por […]

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Esta nota fue escrita en 2013 por el equipo de The Clinic Online

Mónica Wehrhahn, conocida por haber sido la camarógrafa oficial de Pinochet entre 1973 y 1980, trabajaba en la radio Portales y en La Nación para el plebiscito de 1988. Ese día, al igual que el entonces subsecretario de Interior Alberto Cardemil, por sus numerosos contactos se enteró temprano de los resultados, pero no los podía anunciar.

Meses antes, le tocó cubrir las numerosas conferencias de prensa que la derecha organizaba para mostrar fuerzas y en todas ellas se entregaban resultados que, para pesar del pinochetismo, no coincidían con la realidad. “Uno sabía que las cifras estaban falseadas, sabíamos que el SI iba a perder. Todo el día llegaban a la casa del SI agrupaciones de profesores y otros gremios que mostraban libros y decían: tenemos tantos millones de votos, etc. Pero cuando terminaba el día calculabas y los números no daban. Era cosa de sumar porque aparencían 10 a 15 millones de personas votando cuando en realidad ese año votarían poco de 7 millones”, recuerda Mónica.

-No tenían por dónde ganar…
Hubo un día en que estuvimos desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde sumando los libros que llevaban las organizaciones y era ilógico, eran inventos. Las cifras que hacían pensar que la opción SI ganaría eran falsas.

-Como las cifras que entregaba Cardemil por la tele.
A Cardemil lo respeto mucho, lo quiero muchísimo, es un hombre correcto. No hay que olvidar que él era subsecretario, no se mandaba solo. Quizás tenía la información pero no era el que autorizaba que se diera a conocer la información. Era lo que nos pasaba en la radio: estábamos claros que no se iba a ganar, pero no lo podíamos decir.

-¿Cómo fue ese día?
Partí muy temprano en un móvil, como a las tres de la mañana. Luego nos tocó lo típico, acompañar a votar a la señora Lucía y al general Pinochet. Después, esperar con trasmisiones en directo desde la misma casa del SI. Recuerdo que compartía espacio con la radio Nacional.

-Me decías que olfateaste la derrota.
Recuerdo que al correr de las horas, comenzamos a quedar solos en esa casa. Fue muy triste ver cómo a las cinco de la tarde se empezaba a ir. Me acuerdo que cuando empezaron a llevarse las tortas y las bebidas, yo dije: ‘cagamos’” Pensé: aquí terminó una época. Me dio mucha pena, pero no podía decirlo. Estaba saliendo en directo por la radio y me costaba hablar, tenía ganas de llorar. Es que cuando uno ve que comienza a irse la gente y se llevan las cosas, uno se da cuenta que todo se acaba.

-¿Y cómo lo hiciste ese día para disimular?
Es que no podías decir nada ¿cómo iba a decir por la radio que había visto recién cómo sacaban las tortas y las cajas de bebida? Recuerdo que mi colega trataba de diculparme diciendo que yo llevaba muchas horas transmitiendo, pero la verdad es que yo estaba llorando porque sentía que algo estaba terminando ahí.

-¿Qué te pasó al sentir que eso se acababa? Porque en cierta forma, se acababa la pega también.
Nunca he negado que, para cómo estaba la época, el 11 de septiembre fue necesario. Por lo tanto, fui partícipe de alguna manera. Y esto era el fin de eso.

-Pero para ti ¿qué era lo que se terminaba?
Se terminaba algo que creíste que era mejor para Chile. No puedo negar que trabajé para que hubiera un “11”. Participaba en las marchas de esa época y fui locutora en la toma de los camioneros porque creía que era lo mejor para el país en ese momento.

¿Cómo fue tu experiencia en la franja del SI?
-Recuerdo que me pagaron muchísima plata, fue un pituto de unas tres semanas. Iba con un asistente y un camarógrafo a las poblaciones a grabar testimonios de mujeres para que hablaran de las obras sociales del gobierno.

-¿Ibas dateada? ¿había gente ‘galleteada’?
No, nada de ‘prepárame tres señoras’ para un testimonio. Había gente que quería hablar y otra que me mandaba a la cresta. Pero la mayoría me contestaba. Teníamos que ir a dejar el material a Chucre Manzur, donde había una oficina con equipos, ahí uno iba a editar. Recuerdo que la primera reunión que tuve fue Marcos Büchi (hermano de Hernán Büchi) que nos explicó de qué se trataba.

Pinochet

-¿Te marcó mucho haber sido la camarógrafa de Pinochet?
Tenía dos hijos y había que sacarlos adelante. Trabajé en la agencia UPI, me ofrecía para los turnos de los fin de semana porque ganaba un poco más de plata. Recuerdo que recibí más apoyo de gente de izquierda que de derecha. Hasta el día de hoy se los agradezco, me llamaban productores que me buscaban y al principio me escondía, porque era gente de izquierda hasta que después me di cuenta que era para ofrecerme pega. Después se reían porque era la amiga facha del grupo. Hasta el día de hoy estoy agradecidas de ellos.

-¿No te arrepientes de haber apopyado a Pinochet como lo han hecho recientemente Chadwick o Lavín?
¿Cómo arrepentirse de algo que uno hizo o vivió? Yo no podría hablar mal de la señora Lucía, por ejemplo.Durante los siete años que trabajé con ellos fue muy buena conmigo. Fue cariñosa, nunca la vi siendo dura con otras personas como se dice.

-¿Por qué dejaste de trabajar con Pinochet?
Porque tuve problemas con la seguridad presidencial de esa época.

-¿Cómo era el día a día?
Muy temprano, con harta actividad protocolar, revisábamos material. En los primeros años de gobierno las giras duraban 20 días. Y los pocos días que estabas en Santiago estabas preparando el viaje que se venía.

¿Qué se hacía con tu material?
Todo presidente en el mundo tiene cámara de seguridad, que no son las imágenes que se ocupan después en televisión. Yo tomaba a la gente que se le acercaba, por ejemplo, y después se veía si tu material se utilizaba o no. Grababa todo el sector donde se movía. Me tocaba viajar siempre con la comitiva. Muchas veces las imágenes se utilizaban cuando, por ejemplo, alguien le entregaba una carta y después se recurría al material para acordarse quién la había entregado.

-¿Te tocó alguna vez una funa?
Una sola vez se acercó un señor con una gillete e intentó cortarlo. Al final cortó a un carabinero en la espalda. Y eso estaba grabado.

-¿Tenías consciencia que estabas registrando material histórico?
No, en ese minuto no lo pensé. Fue mucho después, cuando me comenzaron a llamar estudiantes de periodismo para entrevistarme. Ahí me di cuenta de que había vivido cosas que otros no. Hasta ahora, de mis grabaciones, tengo imágenes guardadas que no he ocupado nunca. Mucho material inédito.

-¿Fuiste al acto de Pinochet?
No.

-¿Por qué? ¿Ya no eres pinochetista?
No creo en los fanatismos, creo que hay otras maneras de demostrar el cariño a las personas. Me enteré por la prensa y cuando me di cuenta que estaban ocupando imágenes mías y ni siquiera me llamaron por teléfono para pedirlas o preguntar si las vendía, menos ganas me dieron de ir.

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