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Opinión

8 de Octubre de 2013

La historia de sexo y rebelión de Pepita, la catadora de moteles: “Tengo motelofilia, prefiero estar en un motel que en cualquier otro lado”

Es mexicana y lleva más de seis años recorriendo cuanto motel se le aparezca por delante. Tras intimar sexualmente con seres equis, Pepita escribe una reseña en su blog “Mi vida en moteles”, donde ha llegado a tener 800 mil visitantes; quienes, sin embargo, no comparten sus textos en redes sociales por temor al qué dirán. En conversación con The Clinic Online desde el Distrito Federal, la catadora de moteles cuenta su experiencia, habla de su paso por Chile, y explica su cachonda adicción. "No tener pelos en la lengua es parte de un proceso", dice.

Richard Sandoval
Richard Sandoval
Por

Fotos: Facebook Pepita dos puntos

¿Cuándo creaste el personaje y qué te motivó a ser Pepita?

-Fue hace como seis años, más o menos, y empezó como una curiosidad de saber qué había. Yo estuve viviendo en Chile, como 8 meses en Santiago. Pepita nació por un deseo mío cuando regreso de Chile y quiero saber cómo son los moteles acá. Pero nunca conocí un motel chileno. En realidad allá era como estar de turista, y me iba a algún hotel en alguna parte. Pero cuando regresé a México fue como, chale! Pues ¿dónde puede uno estar con su pareja o con quien se te dé la gana?, porque yo vivía con mi familia y necesitaba donde estar. A diferencia de Chile, donde hacía lo que quería.

Al final lo que envolvió más mi vida con los moteles es que tenían todo; o sea no es como cuartos de cualquier hotel, donde tienes una cama, una tele y nada más. En los moteles los cuartos tienen todo pensado para que goces, y tienen todos los elementos para el placer; sí hay shampoositos, sí la cremita, sí las pantuflas para que no te mojes, sí unas barritas en la ducha para que te sientes y puedas tener sexo, sí agua de arriba y de abajo para que sea más emocionante, o sí un potro del amor, o sí un columpio, o sí colores súper llamativos.

¿Las parejas con las que recorres moteles saben que eres Pepita?

-Siempre terminan sabiendo, o sea imagínate que les digas “ah, ah, este voy a tomar fotos, tranquilo”. No. Al final siempre es “si tomo fotos es porque escribo un blog”.

¿Cuántos moteles has catado en México?

-Hace mucho perdí la cuenta, pero estoy segura que son un poco más de 40, no sé. Pero en la página se pueden ver todos, más unos cinco que no he reseñado por floja. Y otros tantos que ni siquiera me acuerdo de sus fotos.

¿El gozo depende del tipo de motel? ¿motel pobre, pobre placer?

-Sí, mucho. Hay moteles que al final de cuentas siguen siendo normales. Su cuartito, su camita y ya. A lo mejor una salita para que esperen ahí mientras. Y hay otros que son diseñados exclusivamente para el sexo y son mucho más gozosos; con luces a la pared, con lucesitas en la cabecera de la cama para que te alumbren cuando estás teniendo sexo. O, por ejemplo, a uno que fui tenía un domo, entonces tú estaba como al aire libre. Eso estuvo muy rico, porque aparte estaba lloviendo. O hay uno con jacuzzis, otros con albercas, con toboganes. O camas redondas con una vista increíble a la ciudad.

¿Cuál ha sido la experiencia más de mierda catando moteles?

-Hay dos. Uno, creo que era hotel Buenos Aires, en el centro, tenía pulgas y desperté toda picoteada de la espalda. Y hay otro, que desde afuera se veía increíble, súper bonito, todo morado, con mil diseños; y estaba lleno de polvo, además la puerta no cerraba. La pareja con que fui tuvo que amarrar y tapar bien para que no entrara nadie. Pero el polvo era mucho, te acostabas y quedabas con el cuerpo lleno de polvo. También estaba todo roto, con los azulejos caídos.

¿Pero la precariedad no hace más entretenida la experiencia?

-No, las pulgas no pueden dar nada entretenido. Al final, sigo yendo, no digo “ay, hay pulgas, me voy a morir, no voy a ir”. Es parte de este gusto por ir. Pero no, o sea no, es horrible.

Acá en Santiago casi todos los estudiantes van a esos…

-No sé si en Santiago lo hagan. Ni siquiera podría decirte si vi un motel en Santiago.

En una entrevista que te hicieron hablabas de los tabúes de la sociedad mexicana, que es muy conservadora con mucho poder de la iglesia. La chilena no difiere mucho...

-Sí, cuando empecé con esto había una parte de denuncia que era como decir “pues si no quieren hablar de eso, yo sí voy a hablar”. Al final, la gente necesita esta información. Si tú me preguntas por qué nació Pepita, era porque éramos un lote de amigos que no sabíamos a donde ir y era como recomendarnos entre nosotros. A la media hora nadie escribió, sólo seguí escribiendo yo. Y dije bueno. Al final a mí me gusta y si hay algo que me emociona al ir a un motel es el lugar en sí mismo; más que la persona, el lugar me emociona mucho. Por eso digo que tengo motelofilia.

¿Qué es la motelofilia?

-La motelofilia yo la definiría como “prefiero estar en un motel que en cualquier otro lado”. Me prende más estar en un motel que en otro lado. No sé si todo el mundo tenga esa adicción, pero de que van, van. Por algo está creciendo tanto ese mercado. Cuando yo empecé a escribir había una pareja que hacía más o menos lo mismo, yo y una página que tenía los datos. Y ahora esa página se súper-transformó, pone fotos, los clasifica y si estás en determinado lugar te dice cuál es el más cercano. Cada vez hay más gente que hace lo que yo y cada vez hay más moteles. Yo por lo menos al año voy a tres nuevos y aún así no los conozco todos. Ciudad de México es inmensa.

La motelofilia está creciendo…

-No sé si está creciendo, lo que crece es la necesidad de tener lugar. Ahora, si toda esa gente es adicta como yo, no te lo podría decir.

¿Desde cuando eres adicta?

-No sé, un día despiertas y dices “ya”. No podría decirte. Al final lo que hago con Pepita es transformar lo privado en público, y te das cuenta que todavía hay mucho de lo privado que no puede salir en público. Si tú vas a la página y ves cuántas visitas tienes, son altísimas. Pero ninguna deja comentarios. También puedes ver cuántas personas entraron por Twitter o Facebook, pero son re pocas las que lo retuitearon. No tener pelos en la lengua es parte de un proceso.

¿Tus amigos saben que tú eres Pepita?

-Si, al final, tampoco es como que sea pecado.

¿Qué motel le recomiendas a un chileno que vaya a México?

-El K20 es súper famoso, porque fue uno de los primeros que tuvo alberca y tiene playa. Entonces estás en la alberquita pero con arena a tu alrededor. Así puedes cumplir tu fantasía de coger en la playa.

¿Y si voy con poca plata?

-Si tienes poca plata no siempre tienes que coger en un motel.

¿Te gustaría volver a motelear a Chile?

-Podría ir de nuevo, pero no es como que “ay, me quiero ir mañana, llévenme”. Tampoco enloquezco por ir a motelear a otros países. Incluso ir a Monterrey, en México, es como no. Siento que no son iguales. Lo padre está aquí en la ciudad. Es como ver qué pasa con mi vida en la ciudad.

Revisa aquí el blog de la vida en moteles de Pepita.

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