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Opinión

12 de Enero de 2014

28 siglos de estupidez humana

  Vía Yorokobu Lucien Jerphagnon dedicó su vida a escribir sobre los grandes pensadores. Reflexionó sobre sus escritos durante más de 7 décadas y aportó nuevas ideas a partir de ellas. Durante ese tiempo descubrió una inquietante recurrencia de la estupidez. “Estupefacto, topaba una y otra vez con ella, en todas partes y en todo momento, […]

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Vía Yorokobu

Lucien Jerphagnon dedicó su vida a escribir sobre los grandes pensadores. Reflexionó sobre sus escritos durante más de 7 décadas y aportó nuevas ideas a partir de ellas. Durante ese tiempo descubrió una inquietante recurrencia de la estupidez. “Estupefacto, topaba una y otra vez con ella, en todas partes y en todo momento, en el espacio y el tiempo, entre los autores más diversos”. Apenas un año antes de su muerte en 2011, a la edad de 90 años, el filósofo francés entregó sus últimos suspiros a esbozarla. Un tema tan amplio que “llevamos 28 siglos hablando de ella”, tal y como reza el subtítulo de su libro ¿La Estupidez? (Paidós Contextos).

Para el francés, la estupidez es omnipresente y lo ha sido durante toda la historia del hombre. “Es posible olerla en todas partes y flota en el ambiente de todas las épocas. De algún modo, se encuentra en la atmósfera. Se vitupera a sus responsables, se lamentan los estragos que produce y se buscan sus causas. Algunos autores incluso han manifestado interés por sus orígenes; Aristóteles especula que surgió en aquella época que hoy llamamos prehistoria, mientras que san Agustín ve en ella la consecuencia del pecado de Adán”, reza la introducción del libro.

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Su descubrimiento lo llevó a fantasear con escribir una antología sobre la estupidez pero pronto el realismo de su avanzada edad lo llevó a templar sus expectativas. Optó al final por resaltar algunas de las reflexiones históricas más significativas acerca de esta condición humana con la esperanza de que “consiguiera despertar entre los jóvenes investigadores el afán de pensar más y mejor sobre el asunto”.

Así que, amigo lector, piense en un estúpido (¿un político quizá?), alguien que le moleste soberanamente por esa manera tan necia que tiene de actuar y esos comentarios idiotas y fuera de lugar que suben la tensión. Piense en ello mientras recita algunos de los versos que Jerphagnon ha rescatado de la historia. Pero, recuerde, todos tenemos algo de estúpido en mayor o menor medida.

“Procuremos no olvidar nunca que nadie se desembaraza completamente de la estupidez, siempre dispuesta a apoderarse de la forma en que ayer mismo observábamos las cosas y a las personas (…) Nadie en este mundo puede creerse exento de ser un estúpido, y que la estupidez no es algo que incumba solo al otro ni a los otros. Pues si alguien pensara que él no es estúpido, aunque solo fuera por un instante, se mostraría por ese simple hecho (…) que ningún ser humano escapa al peligro de la estupidez”.

Aquí algunas citas:

“El número de necios es infinito”
Eclesiastés, 1, 15

“Qué mezquinos esos enanos que practican la política, y que se creen filósofos… ¡Qué mocosos!”
Marco Aurelio, Pensamientos, IX, 29

“La mayoría de hombres son idiotas. Esto también es sabido”
San Agustín, Del libre albedrío, I, 8, 19

“Hay, además, tres clases de inteligencias: la primera comprende las cosas por sí mismas, la segunda es capaz de evaluar lo que el otro comprende, y la tercera no comprende ni por sí misma ni por medio de las demás. La primera es superior, la segunda excelente, la tercera inútil”.
Maquiavelo, El príncipe, XXII

“Amigos, habrán notado que en el mundo hay muchos más zoquetes que hombres ¡harán bien en recordarlo!”
Rabelais, Quinto libro, VIII

“La señora Delfina inevitablemente había alimentado en mí los prejuicios de aquella manada de antecámara entre la cual vivía: la familia real vegetaba aislada en aquella fortaleza de la imbecilidad y la envidia, que las nuevas generaciones asediaban infructuosamente”
Chateaubriand, Memorias de ultratumba

“Aquel gentilhombre era una de esas inteligencias limitadas, cómodamente instalado entre una inofensiva nulidad todavía capaz de entender y una arrogante estupidez que se niega a aceptar o a conceder nada”
Balzac, Las ilusiones perdidas

“Dos tipos de imbécil: el francés de derechas que lo ha apostado todo a los EE.UU., acérrimos enemigos de la URSS, y el francés de extrema izquierda que se ha ceñido tanto el traje de Stalin que se le ha pegado a la piel y ya no puede quitárselo”
François Mauriac, Bloc-notes, 20 de agosto de 1955

“¡Cuanto niños burgueses, gracias a su origen, han tenido acceso a una cultura de la que no eran dignos” ¡Cuántos burros que no tenían sed y a los que no obstante los maestros obligaron a beber! ¿Acaso muchos de ellos han vuelto a abrir a lo largo de sus vidas un solo libro de lo que sus maestros intentaron enseñarles a apreciar?”
François Mauriac, “Nunca puede saberse nada con la televisión”, 3 de febrero de 1962

“En Francia, el poder tanto si es monárquico como popular, siempre se ha inclinado por los mediocres. La inteligencia siempre ha resultado sospechosa”
François Mauriac, Bloc-notes, septiembre de 1955

“Pueden comprobarlo todos los días: cuando en una cena se reúnen cinco personas inteligentes y un imbécil, la conversación decae indefectiblemente al nivel del imbécil”
Jean Amadou, Journal d’un bouffon

“Existe una estupidez de época de la que todos los contemporáneos, grandes y pequeños, por más genio que tengan, participan”
François Mauriac, Mémoires intérieurs

 

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