Por una mayoría la Sala del Tercer Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago determinó ayer la culpabilidad del padre John O'Reilly por abusos sexuales reiterados a una exalumna del colegio Cumbres. Al mismo tiempo y por unanimidad se desestimó la acusación por el mismo delito contra la hermana de la menor. Aunque la sentencia se conocerá el 11 de noviembre y la defensa pedirá la nulidad del juicio, el veredicto marca el derrumbe del sacerdote con estrechos vínculos en la elite empresarial, en la derecha y en el barrio alto de la capital.
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“Qué rabia”, le dice una exalumna del colegio Cumbres a otra en el baño del Centro de Justicia cuando ya se había conocido el veredicto. A la salida del recinto, otra joven rubia de pelo largo dice que no quieren dar declaraciones, pero que es “muy frustrante”. Afuera, una mujer mayor pregunta quién habla en el punto de prensa: “Hiena”, dice en voz baja cuando se da cuenta que es una de las fiscales. Aunque al interior del establecimiento de Las Condes las opiniones están divididas, una treintena de apoderados, exalumnos y amigos de O’Reilly acudieron a mostrar su apoyo cuando la Sala del Tercer Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago lo declaró ayer – por una mayoría-culpable de abuso sexual reiterado contra J. En el caso de su hermana C, el religioso fue absuelto por unanimidad. Los hechos contra J habrían sucedido entre 2007 y 2009, y entre 2010 y 2011 contra C, aunque en estos últimos no se pudo comprobar la responsabilidad del padre. Las hermanas tienen en la actualidad 8 y 10 años.
La historia del sacerdote más conocido de los Legionarios de Cristo comenzó en Chile en 1985, donde continuó la labor de Javier Sicilia, quien creó la “sección jóvenes” con el apoyo de Pablo Zalaquett, quien por ese entonces era alumno del colegio The Grange y fundó la sección en el establecimiento. Según recoge la investigación de los periodistas Javier Ortega y Andrea Insunza en “Legionarios de Cristo en Chile: Dios, dinero y poder”, los orígenes del padre John fueron sencillos. Los periodistas conversaron con Glenn Favreau, quien formó parte de la orden y estuvo en Chile entre 1987 y 1990: “O’Reilly es de raíces muy sencillas. Si no fuera por la Legión de Cristo jamás habría salido del pueblo de cruce de camino en Irlanda”, cita el libro. Agrega que su padre criaba vacas y su madre era dueña de casa.
Su historia en Chile, sin embargo, tomaría caminos muy distintos. Como parte de una congregación religiosa cercana a los mandos de la dictadura, O’Reilly casaba a hijas de militares -según relata un ex ministro del régimen militar en la investigación de Ortega e Insunza- y formó lazos amistosos con Pedro y José Luis Ibañez, Alfonso Swett, Patricio Valenzuela, Patrick Raby. Patricio Millas, Raúl Torrealba, y Juan Eduardo Errázuriz, socio de Sigdo Koppers y hermano de Francisco Javier. O’Reilly incluso llegó a celebrar misas en la casa del empresario en Pucón. La más importante de sus amistades fue la que hizo con Pilar Capdevila y con su esposo Eliodoro Matte.
La acusación por abusos sexuales no es la primera de sus polémicas, aunque sí la más grave. Pese a que se retractó, en mayo de 2006 y luego de que el Vaticano hubiese hecho pública la sanción contra Marcial Maciel, O’Reilly dijo a La Tercera: “Yo lo veo a él como Jesús, que murió en la cruz. Él nos está salvando, nos está ayudando e iluminando”. Cercano a la clase alta, en una visita a la casa donde vivían Felipe Berríos, Fernando Montes y Luis Robledo, el sacerdote preguntaba: “¿Y tienen un solo baño? Yo no podría vivir aquí, yo trabajo con otro sector”, según se narra en Legionarios de Cristo: Dios, dinero y poder”.
Durante los más de dos meses que duró el juicio, una decena de apoderados del colegio Cumbres y amigos del cura se turnaron religiosamente para asistir a mostrar su apoyo. El Ministerio público y el abogado querellante basaron sus pruebas en los relatos de J y C y en peritajes psicológicos. Durante la lectura del veredicto se hizo referencia, también, en varias oportunidades al testimonio de la niñera de las niñas, quienes habrían modificado radicalmente su comportamiento en 2010. La defensa, por su parte, señaló que se trataban de relatos manipulados que apelaban a una “falsa memoria”, y que Paula, la madre de las niñas, era una mujer problemática en el colegio y aprensiva con sus hijas. Sus principales testigos fueron secretarias del colegio que se refirieron al comportamiento del padre y a la configuración de las oficinas de administración donde habrían sucedido los abusos, ya que ellas se encuentran permanentemente en ese sector.
Si bien el colegio declaró en un comunicado que independiente de las apreciaciones personales “reafirmamos nuestro respeto a la justicia y nuestro compromiso permanente por garantizar ambientes seguros para nuestros alumnos y sus familias”, en las afueras del colegio ubicado en San Carlos de Apoquindo, la directora Beatriz Moreno también validó las declaraciones de las funcionarias: “Yo creo que ellas se apoyaron mucho en cómo es el funcionamiento del colegio. De hecho, si uno ve aquí, hay vidrios por todos lados, una oficina frente a la otra. No hay muchos lugares cerrados ni inaccesibles, porque uno pasa por las oficinas y hay ventanas con visillos que son transparentes, entonces todo ese tipo de cosas son válidas que las declaren. Ahora, los jueces tienen que hacer su papel y ponderar las cosas”. A pesar de aquello, en septiembre de este año, The Clinic Online dio a conocer una sanción de la Seremi de Educación al establecimiento por baños que “no respetan la dignidad”
Aunque la mayoría de los apoderados se negaron a hacer declaraciones a la prensa, a la salida del tribunal, una mujer que no quiso dar su nombre señaló que “no nos sentimos perdedores todavía. Yo siento, y lo que piensa el abogado del padre, es que esto está partiendo. Y la verdad es que no tuvimos unanimidad, así es que se logró sacar a una de las hermanas, nos falta la otra, pero confiamos en la inocencia del padre, los hechos así lo demuestran”.
Las muestras de apoyo se suman a la carta firmada por 1084 personas y publicada en La Tercera y El Mercurio en agosto del año pasado en que se consignaba: “No podemos callar frente al dolor infinito de un hombre inocente imputado por el más vil de los delitos”. A la salida del colegio Cumbres, además, varios padres y apoderados se mostraron a favor del cura. Una mujer que iba a buscar a sus nietos, y cuyos hijos también estuvieron en el establecimiento, dijo a este medio que “no está todo dicho. Esto está recién empezando. Yo me pregunto ¿cómo si el padre lleva tantos años acá nunca ha tenido ningún problema más que este caso?”
Otra madre, que también prefiere no mencionar su nombre y que señala que su hija fue compañera de una de las hermanas de J y C, y que conoció a Paula, dice que ella “no era conflictiva, pero sí distinta, especial, muy aprensiva. Su hija estuvo en mi casa y era una niña muy extraña. Que llegaba y me decía ‘tía, están desordenando el tercer piso’ o ‘tía, yo le ayudo’, como tratando de caer bien, de ser la niña perfecta. Eso no es normal en una niña de seis años”. Además cuenta que su hija también era sacada de clases por el padre, que es la ocasión en que, según señala la denuncia, el sacerdote aprovechaba para abusar de J y C: “Él es absolutamente inocente. Sacaba a las niñitas de clases como una forma de romper con lo estricto que es el colegio, de ser buena onda”, dice.
Una apoderada incluso señala, al igual como recordó el abogado defensor ayer para dar cuenta de la irreprochable conducta anterior, que “si la misma Bachelet le dio la nacionalidad en el gobierno anterior, no sé, será por algo”. En efecto, el año 2009 se promulgó un proyecto de ley que le entregó la nacionalidad por gracia al religioso y que un año antes fue firmado por los parlamentarios Maximiliano Errázuriz, Enrique Accorsi, Rodrigo Álvarez, Nicolás Monckeberg, Eduardo Saffiro, Jorge Sabag, Samuel Venegas, Marcelo Forni y Guillermo Ceroni. El proyecto resaltaba la preocupación de O’Reilly en “la formación de la juventud, cultivando virtudes como el respeto, la transparencia, la vida de gracia y la entrega a las personas más necesitadas”.
Tras el veredicto de ayer, sin embargo, la mayoría de los firmantes señaló que en esa época no se tenía conocimiento de estos antecedentes y se abrieron a la posibilidad de revocar la decisión. El único que no se mostró en esa línea fue el ex diputado RN Maximiliano Errázuriz, quien dijo no creer en la justicia y agregó: “pongo las manos al fuego por el padre O’Reilly”