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Opinión

21 de Enero de 2015

Adiós Pedro Montealegre: La procesión va por dentro

La verdad amo a Neruda, especialmente Estravagario y Residencia. Acabo de ver un vagón de Metro con sus poemas. Ese tipo de iniciativas pintorescas las debería hacer el Sernatur o alguna entidad por el estilo. Está todo bien con la cultura a granel, para la galería, pero también debe haber instancias más quirúrgicas donde la […]

Germán Carrasco
Germán Carrasco
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PEDRO MONTEALEGRE

La verdad amo a Neruda, especialmente Estravagario y Residencia. Acabo de ver un vagón de Metro con sus poemas. Ese tipo de iniciativas pintorescas las debería hacer el Sernatur o alguna entidad por el estilo. Está todo bien con la cultura a granel, para la galería, pero también debe haber instancias más quirúrgicas donde la palabra sea compartida con intimidad. En los momentos tensos del sindicato Copesa, el sindicalista jefe me invitó a hacer unos talleres sobre literatura porque necesitaban respirar, salir de los formatos de las pautas de publicación. Justo en ese momento de negociaciones laborales, me llamó y comenzamos a compartir la palabra, el silencio y la creación. Miro el vagón con los versos de Neruda, está muy lindo en verdad. En las noticias aparecieron las autoridades y ninguna persona relacionada con literatura. Ninguna. Lo mismo que pasó con la antología de la DIBAM de la que me excluí y cuyo lanzamiento describió muy bien el periodista Óscar Contardo. Era previsible, en todo caso. Lindo tren, pero lindo sería también eliminar el IVA al libro y coordinar por ejemplo una serie de programas de trabajo en donde los que escriben puedan a la vez compartir lo que saben e impregnarse de distintos ambientes laborales y realidades. Y en cuanto a los colegios –que ahí cada uno tiene su receta y muchos no conocen ni de cerca uno– el trabajo no puede ser a granel, no sirve. Tendría que haber un sistema donde los profesores seleccionen a los interesados en literatura, hip hop, cultura, contracultura y con esa gente trabajar aunque sean cuatro por colegio, y sin ningún afán instrumental. La cultura masiva y el espectáculo sirven como turismo y hasta algo de integración urbana. Pero la procesión va por dentro. Me preguntaba por el homenaje a Parra, básicamente por su salud, ¿le habrá hecho bien todo el barullo?

En lo de bajarse a tiempo, algunos se apuran demasiado. Se acaba de suicidar el poeta Pedro Montealegre y nos dejó con un domingo de ausencia feroz. Aunque no era mi amigo, puedo decir que era un sol como dice la poeta Julieta Marchant, no era atropellador con su visión de la poesía, iba al gimnasio, no era para nada un atormentado. Nadie puede entender qué sucedió. Cuesta mucho pedir ayuda y la depresión –como la poesía– también es una procesión que va por dentro. ¿Un psicoanalista o un especialista afín habría salvado la situación? No lo sé. Fue un domingo ausente, raro. Si nadie sabe qué hacer con la educación, con la cultura mucho menos, con una ausencia joven, menos aún. Las editoriales independientes nos han dado una lección a la manga de egocéntricos sin capacidad de unificación de fuerzas que somos los de la creación, incapaces hasta de empujar una Citroneta juntos, y es un bajón que una ausencia nos una. En tanto, la vitalidad del otro Pedro, es una lección de resistencia y amor.

Todos sabemos que la indignación y la queja no sirven de nada, pero hay pocas palabras para las ausencias repentinas e inexplicables. Señalaba recientemente el editor Matías Rivas: “¿De quiénes hablamos cuando nos referimos a la cultura chilena? Una de las respuestas es que se trata de un grupo de sujetos en condiciones precarias. La mayoría no llega a fin de mes, aunque trabajan en la academia o el periodismo, y además hacen talleres particulares. Hay cesantes ilustrados de cualquier edad que trabajan como dependientes de supermercados, librerías o en call centers, respondiendo llamadas internacionales. No pocos se desenvuelven como corredores de propiedades, taxistas –el oficio más común de los jubilados, dicho sea de paso–, profesores part-time o colaboradores en editoriales. Ciertos elegidos forman parte de los equipos de guionistas de teleseries, mientras otros prosperan como investigadores”.

A veces me da la impresión que vamos a desaparecer como especie, los que escribimos, pero no: en los poemas y no en los eventos viven esos poetas. Me subo al vagón con los versos de Neruda y pienso en esa ausencia.

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