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Opinión

29 de Noviembre de 2015

Vaginas con alas

La artista mexicana radicada en Nueva York Erika Harrsch (45) está exponiendo en nuestro país “Imagos”, una serie de mariposas que en su centro tienen imágenes reales de vaginas de todo el mundo. El trabajo, que se inspiró en un estudio entomológico de los insectos alados, terminó siendo un grito de liberación para las mujeres que prestaron sus órganos femeninos para ser fotografiados por la artista.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
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Erika Harrsch venía incubando la idea hace bastante tiempo, pero no la había sabido cuajar: quería empoderar a las mujeres respecto de sus propios cuerpos como objeto de deseo. Solo tenía en mente vaginas y mariposas. Pero no sabía qué hacer con ambas.

Un entomólogo del Museo de Historia Natural de Nueva York le entregó luces. Ella le llevó un dibujo de una mariposa metamorfoseada en mujer y el bichólogo, sorprendido, le sugirió analogías entre las lepidópteras y las féminas. “Ellos clasificaban las mariposas de acuerdo a sus genitales, igual que nosotros con los humanos. Pero ellos lo hacían para diseccionar los genitales de las mariposas y luego observarlas en el microscopio para reconstruir sus escenarios evolutivos”, explica Harrsch.

Esa relación entre los genitales de la mariposa y sus procesos migratorios le permitió a la artista terminar de armar el puzzle: “Como todos mis proyectos tienen que ver con identidad y migración, me di cuenta de que quería fusionar los genitales de mujeres con la mariposa que correspondiera a su país de origen”.

Así como los entomólogos en el laboratorio, Erika quiso diseccionar el aparato femenino para trasladarlo al cuerpo de un insecto alado. En la práctica, se traducía en sacar fotos a vaginas reales de todo el mundo para luego, digitalmente, llevarlas al cuerpo de una mariposa. Una metamorfosis sobre el papel.

Así comenzó su larga búsqueda de mujeres para retratar sus órganos sexuales, que se extendió por dos años. El resultado de ese trabajo se exhibe hoy en Matucana 100 bajo el nombre de “Imagos”, en el contexto de la muestra “De Madonna a Madonna” que reúne una serie de exposiciones acerca del lugar de la mujer en la sociedad contemporánea.

Convencer a las mujeres no fue tarea fácil. El pudor solía jugar en contra. La vergüenza les ganaba o, directamente, el rechazo a sus genitales femeninos era tremendo. Tampoco entendían muy bien el proyecto en sí. “A muchas mujeres les da rechazo ver una vagina. Ahora no tanto, pero diez años atrás sí. Les daba asco, no querían ni verla. La mujer tiene pudor de sí misma y carga inseguridades ancestrales que tienen que ver con religiones o la propia educación”.

La artista tuvo que jugar con las armas de seducción intelectual para que sus modelos terminaran posando. Todas las mujeres que contactó –cuyas identidades no forman parte de la muestra– vivían en Nueva York pero provenían de países tan distintos como Brasil, Italia, Tailandia o Nigeria. De este último país se llevó una sorpresa. Una mujer negra, de presencia bastante imponente, llegó a su estudio y quedó fascinada con las mariposas. “Y antes de posar, con voz temblorosa, me dice: ‘¿quieres decir que voy a tener alas en mis genitales, que voy a volar, que realmente seré libre?’. Pero después me voltea y me dice: ‘¿alguna vez has fotografiado a alguien con mutación genital?’”. A Harrsch no se le había cruzado por la mente una foto como esa en su serie.

Entonces, la mujer le contó su historia. Le dijo que a los siete años le habían cortado su clítoris en un rito de iniciación ejecutado por las mujeres de su propia familia. Y que le había costado superarlo. “Lo fantástico es que logró sublimar algo tan trágico de una manera impresionante, porque ahora ella tiene clínicas de belleza y spas para mujeres de raza negra en Harlem y el Bronx. Todo para hacerlas bellas. Como ella dice: ‘trato de devolverle a la mujer su seguridad a partir de saberse bella, deseada, de saberse sexual’”, cuenta. Al final de la sesión, la mujer nigeriana bailó y le cantó su árbol genealógico en yoruba, una de las lenguas regionales de su país: “Fue una catarsis tan impresionante. Nos volvimos muy cercanas. Siempre me repetía lo importante que había sido para ella el asumir su poder de mujer. No sé lo que le causaron mis fotos, pero a los pocos meses, ella se separó de su marido”.

Pero no solo con la nigeriana fue catarsis. Varias mujeres terminaron contándole a Erika sus secretos, desde problemas con sus parejas a historias de violencia sexual. Muchas de estas mujeres ni siquiera conocían sus vaginas. No las habían mirado nunca. “Más de una se espantó y las encontraron horribles cuando les mostré las fotos de sus genitales. A otras les parecieron fascinantes”. Algunas, tal como la nigeriana, luego de la sesión de fotos terminaron por mandar a la cresta a sus esposos o novios. Y comenzaron una nueva vida. “Fue como abrirles un mundo y me agradecían por haberlas ayudado a verse a sí mismas como un ser libre, poderoso, totalmente sexual”.

Como curiosidad, ¿fotografiaste también tu vagina para “Imagos”?
-No te puedo contestar. Prefiero mantener eso en la incógnita. Es algo muy secreto.

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