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Opinión

19 de Enero de 2016

María Olivia Mönckeberg habla de su nuevo libro: “Penta y los casos de colusión usan la misma lógica”

“La máquina para defraudar: los casos Penta y Soquimich”, relata en detalle cómo se conformaron dos de los imperios económicos más poderosos de Chile y el camino que ambos recorrieron desde la gloria, hasta enfrentar a la justicia. A un año desde que comenzó el proceso judicial en contra de los dueños de Penta y con una ciudadanía conmocionada por un nuevo caso de colusión de precios, la periodista cree que no hay vuelta atrás: “En Chile la gente abrió los ojos”.

Daniela Yáñez
Daniela Yáñez
Por

Monckeberg
Hace un año, la Fiscalía de Delitos de Alta Complejidad del sector Oriente -encargada de la investigación del caso Penta- solicitó las audiencias para formalizar a las primeras seis personas involucradas en la llamada “máquina para defraudar”. En ese selecto grupo, estaban los dueños del holding, Carlos Eugenio Lavín y Carlos Alberto Délano, quienes por fin se enfrentaban a la justicia tras seis largos meses de investigación.

“Esa semana fue clave, los Carlos tuvieron la obligación de empezar a declarar luego de meses acogiéndose a su derecho a guardar silencio. Ya no podían seguir evadiendo su responsabilidad en este delito de cuello y corbata”, dice María Olivia Mönckeberg, autora del libro lanzado en noviembre pasado.

Desde que el caso “fraude al FUT” empezó a hacer eco en los medios a finales del 2013, María Olivia Mönckeberg no dejó de seguir las noticias. Los nombres con los que se había topado en sus años como reportera económica y después como autora en “El saqueo de los grupos económicos al Estado Chileno” (2001), se repetían: “El caso Penta me impresionó mucho, porque a estos personajes yo los conocía. Los investigué durante mucho tiempo y sabía cómo habían acumulado su fortuna. Y si bien las sospechas estaban sobre ellos por sus explosivas ganancias, creo que nadie imaginó la máquina defraudadora económica y política que realmente eran”, cuenta.

Esa sorpresa fue el motor que la motivó a escribir un libro sobre Penta y SQM en el verano del 2015, y que hoy, un año después, la hace reflexionar sobre los cambios que estos casos han hecho en Chile. “Para mí fue como una continuación del “saqueo de los Grupos Económicos”, un ejemplo más claro y crudo. Estábamos viendo a los ojos, por primera vez, a nuestra democracia hipotecada”, asegura la autora.

DESPUÉS DE PENTA
Para la periodista, el año 2015 fue un año de despertar social. “Los casos de corrupción generaron una nueva apertura. Cambios valóricos en la sociedad y un desencanto ya más materializado de la clase política. Ese es el ambiente que revienta post Penta y SQM: desconfianza, frustración, rabia, duda. ¿Hasta dónde realmente llega la influencia de los empresarios por sobre los políticos? ¿Todas las políticas públicas están realmente creadas a su pinta?”, se pregunta.

En este contexto de desconfianza, la autora asegura que cobraron importancia otros actores en la sociedad: los fiscales del Ministerio Público y los medios de comunicación. “A un año de Penta, ya no podemos dudar de la importancia de los fiscales como Gajardo o Norambuena. Los que quieran minimizar ese trabajo o cuestionar el papel que han jugado ellos en el despertar de Chile, son los que quieren que las cosas no cambien”, dice. Y agrega: “El periodismo volvió a ocupar el puesto que nunca debió perder: resguardar a la sociedad y sus intereses. Que haya salido por televisión cómo se llevaban a “los Carlos” a prisión preventiva y que todos los medios siguieran paso a paso los antecedentes, es de una apertura periodística enorme”, asegura.

María Olivia Mönckeberg hace su balance del año con un concepto que cada día le hace más sentido: la democracia hipotecada. “Ver a estos grupos económicos invertir en políticos, entregándoles 100 millones de pesos para sus campañas, no es filantropía. Es obvio que se lo harán saber. El ‘yo voté por ti’ se transforma en ‘yo te financié’ y siempre los políticos estarán obligados a dar una respuesta. Lo mismo ocurre con Corpesca y con mayor gravedad en Soquimich, porque afecta a todo el espectro”, afirma.

Pero a pesar de la crisis social que ha generado Penta, Soquimich, Caval, Corpesca y los casos de colusión, Mönckeberg asegura que al menos se ha logrado la condena social y judicial que marcarán un referente en cómo se reflexiona nuestro sistema económico y político. “Terminar el primer año judicial de Penta, con Jovino Novoa condenado a tres años de pena remitida, es un avance. Es poco porque nuestra ley lo estipula así. Pero mira lo que significa: el hombre más influyente de la UDI, su coronel histórico, está condenado por delito tributario. Las barreras que hacen a esta clase política y empresarial tan poderosa, por fin se están cayendo”, dice.

“La ideología del dinero”
Para la autora de “La máquina para defraudar”, no es muy difícil generar una conexión entre Penta y los casos de colusión. El abuso de la economía neoliberal es el hilo conductor en los “delitos de cuello y corbata”: “Nos pintaron de maravilla esta economía de mercado que es de lo más brutal. Nos hacen pagar más por artículos de primera necesidad sin ninguna vergüenza. Lo de los supermercados es increíble, insólito. Es el ejemplo de la lógica de acumular, concentrar y concentrar. La ideología del dinero”, afirma María Olivia.

Esta lógica de acumulación es lo que tiene quebrada a la elite empresarial “aunque de elite no tienen mucho, porque para mí la elite implica un poco más de cultura y ética, que sean al menos un poquito más respetables”, asegura. Ambos casos, tanto Penta como los de colusión, ocupan para ella el mismo patrón.

– Penta y los casos de colusión usan la misma lógica. Mira por ejemplo a Eliodoro Matte, negando su responsabilidad. Simplemente no le creo. “Yo no tengo la culpa, la tiene mi gerente”, para mí es lo mismo que “yo no hice nada, lo hizo Hugo Bravo”. O Matte nos cree tontos o él es tonto- dice Mönckeberg.

A un año de Penta, sus conclusiones son claras: una nueva carta magna es la solución para cambiar la interacción entre el mercado y el Estado. “La Constitución está hecha a la medida para que ellos mantengan el poder”, afirma. Una nueva Constitución es la única manera en que la sociedad podrá por fin hacer valer sus derechos. “El tiempo en el que nos quitaban todo, ya pasó”, sentencia.

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