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Nacional

21 de Septiembre de 2018

Esperando a Mente Enferma

Sebastián Ignacio Álvarez Bernales cumple un año desaparecido. Se hizo conocido por ser un ídolo emo en la era de Fotolog y por sus comentarios denigrantes y misóginos en la era de redes sociales. Pero en el mundo real, la única persona que lo busca es su hermana, María José. “Nosotros nos llevábamos mal, como el perro y el gato, pero éramos incondicionales el uno con el otro”, cuenta.

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Lo último que Sebastián Ignacio hizo antes de desaparecer en la profundidad del bosque valdiviano fue mandarle un mensaje de Whatsapp a su hermana. Después apagó su celular y caminó, con su perra Violet siguiéndolo, por la espesura de la selva de Curiñanco, región de Los Ríos.

“Me dijo que si mi hijo preguntaba por él, le contara sólo lo bueno, nada de lo malo”, dice su hermana María José. “También decía que esta vez sí iba a lograrlo, esta vez sí se iba a suicidar”. De ese mensaje ha pasado casi un año y la investigación para dar con el paradero de Mente Enferma está congelada. No hay más antecedentes.

(María José, hermana de “Mente Enferma”).

María José Álvarez Bernales es 6 años menor que su hermano Sebastián. Cuando en diciembre de 2006 lanzó su primer y único EP con el nombre de Mente Enferma, María José fue testigo de cómo la gente se agolpaba fuera de su casa en La Calera para poder ver a este adolescente emo que cantaba sobre sufrir, ser gay y crecer sin un padre.

“Yo tuve que escuchar todas sus canciones, todo el tiempo. Al principio me gustaban, pero después, ya no. Es que nunca nos llevamos bien con nuestros gustos de música, y como teníamos las piezas juntas… pero era raro, llegaba gente desconocida a la casa y le llevaban regalos. Eran tantos que me los pasaba. Un rincón de mi pieza estaba lleno de peluches y era de las cosas que le regalaban a él”, dice María José sentada en un local de completos de Quilpué, cerca de la Compañía de Bomberos donde es voluntaria.

Desde que Sebastián Ignacio desapareció en Curiñanco, ella ha sido la única familiar que lo ha buscado. “Nos criamos con nuestros abuelos. Mi abuela tiene 85, mi mamá poco y nada hace. Entonces, al final, estoy yo no más. Hay días que digo que se mató. Otros, en que creo que va a estar bien. Tenemos que esperar no más”.

Sebastián Ignacio, exestrella de Fotolog, exídolo musical, expeluquero, y exdenunciado por la ministra del Servicio Nacional de la Mujer, llegó a vivir a Curiñanco en abril de 2017. Un camino de tierra y ripio de 31 kilómetros separan Valdivia de Curiñanco, la localidad costera más alejada de la provincia. Llegó con su pareja, Michael Rowe, un artista y exmarine estadounidense que conoció cuando vivía en Valparaíso.

“Fue varias veces a la casa, almuerzos familiares, todos lo queríamos. Ahora nadie lo quiere, porque todos sospechamos que algo oculta”, dice la hermana de Sebastián. Michael fue la última persona que vio con vida a Sebastián, por lo que la sospecha es natural. Además, después de hacer la denuncia de presunta desgracia, bloqueó a María José de Whatsapp.

“Traté de contactarme con su pareja, pero sólo hablaba inglés. Le hablaba, pero no me pescaba. Hasta que después de una semana, me contacta y me dice que efectivamente Sebastián se había ido, que no sabía nada y que se había llevado su perro. Quería a su perro de vuelta. No le importaba que Sebastián se hubiese ido: él quería el perro. Y ahí me empecé a preocupar. Lo llamé varias veces y lo único que me hablaba era del perro. Me habló pestes de mi hermano, que había matado al perro, y que el perro y el perro ‘¡Se perdió mi hermano! Tu perro me da lo mismo’, le dije. Y no, no hubo caso. Desde ahí nos bloqueó y no supimos más de él”, afirma María José.

Curiñanco es un poblado de 274 habitantes, con el mar de un lado y la selva valdiviana de otro. En el extremo norte del pueblo está el parque Reserva Punta Curiñanco, 80 hectáreas de espesa selva que parte en el patio de una casa. La entrada a este parque es una casa donde vive el cuidador. La selva está a un paso en Curiñanco. Cuando la PDI buscó a Sebastián Ignacio, días después de su desaparición el 28 de septiembre de 2017, llevaron perros para tratar de encontrar un trazo de olor. La Armada buscó en los acantilados. No encontraron nada. Y esa fue la última diligencia que se hizo para tratar de encontrarlo.

***

Sebastián Ignacio fue el primer famoso chileno hecho 100% en internet. Abrió su cuenta de Fotolog con el nombre de Mente Enferma a mediados de la década del 2000 y se convirtió en una de las cuentas con más seguidores a nivel mundial. Vertía sus pensamientos en aquella plataforma. Primero escribió sobre su propia identidad, en posteos acompañado por selfies antes de que se le llamaran así. “Nací el 26 de Julio de 1985, en Quilpué, V región Chile. Viví en Villa Alemana hasta los 12 años, luego en La Calera, hasta ahora. Mi vida ha estado cargada de experiencias fuertes, crecí con la ausencia de mi padre, lo que significó vivir con el peso de la duda y las burlas de mis compañeros y un montón de lágrimas. Afortunadamente nací con personalidad fuerte y siempre me las arreglé para no caer tan fácil. A los 12 años descubrí que me atraían los niños y no las niñas… pero lo oculté”, escribió entonces en su Fotolog.

Cuando Sebastián asumió su orientación sexual y llegó con una pareja a su casa en La Calera, encontró el apoyo de toda su familia, excepto el de su madre. “Mi abuelo era marino y pensábamos que él lo iba a rechazar, pero no, lo apoyó. Le dijo que si él lo quería así, le daba lo mismo. Mi abuela también. Pero mi mamá, no. Yo era chica, debo haber tenido diez u once años, pero recuerdo las peleas. Mi mamá le decía: ‘¡Pero cómo vas a ser maricón!’. Después mi mamá se fue a vivir a España y cuando volvió, lo hizo con otra mentalidad, porque allá obviamente es más abierto todo y, por lo que sé, supuestamente limaron todas sus asperezas”, recuerda su hermana.

Con su mechón de pelo cubriéndole la mitad de la cara y sus ojos pintados, Sebastián Ignacio pasó a ser la cara del incipiente movimiento emo. Firmó un contrato con Universal en 2006 para sacar un EP de cinco canciones que lo llevaron a sonar en todas las radios. Su single “Maldito sufrimiento” debutó en la emisora Los 40 Principales. Si el programa “El Diario de Eva” representaba a los emo y tribus urbanas en la TV, Mente Enferma era su voz.

“Fui varias veces a verlo a la sala SCD y era impresionante cómo gritaban las cabras. Eso fue bueno, porque veía que él estaba haciendo algo que le gustaba. Lo apoyé harto y lo acompañaba a los eventos y todo. Para nosotros igual fue raro: llegaron periodistas, gente, y mi abuelo y mi abuela no entendían nada. Hasta ahí nosotros estábamos todos contentos. El tema fue cuando empezó a cambiar su fama por otra tontera. Lo emo pasó de moda, él se aburrió del tema y ahí salió su esencia. Si él siempre fue así, de criticar, de odiar el mundo. Después de que el disco pasó de moda, él empezó a odiar”, recuerda María José.

Para muchos de sus más de 12 mil seguidores en redes sociales, leer a @ssiiaabb era una diversión morbosa. En el apogeo de Twitter, Sebastián escribe comentarios racistas y coquetea con el nazismo. “Me cargan los discapacitados, prefiero ayudar a niños VÁLIDOS, sin padres, con todo su cuerpo útil, antes que ayudar a niños que lo único que hacen es INTENTAR ser normal”, puso en su Twitter. Después de años de reconocer su identidad sexual, se puso a pololear con una mujer y escribía comentarios homofóbicos. Llegó a publicar cosas como :“Yo no soy ni fui homosexual, sólo estaba confundido”.

Pero el episodio más conocido de Sebastián Ignacio fue cuando en 2012 abrió un blog dedicado a denigrar mujeres que veía en la calle. Les sacaba una foto a escondidas en el Metro Tren o en la micro y les ponía como pie de foto “Gorda asquerosa”, “gorda patuda”, “gorda pobre”. Gordas, y el adjetivo que él sentía se merecían. La ministra del Servicio Nacional de la Mujer interpuso una demanda en su contra y el caso fue cubierto por la prensa. Llegó a ser invitado a un programa de televisión para que diera explicaciones por sus dichos. Su hermana todavía recuerda la rabia que sintió. “Me dio entre ganas de golpearlo y vergüenza. Vergüenza por las cosas que decía. Yo estaba estudiando en la universidad, estaba de noche, y tenía a mi hijo de diez meses. Y muchas veces me ofrecieron pegarme, siendo que yo iba con el coche, sólo por ser su hermana. Porque por más que yo le explicara y le dijera que nos estaba afectando a nosotros, a él no le importó”, dice María José. Las amenazas se volvieron concretas en el caso de Sebastián, cuando recibió una golpiza a manos de desconocidos en el Metro Tren de Valparaíso, días después de su aparición televisiva.

“Esos eran los roces que tenía con él. Me hacía involucrarme igual, aunque yo no quisiera. De hecho yo no lo tenía en ninguna red social. En Instagram me tiene bloqueada todavía. Nosotros nos llevábamos mal, como el perro y el gato, pero éramos incondicionales el uno con el otro”, cuenta.

***

Sebastián Ignacio se hizo peluquero y encontró trabajo en una peluquería de cadena en Concón. Vivía en Viña del Mar y le gustaba compartir fotos donde aparecía tomando cerveza en la calle con su gorra de oficial de la SS sin el emblema nazi. (“Le saqué la swastika para que no se espanten”, escribió en su Instagram).

“Yo lo veía bien cuando estaba acá en Viña”, dice María José. “Tenía una relación y se llevaban bien, se apañaban. Víctor, su pareja de entonces, lo contenía porque… mi hermano es loco poh, entonces el Víctor lo paraba y le decía: ‘No, no hagas esto’. Y eso a Sebastián le empezó a no gustar. Porque con Michael hacía lo que quería. Si quería tomar todo el día, tomaba todo el día. En cambio, con Víctor no. Con Víctor había una responsabilidad; él salía a trabajar y Sebastián también tenía que trabajar. Pero ahí lo vimos bien. Nos invitó a todos, incluso a mis tíos, a su departamento, pasamos el Año Nuevo con él. Estaba bien”, recuerda.

“Pero de la nada pelearon, le vino un bajón, y desapareció un par de días. Después conoció a este gallo, Michael, y se fue a vivir a Valparaíso. Fui varias veces a esa casa, pero ya Sebastián no era el mismo. Lo que Sebastián contaba es que Michael había sido marine y tenía trastornos agresivos contra sus otras parejas. Amigos me han dicho que con Sebastián también era agresivo, pero él nunca nos contó nada”, revela.

“Sebastián quería desconectarse de todo. Decía que estaba aburrido de la ciudad, de la gente común… que era como lo típico que escribía en Twitter, que le molestaba la gente común, la gente en serie y no sé qué, así que se quería ir para allá a Curiñanco. No sé dónde encontró ese pueblo, porque queda realmente a la chucha. No sé cómo lo encontró y se le metió en la cabeza. El Michael lo apañó, vendieron todo y se fueron para allá”, cuenta.
“Cuando llegó, en el pueblo le tenían miedo porque creían que era satánico. Sebastián me contaba que una vez fueron los pacos a su casa porque lo encontraban satánico. Un vecino lo denunció porque lo había visto con los ojos pintados”, dice.

“Nunca supe de qué vivían allá. Igual él llamaba pidiendo plata. Mi mamá le depositaba. Y nada. Sebastián no trabajaba. De repente, como era peluquero, le hacía un peinado a alguna vieja y ahí tenía lucas. Pero como sueldo, no. Y Michael vivía de la pensión”, cuenta.

Desde que Sebastián desapareció, María José está con tratamiento psiquiátrico. Lidiar con todo el peso le gatilló una depresión que hasta hoy la tiene dudando en qué tiempo verbal hablar de su hermano, si en presente o pasado. “Yo creo que anda por ahí y que va a volver. No creo que se haya matado, porque lo intentó varias veces y no lo logró, porque le daba miedo. Yo creo que está por ahí y que va a llegar como si nada. Por lo menos, espero eso. La doctora me dice que tengo que cerrar etapas. Que si lo hizo, si llegó a suicidarse, es decisión de él, es adulto y si no, tenemos que estar ahí para apoyarlo cuando aparezca”, dice.

“Todo esto es difícil. A mí por lo menos lo que me cuesta es con mi hijo, porque lo echa de menos. Era su único sobrino y eran como uña y mugre. El fin de semana pasado lo llevé al cine, veníamos de vuelta y se puso a llorar. ‘¿Por qué estás llorando?’, le pregunté. ‘Es que echo de menos a mi tiíto’. Fue de la nada. Yo trato de explicarle y me dice: ‘Mamá, ¿por qué no lo vamos a buscar?’. Yo ahora tenía pensado pasar su cumpleaños allá, pero no me siento bien como para ir, siento que me va a hacer peor”.

¿Qué piensas del nombre que se puso al principio, Mente Enferma?

“Estaba perfecto a lo que él es. Perfecto. Porque tenía, tiene su mente enferma. Quiénes somos nosotros para decir qué es lo normal y qué no, pero sí era distinto. Como escribió en su canción, Distinto a los demás, es perfecta”, dice María José.

El coro de Distinto a los demás dice:
No busquen remedio
No existen terapias
Ni nadie que logre hacerme olvidar
No quiero cambiarlo
No quiero negarlo
No quiero que entiendan
Yo no elegí
Yo soy así.

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