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Nacional

24 de Enero de 2019

Fuego en Navidad: El incendio que arrasó con los sueños de toda una comunidad

El pasado 2 de enero, en la pequeña localidad de La Polcura, VI Región, un desastre forestal destruyó hogares y emprendimientos locales; calcinó animales y provocó un daño irreparable a un bosque nativo de 400 hectáreas que la comunidad cuidaba como hijo propio. Hasta ahora, tanto vecinos como la Compañía General de Electricidad -empresa investigada por los incendios forestales de 2017- coinciden en que el fuego fue provocado por el corte de uno de sus cables eléctricos. ¿El problema? Los vecinos acusan nula mantención, mientras que la empresa alega que el corte se produjo por el “robo de cables”. Juzgue usted.

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En la localidad de La Polcura de la comuna de Navidad, VI Región, el verano se vive de manera distinta. El turismo quedó en segundo plano. La temporada de vacaciones donde llegaban los excursionistas ya no se ve. El canto de las aves fue reemplazado por el ruido del generador eléctrico. Varios metros de lineamiento de cobre se encuentran en el suelo y el fuerte olor a quemado de las 400 hectáreas consumidas por fuego el pasado 2 de enero prevalece.

Al igual que el siniestro que afectó a la zona en 2017, el corte de un cable a cargo de la compañía Compañía General de Electricidad (CGE), encendió un foco que se extendió por la quebrada de Coquimbo, en las cercanías de Puertecillo, y se llevó consigo cuatro casas y una reserva natural La Polcura, que contaba con un bosque nativo con especies de más de 200 años, que fomentaban el turismo y el cuidado del medio ambiente.

Inicialmente, CGE se querelló por el supuesto robo de 470 metros de lineamiento de cobre ante el Juzgado de Letras y Garantía de Litueche, lo que aseguraron habría comenzado el incendio. La molestia de los vecinos por lo ocurrido y las acusaciones los llevó a organizarse e ir a protestar a la oficina de la empresa ubicada en Rancagua el viernes 11 de enero. Hasta la fecha, llevan dos reuniones en las que buscan ser indemnizados por el daño causado en la comunidad.

La versión de la empresa eléctrica no coincide con lo presenciado por Alejandra Martin (37) y su esposo Juan Pablo
Yáñez (34), ambos administradores de un camping en la costa de Puertecillo, justo debajo del tendido eléctrico cortado.

Aquel 2 de enero, Alejandra se encontraba viendo televisión con sus hijos, cuando de pronto el aparato se apagó. “Debe ser una baja de voltaje”, pensó, ya que el resto de la casa seguía iluminada. Al salir vio que el cable que se elevaba sobre su casa estaba cortado. Uno de los huéspedes del camping los advirtió que, a pocos metros, otro cable chispeaba sin control sobre las carpas y automóviles estacionados en el lugar.

Alejandra Martín llamó a CGE para que cortaran la luz y fueran a revisar el estado del tendido eléctrico. “El técnico me dijo que el primer cable, el que estaba sobre las carpas, se había cortado primero. Me dijo que eso causó el incendio”. Además, el técnico –que habría empatizado con ella por tener hijos- cortó un pedazo del cable que había en su casa y le mostró el mal estado del cable que caía en pequeños pedazos al suelo al moverlo entre sus dedos.

Juan Pablo Yáñez, esposo de Alejandra, dice que no es primera vez que se corta el tendido eléctrico.
—Esto ha ocurrido al menos tres veces, en el mismo sector. Cuando llueve siempre hay chispazos y los pájaros que se paran en el cable se calcinan— agrega Yáñez, cuyo camping se salvó de milagro del fuego.

“QUÉ DARÍA POR RECUPERAR MIS COSAS”

Han pasado dos semanas desde el origen del incendio. Además del olor a bosque quemado, las familias de La Polcura han debido suspender el uso del estero que alimentaba de agua potable al sector y a las localidades cercanas: las cenizas han contaminado el agua.

Desde el incendio, CGE dispuso generadores eléctricos para el sector y la entrega de 1.000 litros de agua potable a la semana. La instalación de viviendas de emergencia por parte de la Onemi aún no finaliza, por lo que los afectados sin hogar están hospedándose en casa de sus cercanos y en hostales de la comuna de Navidad.

En la comunidad de La Polcura todos son familia; los Moya, Díaz y Donoso, nacidos y criados en el sector, presenciaron cómo su hogar y el de sus cercanos fueron consumidos por las llamas, las que demoraron cerca de 60 horas en extinguirse. Los daños para los habitantes no tienen fin; inversiones de más de 70 millones de pesos en sus terrenos, el corte abrupto del turismo y la ganadería, casas llenas de fotos, recuerdos y pertenencias fueron arruinadas.

El primero de enero, Juana de las Mercedes Moya Díaz celebró escuetamente sus 63 años: esa mañana se había enterado del suicidio de un pariente. La tarde siguiente, mientras se encontraba tomando la siesta en su sillón, algo la despertó abruptamente. Desde su ventana observó el humo y las cenizas que empezaron a surgir desde el vecino cerro La Polcura. Sus hijos se la llevaron del lugar junto a su esposo. Al día siguiente, sólo encontró restos; una bañera y el piso de cemento.

Juana vivía junto a tres de sus cinco hijos y su esposo, Patricio Yáñez, quien padece Parkinson.

—Fue muy difícil para él, ya que cuando le dan los nervios tiembla mucho y no puede caminar. Desde el incendio él anda callado, no dice nada. Yo creo que le dolió mucho lo que pasó—, explica Juana, quien desde el incidente se hospeda en la casa de su hermano, a la espera de que le entreguen su vivienda de emergencia.

Este viernes caluroso, Juana está sentada en una silla de plástico bajo un toldo azul donde solía estar su hogar. Junto a ella, una mesa con cajas de ropa y zapatos donados por la comunidad. Pero esta vecina de La Polcura lamenta más que nada la pérdida de los adornos, las fotos de su familia y los obsequios que le habían dado en navidad.

“Siento dolor. Teníamos todo lo que habíamos logrado; los diplomas de IV medio de mis hijos, cosas que no alcancé ni a usar, recuerdos de mi papá y mis tíos. Qué daría por recuperar mis cosas”, se lamenta mientras sus hijos van a comprar comida.

EL VALOR INCALCULABLE DE LO NATIVO

Jovino Moya (54) ha vivido toda su vida en el cerro La Polcura junto con su esposa y dos hijas. Con ellas cuidó y desarrolló por años la reserva nacional La Polcura, un bosque autóctono que contaba con peumos, litres, boldos, maquis y arrayanes. Su motivación, dice, “mostrar a la gente lo valioso de la naturaleza”.

—Los invito a recorrer por primera vez el sendero después del incendio—, dice nervioso y entusiasta Jovino al caminar por el bosque nativo que tanto evitó visitar desde el 2 de enero.

Jovino, dice, tenía miedo de lo que pudiera encontrar.

Con cada paso que daba se levantaban las cenizas del camino y su cara comenzaba a perder la esperanza de encontrar algo de vida en el lugar donde guió las caminatas durante cinco años. Al ver su peumo favorito quemado, se quiebra: “no quería ver esto, es muy trágico. Me da impotencia porque uno no puede hacer nada.Uno va asumiendo lo que pasó y lo que puede pasar porque quedamos sin nada. Lo que queríamos hacer ya no se puede, así como está, no hay vuelta atrás. Podemos reforestar, pero lo que había antes, ya no se recupera… es imposible”, lamenta Jovino secándose las lágrimas.

El dueño del terreno recuerda el primer día que comenzó a guiar los recorridos junto a su familia. Recuerda la brisa que corría al bajar por la huella, como cruzaban corriendo los conejos, como acechaban los zorros de su reserva y a los visitantes bajando por una cuerda anudada para llegar a la cascada, su atracción principal.

En tanto, el primer turista que visitó hace años a su emprendimiento, Boris Franco, llegó de sorpresa para ver con sus propios ojos lo ocurrido y brindarle su ayuda a Jovino.“El sendero era muy especial. Había muchas especies que no se encontraban en otros lados. Yo vine con una señora que era experta en flora nativa y me contaba que lo que había allí era muy difícil de encontrar. Una lastima lo que pasó”, recuerda el primer senderista del recorrido.

Para Jovino, el daño que le ha causado CGE es incalculable, y ya habían sido culpables en el 2017 del maltrato de una pequeña parte de su terreno y llevaba dos años pidiéndole a la empresa que moviera los postes de su propiedad. Monetariamente calcula que invirtió alrededor de 80 millones de pesos para la mantención y creación del sendero.

Quiere una indemnización pero ve difícil la disposición de CGE para repararle los daños causados. Recorriendo la reserva, se encuentra con uno de los tendidos eléctricos caídos y analiza el mal estado del poste, oxidado, y el lineamiento de cobre sin ningún recubrimiento de protección “ Es impresionante, por culpa de la conducción eléctrica, de la poca mantención, no nos dejaron nada. Si el cable que se cortó estaba igual que este me queda claro que esto es culpa de la empresa”, reprocha el dueño del sendero.

Susana Díaz (34), vocera de la junta de vecinos que se moviliza contra CGE, recorrió al revés y al derecho la reserva natural de Jovino, invitaba amigas y caminaban por 2 horas y media para llegar a la cascada que había al final del terreno. “ Cuando estábamos en la reunión con la empresa responsable de este daño, nos preguntaron en cuanto calculábamos la pérdida en plata por el sendero y les respondí; ¿Qué precio le pondrían ustedes la destrucción de 12 hectáreas de bosque nativo de más de 200 años?. La pérdida monetaria es enorme, pero nada va a recuperar el valor emocional de años de historia y crecimiento de la naturaleza nativa”, reprocha la pedagoga de profesión.

LA VERSIÓN DE LA EMPRESA ELÉCTRICA

Consultada por The Clinic, desde CGE aseguraron que su denuncia ante el juzgado de Garantía de Litueche “se malinterpretó”. Según la empresa, durante 2018 las instalaciones y tendidos eléctricos en la Región de O’Higgins sufrieron casi 160 eventos relacionados al robo de conductores eléctricos y la intervención no autorizada de equipos, lo que afectó el suministro de casi 21 mil clientes. Frente a lo anterior, sostienen tener evidencia de cortes en los dos postes de madera del portal de la línea, que habrían sido efectuados con sierras o serruchos y de uno de sus dos conductores de cobre N° 6 AWG. Evidencia que afirman haber hecho llegar a la Fiscalía de Pichilemu.

Al referirse a la mantención del tendido eléctrico, la empresa detalla que se rige según la normativa técnica vigente de 1997 y que ha sido adecuadamente cuidada acorde a lo anterior. “Contamos con los antecedentes que dan cuenta de los trabajos de mantenimiento que se han realizado en la línea en cuestión a lo largo del tiempo y de la instalación de equipos de seguridad adicionales en el sector dadas las condiciones del entorno”, explicó Loreto Rivera, gerente de asuntos corporativos de CGE.

Con respecto a las negociaciones que llevan hasta la fecha con la comunidad de La Polcura, Rivera sostiene que se acordó agilizar el traslado de 7,8 km de la línea dañada por el incendio al camino público. Además, dicen lamentar profundamente el daño que generó en la comunidad y su entorno, pero que dado que las causas del siniestro siguen en investigación, “se deberá esperar a la resolución de las autoridades”.

Finalmente, sobre las indemnizaciones del 2017, aseguran que mantenemos conversaciones con el Ministerio Público de O’Higgins buscando soluciones, con especial énfasis en las víctimas vulnerables y esperan resolverlo en un plazo breve.

EXTREMAR LAS ACCIONES

Este viernes 25 de enero seguirán las conversaciones entre los vecinos de Navidad y la empresa eléctrica. La comunidad de La Polcura no descarta extremar sus recursos y movilizarse a Santiago para exigir soluciones instantáneas por el daño material y psicológico causado.

El concejal independiente de la comuna de Navidad, Yanko Blumen, dice que la reacción de la municipalidad ha sido a última hora pero efectiva, intentando estar presente en la tragedia que ha vivido su sector, debido a los recursos obtenidos del aparato público. “Estoy dispuesto a apoyar hasta las últimas de las instancias para que la empresa se haga cargo. Además, se ha llegado a un acuerdo por una muy corta cantidad de kilómetros, por lo que seguimos en un riesgo inminente a incendios”, asegura el concejal de la comuna.

Después de guiar por última vez la excursión por el bosque nativo hasta el estero, Jovino decidió volver solo.

Quería poder apreciar, ver con calma, despedirse de la flora nativa que había preservado por cinco años.
LLegó a la entrada del sendero, se sacó la gorra, secó el sudor de su frente y dijo — vi una lagartija en un tronco. Al menos quedó algo con vida.

 

 

 

 

 

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