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24 de Febrero de 2024

La solidaridad del chileno en entredicho: la difícil recolección de donaciones en fundaciones y centros de acopios

Donaciones

De acuerdo con una encuesta realizada por la Fundación Trascender en el 2018, el 61% de las personas creen que Chile es un país solidario. Si bien esta es una idea arraigada en el pensamiento colectivo del chileno, la cultura de la donación de artículos materiales a fundaciones demuestra que puede haber varias razones detrás: desde deshacerse de objetos en desuso hasta el genuino deseo de ayudar.

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Fuera del metro Manquehue, se encuentra una de las 23 tiendas solidarias de la Corporación de Ayuda al Niño Quemado (Coaniquem). Al entrar, pareciera que el lugar es un establecimiento comercial más, en el que hay decenas de poleras, pantalones y abrigos están ordenados y colgados en línea, varios libros descansan en un par de repisas, y algunos zapatos se esparcen en un lado de las estanterías. Estos artículos, a diferencia de los que hay en un mall, están tratando de pasar por una segunda vida, ya que esperan ser comprados luego de que sus dueños anteriores las donaran. Este proceso, precisamente, es la misión de Coaniquem: vender productos que fueron donados para juntar dinero y ayudar a niños con quemaduras. Así, una venta se convierte en una curación.

Sin embargo, su misión se entorpece por un problema que le sucede a varias fundaciones a lo largo del país, que es la recepción de donaciones en mal estado o que no son adecuadas. En el caso de Coaniquem es común ver artículos en mal estado, como muebles a los que les falta una pata o ropa manchada. De hecho, este año 2023 recibieron un 1.807.205 toneladas de artículos, de los cuales un 20% no pudieron venderse. Entonces, ¿por qué podrían las personas donar enseres que no sirven? La respuesta depende de la organización.

Macarena Mujica, jefa de tiendas de Coaniquem, enfatiza que esta situación no sucede por desidia. Para ella, esto pasa porque los donantes no están debidamente informados sobre las capacidades de la fundación. Las personas tienen la impresión de que la organización puede reparar los artículos o creen que la tienda recicla en vez de reutilizar.

“El reciclaje tuvo que pasar por varias etapas para que la gente entienda, y tal vez aún todavía no se entiende, cuáles son los plásticos que realmente tienen que ir a la parte de los plásticos. En la reutilización, este es un caso parecido”, ejemplifica Mujica. “Pero mi sensación es que la gente, efectivamente, con esa ilusión de que nosotros podemos reparar, quiere sacar o limpiar su closet y no sé, tendrá un porcentaje de cosas que están en buen estado, algunas que no tanto, y como que mete todo en la misma bolsa y lo entrega. Un poco esperando que nosotros también nos podamos hacer cargo de eso”, agrega.

Fundación Las Rosas, organización dedicada a la ayuda del adulto mayor cuando se encuentra en situaciones vulnerables, se enfoca en recibir ropa, alimentos no perecibles, artículos clínicos y de aseo. Aun así, relatan que a veces llegan donaciones en mal estado o que no son necesarias.

“Ahí tenemos que entrar en coordinaciones para su retiro y, eventualmente, en algún gasto para lograr ese traslado, lo cual no es lo deseable, ciertamente”, explica Benjamín Sepúlveda, subdirector de administración de Fundación Las Rosas. “Creemos que estas situaciones que se generan, muchas veces no es una mala intención del donante. Al contrario, quizá en ese profundo deseo de donar y ayudar, piensan que todo lo que ellos poseen puede servir, aunque no siempre es así. Entonces, en su donación pueden existir efectivamente cosas que sirven y también otras que no se podrán usar”.

Por eso, Sepúlveda también cree que es una falta de información por parte de las personas. Al no saber con claridad qué es lo que se necesita, donan artículos que no son necesarios. “Hay que ser muy agradecido con los donantes, pero al mismo tiempo transparente respecto de nuestras reales necesidades de apoyo, para no terminar transformando una buena iniciativa en un eventual gasto adicional para nuestra Fundación”, dice Sepúlveda.

Fundación Villa de Ancianos Padre Alberto Hurtado también se dedica a ayudar a personas de tercera edad. Entre las donaciones que recibe, se encuentran medicamentos, artículos de aseo, alimentos no perecibles y pañales. Ellas representan un 15% de todos los recursos que utilizan. Si bien aceptaban ropa en un principio, dejaron de hacerlo debido a que la entregaban con manchas, estaba rota o era “inutilizable”.

“Teníamos que echarlas a la basura. Al final, ellos se estaban deshaciendo de su basura. Por esta razón, aunque sea caridad, preferimos no recibirlo”, dice la Hermana Adelina Arroyo, Directora Ejecutiva de la organización. Además, menciona que las veces que reciben ropa son en ocasiones excepcionales: debe estar sin estrenar.

El caso de las donaciones de la región de Valparaíso

El megaincendio que afectó a las comunas de Viña del Mar, Villa Alemana y Quilpué generó una polémica posterior debido al estado de las donaciones de ropa que se hicieron. Valentina Glasser (28), quien viajó desde Santiago para ser voluntaria en El Olivar -lugar en el que creció-, observó el estado en el que llegaron la mayoría de estas. Entre ellas, había calzones usados, poleras con hoyos y pantalones manchados. Debido a su indignación, realizó una publicación en Instagram que no demoró en hacerse viral.

La situación llegó a tal punto que tuvieron que prohibir las donaciones de ropa, pues no pudieron dar abasto con sus cuatros voluntarios. Además, se dieron cuenta que las personas no eran honestas o no se fijaban en el estado de lo que donaban.  

“Por más que la gente diga que te da una bolsa de ropa clasificada y que está todo bien, lamentablemente muchas veces al abrirla nos damos cuenta que no lo están. Que se le pasaron algunas cositas quizás, y tenemos que ir desechando”, explica. A tres semanas de la tragedia, cuenta que tienen que botar más de 20 bolsas de basura llenas de ropa por día. 

Con el pasar de los días, a veces duda de la intención de las personas al donar ropa. “Yo quiero creer que no es desde la maldad, sino un poco desde el desconocimiento o el no pensar mucho en lo que se está haciendo. Creen que porque la gente no tiene nada en este momento, les sirve cualquier cosa”, opina Glasser. “Pero la verdad es que uno igual se lo cuestiona, porque que lleguen calzones usados, eso debería ser el sentido común, que nadie puede usar un calzón usado de otra persona”, expresa. 

Para la psicóloga Paula Pavez, el donar ropa en mal estado es una situación compleja que puede tener varias razones. Una de ellas, por ejemplo, puede ser la existencia de ciertas personas que carecen de empatía y tienen rasgos psicopáticos. 

“También puede ser que existan personas que han vivido mucho desde la carencia, por ejemplo, y en esa carencia ellos no logran percibir que el donar ropa en mal estado es un acto malo”, opina. “Probablemente ellos la usan y piensan que si la otra persona no tiene nada, mejor que usen esto antes de no usar nada y es una medida paliativa por mientras”, añade. 

Aun así, la psicóloga cree que es complejo dar una respuesta única. Para ella, es un “caso a caso”, y habría que evaluar el contexto social y el ambiental de la persona. “Con los seres humanos, es muy difícil que nosotros podamos ponerle una etiqueta a una conducta”, explica Pávez.

Sin embargo, la socióloga Mónica Vargas, doctora en Ciencias Sociales y especialista en comunidad y territorio, apunta a una falta de políticas públicas. En su caso, cree que el fenómeno está vinculado con la poca preparación que tiene Chile en situaciones de catástrofes naturales.

“En ese contexto, la educación de las personas para poder discriminar qué tipo de ropa donar o qué tipo de utensilios donar, o cómo actuar en estas circunstancias para poder colaborar y no ser una molestia, yo creo que es un punto importante”, dice Vargas. “Nosotros no tenemos como país una educación en primera respuesta. Y eso significa que las personas no solamente donan ropa en mal estado, sino que además no saben cómo actuar en el momento de la emergencia misma”. 

De hecho, la socióloga cree que la sociedad chilena es muy individualista, en un país “donde todo es competencia, incluyendo los subsidios”. También cree que la solidaridad demostrada tiene una base mucho más natural. “Lo más básico del ser humano es ser gregario, es estar con otros y otras, porque solos y solas no podemos. Responder hasta ante las emergencias, por lo tanto no nos hace una sociedad solidaria. Pero nos necesitamos, y por lo tanto, en este tipo de circunstancias actuamos más solidariamente”. 

Para la psicóloga Paula Pavez, esto también tiene un origen en la naturaleza del ser humano. Pero, a diferencia de Vargas, no es tanto desde la supervivencia, sino desde la empatía. 

“En ese sentido, la solidaridad es una forma que tenemos las personas de ejercer o de manifestar esta capacidad empática”, explica. Para la experta, todo tiene que ver en cómo son criadas las personas en la infancia. Si los padres o la figura de apego enseñan la empatía, la persona actuará con solidaridad. “Si nosotros no tuvimos ese aprendizaje en nuestra vida, no nos enseñaron a desarrollar esta capacidad empática (…) Claramente no vamos a funcionar nosotros así en la vida”. 

Las soluciones de las fundaciones

Ante la cantidad de donativos en mal estado, Coaniquem apunta a la necesidad de enseñar a la población. Así, de acuerdo con ellos, las personas dejarán de donar ropa de baja calidad. “Intentamos hacer educación durante uno a uno, mostrándoles lo que sí y lo que no, y lo que no, se lo llevan de vuelta”, cuenta Mujica. Además, relata que si existe la oportunidad, se les recomienda qué cosas no deben llevar, como artículos electrónicas o cortopunzantes.

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También, aclara que las redes sociales son un punto importante para prevenir la baja calidad de las donaciones. En la página de Instagram, de hecho, tienen varias publicaciones sobre lo que se considera una donación en mal estado. “La idea des poder concientizar a los donantes y hacerlos entender que es lo que nosotros necesitamos”, dice Mujica.

Fundación Las Rosas, a veces, recurre a métodos más específicos, como hablar con la persona antes de que done. Así, se le indica qué necesidades tienen en ese momento. “En esa conversación previa podemos, por ejemplo, pedir fotografías que nos permitan determinar si la donación va a servir o no, dado su estado y dimensiones, por ejemplo, en el caso de un mueble”, explica Sepúlveda. Incluso, cuenta que hay pocas ocasiones en las que aceptan la donación en mal estado, y allí, deben recurrir a arreglarla. Pero aún así, concluye: “La idea de este contacto previo o conversación es minimizar esas situaciones”.

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