Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Nacional

22 de Febrero de 2019

La desconocida faceta artística de Carlos Alarcón, el sargento que le disparó a Camilo Catrillanca

El 14 de noviembre de 2018, un proyectil calibre 5,56 milímetros ingresó en la nuca de Camilo Catrillanca, un comunero mapuche que se desplazaba en su tractor junto a un adolescente, ambos desarmados. Hasta ahora, la abrumadora evidencia indica que la bala salió, de forma directa y sin desvíos, del fusil Colt M4 de Carlos Alarcón Molina, sargento del GOPE con un pasado como escultor y dibujante hasta ahora desconocido. Sus obras son exhibidas en unidades del GOPE a lo largo de Chile, e incluso algunas son veneradas por los policías en formación. Aquí, la historia del “sargento escultor”, sindicado por sus superiores como “el más débil del grupo”, y cuyo disparo volvió a encender un conflicto entre dos naciones.

Por

Es una mañana de abril del año 2018, y el entonces sargento 1° del Grupo de Operaciones Especiales de Carabineros (GOPE), Carlos Alarcón Molina, tiene frente a él un grupo de casi 20 niños.

Las paredes del recinto son de color verde agua, y exhiben los dibujos hechos por los alumnos del jardín infantil de Labranza, pueblo cercano a Temuco, hasta donde Alarcón llegó para conmemorar el día del carabinero.

—Tío, ¿es cierto que quienes creen en Dios, nunca se rinden? — pregunta una de las niñas del salón. Las educadoras aplauden y los demás niños las imitan.

Alarcón, evangélico practicante, eleva la voz y responde:

— ¿Saben qué amigos? Cuando alguien tiene a Dios en su corazón, todas las cosas le salen bien. Eso no quiere decir que no vayamos a tener algún problema, porque sí, los vamos a tener. Pero cuando tenemos a Dios en nuestras vidas, nuestros problemas se van a hacer más fáciles—, dice.

Exactamente, 201 días después, el sargento Alarcón ingresó al camino El Pozón de la comunidad de Temucuicui, en un carro blindado J-040. Junto a su “copo” –término con que los GOPES se refieren a su patrulla- sorteó tres cortes de camino, y divisó antes que sus compañeros el tractor azul con el cual, según le habían informado desde el helicóptero institucional, huían los asaltantes que minutos antes habían robado a un grupo de profesoras de la comuna de Ercilla.

Alarcón apuntó su fusil Colt M4, calibre 5,56 x 45 milímetros, y gritó para que estos se detuvieran. Como no obtuvo respuesta, percutó y volvió a percutar. Según sus primeras declaraciones a Fiscalía, no fueron más de ocho disparos “a una zona segura”, versión que luego fue desmentida por los videos que sus propios compañeros grabaron del operativo.

Hasta hoy, Alarcón -quien se encontraba a 15 metros del tractor azul y sus dos ocupantes- asegura que no disparó a matar. La PDI, en un reciente informe remitido al fiscal Roberto Garrido, estableció que la bala que mató a Camilo Catrillanca entró en su cabeza sin sufrir desvíos.

Esa tarde, según consta en la carpeta de investigación, los cuatro GOPES fueron llevados hasta la comisaría de Pailahueque, donde el abogado institucional Cristián Inostroza Quiñiñir –hoy formalizado- y el mayor Manuel Valdivieso –hoy desvinculado- los instruyeron a mentir.  

Pero Alarcón, comentan los testigos, se mostraba débil. “¿Te querís ir preso?”, le habría espetado el mayor Valdivieso.  Sus demás compañeros lo convencieron: si hablaba uno, “jodían todos”.

La noche, para la totalidad de los involucrados, fue extenuante. El adolescente que acompañaba a Catrillanca, por ejemplo, denunció haber sufrido torturas en su traslado a Ercilla, donde pasó toda la noche en un calabozo. Los cuatro carabineros, en cambio, prestaron declaración en la Fiscalía de Collipulli hasta entrada la madrugada.

Cuando llegó a su casa del sector Parque Costanera II de Temuco, en la mañana siguiente, Alarcón le contó todo a su esposa.

—Carlos, esto se va a saber igual —, le dijo Angélica.

Recostado junto a ella, el sargento asintió y se levantó de la cama. Entonces, Carlos Roberto Alarcón Molina, de 45 años, se encerró en el baño de su casa.

Angélica lo escuchó llorar.

EL SARGENTO ESCULTOR

En la escuela de formación del GOPE en Cerrillos, Santiago, los aspirantes a policías tienen una tradición: cada vez que culminan un entrenamiento, deben rendirle tributo a una de las estatuas doradas que hay en el recinto.

La favorita –algunos llegan a besarla- es el “Carabinero GOPE”, una representación a escala humana de un policía portando una subametralladora. La escultura está acompañada del lema institucional, “Aptitud, actitud, juicio y disciplina”, y está firmada por “C.R.A.M”: Carlos Roberto Alarcón Molina.  

El exsargento nació el 17 de octubre de 1973, en la ciudad de Lota. Hijo de un minero del carbón, Alarcón trabajó algún tiempo dibujando cómics para una revista de la zona antes de ingresar a Carabineros, el año 1994.

Cecilia Orlandini, una de las tres abogadas que hasta la fecha han representado a Carlos, lo describe así: “Él parece un niño, tiene una mentalidad psicológicamente inmadura”.

Según consta en su hoja de vida institucional, Alarcón llegó a la escuela del GOPE en Santiago el año 2001. Allí, ganó popularidad entre sus compañeros por los cómics que realizaba, donde dibujaba a los aspirantes padeciendo el rigor de los entrenamientos. “Rambito”, recuerdan sus excompañeros, dibujaba sin tener ninguna formación previa. “Sobresalía por sus condiciones innatas”, cuenta un antiguo instructor de Alarcón.

Hacia finales de 2003 -año que realizó el curso GOPE-, la escuela le encargó a un artista externo que realizara una estatua, pero a nadie le gustó el resultado. “Yo puedo hacer una mejor”, propuso Alarcón. Durante tres meses trabajó para crear el “Carabinero GOPE”. El resultado gustó tanto que la institución realizó una ceremonia para inaugurarla. Y la voz se corrió. En 2007, Alarcón talló una segunda escultura, encargada por el 5° Escuadrón de la Escuela de Suboficiales.

Al menos hasta 2013, año en que la revista de Carabineros incluyó una semblanza de Alarcón, el sargento había realizado seis obras similares, las cuales aún se encuentran repartidas en diferentes recintos del GOPE en Santiago, Viña del Mar, Concepción y Temuco. .

La revista lo llamó “el sargento escultor”.

“Carbinero GOPE”, la primera escultura hecha por Carlos. Grupo de Formación, Cerrillos.

“VI A TU PAPÁ EN LA TELE”

El 30 de noviembre, casi dos semanas después del asesinato de Camilo Catrillanca, el Juzgado de Garantía de Collipulli decretó prisión preventiva para los cuatro carabineros implicados en el homicidio.

A esa altura, el caso ya había vivido algunos vuelcos. En sucesivas declaraciones, los imputados modificaron el número de disparos efectuados en El Pozón, y se desdijeron de haber utilizado cámaras durante el operativo. Uno de ellos, Raúl Ávila Morales, explicó que no usó su cámara institucional porque contenía “imágenes y videos íntimos” entre él y su esposa. Carlos Alarcón, Raúl Ávila, Patricio Sepúlveda y Braulio Valenzuela fueron desvinculados de la institución el 18 de noviembre.

El 2 de diciembre, apenas un par de días después de que los excarabineros llegaran a cumplir prisión preventiva a en la 2° Comisaría de Temuco, apareció el video.

—Hay gente que nos hizo mentir, dimos declaraciones falsas—, dijo Carlos Alarcón, mirando fijamente a la cámara y usando una polera de Batman.  

Los días que siguieron, fueron especialmente caóticos. Primero, la desvinculación y posterior formalización del abogado de la institución Cristián Inostroza, del jefe del GOPE Manuel Valdivieso y del coronel Jorge Contreras, todos acusados por obstrucción de la investigación y por “inducir a la mentira” en la primera versión que Carabineros entregó. Antes de que acabara el año, y gracias a las múltiples publicaciones de la prensa, el “caso Catrillanca” ya le había costado la renuncia a 10 generales, además del General Director, Hermes Soto.

Mientras, en el hogar de Carlos, su esposa Angélica comenzó a vivir el asedio periodístico. Intentó despistarlos quitando la numeración del domicilio, pero luego de la divulgación del video filmado en la comisaría, la situación empeoró.

En el colegio de sus hijos, el sargento Alarcón era casi una celebridad, principalmente gracias los disfraces que confeccionaba con cartón piedra –un año se caracterizó como Robocop- o los dibujos que realizaba para las alianzas.

—Los compañeros de mi hija comenzaron a decirle: “vi a tu papá en la tele” u “oye, así que tu papá es el asesino de Catrillanca” —, rememora Angélica, quien aporta otro detalle: una de las profesoras del colegio era prima del comunero mapuche asesinado.

Aunque nadie se lo sugirió, Angélica decidió que lo mejor era dejar Temuco. A comienzos de diciembre, la familia se mudó cerca de su ciudad de origen, en la región del Biobío.  Poco después, la entonces abogada de Alarcón, Cecilia Orlandini, pidió el traslado de su representado a la 6° Comisaría de San Pedro de La Paz. Días después, Orlandini renunció a la defensa de Alarcón.

En la Unidad de Concepción del GOPE, a kilómetros de donde cumple prisión preventiva, hay tres esculturas de Carlos. Una realizada en honor a un mártir de la zona fallecido durante el curso policial y, las otras dos, dedicadas a los animales de la institución: un perro policial, un caballo.

Casi todas las esculturas de Carlos, explica Angélica, están hechas en honor a otros GOPES fallecidos. La escultura de Temuco, por ejemplo, lleva el nombre de Hugo Albornoz, miembro del GOPE que en 2012 murió baleado en el cuello durante un allanamiento a la comunidad Wente Winkul Mapu de Ercilla. “Cuando la terminó, Carlos se la mostró a los padres del Hugo. Cuando la vieron, lo abrazaron y lloraron juntos”, recuerda.

En la última visita que Angélica realizó a su esposo, pudo fotografiar el más reciente de sus dibujos hechos en el encierro: un retrato del físicoculturista, Ronnie Coleman.

Retrato del fisicoculturista Ronnie Coleman. Hecha por Carlos durante su encierro en la 6° Comisaría de San Pedro de la Paz.

AGUANTAR LA MECHA

Entre los dibujos y esculturas talladas por Alarcón, pareciera repetirse una constante. Hombres fuertes hasta el extremo, de cortes y actitud recta y, lo más importante, nunca débiles.

Gerhard Schrandt es un exGOPE que ingresó al grupo pocos años después que lo hiciera Carlos. Para él, los entrenamientos de formación bordeaban la tortura. “Desde la privación del sueño, la suspensión del alimento, posturas incómodas prolongadas hasta provocar calambres, la vejación a través de patadas e, incluso, el ahogamiento”, describe.   

Los que lograban soportar eso, dice Gerhard, son los que terminaban el curso.

Según consta en la carpeta de investigación, el 16 de noviembre, los cuatro GOPES imputados sostuvieron una reunión con el aún General Director, Hermes Soto. En su declaración ante Garrido, Alarcón dice haber estado “angustiado por decirle a mi general la verdad, desde un principio”. Pero el Mayor Valdivieso habría reparado en las intenciones del sargento. “Me decía delante de todos que yo era el más débil”, sostuvo Alarcón.  

Un ejercicio que recuerdan algunos de los GOPE entrevistados para este reportaje, es el de “aguantar la mecha”, que consiste en correr con un pequeño explosivo en sus manos , el cual sólo podían arrojar a un hoyo cuando terminaran de dar la vuelta a la cancha. “Y ese era uno de los primeros entrenamientos”, explica Gerhard.

Tras contar su versión de los hechos al fiscal Garrido, Alarcón finalizó su declaración con alivio. “Ahora me siento más liberado”, dijo.

—Dentro del GOPE no eres nadie, sólo materia dispuesta. Ellos buscan endurecerte la mente—, concluye Gerhard.

La estatua para Hugo Albornoz se encuentra en Temuco. En 2012, Albornoz resultó muerto tras un allanamiento en una comunidad mapuche de Ercilla.

EL RETIRO FALLIDO

Durante el año 2015, Carlos Alarcón fue destinado como policía a la embajada de Chile en Colombia. Allí, él y su familia formaron lazos con las iglesias evangélicas locales.

Angélica y Carlos se conocieron en Lota, la ciudad natal de ambos, el año 2006. “Él había sido destinado a la Unidad del GOPE Concepción y como nuestras mamás eran amigas, nos presentaron. Yo le gusté por mi forma de cantar. Como a él también le gustaba la música, cantamos juntos en cultos, también lo hicimos en Colombia”.

El regreso a Chile estaba fechado para comienzos del 2016 y la familia estaba entusiasmada con la posibilidad de radicarse en Santiago.  Incluso, cuenta Angélica, ya habían conversado su ingreso a una iglesia cristiana con pastores de la capital.

Pero, pocos días antes de su regreso, al sargento le fue informado un cambio de planes: debido a la creación de nueva “unidad antiterrorista” -la que luego sería conocida como “Comando Jungla”-  sería destinado a la unidad del GOPE en La Araucanía. Más precisamente, a la Prefectura de Pailahueque, recinto que antes alojó un liceo rural, el mismo donde alguna vez estudió Camilo Catrillanca.

Durante 2017, Alarcón vivió solo en Temuco. Aunque pidió su traslado tres veces, este no le fue concedido. “Él tenía un jefe déspota, no era feliz, y eso hizo que muchos GOPES pidieran su traslado e incluso su degradación”, comenta Angélica. Ese mismo año, Carlos registró tres felicitaciones en su hoja de vida en sólo siete meses, las cuales destacaban “su alto grado de profesionalismo”.

—Siempre le dije que se saliera de Carabineros, que se dedicara a su arte. Yo soy buena para los negocios, y le dije que algo podíamos armar.—, continúa Angélica.

“Antes de que pasara esto, él estaba esperando su ascenso para pedir su retiro. Él ya estaba en condiciones de pedirlo, porque llevaba más de 20 años en la institución, pero pensaba que no valía la pena irse sin su grado de suboficial. A comienzos de 2019, él debía recibir su ascenso”, complementa.

Alarcón Molina fue un escolta directo de Francisco durante su visita a Temuco en enero de 2018.

“PERDONA NUESTROS ERRORES”

El 2018, Carlos fue uno de los 17.216 policías uniformados que estuvieron a cargo de la seguridad y el desplazamiento del Papa Francisco en su visita a lo largo del país. Según precisa Angélica, su esposa, Alarcón fue “escolta directo” del Pontífice en su visita a Temuco. De esa experiencia, la familia guardó particularmente una fotografía que le tomó un medio de comunicación, donde Carlos aparece corriendo junto al papamóvil: era su foto favorita.

Aunque la defensa del exsargento afirma que un disparo directo habría provocado mayores daños en el cráneo de Camilo Catrillanca, hasta ahora toda la evidencia recopilada por la Fiscalía apunta a que el disparo de Alarcón habría sido directo (sin desvíos), percutado a 15 metros del tractor, algo especialmente grave para alguien con formación especializada en uso de armamento y disparos disuasivos.

En su declaración a Garrido, Alarcón dijo siempre haber tenido “la intención de decir la verdad”, Angélica, su esposa, piensa que no habría hecho la diferencia: “La institución es tan jerárquica, que si él no hubiese dicho lo que ellos querían que dijera, lo habrían castigado igual”, dice.

Al día de hoy, tanto Carabineros como el ministro del Interior, Andrés Chadwick, han debido reconocer que Camilo Catrillanca y el adolescente que lo acompañaba no tenían relación con el robo a las profesoras de Ercilla, y que no se había producido enfrentamiento alguno.

—A mí, ningún jefe activo de mi esposo me ha llamado para ver cómo estamos, o si necesitamos algo, sólo lo han hecho sus compañeros—, se queja Angélica, esposa de Carlos Alarcón

“Carabineros está mal estructurado, porque lo lidera gente que no tiene idea lo que es la calle, gente que ha estado toda su vida en una oficina, que no se ha mojado ni ha pasado hambre”, reflexiona Lester Figueroa, exGOPE y amigo de Alarcón, quien actualmente está desvinculado de la institución. Desde Cañete, donde reside, Figueroa lo resume en una frase: “donde termina la lógica, empieza Carabineros”.

Hoy, desde su nueva casa en la VIII Región, Angélica, repasa los detalles de la madrugada del 15 de noviembre, cuando su esposo regresó de entregar declaraciones falsas. “Me acosté a su lado, lo abracé, le hice cariño para que se tranquilizara. Él me miró y me dijo, ‘no te quiero dejar sola’.  Le dije que seguía vivo y que es el padre de mis hijos y que hubiese sido peor que me lo entregaran en un cajón”, rememora.

La charla que Alarcón hizo frente a los niños en el jardín de Labranza, en abril de 2018, está grabada en el celular de Angélica. El video, de poco más de dos minutos, termina con las últimas palabras del sargento:

— No hay nada más bonito que, desde niñito, decirle al Señor: “Te entrego mi vida”. Yo se lo he dicho muchas veces, pero como soy persona, también, a veces cometo cosas que no son de agrado para él—dice, y toma una pausa.

“Pero Dios, como es tan bueno, perdona nuestros errores”, finalizó.

Notas relacionadas