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28 de Agosto de 2019

El cambio cultural del fútbol femenino

El fútbol femenino no es un asunto de moda y un evento pintoresco. Ni siquiera es solo fútbol. Es un cambio cultural. Y somos privilegiados de ser testigos de esto.

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Natalia Alarcón nació en Chile, pero cuando este era otro Chile. Creció en la década del 70 y desde pequeña sintió una fascinación inexplicable por el fútbol. En aquellos años era extraño, casi exótico, que una niña se interesara por el balón. Natalia no podía evitarlo. Tuvo que superar las burlas y los estereotipos de propios y ajenos. Su corazón galopaba en otra frecuencia cuando una pelota rodaba cerca.

Natalia empezó a jugar fútbol y no se detuvo más, como le contó a la escritora Luz María Astudillo en el libro Estrellas Rojas, donde relata parte de su historia. Allí recuerda que cuando era pequeña su habilidad con el balón superaba con creces a las aptitudes de los niños con los que jugaba. Tan buena era Natalia que un entrenador la invitó a participar en el equipo del barrio, pero como el combinado era solo de hombres, le sugirió cortarse el pelo para parecer niño. Ella accedió. El técnico le pidió a sus compañeros que cuando le pidieran la pelota la llamaran por el apellido, así los rivales no se enterarían que una niña reforzaba su equipo. Natalia pasó a ser Alarcón para los miembros del equipo.

Años después se radicó en Europa. No por deseo propio ni por un proyecto familiar, sino por el exilio. Llegó a Holanda y se percató que nadie la miraba extraño por ser mujer y jugar al fútbol. Al contrario. Existían departamentos en el colegio, clubes amateur y una liga profesional de fútbol femenino. Seguramente no se enteró que en plena década del 80 se convirtió en la primera chilena en jugar en el Viejo Continente. Fue máxima anotadora del campeonato y la invitaron varias veces a jugar por la selección holandesa, su país de adopción. Pero no quiso. Se sentía chilena.

Pasaron muchos años. Natalia Alarcón regresó a Chile y era otro Chile. El fútbol emergía como una actividad incipiente. Se retiró y tuvo que esperar varios ciclos para ver que su pasión de infancia era compartida cada vez por más mujeres. Se formó una liga chilena, amateur, con muchas precariedades y diferencias, pero la pelota rodaba cada vez más con mujeres como protagonistas. Hasta que la Roja de Tiane Endler, Carla Guerrero, María José Urrutia, Yanara Aedo, Fernanda Pinilla, María José Rojas, Rosario Balmaceda, Karen Araya logró clasificar al Mundial, transformando su paso por la máxima cita en un verdadero fenómeno. Y allí estuvo Natalia Alarcón, en Francia, no como jugadora sino como una hincha más, viendo como esa ilusión que tuvo cuando niña ahora era real en la piel de una generación de jugadoras inolvidable.

La dictadura del presente nos obliga a mirar el aquí y ahora. ¿Qué hemos hecho para proyectar el fútbol femenino en Chile, más allá de la Copa del Mundo? Hay clubes que han iniciado gestiones arriesgadas, pero leyendo los nuevos tiempos. Santiago Morning fue el primer club chileno en firmar contrato profesional para algunas de sus futbolistas. Repatrió a las mundialistas Karen Araya y Su Helen Galaz. Quiso contratar a Christiane Endler, la mejor arquera del mundo, que es chilena y ataja en el PSG de Francia. El Chago decidió, como política de club, priorizar la rama femenina y pelear por la Copa Libertadores de América. El fútbol femenino en Chile sigue siendo cosa de hombres, pero el equipo de Santiago Morning lo dirige una mujer, Paula Navarro. Colo Colo también reforzó su plantel pensando en el torneo continental.

La pregunta es abierta para los medios. ¿Cuántos siguieron pendientes del fútbol femenino después del Mundial? ¿Cuántos cubrieron el partido entre Colo Colo y Palestino que el pasado 15 de agosto reunió a más de 4 mil personas en el estadio Bicentenario de La Florida? La interrogante también va para los y las hinchas, que a menudo dictan cátedra en redes sociales. ¿Cuántos han ido a un partido de fútbol femenino? ¿Cuántos siguen las alternativas del campeonato? Este domingo se jugará una nueva edición del clásico entre Universidad de Chile y Universidad Católica. De preliminar se enfrentarán los equipos femeninos de ambos clubes. Una iniciativa que no salió de las dirigencias, sino que de la afición. El fútbol femenino no es un asunto de moda y un evento pintoresco. Ni siquiera es solo fútbol. Es un cambio cultural. Y somos privilegiados de ser testigos de esto.

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