Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Deportes

4 de Septiembre de 2019

[EN LA B] Columna de Cristián Arcos: Artistas, locos y criminales

YouTube

El historial de indisciplinas en el fútbol chileno es extenso y repleto de aventuras de todo tipo. Como también lo son los actos reñidos con la ética y ligados a la corrupción. Un registro que sorprende y que muestra lo peor de lo nuestro.

Por

Brasil fue escenario del sexto torneo sudamericano de fútbol jugado en 1922. Se disputó íntegramente en Río de Janeiro, en el estadio das Laranjeiras, un pequeño recinto con capacidad para ocho mil espectadores. Jugaron solo cinco selecciones y Chile terminó en el quinto lugar, detrás del campeón Brasil y de Paraguay, Uruguay, Argentina, en ese orden. Es decir, últimos, con solo un punto. Lo llamativo es que el empate se consiguió nada menos que ante el anfitrión y futuro monarca del certamen. 

En el viaje de regreso al país se vivió una situación bochornosa. De acuerdo a las crónicas de la época, el capitán del combinado chileno, Enrique Abello, se trenzó a golpes con el entrenador de la selección uruguaya, Juan Carlos Bertone. El origen de la trifulca habría sido un comentario despectivo por parte del DT Celeste ante la mala actuación nacional. En la gresca participaron varios futbolistas de ambas escuadras. Tras el episodio se realizó una investigación y se descubrió que los miembros del equipo se habían emborrachado varias veces en pleno torneo. El resultado se cerró con un severo castigo para Abello: fue separado del equipo y nunca más pudo vestir la camiseta de la selección. Este es el primer registro que existe sobre una indisciplina por parte de un seleccionado chileno en un campeonato.Uno podría enumerar varias situaciones. Las luces rojas de la selección sub 20 que jugó el Mundial del 2001, cuando un grupo de jugadores fueron sorprendidos en un prostíbulo a pocos días del inicio del campeonato. El Dublinazo, cuando el técnico de la Roja, Nelson Acosta, descubrió a dos futbolistas con invitadas en el hotel de concentración en medio de una gira en la capital irlandesa. Los involucrados, Reinaldo Navia y Mark González, fueron enviados de regreso al país. El Puerto Ordazo, cuando en plena Copa América 2007 los jugadores aprovecharon un día libre y causaron estragos en el hotel donde se hospedaban en Venezuela. El bautizazo, cuando seleccionados fueron autorizados por Claudio Borghi para asistir al bautizo del hijo de Jorge Valdivia. El problema es que el Mago junto a Jean Beausejour, Arturo Vidal, Gonzalo Jara y Carlos Carmona llegaron más tarde de lo estipulado a Juan Pinto Durán y en malas condiciones. Tras un amago de pelea entre los jugadores del plantel, el técnico los sacó del equipo a días de un partido eliminatorio contra Uruguay. Los expulsados concedieron una polémica conferencia de prensa. Chile perdió por 4-0.

Quizás el caso más recordado sea el accidente protagonizado por Arturo Vidal. La historia del Ferrari en medio de la Copa América 2015. Jorge Sampaoli lo mantuvo en el equipo y Chile fue campeón.

Hay muchas más historias. Seleccionados de antaño, algunos que han ganado, otros que han perdido, equipos locales, historias que se saben, cientos de desconocidas. La vida del deportista no es sencilla, requiere un régimen que va más allá del entrenamiento diario, pues depende de su físico. Dormir bien, alimentarse bien, entrenar bien y descansar bien. Una vida de monje. O casi.

Pero hay que distinguir. Un asunto son los episodios de indisciplina y otros la trampa. La mayoría de las veces se pueden explicar estos actos en la biografía de los protagonistas. Los de afuera exigimos un comportamiento que pocos estarían dispuestos a sostener en el tiempo. De afuera es mucho más sencillo. La tentación de la crítica despiadada, sin contexto, es atractiva, pero peligrosa y simplista. Otra cosa, muy diferente, es cuando se trata de la trampa, un ardid preparado para confabular, para sacar provecho de las malas artes, cuando se permiten artimañas para conseguir una ventaja. Hablamos de complot, de una estructura que la mayoría de las veces se sostiene desde muy arriba. Porque si bien es cierto que Roberto Rojas se cortó la ceja el 3 de septiembre de 1989 en el estadio Maracaná, es poco plausible la versión que dice que se trató de una aventura personal del portero. En 1979 la selección sub 20 debía jugar el sudamericano de la categoría en Paysandú, Uruguay. El técnico era Pedro García. De los 23 convocados al certamen, 20 se presentaron con pasaportes adulterados, mintiendo respecto a su fecha de nacimiento. Solo tres cumplían la edad requerida para jugar el torneo. El presidente de la Asociación Central de Fútbol era el General de Carabineros Eduardo Gordon Cañas. Desde ahí, en plena dictadura, se fraguó el plan que terminó con Chile descalificado y el entrenador junto a varios jugadores presos en su regreso a Chile.

Árbitros que tenían agencias de Polla Gol, extorsiones a equipos visitantes que venían a jugar a Chile, casos de doping nunca controlados. El discurso del ganar como sea se popularizó. El problema es que nos convertimos en un país de tramposos y seguimos sin ganar nada. Nada de nada.

Una cosa es ser indisciplinado. Otra, muy diferente, ser timador, tramposo, corrupto. De ambas historias sabemos bastante.

Notas relacionadas