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Entrevistas

2 de Octubre de 2019

Dauno Totoro y caso de espionaje de EE.UU. en Chile: “Hay personas involucradas por omisión, como Ricardo Lagos”

Emilia Rothen

“Plan Camelot” se presenta como una novela de conspiración, un thriller que relata la convivencia en Santiago de espías provenientes de ambos bloques de la Guerra Fría. Sin embargo, está inundada de antecedentes, personajes, escenarios y hechos reales. Increíblemente reales. Su autor Dauno Totoro nos explica los alcances de su investigación, desde el día en que John F. Kennedy decidió cambiar el paradigma de dominación norteamericano, hasta los métodos de manipulación de información actuales, como los casos de Cambridge Analytica y las llamadas fake news.

Por

La primera pregunta que me surge con el libro es ¿hasta qué punto es realidad y hasta qué punto es ficción? ¿Dónde está el límite?

– Bueno, esta es una novela de espías, un thriller. Contiene una investigación periodística 100% verídica, pero está novelada. 

Pero pasa que uno se pone a revisar cada una de estas cosas en Google, uno ve que el proyecto Camelot existió, los personajes son reales, los hechos están documentados. En el fondo, mi pregunta es ¿qué fue lo que se inventó?

-Está efectivamente muy respaldada en una investigación que hice yo, que perfectamente me podría haber llevado a un libro de investigación periodística o a un ensayo. Pero, si hubiese hecho eso, se habría quedado en un libro concentrado en los sucesos de la Cámara de Diputados en 1964 y la verdad es que eso es bastante árido. Efectivamente, si tú buscas en internet, incluso hay algo acerca del plan Camelot. Pero te vas a encontrar con mucha información bastante superficial. Lo importante de esto no es tanto lo que sucedió en la década de los sesenta, sino cómo fue la piedra inaugural de un proyecto mucho más grande, que se ha desarrollado hasta nuestros días y que tiene consecuencias enormes. 

Entonces, si tú te refieres específicamente a una comisión investigadora que estudió un caso de espionaje tremendo de la Agencia de Inteligencia norteamericana, te puedes quedar ahí, y eso es completamente real: Aquí yo no omito ningún nombre y tuve acceso afortunadamente a documentos que no están circulando, que no son públicos, que no están en la red y que fueron entregados por una diputada de la época (María Maluenda, a quien le dedica el libro). 

Con el Proyecto Camelot se plantea un cambio radical en la política de dominación de EE.UU. a nivel mundial. Kennedy tenía la pretensión de que su política contrainsurgente fuera científica, preventiva y predictiva. ¿Lo consideras así?

-Todo esto parte por una constatación por parte de los gobiernos de Estados Unidos, y en particular de este think tank demócrata que rodea a Kennedy (el círculo de Mahogany), de que la inteligencia norteamericana ha sido muy pobre y muy ineficiente a la hora de garantizar la hegemonía norteamericana a nivel mundial.

Claro, previamente tenía un perfil más militar…

-Exacto. Hasta ese momento EE.UU. intervenía directamente. Están los casos de Corea, Filipinas, Vietnam, República Dominicana, algunas en África, etc. Es decir, era el modus operandi básico, y ellos entendieron en algún momento que había una falta de comprensión respecto de qué era el mundo. 

Te cuento una pequeña anécdota que para mí fue determinante. Hace algunos años, con un grupo de investigadores estábamos haciendo un recorrido terrestre atravesando EE.UU. y en el estado de Virginia nos quedamos en panne, en las montañas Apalaches, y una grúa nos llevó a un pueblo chiquitito. Entramos en una cafetería, la única que estaba abierta. Entonces, una chiquita que atendía nos escuchó hablando en castellano, se acercó y nos preguntó qué estábamos hablando. Le dijimos: “español”, y ella dijo: “ah, son de Texas”. “No, somos de América del Sur” y se quedó completamente confundida, porque si América del Sur no era Texas, ella no se podía imaginar de dónde éramos. Finalmente me di cuenta que esta niña no tenía en su cabeza el concepto de “mundo”. De hecho, se lo dibujamos y no, sencillamente era chino para ella, no entendía. Uno puede decir que esta niña creció en un pueblo maderero, alejado de todo. Pero creció a 100 kilómetros del Pentágono, a 100 kilómetros de Langley, a 120 kilómetros de Washington, que es donde se toman las decisiones políticas más trascendentales para el desarrollo de la humanidad. 

Esto lo puedes ver reflejado en las políticas internacionales norteamericanas. Cuando van a Corea, no tienen idea contra quién están peleando, pero ni la más mínima idea. Entonces deciden contratar en su equipo de inteligencia a una serie de sociólogos, entre ellos, uno de los personajes principales de este libro, Hugo Nutini. Y lo contratan para que a bordo de barcos pueda explicarle a militares contra quiénes están combatiendo en Corea. Pero estás llevando un sociólogo en el momento mismo del combate, no tienes un análisis retrospectivo. 

¿Y qué es lo que dice Kennedy? Tenemos que entender el mundo. Si queremos mantener la hegemonía, no basta con los cientos de bases militares. Si queremos garantizar la explotación de recursos que permitan la existencia de nuestros imperios, tenemos que entender dónde estamos y cómo operamos. Sin embargo, la CIA en esa época no se comunicaba con frecuencia con el presidente, mucho menos con Kennedy. O sea, piensa tú que era un demócrata, católico, joven, exactamente lo contrario a lo que dominaba como ideología en EE.UU. Hasta ese momento, para la CIA era una especie de enemigo interno. Por eso Kennedy forma una nueva agencia de inteligencia que responde directamente a él, la DIA, y aquí viene un quiebre como planteas tú.

John F. Kennedy

Es un cambio de paradigma inédito en la historia de la humanidad…

– Ese era el objetivo. De ahí viene toda esta maquinaria de las encuestas. Ellos pretendían conocer las realidades internas de los países mediante encuestas muy dirigidas, muy complejas, que permitieran cruzar información y sacar conclusiones en esta materia. Pero estamos hablando de encuestas que eran papel, lápiz, y cuadraditos, preguntas con respuestas múltiples, una cosa muy lenta. El Plan Camelot pretendía que en un curso de cuatro a seis años, ellos pudieran tener los primeros resultados. Por lo tanto, las respuestas de la política exterior norteamericana iban siempre con delay. Luego que se descubre y se denuncia el Plan Camelot en Chile, se le cargan todas las culpas a una sola persona y se le expulsa, pero queda intacta la estructura. Cuando se produce esto, el gobierno de EE.UU. rediseña el proyecto, le entrega su conducción a una corporación privada llamada RAND, y a un departamento anexo, la Agencia de Investigación Avanzada para la Defensa (ARPA), un instituto de desarrollo de alta tecnología. Ambos empiezan a incorporar un montón de sociólogos y sicólogos de masa, politólogos en el análisis y, al mismo tiempo, científicos duros, que desarrollan tecnología para acelerar la investigación.

EL ATERRIZAJE DE CAMELOT EN CHILE

En el libro se deslizan algunas hipótesis, pero ¿por qué crees tú que se escogió este país para experimentar con el proyecto Camelot? 

-Mira, eso es súper importante. Puede resultar poco verosímil esto de que Chile sea el lugar donde se desarrolla el proyecto Camelot, que sea el objetivo primordial del gobierno de Kennedy y luego de Johnson. En primer lugar, el plan Camelot era global. Uno de los errores que comete el equipo asignado en Chile es que permite que se permee el nombre. Pero este plan tenía desarrollo simultáneo y paralelo en Uruguay, Brasil, Argentina, México, en otros países africanos, asiáticos e incluso en Québec, Canadá. Ahora, sí es cierto que el lugar donde primero se instrumentalizó fue en Chile, porque reunía todas las condiciones claras para convertirse en una especie de laboratorio. Era un país pequeño, ordenado, donde las tensiones políticas se dirimían a nivel de parlamento. Un país altamente influenciable por ser monoproductor. Una cosa rarísima fue la cantidad de personal de la embajada de EE.UU. en esa época. En América Latina solamente era superado por Brasil y México. Dos monstruos. La mayor cantidad de empleados o voluntarios de estas agencias de cooperación humanitaria estaba en Chile, eran mil. Entre hechos gente como Michael Townley. 

¿Te parece que había también una suerte de alineación entre los gobiernos de Frei Montalva y Kennedy?

-Totalmente. En la documentación a la que yo pude acceder, las decisiones respecto de quién era el candidato, cómo se desarrollaban las campañas, cuáles eran sus contenidos y cómo se financiaban, estaban digitadas directamente desde el Departamento de Estado. De hecho, meses antes de que ganara la elección Frei Montalva, él hace un viaje desconocido, se reúne con el Departamento de Estado y le entregan una serie de directrices. Él regresa, la campaña es financiada en gran medida por EE.UU. Todos sabemos que hay dos millones de dólares aportados a la campaña de Frei a través de la CIA. Pero son muchos más, aproximadamente 25 millones de dólares, los que son canalizados a través de Adveniat, un obispado en Alemania que operaba en Chile a través de un organismo al que los chilenos le tienen mucho respeto, pero cada vez menos, ya que ahí trabajaban el señor Renato Poblete y un cura alemán de apellido Vekemans. Ambos eran operadores financieros de fondos provenientes de EE.UU. 

Habría que suponer que Frei Montalva estaba totalmente al tanto del proyecto Camelot. ¿O no tanto? 

-Mira, él estaba plenamente consciente de cuál era el apoyo que recibía desde el Departamento de Estado. Ahora, estos proyectos más clandestinos, como Camelot, operaban a otro nivel. Operaban a nivel de los servicios de inteligencia, a través de relaciones exteriores. Lo que intentaron hacer los gallos acá fue operar a través de las universidades. Es decir, penetrar las facultades de sociología y humanidades. En el libro hay personajes de la vida política actual de Chile, que siguen vigentes y que están involucrados en este caso por omisión, por no haberlo denunciado, como Ricardo Lagos. Es uno de los sociólogos a los que accedió el propio Nutini para traerlo hacia el plan. Lo rechazó, al igual que un conjunto de otros sociólogos, pero se quedó callado.

Estaba bien joven en ese tiempo…

Era jovencito, pero ya era una promesa enorme de la Universidad de Chile.

El caso estalla por denuncias de legisladores de izquierda de la época, ¿cómo es la reacción de los otros sectores políticos?

-Los que hacen la denuncia efectivamente son medios de comunicación de izquierda, especialmente El Siglo. Pero ellos no descubren el plan Camelot. Ellos tienen un agente operando aquí en Chile, Hugo Nutini, que empieza a reclutar estudiantes y sociólogos destacados de la Universidad de Chile y Católica. Cuando él filtra en exceso algunos de los documentos del plan y tiene la mala ocurrencia de hablar de montos de dinero con los cuales va a trabajar, se produce una especie de caja de resonancia y temores. Cuando esta filtración está todo esto a punto de convertirse en algo demasiado incontrolable, hay una operación de inteligencia para autodenunciarse. Son precisamente los parlamentarios comunistas los que denuncian esto a través de la Cámara de Diputados, y exigen una comisión investigadora. Pero si uno se da cuenta cuál es el resultado de todo este proceso, es invisibilizar el plan. A EE.UU. le basta con pedir disculpas y garantizar que esto nunca más se va a repetir, para que todo se olvide.

De todas las actas de esta comisión investigadora, una sola de las sesiones fue secreta, del 7 de septiembre. Yo tuve acceso a ella y lo que se plantea ahí es, “nosotros ya tuvimos conversaciones con los presidentes de todos los partidos políticos que tienen diputados, hemos llegado a un acuerdo, esto se acaba acá”. ¿Por qué aceptan los partidos? Porque la CIA y la DIA alimentan con documentación secreta a sus agentes, pueden sacar a colación una cantidad de pecadillos que le harían mucho daño a todos los partidos del espectro político. Entonces, hay un acuerdo de bajar el tema. 

Dauno Totoro fuera de la exembajada de Estados Unidos. Foto: Emilia Rothen

Hablemos de Nutini. Este personaje que es una mezcla entre chivo expiatorio, pero al mismo tiempo clave en la instalación de Camelot. ¿Cuál es el papel que le atribuyes en términos históricos?

-Ahí hay una de las claves de la novela. Él es el encargado de hacer las primeras aproximaciones con los sociólogos chilenos ¿Por qué él? Bueno, porque es un antropólogo de origen chileno, mantiene una serie de vínculos a través de su profesión. Extrañamente, llevaba trabajando hace tiempo ya en las comunidades mapuches en el sur. Nutini trae camuflado el plan y viene con el respaldo de muchas universidades. En el fondo, viene a engrupir. Cuando el caso estalla, el gobierno de EE.UU. da a entender que este señor estaba operando de manera solitaria. Que era un bombero loco. Se le cargan todas las culpas a Nutini, es declarado persona non grata y desaparece del mapa. Pero no es hasta el final del libro que te das cuenta que no desaparece del mapa, porque él es un agente del departamento de Defensa. Nutini trabaja para SORO (Special Operations Research Office), una organización militar de EE.UU. Con el tiempo se convierte en un antropólogo muy prestigioso, en Pittsburg primero y luego en México.

También hay un periodista mexicano que va urdiendo la trama. ¿Es real?

– Aquí ya entramos a las herramientas de la novelística. Este personaje recurre a los métodos de investigación más clásicos. Él regresa al corcho en la pared, a los hilos de color, a los alfileres y va reconstruyendo la historia del Plan Camelot hasta nuestros días. En el fondo, la novela es un homenaje al periodismo de investigación. 

Está inspirado en ti.

– Bueno, sí. Siempre los personajes tienen una carga del autor. Pero yo necesitaba que este periodista se dedicara por completo a tejer esta red y llegar a conclusiones. Por otro lado, hay un personaje que nos permite unificar todo el proceso de 55 años, que es este muy misterioso CGSP. Él es vital. Es el hilo conductor que nos permite ir trenzando esta maraña. 

¿Él es real?

-Él tiene una base real y, para mí, él es el protagonista de la historia. 

SALTO A LA ACTUALIDAD

Hay algunas cosas que se dan por azar. En una parte del libro, el protagonista está ojeando algunos documentos, de manera media desinteresada, y de repente se topa con el nombre de Nutini. Y ahí le cae la teja.

– Exactamente. En la investigación ese tipo de cruces azarosos se da. A este periodista le pasa un poco lo que me pasó a mí con el caso. Efectivamente, a mí me llamó por teléfono, ya hace bastantes años, María Maluenda, diputada comunista en la época, y me hizo entrega de miles de documentos que ella había atesorado desde entonces. Ella me pasó una mochila pesadísima antes de morir. En ese momento no entendí. Revisé todos estos papeles y al principio me costó muchísimo entender de qué se trataba. Además, eran páginas sueltas y yo intentaba entenderlo, pero me costaba mucho. Muchos periodistas de investigación se quedan hasta ahí. Pero siete años después, me pongo a investigar sobre todo este asunto de las fake news, la nube y el robo de la información personal, Google, Cambridge Analytica. Me hace click y regreso a esa caja, empiezo a escarbar, ordeno esa información y surge la trama.

¿Cuál es la relación entre estos hechos que suceden hace más de 50 años y la situación actual? 

-Nosotros vivimos inmersos en una burbuja de contexto. Estamos convencidos de que el universo de la información que manejamos o de los vínculos sociales que tenemos son los que están contenidos en una burbuja que hemos construido a través de la información que exportamos de nosotros a través de nuestras búsquedas en internet, nuestras compras con tarjetas de crédito, nuestras visitas al médico. Eso es lo que pasó en EE.UU., cómo puede ganar Trump si era imposible que ganara Trump. Esa burbuja que es fabricada es súper importante, porque en definitiva dan vuelta una elección, porque no se trata solamente de analizar un plano, si estás a la derecha o a la izquierda del espectro político, sino que hay millones de otros elementos que te definen como consumidor. Y si apuntas hacia los indecisos, manipulas sus temores, sus deseos, sus intereses, los transformas de forma tal que esta burbuja se desplace hacia posiciones que sean las que a ti te convienen. 

Lo que antes se hacía con papel, lápiz y casilleros de preguntas múltiples, hoy se hace de forma instantánea. Nosotros solemos creer que los grandes avances en la ciencia se dan en un garage con unos tipos medios nerds que escuchan a Nirvana con computadores hechizos. Ese es el mito, porque todos los grandes avances tecnológicos y en ciencias de la cibernética se dan en ARPA. 

Pero la diferencia es que antes operaba fuera de EE.UU. y ahora dentro. Pasó con Trump y en Inglaterra operó de manera similar con el Brexit ¿Lo ves así?

-Claro, porque en estos momentos lo que importa es el individuo. Es el producto de mayor valor. Si tú acumulas información y la utilizas, puedes modificar los patrones de conducta de consumo, políticos, éticos, morales, los gustos. Todo lo puedes modificar y amañar. Eso vale para todos los habitantes de este planeta. Por eso, yo planteo que el único enemigo de este sistema es el anónimo, es el gallo que está afuera, el que no está en la red. ¿Sabes quiénes son los más peligrosos? Los que están en la red, que puedes identificar y, de repente, desaparecen. El gallo que dejó de usar tarjetas de créditos, que empezó a usar la plata al contado y la tiene bajo el colchón, el que no tiene celular, no tiene redes sociales. Lo que ellos necesitan es gente súper manipulable, que sea muy clara y transparente en el uso de las tecnologías que permiten la acumulación de información.

¿Cuál es el rol que le cabe a la política en un mundo como este, donde todo se volvió más calculado y pareciera que las ideas no importan mucho? 

-Es la gran involución de la política mundial. Es decir, es bastante útil para que una marca tenga más ventas. Pero esa es una fracción mínima, uno de los subproductos menos importantes de todo esto. Esta información me permite modelar el mundo. ¿Y quién lo hace? ¿El gobierno de EE.UU. acaso? ¿Trump? Yo creo que no. Esto es mucho más oscuro. La corporación RAND tiene muchísimo más poder que el gobierno. Ahí circulan las principales mentes de los distintos ámbitos de la cultura y la ciencia. Ahí tienes operando a Fukuyama Henry Kissinger y una antropóloga como Margaret Mead, es decir, a grandes personalidades que van determinando cómo opera el mundo político. ¿Quién conoce la corporación RAND? Muy pocas personas. Yo invito a la gente que se meta a investigar qué es la RAND y qué es ARPA, que ahora se llama DARPA. Y te darás cuenta que los verdaderos centros de poder no están en la Casa Blanca, ni siquiera en el Pentágono ni en Langley. Las verdaderas fuerzas políticas están en estas corporaciones.

He notado que le das mucha importancia al individuo, pero ¿quedan desalojados los proyectos colectivos de todo esto?

-Yo no creo que estén completamente desarticulados los movimientos sociales, pero creo que es súper importante que haya conciencia plena de cuáles son los mecanismos de control que existen. Las grandes compañías telefónicas están incorporando elementos del feminismo y la ecología. Lo mismo hacen las marcas de ropa. Así como fue el Che en su momento como ícono, ahora es la mujer empoderada. Cuando ellos cooptan los mensajes importantes para el movimiento civil es cuando se hace peligroso. Cuando empiezan a manipular la información y tu mente. Los movimientos sociales tienen que entender cuál es su territorio, autoprotegerse de la manipulación y ser súper conscientes que no hay forma más eficiente que trabajar a nivel territorial.

Pareciera que EE.UU. tiene un descampado para avanzar sin oposición. ¿Hay resistencia a esos mecanismos de control?

-Los megaconflictos a escala planetaria, el choque de imperios, si tú quieres, o el choque de hegemonías, se están dando hoy entre EE.UU. y China. Esta famosa Guerra Comercial a la cual el ministro Larraín nos invita a rezar para que se acabe. Aquí lo que está chocando son modelos hegemónicos que operan en el mismo plano. Yo estoy convencido que los chinos tienen su propia red o estructura de cooptación y análisis de información respecto de sus ciudadanos. Intentan, del mismo modo que lo hacen las corporaciones norteamericanas, penetrar el mundo. Lograr una suerte de hegemonía en ciertos territorios. Los chinos están muy metidos en África, por ejemplo. Gran parte de la explotación de recursos naturales en África es producto de la actividad china. Ellos son los grandes osos que se están dando zarpazos. Nosotros tenemos que pelear por debajo de eso. Los territorios nuestros son pequeños, pero no podemos hacernos los lesos de esta manipulación. Ser lo más críticos posibles a la hora de recibir información y entregar la menos posible. 

Uno de los sectores políticos que ha utilizado la Inteligencia Artificial y las redes sociales es la ultraderecha. ¿Hay que tenerle miedo a ellos?      

-Las herramientas tecnológicas son un avance. Son criaturas de la imaginación y de la capacidad de la mente humana, sin duda. No hay que tenerle miedo a esa tecnología, sino en manos de quién está y cuáles son los objetivos que persigue. Nunca hay que olvidar que el miedo es una de las herramientas principales en la manipulación de las voluntades. Si tú quieres mover de un lado hacia otro la balanza de poder, el miedo es una herramienta híper útil. Es un instrumento para motivar las transformaciones de opinión. También están los deseos y las pulsiones. Pero el miedo es fundamental. 

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