Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

22 de Octubre de 2019

Un desafío llamado “nuevo” pacto social

"Ninguna de las demandas expresadas hoy en la calle es nueva, pero el sistema político no ha logrado o querido procesarlos adecuadamente. El problema es que más de un país está enfrentando las mismas dificultades, sin respuestas sencillas a mano", escribe Emmanuelle Barozet.

Emmanuelle Barozet
Emmanuelle Barozet
Por

Emmanuelle Barozet

Profesora titular, Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile
Investigadora COES – Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social
[email protected] | www.coes.cl

Desde un punto de vista histórico, podríamos hablar de “pacto social” a secas, pues no existe un “antiguo” pacto social que derrocar, entendido éste como acuerdo entre los distintos sectores de la sociedad, a menos por supuesto que la transición pactada pueda ser torcidamente considerada como un pacto (pero no social). No se alcanzó tampoco a cerrar el debate en torno a una nueva constitución en los años recientes, por lo que no ha habido en Chile algo equivalente a un “contrato social” a lo Rousseau acordado por un gran número de actores, incluidos los sectores menos privilegiados.

En realidad, el pacto social antiguo al cual se refiere el llamado de los representantes de la sociedad civil fue el pago de la deuda social al final de la dictadura y en los primeros años de la transición hasta mediados de los años 2000, que se centró en la superación de la pobreza, el empleo, la vivienda y la educación, es decir una inversión fuerte en esos sectores de parte de la Concertación, pero sin tocar los fundamentos del modelo y por lo tanto sin reducir la desigualdad. Sin embargo, claramente ese relato y ese acuerdo se agotó y en 2011 y termina por reventar hoy.

Cabe romper la forma en que, en los últimos años, se ha definido la forma de tomar acuerdos políticos. Éstos se han limitado a una toma de decisión de parte de la élite económica y política. Recordemos la debilidad de los sindicatos o el hecho que no son transversales y por lo tanto pesan poco sobre las remuneraciones o las condiciones laborales del conjunto de la sociedad. Finalmente, el sistema de impuestos en Chile es regresivo, uno de los casos más extraños a nivel mundial.

Un número importante de personero-as y organizaciones de la sociedad civil está llamando a ese nuevo acuerdo o nuevo pacto social, ampliamente difundido en internet y firmado por reconocidos actores de la vida social y académica. En este llamado, se hace ver lo complejo de la situación, particularmente frente a la debilidad del sistema político y la poco adecuada respuesta del gobierno hasta el momento. Otro problema tiene que ver con que este estallido por ahora no tiene cabeza, pero sí existen representantes de la sociedad civil que abogan por un cambio desde hace tiempo y que ahora pueden aunar sus voces. El silencio del mundo empresarial hasta el momento era de esperarse, pero éste debe ser parte del diálogo.

Podemos en todo caso contestar que no se trata de demagogia por parte de quienes demandan reformas. De parte de quienes han esbozado alguna respuesta en esa dirección desde el gobierno, claramente es una vez muy tenue por ahora, particularmente cuando la primera respuesta es sacar a los militares en la calle. Pero el gobierno no tiene la mayoría en el parlamento, por lo que deberá negociar. La parte más compleja es la negociación con las grandes empresas nacionales e internacionales. Recordemos que el tipo de capitalismo que tiene Chile no es un capitalismo abierto, sino que como señalan varios autores, un capitalismo jerárquico y familiar, con una fuerte dosis de monopolio.

Por lo tanto, al hablar de nuevo “pacto social” en realidad, cabe pensar en una forma de generar un diálogo amplio y un conjunto de reformas que limiten la desigualdad, ecualicen las condiciones entre chilenos, mejoren drásticamente sus servicios sociales y revitalicen el alicaído sistema de representación en Chile. Y esta vez en conjunto con amplios sectores de la sociedad. La pregunta es hoy cómo resolver la mala calidad de vida y donde ponemos el punto mínimo sobre lo que es una vida en condiciones dignas. Ninguna de las demandas expresadas hoy en la calle es nueva, pero el sistema político no ha logrado o querido procesarlos adecuadamente. El problema es que más de un país está enfrentando las mismas dificultades, sin respuestas sencillas a mano.

Lo seguro es que hace rato que se pide dicho “nuevo pacto”, pero esta vez no podrá tener la forma de una Comisión Presidencial donde está presente solo la élite política, económica y académica. Deberán sumarse muchos más. También es el momento de revitalizar el debate sobre una nueva constitución, esta vez discutida y votada en democracia, para todos y todas. Aunque fuera demagógico, es necesario planteárselo.

Notas relacionadas