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Entrevistas

10 de Noviembre de 2019

Nicolás del Caño, diputado argentino: “No hay una fuerza política parlamentaria que exprese las demandas de la movilización en Chile”

Cordobés, hincha de Belgrano y trotskista. A sus 39 años, Nicolás del Caño ya ha sido candidato presidencial dos veces en Argentina por el llamado Frente de Izquierda, el conglomerado que se ha posicionado con más fuerza a la izquierda del peronismo. Actualmente es diputado de la provincia de Buenos Aires y el martes llegó a Chile para recopilar antecedentes sobre la violación de los Derechos Humanos y llevarlos al parlamento trasandino para levantar una campaña internacional de solidaridad. En conversación con The Clinic, analiza el estallido social de nuestro país y asegura que "la factura que se está pasando acá no sólo es a la derecha, también a políticos de la Concertación".

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Nicolás del Caño llega rodeado de un grupo de jóvenes que lo asisten en sus distintos recorridos por Santiago. Temprano en la mañana visitó el Liceo 7 de Santiago, lugar donde recientemente fueron heridas con perdigones dos estudiantes tras un brutal ataque de Carabineros.

Los días anteriores sostuvo reuniones y recolectó informes de la Comisión Ética contra la Tortura, la Cruz Roja, la casa memoria José Domingo Cañas. También conversó con trabajadores del Hospital Barros Luco y el viernes se trasladó hasta Valparaíso, donde participó de la marcha.

-¿Qué conclusiones has podido sacar durante estos días en Chile?

Me he reunido con organismos de Derechos Humanos, con la intención de conocer de primera mano los datos sobre los heridos, detenidos, muertos, información sobre tortura y la violación a los Derechos Humanos que se está dando en Chile. La prioridad nuestra es que se pronuncie el parlamento argentino, llevar todos estos datos a los organismos de DD.HH. en Argentina y poder hacer una campaña internacional de solidaridad y de denuncia a toda esta situación que se está viviendo con una violación a los DD.HH. que es enorme, o sea, estamos viendo hechos muy graves desde el momento en que Piñera sacó a los militares a la calle hasta el día de hoy.

Toda la información que nos han pasado realmente es muy valiosa. Ellos nos han planteado la importancia que tiene el hecho de que se pueda hacer una campaña internacional que denuncie esta situación de violencia institucional, represión y tortura, que se ha generalizado durante estos días de movilizaciones multitudinarias. Para ellos sí hay violación sistemática de los Derechos Humanos en Chile. Eso me lo dejaron bien claro.

-¿Qué me puedes decir sobre las causas de este estallido social?

Estuvimos conversando con trabajadores de la salud del Hospital Barros Luco y ellos comentaban el mismo reclamo que se ve en la calle. Que Piñera se vaya, porque no ven una salida con este gobierno. No es un reclamo puntual, el movimiento lo definió así: no son 30 pesos, son 30 años. Uno puede encontrar muchos motores o motivaciones de las protestas, pero todos confluyen en los pilares del denominado modelo chileno: la desigualdad; las jubilaciones, el robo directamente a los trabajadores que aportaron toda su vida y que no alcanza para subsistir; la salud que es totalmente deficitaria y muchas veces inaccesible para los sectores populares por la cantidad de meses que hay que esperar para una intervención quirúrgica; la educación pública, que pese a que el movimiento estudiantil logró algunas concesiones, siguen habiendo fuertes reclamos en ese sentido; me parece que eso es lo que están planteando los movimientos de lucha. Las organizaciones sindicales están llamando a una huelga general para terminar con este Gobierno y plantean una Asamblea Constituyente que sea verdaderamente libre y soberana, y que pueda discutir y resolver las demandas del pueblo trabajador.

-¿Qué te ha parecido la respuesta del gobierno a este movimiento, por un lado, la llamada agenda social, y por el otro, un paquete de medidas para fortalecer la seguridad y el orden público?

Creo que el Gobierno responde con dureza, con una represión que multiplica e impulsa desde el Estado. La agenda denominada social es completamente limitada, no cumple con la expectativas de las mayorías populares que se movilizaron estos días. Eso también lo pudimos palpar en muchas conversaciones que hemos tenido, en manifestaciones a las que hemos asistido y charlando con jóvenes y trabajadores de distintos lugares, quienes te dicen: “No es lo que estamos pidiendo”. Parece que hay mucho de burla a los reclamos populares. Que Piñera diga que también había estado en la marcha, te demuestra que se burla del pueblo.

Piñera tiene una agenda represiva que ha sido rechazada por la mayoría de los sectores de oposición, que más bien siempre son bastante “oposición a su majestad”. Son sectores que no quieren sacar los pies del plato de este régimen político heredero de la dictadura de Pinochet. Hasta esos sectores se están oponiendo a esta agenda represiva. Teniendo en cuenta que sólo un 9% de la población apoya a Piñera según las distintas encuestas, o sea que el 90% lo rechaza, demuestra que más allá que exista o no un reflujo en la cantidad de gente durante algunos días de manifestaciones, el movimiento persiste y el reclamo está latente. El rechazo a Piñera es muy fuerte y por eso su última respuesta es represiva.

-Hace algunos días, Cristina Fernández aseguró que el “modelo de sociedad” que quiere vender Macri “termina como lo que le está pasando a Chile”. ¿Cuáles son los paralelos que ves de la situación chilena con la argentina?

En realidad, si uno mira, la pertenencia de clase directa entre Macri y Piñera los hace semejantes. Son de las familias empresarias más ricas, cada uno en su país. En Argentina se llamó “el país atendido por sus dueños”, porque inclusive muchos de los ministros eran empresarios o gerentes de empresas que estaban del otro lado del mostrador, en áreas donde tenían intereses de sus propias empresas y creo que toda la derecha nos intenta vender el modelo chileno como el ejemplo a seguir. Por supuesto que Macri lo hizo.

Del Caño en la marcha de Valparaíso

En Argentina, hubo avances en el neoliberalismo que nunca retrocedieron, como las privatizaciones que hizo Menem, que se mantienen hasta el día de hoy y que lo sufrimos con las tarifas. Bajo el Kirchnerismo se le dieron subsidios millonarios a las empresas privatizadas de servicios públicos, como la luz, el gas y el transporte. Y con Macri se aplicaron brutales tarifazos. O sea, ellos nunca pierden. Está también la precarización del empleo con cláusulas de flexibilización laboral y algunas de las leyes que se mantienen de los ’90. Sin embargo, el estallido durante el gobierno de De la Rúa, la movilización popular que lo tiró abajo en el año 2001 generó un plafón diferente en muchas cuestiones. Hay una enorme pobreza estructural en el país. Lo que discuten los partidos del sistema es si hay un 35% o un 25% de pobres. Y hay promesas completamente falsas como la que hizo Macri de que iba a eliminar la pobreza, en cierta forma, emulando el modelo chileno y esa idea que perduró durante 20 años de si a los muy ricos les va muy bien, a los pobres les puede llegar algo. Pero esta explosión en el modelo chileno demuestra que es agobiante para las mayorías populares que tienen que sufrir el empleo precario, los bajos salarios, no poder sobrevivir cuando jubilas. Es decir, hay similitudes.

Pero hay puntos donde se difiere. La educación en Argentina es pública y gratuita. Esa es una conquista que costó una enorme resistencia de la comunidad educativa, de estudiantes, docentes, del pueblo en general. Si bien hay un presupuesto que se va achicando por el pago de la deuda y la fuga de capitales, donde se benefician los grandes grupos económicos y los especuladores, cada vez hay menos plata para la educación y la salud pública. Pero es una conquista. A pesar de las condiciones de deterioro y precarización, son los trabajadores los que le ponen el cuerpo todos los días y sostienen la educación y la salud pública.

-Hace algunos años parecía que se abría en Latinoamérica un ciclo de gobiernos de derecha con las elecciones de Macri, Bolsonaro y Piñera. Sin embargo, pareciera que todo ese cuadro se está desmoronando rápidamente. ¿Cuál es tu lectura al respecto?

La visión que tengo es que se intentó plantear que podía haber una derecha con hegemonía en América Latina. Conformar una tendencia de largo alcance, que no fuese coyuntural o de un período. Pero en Argentina se expresó un rechazo, de manera distorsionada, votando a una coalición política de la que forman parte muchos de los que votaron todas las leyes de Macri. Que fueron los cómplices necesarios del brutal ajuste. Pero los sectores populares rechazaron las políticas de Macri. Bolsonaro tiene una fuerte crisis política, crece el rechazo a sus llamadas medidas estructurales, como las reformas previsional y laboral. Me parece que al contrario. Las fuertes movilizaciones de Ecuador, lo que vemos en Chile hoy, Haití, Honduras, Nicaragua. Hay fuertes movilizaciones del pueblo trabajador que están expresando otra tendencia.

Esta nueva situación plantea la necesidad de fortalecer una alternativa anticapitalista y socialista en América Latina, porque tampoco los gobiernos llamados post-neoliberales fueron alternativas superadoras de lo que son los gobiernos de derecha. Por algo se dio esta alternancia, porque no fueron con un planteo de cambios políticos de fondo, sino una reforma cosmética, un parche a este régimen social basado en la apropiación de toda la riqueza por un pequeño puñado de grandes grupos económicos, terratenientes y banqueros en desmedro de las grandes mayorías.

-Pese a que se desarrollan grandes estallidos sociales y políticos, pasa que no necesariamente hay un correlato electoral directo con lo que tú llamas alternativas anticapitalistas. ¿Por qué crees que pasa que ocurre? ¿Qué tan gravitante es la cooptación ejercida por los sectores más moderados?

Es un proceso que tiene que madurar. Lo que pasó en Argentina fue una gran operación hecha por dirigentes sindicales, diputados y gobernadores peronistas, que le dejaron pasar todo a Macri sin hacer absolutamente nada. Hasta ayer muchos eran macristas y hoy están con el Frente de Todos, el peronismo. Fue una gran operación en el sentido de generar una ilusión de que se pueden compatibilizar los intereses del FMI, de los banqueros y los grandes grupos económicos, con la mayoría del pueblo, los jubilados y los trabajadores. Esa es una experiencia que está por verse. Dependerá de esa experiencia cómo actuemos quienes bregamos por una alternativa socialista y anticapitalista para poder confluir con esos sectores que hoy tienen expectativas. Al menos, en Argentina.

Yo creo que en Chile es diferente. La factura que se está pasando acá no sólo es a la derecha, también a políticos de la Concertación. Hay un contrapunto con el Frente Amplio y el Partido Comunista que hoy están buscando una reformulación, dentro del mismo marco institucional, de este régimen heredero de la dictadura. No obstante, si uno ve las movilizaciones aquí, los reclamos, los planteos, no hay una fuerza política parlamentaria que exprese esas demandas. Al menos, lo que yo he podido ver.

¿Qué tan importante es para ti una nueva Constitución como demanda?

La Asamblea Constituyente primero tiene que ser sobre la base de terminar con el gobierno de Piñera y con el régimen que ha sostenido el denominado modelo chileno. Una AC que pueda discutir absolutamente todos los temas de primera necesidad para los jubilados, los trabajadores, los jóvenes, todo el pueblo de Chile. Que discuta el problema del cobre, como terminar con ese negociado de los sectores privados y que toda esa riqueza vaya para las mayorías populares. Eso se puede discutir y resolver en una AC, no hacer una Constitución o una enmienda constitucional que sea un parche. Eso sólo se puede llevar adelante con una fuerte movilización, pero al mismo tiempo con una organización que hay que construir. Organizaciones demócraticas, desde abajo y de los trabajadores que puedan ser los sostenes de esa AC. También una fuerza política propia de toda la clase trabajadora y el pueblo que pueda plantear este horizonte y estas perspectivas, que hoy no lo sostiene nadie. Esa fuerza que tenga la capacidad de ser parte de un engranaje de la movilización es la organización que hay que construir, una organización política que sea superadora de la izquierda tradicional de Chile, como el PC o el Frente Amplio.

-A propósito de los resultados que ha tenido el Frente de Izquierda, ¿han habido cuestionamientos a la vía parlamentaria que ustedes adoptaron?

El parlamento para nosotros es un lugar más desde donde nosotros amplificamos nuestro objetivo y nuestra política, que es desarrollar la movilización extraparlamentaria de la clase trabajadora y el pueblo, para justamente ir hacia un gobierno de los trabajadores. Nuestra vía no es “parlamentaria”, aunque participemos del parlamento, sino que lo vemos como una tribuna y como puestos de lucha para apoyar y desarrollar las movilizaciones. De hecho, una distinción del Frente de Izquierda, es que vas a ver a diputados y diputadas participando en esas manifestaciones, en la organización de los trabajadores y los sectores combativos, en el movimiento de lucha de las mujeres. Es una distinción nuestra no estar sólo dentro del recinto, sino también en la calle. Somos bastante leninistas en ese sentido.

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