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Entrevistas

14 de Noviembre de 2019

Manuel Antonio Garretón: “Presidente, se olvida que entre usted y el Congreso no suman demasiado”

Ricardo Cerda, CSD Colo Colo

El reconocido sociólogo y politólogo interpela al presidente Sebastián Piñera y al Parlamento, instituciones a las que considera carentes de legitimidad en el actual escenario de crisis social. En conversación con The Clinic, -y en el marco de un encuentro convocado por el Club Social y Deportivo Colo Colo-, Garretón se refirió a las violaciones de derechos humanos, la labor del INDH, al Consejo de Seguridad Nacional y a la presencia de militares y Carabineros en las calles. También proyectó lo que podría ocurrir durante los próximos días con el conflicto que remece al país.

Por

A sus 76 años, Manuel Antonio Garretón sigue más vigente que nunca; sus investigaciones en el campo de la sociología, le permiten tener una mirada amplia sobre el estallido social. Para comprender un poco más sus reflexiones sobre el actual escenario que enfrenta el país, el sociólogo y politólogo asistió este domingo al Estadio Monumental David Arellano, invitado por el Club Social y Deportivo (CSD) Colo Colo. Allí compartió con cerca de 400 socios, socias e hinchas del club popular su visión sobre la crisis en curso y la necesidad de reformar la Constitución. 

¿Usted cree que en la actual crisis se han dado violaciones sistemáticas de los DDHH?

-Uno piensa que hay una organización específica para violar derechos humanos y yo creo que eso no es así. Ahora, el uso sistemático de determinados mecanismos de parte de fuerzas del Estado para reprimir y violar derechos humanos, sí ha existido. Aquí no estamos en presencia de la DINA o de aparatos especiales del Estado constituidos para violar derechos humanos, pero los aparatos que el Estado, han violado sistemáticamente los derechos humanos.

Al parecer Sergio Micco, director del INDH, ha dudado de eso…

-Yo tengo una muy buena opinión de la persona de Sergio Micco y del INDH. Sin embargo, tengo la impresión de que era posible haber establecido una posición un poco más dura desde el comienzo, asunto que ha hecho en los últimos días endureciendo su posición. Y, de hecho, la cantidad de requerimientos que hay ante la justicia así lo prueba. Ahora, yo no habría hecho una declaración que después tengo que aclarar y donde además aparecía como indulgente. Fue contraproducente. Había que mostrar que sí había una represión sistemática. 

¿Y el rol del exministro del Interior Andrés Chadwick?

-Por supuesto que tiene una responsabilidad y el hecho de no haberlo cambiado inmediatamente es una prueba de que el gobierno se fía, en parte, de eso. También hay que tener en cuenta que Chadwick tenía antecedentes, a mi juicio, -y lo digo con toda franqueza-, muy oscuros sobre sus capacidades democráticas.

La vocera Karla Rubilar dijo que en Chile no hay violación sistemática de los DDHH…

-Hay más de cien personas afectadas por balines en sus ojos. Si eso no es violación de los derechos humanos, no sé qué es lo que es. Es un crimen perpetrado por cuerpos del Estado, que tienen otra función. ¡Tenemos el récord mundial de personas impactadas por balines (en sus ojos)! Entonces, creo que es una estupidez seguir negando eso y no tomar medidas al respecto.

¿El gobierno se está pisando la cola?

-Yo creo que el Gobierno es incapaz de gobernar. Estamos en una crisis muy importante en esa materia. El Gobierno ha mostrado que no entiende y que no va a resolver el problema. Resulta que sí era posible sacar la integración tributaria, sí era posible subir, aunque sea poco, el salario mínimo y sí era posible gravar las grandes riquezas. ¿Cómo esperaron que hubiera un estallido así? ¡Porque estaban aferrados a un modelo que se les desarmó! Como están aferrados a ese modelo, el Presidente sigue refiriéndose en su agenda a su programa de Gobierno¡ ¿Y a quién le importa su programa de Gobierno hoy día?! ESto lo digo, independientemente de que haya sido elegido democráticamente. El hecho que haya sido electo democráticamente no significa que no pueda perder legitimidad o capacidad de Gobierno.

-¿Cómo se sale de ese lugar?

El Presidente debe tomar en serio la demanda social, lo que significa que las reformas que se hagan sean estructurales y no solo signifique el traspaso de recursos del Estado. Significa que si vamos a mejorar las pensiones que sea un cambio radical en el sistema. Lo mismo en el sistema de salud. Es necesario resolver los problemas de la deuda estudiantil, no podemos seguir teniendo un sistema educativo, en el cual el 75% de la gente se educa en la educación privada y el 25% en la educación pública. Tiene que haber propuestas de solución rápida, pero que apunten a una transformación del modelo. Estrictamente eso.

¿Cómo logra manejo político?

Eso sucederá cuando el Presidente sea capaz de entender que la solución del problema político de este país, -necesario para reconstituir la relación entre política y mundo social o ciudadanía-, es una nueva Constitución, un nuevo ordenamiento político, que permita hacer las transformaciones en el modelo económico-social. Si él entiende eso y lo hace, perfecto. Si no lo entiende, esto va a ser un desgobierno total. Y en ese sentido, hay que proponer un mecanismo institucional que ligue la solución política con la ciudadanía

¿Qué ejemplo puede dar?

-Los países con régimen parlamentario o semipresidencial, cuando hay grandes crisis políticas tienen un mecanismo, que es el cambio del Gobierno vía elecciones que involucran a la ciudadanía. Es lo que hizo (Charles) De Gaulle, en mayo del ’68, en Francia, cuando con grandes movilizaciones en las calles y el país ingobernable, él disolvió la asamblea y convocó a elecciones. Y un año después convocó a un plebiscito y se fue. En este caso, Chile no tiene ese mecanismo. Entonces, o usted lo crea de inmediato, -lo que es muy difícil, porque hacer hoy un régimen parlamentario o semipresidencial toma más tiempo-, o hay que buscar otro mecanismo que ligue la solución política con la ciudadanía en las calles. En ese sentido, yo creo en una reforma constitucional que permita un plebiscito, que sirva para definir qué tipo de Constitución o qué tipo de mecanismo es necesario para alcanzarla. Al mismo tiempo hay que enfrentar el problema de la deslegitimidad de este gobierno, en el que, simplemente, propone algo y la gente se sigue manifestando. Entonces, habría que buscar un mecanismo institucional, en que la ciudadanía se pueda pronunciar por la mantención del Gobierno o acortar el período o la posibilidad de un plebiscito revocatorio de mandato, como existe en muchas otras partes. 

Todos los caminos llevan a la Constitución…

Todo esto supone una reforma constitucional y, por lo tanto, que las movilizaciones además de mantener las demandas en el orden económico-social, se concentre en pedir plebiscito ahora. Y ese plebiscito podría ser convocado por el Presidente, por el Congreso o por un número de ciudadanos. Damos una salida institucional, no solo para el futuro, sino a la crisis política actual, que involucra a la ciudadanía.

En el conversatorio con los hinchas de Colo Colo usted mencionó que hay un desgobierno. ¿Cuán cerca o lejos estamos de la anarquía?

A ver, si yo digo anarquía puedo demonizar las movilizaciones en las calles y no es el punto. Creo que si se sigue pensando que es posible resolver una violencia criminal, -que evidentemente hay que condenar-, pero entendiendo que aprovecha los espacios de un descontento generalizado y los espacios que, obviamente, se producen ahí. Las movilizaciones son todas pacíficas, pero por supuesto permiten y generan espacios para que grupos que buscan otra cosa hagan violencia, que también le hace mucho mal al movimiento mismo. Si se cree que se va a resolver eso sin resolver los problemas que tienen que ver con el orden económico-social y con el orden político, que es por lo que la gente está en las calles, entonces están totalmente equivocados. Y lo que vamos a ir viendo es la profundización de las soluciones represivas o a procesos de descomposición, que van a hacer que en un año más tengamos de nuevo una crisis como ésta. La única salida posible es la salida institucional, que vuelva a ligar el mundo político con una ciudadanía que no cree en él.

Militares, Carabineros, vándalos, orden público y Cosena

¿Qué le provoca la sola idea de que los militares vuelvan a la calle?

Rechazo absoluto a los militares en las calles, en términos generales, para reprimir. La posibilidad que puedan ubicarse en sectores determinados, para impedir saqueos y violencia controlados, yo creo que puede ser perfectamente posible. Pero no una declaración de Estado de Excepción, que en el fondo hace que los militares en vez de haber impedido los saqueos y los incendios, estaban obligados a reprimir en las calles, asunto que ellos mismos, curiosamente, no querían. Porque cuando el Presidente dice, delante del comandante Iturriaga, estamos en estado de guerra, eso es decirle a un militar “salgan a matar” ¡Y eso significa la guerra! Entonces, es una imbecilidad. Yo habría hecho, quizás, una acusación constitucional, pero que no sirve para nada porque no involucra a la ciudadanía. Esa es mi crítica. En síntesis: diría militares en las calles no. Si es necesario, militares en determinados lugares para resolver y evitar problemas de saqueos y violencia, que atentan contra la gente misma, eso tal vez puede ser. Pero no Estados de Excepción con militares en las calles.

¿Cómo evalúa el accionar de Carabineros?

Creo que aquí se recurre a un concepto recurrente que es el de protocolo. El punto es saber quien determinó esos protocolos, porque los protocolos que hoy día se siguen están violando derechos humanos y son contrarios a los establecidos en el orden internacional. Entonces, por supuesto que el rol de Carabineros es resguardar el orden público y por supuesto que es también una labor de inteligencia que no ha realizado, porque no es posible lo sucedido en los saqueos del Estado de Excepción o la quema de 16 estaciones de Metro y no se sepa quienes fueron. Eso revela una crisis de la capacidad del Estado para establecer el orden público, que es una de sus funciones principales. Pero eso no significa que establecer el orden público sea reprimir o violar derechos humanos como usar balines para destruir la vista de la gente. O sea, atentar contra la condición humana de la gente.

¿Queda en entredicho el orden público?

El orden público consiste, fundamentalmente, en asegurar que no se cometan crímenes o delitos en el espacio público. Y significa garantizar la libertad de expresión pacífica y de organización de la gente. Y no hay que confundir orden público con paz social. Yo creo que hay que reconstituir y asegurar el orden público, pero la paz social, si eso puede venir alguna vez, solo va a venir de una transformación radical del modelo económico-social y de la creación de un sistema político, que permita la revinculación entre política y ciudadanía.

¿Cómo califica el llamado al Cosena?

Una estupidez. Y de nuevo son de ese tipo de medidas de palos de ciego. Ahora, el primer llamado al Cosena, que yo sepa, tuvo la misma reacción que tuvo el general Iturriaga, que dijo “no estoy en estado de guerra”: el contralor (Jorge Bermúdez) dijo “esta reunión no tiene sentido”. O sea, desautorizaron al Presidente. No tenía sentido hacer la reunión del Cosena en estas condiciones, porque era de nuevo plantear un problema de seguridad nacional, cuando no es eso lo que está en juego. Si no, como bien le dijo el Contralor es un problema de orden público. Y eso no lo puede resolver el Cosena. Yo creo que el Presidente tiene un problema y es que no escucha, no se asesora bien, cree que hay que dar respuestas inmediatas que son las que se le ocurren y no entiende el sentido más estructural y radical del proceso que estamos viviendo. Y con eso, él mismo está evitando salidas institucionales. Insisto: tiene que proponer una salida institucional, que involucre a la ciudadanía en eso.

¿Qué se debe hacer con los vándalos?

La presencia de vándalos en las calles tiene que ser reprimida. Parece evidente, pero en eso consiste el orden público, básicamente eso. Pero de los vándalos, no de las movilizaciones

Acusación contra Piñera, eventual autogolpe y proyección de la crisis

Si tuviera a Piñera frente a usted, ¿qué le diría?

Permita una reforma constitucional, en la cual se establezca la posibilidad de plebiscito no solo para reformas constitucionales futuras, como está actualmente en la Constitución, ya que el plebiscito está permitido solo en el caso de reforma constitucional, que a su vez puedan definir sobre el mecanismo para una nueva constitución y pueda definir el destino de un gobierno, a menos que usted encabece la transformación y superación del modelo económico-social y la generación de una asamblea constituyente o de una reforma constitucional, con participación ciudadana. Si usted, Presidente, sigue diciendo que es el Congreso el que va a resolver esto, se olvida que entre usted y el Congreso no suman demasiado porcentaje de aceptación ciudadana, aunque hayan sido elegidos legítimamente. Relegitímense, generando un mecanismo que permita la solución política, a través de una participación ciudadana institucionalizada.

¿Qué opina de la anunciada acusación constitucional contra Piñera?

En ese sentido, a mí no me convence la acusación constitucional en el siguiente sentido: éticamente yo creo que es perfectamente aceptable y uno la puede suscribir. Pero políticamente yo creo que es un error, entre otras cosas porque no involucra a la ciudadanía en la solución, como la involucraría por ejemplo un plebiscito. Desde un punto de vista jurídico es perfectamente posible hacerla. Pero lo que digo es que debe haber una razón. Políticamente, no la justifico porque no involucra a la ciudadanía en la solución política del Congreso y el Congreso está de la misma manera que está el Gobierno o la Presidencia, sujeto a una situación de descrédito, de desconfianza y desprestigio. O sea, hay un problema de legitimidad, aunque sea un Gobierno perfectamente legítimo desde el punto de vista jurídico y legal, pero hay un concepto que es la legitimidad valórica y no solo instrumental. Hoy día hay una legimitidad legal, de facto, pero hay un conflicto respecto a la credibilidad y a la aceptación de esas instituciones.

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