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Entrevistas

20 de Enero de 2020

Rodrigo Gangas, cientista político: “La paradójico es que aún con una desaprobación histórica el Congreso siga aprobándole todos los proyectos a Piñera”

El analista especula sobre la imposibilidad de que el presidente interrumpa su mandato luego de conocerse que cuenta con un 6% de aprobación popular. Fustiga a los partidos políticos que siguen bailando al son de un gobierno cuestionado y advierte que, momentos de crisis como el que vive La Moneda, son funcionales a la aparición de nuevos líderes autoritarios.

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A pocas horas de la publicación de los lapidarios resultados de la Encuesta del Centro de Estudios Públicos, CEP, que otorga a la segunda administración Piñera un magro 6% de popularidad, analistas coinciden en que la narrativa presidencial y los impopulares dichos de sus ministros sobre “levantarse más temprano”, “ir a hacer vida social al consultorio” o “aprovechar de comprar rosas” fueron algunas zancadillas de una estrepitosa caída a la que se sumó el escalón final: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso”. Una serie de dichos que enfrenta hoy al mandatario a tres escenarios: hacer un desesperado pacto con la oposición, traspasar su aura a un nuevo líder o definitivamente renunciar.

Al respecto el cientista político Rodrigo Gangas estima que hubo un antes y un después entre esta serie de desatinos. “En los días previos al 18 de octubre uno podía apreciar esta desconexión profunda entre la clase política y la ciudadanía a través de este tipo de dichos. Algo que, hay que decir, no es una característica propia de estos ministros de la derecha porque la oposición también pecó de esta falta de empatía con la realidad de millones de chilenos cuando fue gobierno”, señala.

Si buen hubo antecedentes como las movilizaciones estudiantiles desde el año 2000, a las más masivas del 2006 y el 2011 que indicaban un alto nivel de crisis, la falta de empatía y total desconexión con la realidad alcanzaba momentos insostenibles cuando estos líderes aseguraron que “no lo vieron venir” o que no sabían “el dolor que causaba la desigualdad”.

A partir del estallido, Gangas identifica tres momentos que fueron agudizando esta falta de popularidad del gobierno. Primero el shock del estallido marcado por una reacción que marcó la posición venidera: “Cuando el presidente asegura que él se encontraba en guerra fue la definición de la manera en que pensaba abordar este asunto. Este enfrentamiento bélico es el que se cruza con las marchas masivas en la Plaza hoy llamada de la Dignidad y las recurrentes violaciones a los derechos humanos. En segundo lugar, el gobierno da paso a una fase más errática perdiendo todo control de su agenda se muestra desconcertado y alcanza un clímax el 12 de noviembre cuando realiza una intervención mediática muy rara en la que no dice absolutamente nada. En ese momento es cuando queda en evidencia que lo poco que va quedando de democracia y legitimidad corre un riesgo brutal”, advierte el profesor y director de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Un oficialismo desperfilado, una oposición pasiva

Es en este período cuando el presidente moviliza a los militares y manifiesta su momento de mayor debilidad. El tercer hito es el descalabro de sistema de partidos cuando se proclama un Acuerdo por la paz y se encapsula todo el descontento en la necesidad de una Nueva Constitución, restándole sentido político a la movilización. “Esto le devolvió algo de confianza al gobierno que lanza una agenda social fuertemente enfocada en asuntos de seguridad”, recuerda el académico.

¿Qué precedente sienta este nivel de baja popularidad no sólo del presidente, sino de las instituciones, que es el más bajo de la historia democrática reciente?
Es algo histórico porque el sistema político chileno ha transitado siempre sobre una idea de estabilidad importante en términos institucionales. Por otro lado, desde el retorno a la democracia las encuestas adoptaron un valor relevante acerca de lo que implica el apoyo o el rechazo de figuras de autoridad y otros temas de discusión. Esto ha marcado posiciones importantes en ese tipo de cargos y en períodos de elecciones. Cuando hablamos de este 6%, adquiere una relevancia particular ya que, en ese mismo atributo presidencial, se trata del principal legislador en torno al cual gira la figura ejecutiva del jefe de estado y el ejército. Así que una cifra de baja aprobación provoca una crisis en términos de autoridad que se expande al resto de los componentes del sistema político. Estos últimos tres meses han evidenciado aún más la crisis en otras instituciones según la encuesta CEP como la iglesia, las fuerzas armadas, carabineros, los partidos políticos y el congreso. La pregunta que sigue es cómo esperar que un presidente pueda gobernar el poco tiempo que le resta con tan insignificante apoyo, prácticamente solo y con un oficialismo desperfilado con complejidades dentro de su gabinete.

¿Cómo cree que ha ido mutando esa base de apoyo de la que el presidente se jactaba en la primera mitad de su mandato y que hasta hace un semestre ya era crítica con un 25% de aprobación?

-La base de apoyo del presidente Piñera son dos derechas: una muy piñerista, más extrema y cercana a la UDI que apoyó su proyecto contra la centroizquierda y que coincidía en la búsqueda de respuestas más enérgicas frente al estallido social. Una que quiere restar atribuciones democráticas y anhela los tiempos de una dictadura fuerte. Más cercana a la derecha de José Antonio Kast. La otra parte de sus adherentes pertenecen a una derecha más liberal enmarcada en un proyecto económico motivado por el crecimiento y que vio cómo, poco a poco, el gobierno de Sebastián Piñera se fue esfumando. Ese grupo se siente defraudado hoy en día. Otro elemento importante es que la gente se ha ido enterando de las violaciones a los derechos humanos y excesos en tiempo real y sin mucho espacio para dudas como pasaba en dictadura, algo que también ha incidido en la popularidad de carabineros, pero golpea fuertemente en la percepción del presidente quien no ha tomado decisiones relevantes para acabar con esta brutalidad y ha profundizado la crisis haciendo oídos sordos a las denuncias.

Algunos analistas proponen alternativas como fortalecer a la derecha en torno a la popular figura de Joaquín Lavín, intervenir el mandato de Piñera (ya sea con un nuevo gabinete, una alianza con la oposición) o bien llamando a nuevas elecciones. ¿Qué vías le suenan más concretas al respecto?

-En este tipo de crisis es común que aparezcan figuras populares como alternativas posibles. Es el caso de Joaquín Lavín que resultó muy favorecido en la CEP. No es algo que nos deba sorprender porque él está en campaña hace mucho tiempo, es cosa de ver sus apariciones en los matinales o los noticieros. Lo lamentablemente es que las apariciones en estos contextos de crisis resultan ser más autoritarias que las figuras salientes. Sin embargo, es difícil imaginar a Piñera saliendo del poder como los mandatarios cuestionados del resto de Latinoamérica. Nuestra realidad política no cuenta con mecanismos de revocación del mando y el peso institucional del presidencialismo es demasiado fuerte. Tanto así, que es una paradoja que con lo debilitada que está su aprobación siga enviando proyectos de ley en materia de seguridad y represión civil al congreso que incluso son aprobados, con una oposición férrea y todo.

En el caso de buscar alianzas con sectores de centro e izquierda, es probable que esa vanguardia la tome la DC instalándose a sí misma como una vanguardia salvadora en el proceso. Con todo, hay un hito importante al cual ponerle atención: el 2020 será un año lleno de elecciones regionales, comunales y constituyentes, de ellos el plebiscito de apruebo o rechazo en abril podría descomprimir la situación y permitir que Piñera administre con algo de sentido lo que le queda de mandato. Mi percepción es que el gobierno seguirá transitando por ahí y el sistema político será comparsa de este esquema como lo está haciendo hoy.

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