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29 de Enero de 2020

Chile a Mil: En medio de las protestas sociales se desarrolló uno de los festivales culturales más importantes de América Latina

"Durante los oscuros años de la dictadura de Pinochet nunca pudieron acallar a dramaturgos, actrices, actores y directores valientes que resistieron a las amenazas, pagando con la vida algunos de ellos. Basta recordar que en 1977 la compañía de teatro La Feria, creada por Jaime Vadell y José Manuel Salcedo, que ocupaba una carpa de circo donde se presentaba “Hojas de Parra” –basada en poemas de Nicanor- fue incendiada luego de la campaña iniciada por la prensa afín a la dictadura", escribe Fernando Ayala.

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Como ha ocurrido en los últimos 27 años, durante el mes de enero, en el verano austral chileno, se desarrolló el festival de teatro, danza, música y poesía llamado “Santiago a Mil”, que atrajo este año a 190 mil espectadores en sus 3 semanas de duración y se realizó en las principales ciudades del país con espectáculos en salas y en la calle. Este año su publico bajó por el estallido social y su programa tuvo que ser modificado parcialmente presentándose cerca de un centenar de funciones, de las cuales 38 correspondieron a compañías invitadas de países como Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Bolivia, Brasil, Chile, China, Cuba, Estados Unidos, Francia, Grecia, Haití, Italia, Líbano, México, Nueva Zelanda, Perú, Portugal, Suiza, Taiwán, Uruguay y Venezuela. 

¿Cómo se explica que, en medio de un estallido social de la magnitud del ocurrido en Chile y que aún no termina, se puedan presentar espectáculos artísticos, pagados y gratuitos junto a recitales de música sin que haya ocurrido el más mínimo incidente?  La respuesta está en la trascendencia de la cultura, tema que a los políticos y a los gobiernos le cuesta mucho entender o simplemente no quieren asumir, donde se abren espacios en los cuales se puede compartir, disfrutar y enriquecerse sin sentirse abusados por los precios de las entradas.  Es a través del arte y de las representaciones artísticas de calidad donde también se entrega un mensaje de dignidad y respeto a personas que, en muchos casos, este festival les ha permitido por primera vez en sus vidas presenciar una obra de teatro, o escuchar recitales de poesía o danza.  Estamos hablando de representaciones de calidad mundial porque por los escenarios de Santiago a Mil han pasado compañías como el teatro francés de Royal de Luxe, el Théatre du Soleil de Ariane Mnouchkine; o Alessandro Baricco, La Fura dels Baus, la Pequeña Gigante que reunió a miles de personas al pasearse por Santiago, sin olvidar que el último trabajo creado por la bailarina y coreógrafa alemana, Pina Bausch, fue producido especialmente para este festival, estrenado en 2010.  Por ello es que cada año se reúnen en las ciudades y barrios populares de Chile, programadores culturales provenientes de todo el mundo a ver y buscar obras para sus respectivos países. Mirado desde otra óptica, Santiago a Mil agrega valor a la ciudad, atrae turistas y contribuye a educar y elevar la cultura nacional.

Santiago a Mil, creado en 1994 por un reducido grupo visionario de mujeres y hombres vinculados al teatro, donde destaca su directora Carmen Romero, fue el resultado natural de los largos años de la dictadura de Pinochet donde la cultura y las artes eran consideradas subversivas y los creadores y artistas debían camuflar el mensaje para no ser objeto de la censura.  Cómo no recordar a mi amigo Andrés Pérez y La Negra Ester que, con su talento y creatividad, cambió el paradigma tradicional del teatro en Chile.

Durante los oscuros años de la dictadura de Pinochet, nunca pudieron acallar a dramaturgos, actrices, actores y directores valientes que resistieron a las amenazas, pagando con la vida algunos de ellos. Basta recordar que en 1977 la compañía de teatro La Feria, creada por Jaime Vadell y José Manuel Salcedo, que ocupaba una carpa de circo donde se presentaba “Hojas de Parra” –basada en poemas de Nicanor-  fue incendiada luego de la campaña iniciada por la prensa afín a la dictadura.    

Simbólico es el caso de la compañía chilena ICTUS, creada en 1955 y que nunca dejó de efectuar representaciones aun en los tiempos más duros del régimen pinochetista. El destacado actor y uno de los símbolos del teatro chileno, Nissim Sharim, me ha contado las innumerables amenazas que sufrió la compañía, él personalmente y su familia, por su trabajo constante, siempre en Chile, sobre las tablas.  Dramático y conmovedor fue el caso ocurrido en 1985, cuando en el entreacto de una obra de Mario Benedetti, “Primavera con una esquina rota”, le fue anunciado al conocido actor Roberto Parada, que había sido hallado el cadáver de su hijo José Manuel, sociólogo que trabajaba en temas de derechos humanos, junto a otros dos dirigentes comunistas, Santiago Nattino y Manuel Guerrero, degollados por agentes de Pinochet. Sin embargo, Parada, de larga trayectoria en los escenarios, cuando ya se había comunicado al público que la función se suspendería, decidió que había que terminar la obra por respeto al público que siguió hasta el final, con lágrimas en los ojos y conmovidos por la emoción.  Esa es parte de la historia del teatro chileno que debiera ser enseñado en los colegios a las nuevas generaciones.  Hoy Santiago a Mil educa a través de sus programas, invitados, creadores, artistas, talleres y ciento de miles de espectadores, logrando crear un espacio de cultura y paz.

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