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Que todo el territorio se vuelva feminista: Las asambleas de mujeres que agitan sus comunas

En varios sectores de la Región Metropolitana como Providencia, Macul, Conchalí, Puente Alto, y Las Condes, se han juntado y organizado agrupaciones de vecinas para visibilizar la violencia de género en sus territorios y para tener un espacio seguro y libre para expresarse. A las reuniones de las asambleas comunales llegan mujeres de todas las edades, profesionales, no profesionales, estudiantes, amas de casa y madres. En Conchalí, el foco de trabajo ha sido visibilizar la marginalidad de su territorio periférico. En Las Condes, las mujeres quieren irrumpir la normalidad con performances y talleres educativos, territorio que es conocido por no adherir a las manifestaciones socioculturales, y en el Barrio Brasil se quiere trabajar con la población de mujeres migrantes y trabajadoras sexuales.

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Tras el estallido social del 18 de octubre, han brotado por toda la Región Metropolitana organizaciones feministas que desde sus comunas han creado espacios independientes para juntarse, salir a la calle y manifestarse por un Chile más igualitario. El arte y la performance son los vehículos elegidos para hacer llegar sus mensajes. A través de coreografías, instalaciones artísticas y cacerolazos, las mujeres y disidencias sexuales visibilizan las problemáticas que existen al interior de sus territorios y la violencia, la cual dicen sufrir día a día.

La convulsión social, la emergencia de los cabildos y el poder del colectivo LasTesis han sido los ingredientes principales para que vecinas de comunas como Conchalí, Puente Alto, Providencia, Macul, Las Condes y Barrio Brasil se organicen y conformen grupos feministas. Son agrupaciones heterogéneas en edad, integradas por estudiantes, trabajadoras, profesionales, no profesionales, amas de casa, madres, casadas, solteras, y algunas personas de la tercera edad. En su mayoría son organizaciones interseccionales, es decir que representan también a las disidencias sexuales y de género, además de mujeres migrantes. Lo que más une a estas asambleas son las ganas de tener un espacio libre y seguro para poder hablar y sentir que alguien las escucha.

Danae Prado, periodista y vecina de Macul, junto a otra persona de la comuna convocaron dos semanas después del estallido social a un cabildo de mujeres. A la primera reunión llegaron 40 vecinas desde todos los sectores de la comuna. El mismo día decidieron conformarse como organización y seguir trabajando después del cabildo. Empezaron a reunirse una vez a la semana y a realizar actividades como ferias, talleres y reproducir la performance de LasTesis. La más joven del grupo tiene diez años y la mayor tiene más de 70, cuenta Danae. Ya son conocidas en el territorio como las Autoconvocadas de Macul. “Hubo una identidad inmediata porque había una necesidad de las mujeres de la comuna de organizarse y de hacer cosas, incluso de algunas que no se definían como feministas, pero que querían participar en una organización social de vecinas”, dice Danae.

  Las Autoconvocadas de Macul realizan talleres de autoformación feminista para las vecinas de la comuna.

Antes de la consulta ciudadana convocada por las municipalidades en diciembre del 2019, el grupo de Macul logró ingresar una pregunta en el cuestionario para poder instalar una Casa de la Mujer en la comuna, un espacio físico para poder realizar sus actividades. Sin embargo, la elección no las favoreció y fue la Casa del Adulto Mayor la que ganó la consulta.   

“Nos dimos cuenta de que necesitábamos un espacio seguro, incluso las mujeres que no se definían desde el feminismo. Es el tema de sentirse cómoda. En la primera reunión, cuando se presentaron, hubo compañeras que contaron que habían vivido violencia intrafamiliar, o algunas dijeron que habían vivido violencia estatal en la época de dictadura. Otras más jóvenes dijeron que les daba vergüenza hablar en espacios donde hay adultos porque sentían que las miraban feo por ser chicas. Nos dimos cuenta que ser solo mujeres y hacer política desde el feminismo hacía que pudiéramos estar más tranquilas”, dice Danae.

Migrantes y trabajadoras sexuales en Barrio Brasil

  La Asamblea Feminista de Barrio Brasil convocó a un cacerolazo en la plaza el 2 de marzo. Se pintaron dos pañoletas gigantes invitando a las mujeres a la marcha.

En el Barrio Brasil, tras la invitación a la primera asamblea mixta del barrio – semanas después del estallido – vecinas de la comuna quisieron conformar un grupo separatista al sentir que sus demandas no estaban siendo recogidas por las asambleas convencionales. “Muchas de las mujeres no se sentían cómodas en espacios abiertos y mixtos porque reproducían esta violencia patriarcal”, cuenta Alejandra Gálvez, traductora y participante de la Asamblea Feminista Barrio Brasil. El principal objetivo de la organización es visibilizar esta violencia de género y combatir el patriarcado, agrega Alejandra.

El jueves 5 de marzo, la mencionada asamblea invitó a todas las mujeres de la comuna a acercarse a la plaza y crear una instalación de calzones y sostenes usados. El objetivo era que las vecinas compartieran un relato sobre micromachismos o acoso callejero, o escribieran consignas feministas. “No seas marimacho”, “¿Qué hacía sola tan tarde?”, “¿Por qué se cortó el pelo tan corto? Me gustas más con pelo largo, déjatelo crecer”, “No es no, ¿qué parte no entendiste la N o la O?”, son frases que se podían leer en algunos papeles colgados entre medio de sostenes o calzones pintados de rojo simulando sangre menstrual.

  En el Barrio Brasil, la asamblea de mujeres armó una instalación con ropa interior usada de mujeres del sector. Entre medio de los calzones y sostenes, colgaron mensajes de micromachismos o consignas feministas. Foto de Paulina Guevara.

La misma semana la asamblea llamó a un cacerolazo de mujeres en la plaza principal donde pintaron dos pañoletas gigantes, una verde y una morada, ambas relacionadas con la marcha del 8 de marzo. Al lugar llegaron varias personas del barrio, pero no llegaron vecinas pertenecientes a la comunidad de migrantes. “Ha sido súper complejo articularnos porque este territorio es complejo. La población migrante acá es harta. Hay muchas colombianas, peruanas, y haitianas. De hecho, hay una o dos escuelas para chicas haitianas y hay una problemática cultural con esas chicas. La idea es llegar a ese punto y visibilizar esas violencias, ¿por qué no estamos llegando allá? Acá la población migrante no se acerca porque tienen trabajos extenuantes y jornadas muy largas. ¿Cómo llegar a ellos?, esa es una de nuestras preguntas”, dice Alejandra.

Otra problemática del Barrio Brasil tiene que ver con el comercio sexual y el consumo de drogas. Alejandra reconoce que en el sector hay muchas trabajadoras sexuales pero que tampoco han logrado llegar a ellas. En este sentido, se pregunta “¿Cómo hacemos para llegar a ellas sin estar bajo el sesgo de ‘venimos a hacerles una intervención’? Hay mujeres que realmente necesitan este trabajo. Tampoco queremos ser invasivas porque claramente hay un problema con eso. Pero estamos con los brazos abiertos. Siempre estamos dispuestas a recibir a alguna mujer que quiera trabajar con nosotras”.

La autoformación feminista desde los cimientos

En varias de las asambleas territoriales feministas, la educación es un pilar clave para lograr los cambios deseados. Valentina Salinas Carvacho, historiadora y participante de la Asamblea Feminista de Providencia, opina que además de interpelar a la clase política y a la legislación, el enfoque de su asamblea ha sido crear una base feminista. “En general no estamos todo el rato pendientes de las gestiones municipales, sino que el trabajo es mucho más desde el territorio – cómo desde las bases se puede agitar el territorio. La interpelación a la municipalidad es importante también, pero el trabajo fundamental está en formar a otras mujeres desde abajo”, dice la activista. 

En los últimos dos meses, la asamblea de Providencia ha ofrecido a la comunidad talleres de feminismo antirracista, de feminismos latinoamericanos y de introducción a los feminismos a cargo de otras colectivas feministas.

El “Súper Lunes” 2 de marzo, la asamblea feminista de Providencia instaló un lienzo para invitar a todas las mujeres de Santiago a la marcha.

Valentina cuenta que el grupo de WhastApp donde difunden sus actividades posee alrededor de 200 vecinas integrantes, y que tienen otro grupo separado de organizadoras con 20 de ellas. También cuenta que hay dos tipos de mujeres: un sector que es feminista y que estaba buscando un espacio de trabajo político, y otra parte no menor de participantes, sin militancia, que a propósito del estallido simplemente querían participar de alguna instancia y buscar un lugar de expresión.

La historiadora cuenta que analizaron Providencia y detectaron que era una comuna con poca identidad política. “Providencia tiene una cosa como ‘perfecta’, que todo se hace desde arriba, desde la municipalidad todo se impulsa con mucho control. Pensamos que intervenir los espacios públicos desde el feminismo era algo importante… En las asambleas territoriales es la movilización activa en las calles la que va a generar un cambio real”, opina Valentina.

La Asamblea Territorial de Feministas Providencia organizó una intervención en el puente de los candados para el 14 de febrero. Una de ellas se encadenó al puente y otra participante después hizo una coreografía de flamenco.

El 14 de febrero, la agrupación realizó una performance en el llamado puente de los candados con una mujer encadenada que simbolizaba los candados que puede poner el amor romántico. El “Súper lunes feminista”, 2 de marzo, el mismo puente amaneció con un lienzo gigante que leía “Hermana, te esperamos el 8M con todas sino pa ke ¡La huelga feminista va! @Feministasprovidencia”. Para reforzar el Súper lunes feminista, junto a la Coordinadora 8M y la Red de feministas autoconvocadas de los territorios Región Metropolitana, las vecinas de Providencia salieron a las calles a intervenir monumentos y plazas cambiando sus nombres por el de mujeres y disidencias que han sido invisibilizados por la historia.

La lucha desde la periferia

A partir de la intervención “Un violador en tu camino”, vecinas de Conchalí hicieron un llamado por redes sociales para realizar la performance en su comuna. Realizaron una marcha donde bailaron la coreografía en varias estaciones de la línea 3 del Metro, empezando por la estación Los Libertadores hasta Conchalí. Al terminar la marcha, las mujeres y disidencias sexuales decidieron formar una colectiva. En la primera reunión, cada una se presentó y habló de sus sueños y esperanzas. La edad de les participantes iba desde los 11 a los 59 años.

Desde la Colectiva Kullay Conchalí cuentan: “La tónica de ese primer encuentro fue de mucha alegría por reconocernos como pares que han sufrido de manera sutil o brutal, abusos sistemáticos en espacios familiares, barriales, institucionales, por el simple hecho de existir. Poco a poco hemos ido definiendo nuestra identidad, para aportar a la conformación de una matria para todes, sin abusos, con conciencia de clase, con reivindicación de lo cotidiano como parte fundamental de la política, con orgullo de ser pobladoras, marginales, periféricas”.

Algunas de las demandas que exigen desde el territorio de Conchalí es el derecho a la vivienda –los arriendos son escasos y muy caros–, más áreas verdes y menos microbasurales, el derecho al aborto como una forma de planificación familiar, la erradicación del microtráfico y narcotráfico junto a la rehabilitación de los adictos a las drogas, y el derecho a tener una casa de acogida para mujeres y disidencias que sufran violencia.

Relacionado al último punto, la colectiva ha participado de marchas y conmemoraciones para denunciar el asesinato y violación de Fernanda Maciel, vecina de Conchalí, quien habría sido estrangulada por su vecino Felipe Rojas, formalizado por homicidio. “Este es uno de los casos emblemáticos que reflejan el abandono que vivimos las mujeres de parte del estado y la sociedad en su conjunto”, dice Zulema.

 “Desde el territorio es el mejor lugar para visibilizar cómo la vida de las mujeres y las disidencias sexuales estamos expuestas a violencias estructurales mucho más allá de lo más visible que es la violencia intrafamiliar”, dice la Colectiva Kullay Conchalí. Además han recibido denuncias en sus redes sociales sobre situaciones de abusos en colegios, consultorios, y al interior de sus hogares de manos de expololos, exparejas, padres y abuelos.

El Acuerpamientx Feminista de Mujeres y Disidencias de Puente Alto invitó a las vecinas a una jornada de autocuidado con diversos talleres. En la foto mujeres comparten en un taller de capuchas.

En Puente Alto, las vecinas también se han agrupado para luchar contra la violencia de género. Bella Muñoz, estudiante universitaria y participante del Acuerpamientx Feminista de Mujeres y Disidencias de Puente Alto cuenta que han recibido múltiples denuncias de violencia sexual y psicológica hacia vecines de la comuna. “A partir de las experiencias que hemos tenido en la agrupación, hemos visto que falta mucho acceso a la educación sexual integral…La mayoría de los colegios de Puente Alto no tienen educación sexual integral”, denuncia Bella.

La falta de educación se extiende también a las disidencias, quienes Bella cuenta que se les deja fuera del currículo “como si no existieran”. En ese sentido, desde la asamblea, están diseñando talleres de educación sexual y educación no sexista a través de voluntarios para ofrecer a los distintos colegios de la comuna, aunque todavía no es una idea acabada, dice Bella.

La vecina de Puente Alto también denuncia que hay poca educación e información sobre el trabajo doméstico de las dueñas de casa.  “Las vecinas no saben que el ser una dueña de casa, es considerado un trabajo. Ya al momento de llegar a una demanda recién ahí te informan que es considerado un trabajo. Muchas mujeres de aquí, siendo dueñas de casa, quieren ampliar sus conocimientos en relación al feminismo y sobre sus derechos no solo como dueñas de casa, sino también como trabajadoras”, dice Bella.

Romper el esquema

Mover políticamente a Las Condes, territorio conocido por ser apolítico y poco movilizado, fue el objetivo número uno de la organización FEM Las Condes cuando se conformó, cuenta Camila Coronado, participante de la agrupación.

“Es importante plantear que somos una comuna con mucha diversidad, y que eso no se está leyendo. La gente cree que la gente en Las Condes son todos de una forma, y no se dan cuenta que hay poblaciones, hay pobreza, hay gente que piensa distinto y no se atreve a expresarlo por miedo”, dice Camila.

Son dos clases de vecinos las que la organización ha detectado en su comunidad: está el vecino apolítico, usualmente el habitante de poblaciones que no quiere llamar la atención o hacer ruido ya que obtiene múltiples beneficios sociales por parte de la municipalidad. Y por el otro lado, está el vecino conservador, de derecha que es difícil que cambie su pensamiento y que al mismo tiempo puede ser violento. “Esas son nuestras dos áreas que queremos ojalá abarcar; probablemente al apolítico, y a los hijos o hijas de este vecino conservador que quizás sí quieran ir más allá y no saben cómo ni dónde hacerlo”.

Al igual que en las otras comunas, los caballitos de batalla de Las Condes son la educación y la performance. En el primer punto, la asamblea ha realizado talleres de educación sexual y jornadas de autoformación sobre la constitución. En el plano de intervenciones, el día contra el femicidio realizaron una instalación donde colgaron ropa de mujer con los nombres de todas las asesinadas el año 2019. También conmemoraron el día de los derechos humanos con una velatón en el paso nivel de Escuela Militar, para recordar que la violación a los derechos humanos es la realidad para muchos en el país. “Queremos hacer cosas en Las Condes que rompan el esquema porque en la comuna no se realizan muchas actividades sociopolíticas callejeras. Intentamos interrumpir la normalidad cuando están acostumbrados a que no pase nada”, dice Camila.

Asamblea de asambleas

La asamblea de FEM Las Condes participa de una red de asambleas feministas territoriales de la Región Metropolitana, donde participan asambleas de Providencia, La Reina, Maipú, Barrio Brasil, Macul, San Joaquín, Cerro Navia, Colina, Independencia, Barrio Yungay, Lastarria y otros sectores. La red fue impulsada por la Asamblea Feminista de Providencia y se realizó la primera convocatoria en febrero en la misma comuna. La segunda reunión se celebró en Colina y la tercera en Independencia.

“Para nosotras el tema de unir territorios para poder lograr coordinaciones, ha sido súper importante. Hemos ido a unas reuniones donde vemos las realidades de cada comuna y ahí podemos comparar y ver cómo apoyar y cómo seguir adelante con la lucha. Al final muchas de las mismas realidades son muy comunes. Siempre queremos ser respetadas, queremos caminar libres, que no nos maten”, dice Camila.

Valentina, una de las impulsoras de esta asamblea de asambleas feministas territoriales dice que a través de redes sociales están difundiendo las actividades de cada grupo y están detectando puntos en común en los que puedan trabajar. “Por ejemplo, las compañeras de la asamblea del Barrio Brasil tienen mucho trabajo con migrantes, entonces las de Independencia les piden ayuda para su comuna. También, hemos conversamos cómo crear un protocolo común contra el acoso en nuestros espacios territoriales, y estamos en el proceso de ver cómo vamos a enfrentar el tema del apruebo y hacerlo en conjunto”, dice la vecina de Providencia.

La Asamblea Territorial de Feministas Providencia organizó una intervención en el puente de los candados para el 14 de febrero. Una de ellas se encadenó al puente y otra participante después hizo una coreografía de flamenco.

Otra red que se ha formado en los últimos meses ha sido la red de asambleas feministas territoriales de la zona norte de Santiago con grupos de mujeres de Conchalí, Huechuraba, Colina, Quilicura, Lampa, Renca, Independencia y Recoleta. “Nos organizamos porque creemos que nuestra lucha, tomando en cuenta el contexto periférico, ha sido invisibilizada por años”, dice Zulema, vecina de Conchalí que participa activamente de esta red. Cansadas de ser invisibilizadas, Zulema agrega que han agrupado sus demandas, reconociéndose como parte del territorio, compartiendo sus vivencias y generando cohesión para visibilizar la lucha feminista y periférica. “Nuestras demandas no son solo a nivel general, son distintas debido al contexto social, porque ya ser mujer y disidencia en Chile es difícil, y sumarle a eso ser parte de la periferia de Santiago lo hace más difícil, por eso consideramos y asumimos que nuestra lucha es con conciencia de clase”.

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