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24 de Agosto de 2020

Cuentos en Cuarentena | Avatar

Es fácil que la imaginación vuele y se imagine las fórmulas con las que la humanidad logrará preservarse, el estar bajo la tierra es probablemente una de las primeras. Esto explora M. Ahumada en su cuento Avatar, uno de los ganadores de Mención Honrosa en el ciclo de Cuentos en Cuarentena de The Clinic.

Por

—Estas cámaras son el medio de comunicación más seguro que la humanidad ha podido inventar a la fecha. No hay manera que lo que acá se diga pueda filtrarse, pues no hay dispositivo electrónico que funcione en su interior y el método de encriptación ha demostrado ser inexpugnable para cualquier intento externo. En esta nueva sesión, los invito a hablar con la misma confianza de siempre.

Los avatares de cada uno de los participantes cambiaron levemente de tonalidad, mostrando algún grado de inquietud, todo dentro de los rangos estadísticamente esperables.

Sus libertades están restringidas y todos colaboran dócilmente por el miedo al contagio. ¿Me dirán que nadie pensó en esos efectos antes o después de producirse la fuga?

—La cagamos —indicó el traductor simultáneo del avatar amarillo—, esa es la santa y pura verdad. Cuando se detectó la fuga pensamos en que podríamos contenerla, pero subestimamos la capacidad de contagio.

—¿Realmente fue un error?, ¿no cree acaso que se aceptó correr el riesgo de la negligencia debido a los beneficios que podrían obtenerse a cambio? —preguntó el avatar verde.

—Explíquese por favor —el avatar amarillo palideció levemente indicaron las computadoras.

—Hablemos con franqueza. La contaminación ha disminuido, por primera vez los gases de efecto invernadero bajan su concentración en la atmósfera y la fauna salvaje reaparece en lugares donde había sido aniquilada. Pero no solo eso, los gobiernos hoy tenemos más control que nunca sobre la vida de los ciudadanos. Sus libertades están restringidas y todos colaboran dócilmente por el miedo al contagio. ¿Me dirán que nadie pensó en esos efectos antes o después de producirse la fuga? —El avatar verde hablaba fuerte y claro.

Un silencio incómodo pareció cruzar los distintos avatares que disfrazaban aleatoriamente a cada uno de los interlocutores presentes en la reunión virtual.

—El que lo hayamos pensado no implica que haya sido planeado. Son solo externalidades positivas, podría decirse —indicó el avatar amarillo.

—¿El que haya un medicamento eficaz y una vacuna con buenos resultados que no hayan sido publicitados también sería algo no planeado entonces? —interrumpió el avatar púrpura.

—¿Se refiere a la vacuna Ox19? Ese fue un acuerdo tomado por consenso dos reuniones atrás — respondió el avatar azul—. Ha sido respetado por cada uno de las partes.

—¿Y cuál sería el propósito? —insistió el avatar púrpura.

—Usted lo sabe, fue discutido oportunamente. Es evitar exponer a la población a medicamentos que no han seguido rigurosamente todos los protocolos requeridos por parte de la comunidad científica. — dijo con cierto fastidio el avatar blanco.

—Manga de hipócritas —lanzó el avatar púrpura.

—Si en tu cabeza está la idea de una gran conspiración, ¿por qué no la denuncias? —preguntó el avatar celeste.

El avatar púrpura permaneció inmutable un breve instante. —Porque no me molestan los resultados, me molesta la hipocresía de ustedes en esta reunión. Mi visión no pone al ser humano en primer lugar, sino a la vida planetaria. La tierra está mejor y seguirá mejorando si la gente deja de comportarse como lo hacía hasta antes de la crisis. La razón no bastó, debe ser entonces por la fuerza.

Foto enviada por el autor: M. Ahumada

—Hablas con convicción y con admirable franqueza, pues ni siquiera dices que te molestan los fallecidos en esta epidemia, ya que solo nos tratas de hipócritas —indicó el avatar blanco.

La imagen se detenía en el avatar púrpura antes que hubiese alguna respuesta y luego la transcripción se volvía borrosa. Los intentos del equipo del ejército invisible de hackers por recuperar el resto de la grabación habían fallado y los datos se habían perdido. Dos personas habían muerto por conseguirla.

Manuel miró a Claudia y luego tomó el frasco que tenía entre sus manos. El líquido amarillento estaba etiquetado como Ox19. —La hemos visto ya cientos de veces y ha sido analizada una y otra vez por nuestros equipos, siempre habrá un margen de duda sobre su autenticidad, es cuestión ahora de asumir riesgos —dijo él.

Claudia asintió.

—Ya llevamos más de dos años encerrados bajo tierra. Primero iba a ser preventivo, luego otra residencia sanitaria de alta seguridad, ahora es de protección y trabajo. Llevamos una rutina de aislamiento y desinformación, mientras producimos por teletrabajo y las patrullas afuera detienen a cualquiera que viole la cuarentena y se le somete a ley marcial. ¿No crees que deberíamos correr el riesgo? —preguntó mientras sacaba una jeringa de su envoltorio—. ¿Cuánto más podríamos aguantar? Podemos y debemos ver si es posible la vida allá afuera como la conocíamos.

Claudia miró en silencio como Manuel llenaba la jeringa de líquido y luego le daba unos golpecitos con el dedo mientras le retiraba algunas burbujas.

—Ya es suficiente, demostraremos que la vacuna funciona y seremos cientos y luego miles los que podamos salir y rebelarnos  gritando que queremos volver a vivir. Ya es momento —indicó Manuel con firmeza.

—Ya  es  momento  —respondió  Claudia,  observando  el  color  de  la  manga  de  su  propia  camisa  y recordando esas palabras que le hicieron todo el sentido del mundo. Luego, tomando el arma que estaba sobre la mesa le disparó a Manuel a quemarropa al centro del pecho, quien cayó hacia atrás muerto al instante, junto al frasco quebrado de Ox19.

Oliendo el olor a pólvora y con las manos temblorosas, Claudia sintió deseos de llorar y miró nuevamente el color de la manga de su propia camisa.

Era púrpura.

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