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Entrevista Canalla

23 de Octubre de 2020

María Antonieta Saa, ex diputada: “La vida va a seguir igual”

Ella por años luchó por dar vuelta las cosas. Hoy pide cambios, pero con realismo. Eso sí, la política cada vez le interesa menos. Hoy quiere vivir la vida, quiere salir, quiere disfrutar el tiempo libre. Y, sobre todo, quiere disfrutar el amor con su novio suizo.

Por

Apenas María Antonieta Saa ve las noticias, ella le grita ofuscada al televisor. Esto ocurre cotidianamente en su habitación: el televisor está ahí, inerte, transmitiendo novedades del Parlamento, y ella, la ex diputada, la mítica congresista PPD dotada de carácter y un ceño fruncido, figura acomodada en un sillón con respaldo. En el momento en que aparece lo que juzga como un inepto, tal vez un contrincante ironizando con el feminismo, Saa se endereza en el sillón presidencial de su casa, pone a resguardo el pie que tiene lesionado, y maldice empuñando la izquierda:

-¡Qué se han creído!- grita.

Y se pone de pie:

-¡Ineptos, mediocres, chantas!- lanza.

O hace una mueca de impotencia:

-¡Cómo nadie hace nada! ¡Claro, y el Gobierno de brazos cruzados!

Por meses, insultó el televisor.

En su momento, incluso, arrojó un objeto liviano a la pantalla justo cuando apareció Mañalich decorando una cifra. 

-¡Hagan la trazabilidad!- gritaba.

Pasó el año completo sin que en su departamento de Providencia alojaran mascotas u otro ser humano. Se aferró a un televisor estándar, lejos de los que llama las Narco-Teles, esos artefactos gigantes que, desliza, se cuelgan en el living y sirven para enfocar los lunares. De manera que durante la era peak de la pandemia vio la serie Years Years, las noticias, alguna película con trama desafiante, ignoró los matinales y el deporte. Aprendió a cocinar bajo la tutela de un influencer. No leyó grandes libros. Y, variando la tecnología, le dijo Te Quiero Y Mucho Más a un señor radicado en Suiza: se trata de Bruno, un galán de jopo blanco, un audaz de 70 años con quien mantiene un noviazgo modernista desde el 2018, sin compromisos tajantes, un pololeo compuesto de video llamadas. 

Maria Antonieta Saa en 2016 en las tribunas durante la discusión del proyecto de ley que regula la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales (Fotografía: Agencia Uno).

-¿Pero… y la política?

Y la cara se le apaga. Fue un balde de agua fría para una mujer reinventada.

-Mmm… -dice, con amargura.

-¿No le interesa?

-No tanto, te diré.

Dejó el Parlamento hace ocho años y le mejoró el cutis. Solía pelearse en los pasillos, acorralaba a todos esos derechistas con partidura que la tenían agobiada. “¡Machistas!”, les gritaba. Ellos reían, ella explotaba. Se hizo famosa porque lideró por veinte años cruzadas feministas que incluían mucho estrés. La Ley de Divorcio, la Ley de Filiación, la Ley de Acoso Sexual. Terminó reventada, peleada con unos y otros, la etiquetaron de rabiosa.  

-Es que soy insolente- afirma- y todos esos tipos me tenían aburrida…

Aún es PPD, dice, una PPD acotada, sin injerencia. Trabaja como CORE de la Región Metropolitana y pertenece al chat del partido. Desde allí interviene con argumentos comprimidos y emoticones sensacionalistas. Una o dos frase. Gotas de ironía. Es Saa, la ex cascarrabias, la dócil, la alejada de Girardi, a quien juzga como un autoritario, un ambicioso, un excéntrico con apego al poder. Ella, a su vez, es la mujer contundente, la que pone un grito en la mesa, la perita en leyes complejas, la que tocó la oreja a la UDI.

-Uff, sí, pero yo no quiero volver al Congreso. No, no, no, para nada.

-¿Y el bichito de la política?

-No, para nada. 

-¿No habla con sus pares?

-Muy poco.

-¿No tiene acceso a copuchas?

-Es que no soy copuchenta. Te prometo que no.

-Pero, dígame, María Antonieta, ¿qué busca?- preguntamos teatralmente.

Ella otra vez sonríe, aliviada, al fin, piensa, un tema inspirador.

-Bueno, mira, yo actualmente estoy viviendo la vida.

Y ríe. 

No es una risa.

Es una carcajada.

-¿A qué se refiere con “estar viviendo la vida”?

-A vivir, poh.

-¿Antes estaba muerta?

-Nooo…

-¿Antes no vivía?

-Poco, te diré. Bastante poco. Antes mis amigas me invitaban al cine y yo no podía ir. No tenía tiempo para nada. Hoy, bueno, más allá de esta pandemia, hoy sí puedo salir cuando quiera. Puedo ir al cine. Puedo leer. Puedo ver series.

Lo cierto es que en la actualidad María Antonieta Saa es una señorita de 78 años que pasa el día con el corazón acelerado: ya sabemos que ama a Bruno, el ingeniero suizo. Y la señorita Saa y el señor Bruno ya han recorrido Chile tomados de la mano. Han caminado juntos, suspirando, por Europa. Ella ya visitó su casa en Suiza, él ya visitó su casa en calle Suecia. 

-¿Y la pasión?

-Es harta.

-Perdone, sin faltarle el respeto, pero…

-Sólo te diré que lo quiero mucho y al menos una vez al día pienso en él.

-Sí, pero…

-Y sólo te diré- interviene ruborizada- que es mentira que en la vejez hay menos líbido…

-¿Hay más líbido?

-Es el mismo líbido.

-¿Está enamorada?

Y ella, rejuvenecida, ríe.

-¿Qué es el amor?- pregunta, mirando el horizonte.

-¿Y cómo mantienen este romance a distancia?

-Con las videollamadas…

-¿No me va a decir que…por…video….?

La señorita Saa explota en una carcajada nerviosa.

-Nooo, nono…no llego a tanto. Toda esa parte está suspendida por el coronavirus- reconoce.

-¿No se entregan tecnológicamente?

-No. Nosotros no somos nativos de Internet. Así es que nos mandamos fotos no más.

Y ella conjetura que él la adora, que si ella sube de peso ese suizo desarrollado permanecerá adorándola. Y cuenta que cuando explotó el estallido social su novio, Bruno, estaba alojando en su pieza. Bruno quedó impactado. Se tornó silencioso esos días, analizaba los incendios con un dedo en la sien. 

-Y, bueno, en diciembre se fue a Suiza y desde ahí no nos hemos vuelto a ver…

Estamos ante una mujer encandilada: María Antonieta ama locamente a Bruno. Habla por horas con Bruno. Destina la parte medular de su día para narrar alguna anécdota a Bruno. Su vida cotidiana se ordena con tres reuniones por Zoom y un instante extenso para Bruno. Eso es, tal vez, lo que influyó en bajarle el interés por la política. Hoy está interesada en enamorarse. En rogar que algún pionero invente la vacuna y que Bruno se clave a toda prisa la aguja y retorne a sus brazos en Chile.

-Pero sin vacuna ninguno de los dos viajará a ver al otro. Estamos en el grupo de riesgo.

-¿No se quiere ir a vivir a Suiza?

-No. Ya no. Tengo a toda mi familia aquí.

-Pero no tiene hijos…

-No.

-Todo el mundo querría vivir en Suiza…

-Bueno- dice- yo quiero vivir en el país en que está mi familia, mis lazos…

Lo evidente es que la señorita Saa está más enamorada que politizada. Por años postergó su vida personal por la política. Hoy sus prioridades, al fin, están a la inversa: en lugar de interesarse por la política, ella simplemente está viviendo la vida.

María Antonieta en octubre de 2012 (Fotografía: Agencia Uno).

El nuevo Chile

De todos modos habla de política porque es algo que circula por su existencia. Por eso aclaramos que esta entrevista se está realizando dos días antes del plebiscito, sin el resultado a mano, batiéndose a tientas. 

-Yo Apruebo- dice ella.

-Yo quiero Asamblea Constituyente- agrega.

-¿Qué más quiere, María Antonieta?

-Igualdad.

-¿Y qué más?

-Quiero una Constitución que atienda el tema de los derechos reproductivos y sexuales de la mujer. El tema del aborto es bien importante para las mujeres. Quiero que cambie la relación entre mujeres y hombres. Quiero se castigue al que mata mujeres. Y quiero que podamos vivir juntos la mejor vida posible. En paz. Tranquilos.

-¿Qué tipo de sensación le genera que pueda ser la primera Constitución paritaria del mundo?

-Uf…

Y aquí María Antonieta vuelva ser la política. 

-Es una alegría enorme. Es por lo que trabajé toda la vida. Esto es lo que corresponde con el espíritu democrático.

-¿Qué diferencias podría generar una Constitución paritaria con una masculina?

-Una Constitución paritaria será más aterrizada. Será más concreta. Así como somos las mujeres. 

Hace una pausa. Su ceño, el famoso entrecejo de la diputada Saa, se arruga.

-Debo decir algo…

-¿Qué?

-Hay que tener realismo.

-¿A qué apunta?

-Esto no es Mayo del 68. Esto no será: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Esto será muy difícil…

-¿Hay que pedir sólo lo posible?

-Hagamos lo que se pueda…

-¿Qué le parece el Estallido 2?

-¡Tremendo! Y creo que lo está aprovechando la delincuencia. 

Ella quiere paz. Menos piedras y más igualdad. Opina que no hay nadie que pueda apropiarse de este malestar. Cualquier famoso que se interne en la Plaza Italia saldrá con una piedra en la frente. Quiere un nuevo Chile, un Chile sensato y realista. 

-Oye, hay que abrir los ojos…

-¿En qué sentido?

-La vida va a seguir igual.

-¿Usted cree?

-Oye, cuando llegó Frei Montalva al poder con el slogan de La Revolución Silenciosa… uf… al día siguiente de ser electo… yo pensé que el mundo sería distinto…

-¿Y qué pasó al otro día?

-El mundo era el mismo de siempre.

Sin rumores

Se alejó de la política, pero clama por Francisco Vidal para Presidente. Lo votará en las primarias de su partido. Lo apoya porque es ameno y solvente. No está en la guerrilla política, pero le dispara a Piñera. Le parece un estorbo para el desarrollo. Un desesperado por la gloria. Cree que los políticos son machistas, plagados de ego. 

-¿Qué personaje de la actualidad le parece interesante?

-Izkia Siches… -dice- la hallo inteligente.

-¿Qué personaje de la actualidad le parece tonto?

-Uf…

Y se queda en silencio.

Y mejor vuelve a ser la enamorada. La que suspira. Y dice que Bruno un día volverá. Y que ahora tiene muchas amigas y que tiene tiempo libre para sus sobrinos nietos, porque ella no tuvo hijos y le resulta indiferente no haber tenido hijos. “Me entrego a mis sobrinos”, acota. Y opina que el futuro es incierto, no sabe qué ocurrirá con el galán, este maduro con tendencia a la introspección.

-Y yo sigo viviendo la vida.

-¿Está haciendo locuras?

-No. Sin locuras, súper tranquila.

-¿Cree que este romance acallará los rumores sobre su sexualidad?

-¿De que soy lesbiana?- pregunta directamente.

-¿Es usted lesbiana?

– No. 

– Era un antiguo rumor…

-Que digan lo que quieran. A mí no me interesa. Es un país machista. Todo porque una está sola y sin hijos…

-Tiene toda la razón. Lo que importa es que usted está feliz…

-Viviendo la vida. Sola… Fíjate que nunca viví con alguien…

Se queda pensativa.

-No sé- continúa-, nunca se dio…

Hubo un novio que la marcó y se fue antes de tiempo. Hubo otros hombres que no la perturbaron. Amoríos pasajeros. Seductores de fin de semana. Ella siempre se condujo sola, con carácter. Fue la secretaria de Jorge Edwards (“él me dictaba cartas y yo escribía, pero un día me echó”) y de Matilde Urrutia (“Todo el día me hablaba de Neruda”). Estuvo veinte años en el Congreso. Hoy puede surgir un Chile nuevo, otra Constitución. Y hoy, ella, a dos años de los 80, después de una vuelta tan larga, en plena pandemia, se enamoró. Hoy, felizmente, es la romántica señorita Saa. La que dice:

-En un rato más voy a hablar con Bruno- y, sea por Chile o por amor, ella ya no para de reír.

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