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Cultura

8 de Febrero de 2022

Claudio Bertoni: “La vejez es una verdadera mierda”

Crédito: Marcelo Segura.

En abril, el poeta chileno publicará "Miércale", un libro que se desprende de sus diarios y en el que vuelve a sus temas recurrentes, como la muerte, dios, la enfermedad, las mujeres, el sexo y, más recientemente, la pandemia, la vejez y el suicidio. A sus 75 años, Bertoni le saca la foto al país, la sociedad y hasta una selfie de sí mismo: lo hipocondríaco y escéptico no se le quita, pero ve con optimismo la nueva Constitución y el gobierno de Boric: “Él no proyecta ningún fundamentalismo del pensamiento, que es lo que más detesto, y creo que lo hará bien”.

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Concón se ha llenado nuevamente de veranistas y él desde luego está con ataque. Aún vive la pandemia y sus restricciones como si fuera el día uno, dice: no se junta ni recibe gente en su casa, y tampoco deja que se le acerquen en la calle ni dondequiera que vaya.

“Vivo acá desde el año 76, cuando volví de Europa, y los peores meses del año son entre diciembre y marzo porque vienen todos los hueones de Santiago y a mí la gente y el ruido no me agradan mucho. No tengo nada en contra de ellos, lo siento, pero ahora estamos en la peor época además porque traen el Covid”, dice al teléfono, desde Concón, el poeta chileno Claudio Bertoni.

Crédito fotografía: Marcelo Segura.

“Yo estoy fondeado como en el principio de la pandemia porque está la zorra con el Ómicron y aquí andan todos cagados de la risa. Los he visto en los bares y restaurantes conversando y tomando cerveza sin mascarilla, y digo: es cosa de ellos pero no tan de ellos realmente, porque afecta a todos. No entiendo y me chorea tanta falta de consciencia en la gente”.

Hace 46 años, Bertoni vive en una casucha contigua a la de su familia, rodeado de rumas de libros, fotografías, ropa y loza sucia. Casi las únicas noticias que escucha en televisión, dice, son las de la BBC. “Deberíamos aprender lo que es la televisión de calidad, porque ahí sí que hay gente capa y que sabe”, comenta. “Una de las conclusiones que dan los expertos sobre el Covid es que mientras no estemos todos vacunados, esto no para. Y eso muchos no lo han entendido aquí. Distinto es lo que pasa en África, aunque ése es el caso más extremo y paradigmático. Allá sólo el 2% está vacunado y el continente está convertido en un vivero de cepas. No sé, realmente, si la gente le ha tomado el peso a que esto no ha terminado”.

“Yo estoy fondeado como en el principio de la pandemia porque está la zorra con el Ómicron y aquí andan todos cagados de la risa. Los he visto en los bares y restaurantes conversando y tomando cerveza sin mascarilla

La rutina diaria del poeta de 75 años y autor, entre otros, de El cansador intrabajable, Rápido, antes de llorar y Harakiri, incluye un paseo matutino que termina con un té o un café en el mismo boliche de siempre, y otro más tarde, entre las seis y ocho, cuando camina un kilómetro desde su casa hasta la misma sucursal de un banco. Bertoni creció en esa misma ciudad costera en la Quinta Región, que ahora le parece tan distinta.

“Se ha llenado de edificios, parece Nueva York esta hueá, o sea, la cantidad de edificios y 4×4 que hay, es otra historia. Yo voy por la vereda, trato de respirar aire puro nomás y ya me olvidé de eso. Pero sí se ha transformado en otro lugar. Antes era mucho más agradable. Bueno, el mundo también lo era, en realidad”.

“No acepta ni rechaza visita. No maneja, no tiene hijos, vive de becas, premios y escasas colaboraciones de prensa, tratando de limitar hasta el mínimo sus gastos y necesidades. No rechaza el consumo o el dinero por odio a la sociedad o por salvar el planeta, sino que como una forma de dedicarse sin distracción alguna a lo único que parece importarle: explicarse a sí mismo”, escribió Rafael Gumucio sobre Bertoni en el prólogo de la Antología. 1973-2014, publicada por Lumen en 2015.

-Das pocas entrevistas. ¿Te molesta o no te gusta lo que escriben sobre ti?

-Generalmente, sí. Editan mal e inventan cosas que uno no dice. He dado muchas entrevistas en mi vida y en su mayoría son caricaturas de mí. Casi todo lo que se escribe de mí es una caricatura, en realidad. Las únicas entrevistas que doy las respondo por correo. Yo no hago lo que estoy haciendo ahora contigo, por ejemplo, pero ya estamos hablando.

“He dado muchas entrevistas en mi vida y en su mayoría son caricaturas de mí. Casi todo lo que se escribe de mí es una caricatura, en realidad”

La mayor parte del tiempo, Bertoni lo dedica a escribir. “Yo escribo porque ‘necesito’ aliviarme de todo el odio y todo el amor que nos cae a casi todos. La Isabel Allende no más vive de lo que escribe. ¡Good for her!”, dice el poeta.

Hace dos años la UDP publicó su Poesía reunida, y en paralelo, editorial Overol editó su último libro, Cero, cuyo inicio dice: “Con / salud // y / sin / salud: // dos / yos”. Ahora mismo, el poeta está trabajando en un nuevo poemario que vuelve a desprenderse de sus diarios recientes -en particular de sus cuadernos de entre 2020 y 2022- y que lleva por título Miércale. Aparecerá en abril próximo, adelanta, también por Overol, y en él vuelve a temas y lugares aparentemente comunes en su obra: la muerte, el desperdicio del tiempo, dios y la enfermedad. Al igual que en el anterior, en este nuevo volumen surgen también otros temas como la pandemia, el suicidio y la vejez.

Crédito fotografía: Marcelo Segura.

“Tengo 75 años y me han pasado cien mil huevás recientemente -cuenta-. Fui al médico hace unos días porque tenía unos problemas estomacales que yo creían eran graves, pero por suerte ese problema que yo creía que existía, no existía. Además estoy con una depresión hace muchos años, esa cuestión sube y baja y hoy estoy más abajo que arriba. No es nada en particular lo que me tiene así; el hecho de haber nacido no más, pero no hay solución para eso ahora. It’s too late. Lo que sí me tiene contento es este nuevo libro. He estado aplicado esencialmente a eso durante este último tiempo”.

-¿Cuándo empezaste a escribir diarios?

-Yo tenía 17 años. Ahí empecé a escribir mi primer cuaderno y hasta el día de hoy ésa es mi escritura. Yo tengo un cuaderno, escribo y cuento las cosas que me pasan. Tengo unos 800 cuadernos y de ahí ha salido toda mi obra, pero hubo otro tiempo en que grababa en cassettes. Yo creo que fue durante unos nueve años que lo hice, y tengo unos 800 cintas también de las que no he sacado nada aún. Y cada cassette es casi un libro.

-¿Querías experimentar o te era más fácil grabar que sentarte a escribir?

-Lo que sucede es que la mano no es tan rápida como el pensamiento. Con mi mano sigo el pensamiento a la velocidad que puedo, pero la lengua es mucho más rápida. Si estaba escribiendo sobre un zapato, por ejemplo, podía sentarme a escribir y en cinco o diez minutos aparecía una página. En cambio, si me pasaban la grabadora, podía hablar un lado entero de un cassette Sony de 100 minutos, o sea durante 50 yo no paraba de hablar y de hablar, y eso se traduce en una montonera de páginas. Mi producción se reprodujo de una manera bestial, y por eso dejé de grabar, pero usé harto tiempo esa técnica. Yo siempre tenía los textos en mi cabeza y después los iba corrigiendo mentalmente antes de grabar, dominé mucho más mi lenguaje y las cassettes pasaron de tener muchos minutos basura a ser solo material útil para la página. Las cassettes siguen amontonadas por aquí hace años y estoy frenado con ellas. Aún no las he revisado ni transcrito, y dudo que lo haga. Alguien más tendrá que hacerlo, porque a mí no me da. It’s a ship on my shoulder. Me cansa pensar en todo lo que hay ahí. Peor, me aterra pensar en que mi obra se pierda. Es un cacho.

“Si me pasaban la grabadora, podía hablar un lado entero de un cassette Sony de 100 minutos, o sea durante 50 yo no paraba de hablar y de hablar, y eso se traduce en una montonera de páginas. Mi producción se reprodujo de una manera bestial, y por eso dejé de grabar, pero usé harto tiempo esa técnica”

-Hay mucho que no has publicado entonces…

-Lo que he publicado es la punta del iceberg. Es infinitamente más lo que no he publicado, y pa’ mi gusto mejor, que lo que he publicado. Trato de ser un discípulo de los poetas del desapego y olvidarme, porque es demasiada obra y en mis cassettes yo sé que está lo mejor. Mi ánimo está muy mal desde hace mucho y tengo poquísimas energías para hacer nada. He pensado en dejárselo todo a otra persona, pero mi caligrafía es un jeroglífico y para descifrarla se necesitaría un Champollion (filólogo experto en escritura jeroglífica), y si es que. Temo que mi obra entera se pueda perder. Imagínate, son 800 cuadernos y la misma cantidad de cassettes. Es una tarea gigantesca y no me da.

-¿Qué pasa con tus fotografías, tus collages? ¿Sigues haciendo?

-Siempre ando con mi máquina de fotos y tengo toneladas de ellas como para empapelar el Museo Bellas Artes. Tengo muchas fotos en el computador, pero no sé sacarlas de ahí ni de mi cámara. También tengo muchas análogas, miles de negativos. Necesito a gritos ayuda. Tuve mucha suerte de que se me acercara Pedro Montes (dueño de la Galería D21 y coleccionista de arte), que ha sido un gran tipo, una joya conmigo. Me ha comprado cosas y montado exposiciones. Para moverme en un mundo así, como el del arte, soy nulo. Pedro Montes me ha dado una mano gigante con eso, y te voy a decir una cosa: a él pienso dejarle toda mi obra visual.

-Tu poesía, has dicho, es tu propia biografía. ¿Crees que la poesía y la escritura te salvaron la vida? 

-Yo no sé qué es lo que me ha salvado la vida. Eso que dice Lear, de que cuando uno nace pega un grito y se da cuenta de lo que se le viene encima, eso es la vida, creo. Y también la frase de Macbeth, es muy cierta: “La vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido”. Yo dejé de creer a los 14 años y la situación de vivir es muy difícil. La cantidad de injusticia y de dolor que hay en el mundo es absolutamente inconmensurable comparada ya no con el placer, sino con el bienestar. Y lo único que busco, el único norte que tengo hace unos años, se vincula con algo que dice Aristóteles: el hombre no busca el placer sino la ausencia del dolor. Eso es absolutamente lo que yo-hago y he-hecho-toda-mi-vida. Y me aseguraré de tener montones de morfina si hay que aliviar algún dolor.

-Escribiste que la vejez era para ti, como decía Tolstói, “la gran sorpresa”. ¿Qué quisiste decir?

-Claro que es una gran sorpresa, porque es lo peor que hay. La vejez es una verdadera mierda. Yo encima soy hipocondríaco, entonces cuando abro los ojos en la mañana mis primeros diez minutos mi cabeza sigue amontonando la cantidad de cosas siniestras y las enfermedades que podrían caer sobre mí, además del hecho de que estoy solo, que no tengo mujer, que no tengo hijos, que no soy un muerto de hambre pero no tengo isapre, tengo Fonasa, y de que si me pasa alguna hueá jevi, no cacho qué va a ser de mí. Yo trato de estar tranquilo, pero ser viejo no es fácil en Chile. Lo estaría realmente si viviera en el norte de Europa, en países escandinavos como Dinamarca y Holanda, son pa’ mí gusto los únicos civilizados que hay en la tierra. Tienen la educación, la salud y se abrieron hace mucho al aborto y la eutanasia. Leí con mucho gusto que en Suecia ahora existe una máquina en la que puedes diseñar tú mismo tu eutanasia y que es perfecta, porque no necesitai a nadie para quitarte la vida. Yo estoy absolutamente a favor de la eutanasia.

“Lo único que busco, el único norte que tengo hace unos años, se vincula con algo que dice Aristóteles: el hombre no busca el placer sino la ausencia del dolor. Eso es absolutamente lo que yo-hago y he-hecho-toda-mi-vida. Y me aseguraré de tener montones de morfina si hay que aliviar algún dolor”

-Has escrito mucho también sobre el suicidio como una forma de escape válida. ¿Debe abrirse el debate al respecto más allá del debate moral?

-El suicidio está muy presente siempre. Pienso mucho en Séneca al respecto: cuando uno no quiere más guerra, simplemente hace lo que tiene que hacer, y no tiene que tener cáncer ni ninguna huevá. Si yo salgo mañana a la calle, miro para un lado en lugar de mirar al otro y decido matarme, me mato. Soy absoluto y total dueño de mi vida, que no la pedí y que apareció por un misterio insondable de por qué estamos aquí y por qué tenemos consciencia, eso que difícilmente podemos definir en palabras pero que aparentemente nos diferencia de lo que fue el homo sapiens y también de las gaviotas y lombrices. Si existe efectivamente un creador, nos va haciendo mierda de a poco durante la vida y el único y más grande derecho que tienes es a decidir sobre ella.

-Hablabas de la soledad hace un rato. ¿Hasta hace poco tenías pareja, no?

-Sí. O sea, fue justo cuando empezó el Covid, y es una persona con la que estamos juntos todavía. Nos hablamos todos los días y es una persona que quiero y a la que voy a querer por siempre, y ella también me quiere. Pero no vivimos juntos, y con esto de la pandemia no ha sido fácil.

-¿Te arrepentiste alguna vez de no haber formado una familia ni de haber tenido hijos?

-Jamás me he arrepentido de no tener hijos. Es una de las pocas cosas de las que no me arrepiento. Si renaciera mil veces no los tendría: son un riesgo infinito. Desde que se pueden apretar el dedo en una puerta, de ahí para adelante. Además hay que trabajar como una bestia para ellos. Para que se vistan y no se mueran de hambre.

-¿Cómo es tu relación con las mujeres y con el sexo hoy?

-El sexo está ok. La mano es una amante fiel y nada exigente. Duermo solo estos dos últimos años. Adoro a las mujeres eso sí. A mis amigas sobre todo; intercambiamos whatsapps cariñosos.

“Jamás me he arrepentido de no tener hijos. Es una de las pocas cosas de las que no me arrepiento. Si renaciera mil veces no los tendría: son un riesgo infinito. Desde que se pueden apretar el dedo en una puerta, de ahí para adelante. Además hay que trabajar como una bestia para ellos”

-¿Crees aún en el amor?

-Creo absolutamente en el amor. Creo ahora y lo he creído toda la vida. De hecho, es lo único que he tomado en serio toda la vida. Todo lo que he hecho y dejado de hacer es por amor. El resto me parece absolutamente secundario, excepto comer y respirar por supuesto.

“No prevalecerán los maximalismos”

Para Bertoni, su computador se limita al uso del correo electrónico, además de ser su herramienta de trabajo para escribir. Su celular, en cambio, es solo para llamadas y WhatsApp. Se quedó atrás con la tecnología porque no le interesa, alega, y nunca, ni muerto, ha pensado en tener redes sociales: “Me cargan. Hallo que son una majamama terrible, vertederos de basura. Las detesto”.

-¿Cómo convives con esa brecha digital ahora que casi todo se hace por internet?

-No funciono con nada de eso. Todos los trámites que tengo que hacer los hago de manera presencial. Si quiero ir al banco o ir a comprar, debo mover mi cuerpo para allá y para acá, y estoy cada vez más cansado. Esta brecha se ha puesto cada vez peor porque para mí realmente es heavy moverme. Ir a pagar cuentas o al banco son como un viaje de safari y subidas al Everest para mí. Y cada vez va a ser peor. Tampoco postulé a ningún beneficio económico durante la pandemia, porque no tengo idea de cómo mierda se hace. Es como si estuviera en otro planeta.

-¿Cómo ves la sociedad en que vivimos hoy?

-Siento que están todos caminando hacia la nada. Y una metáfora de eso son las redes sociales. Para mí son una aberración, te insisto, aunque no critico a quienes las usan, que cada uno haga lo que quiera. Si mirai la tele es lo mismo, son puros vampiros y fuego y cosas horrorosas, pero el espíritu, la reflexión y el pensamiento no existen. La mirada hacia adentro no existe. O sea, vivir esta hueá de época es vivir bajo un signo de interrogación gigantesco. Y la neurofisiología, que ahora está en la frontera del pensamiento, incluso más que la física cuántica, ha descubierto que cada vez cachamos menos. O sea, cada vez es más amplio lo que ignoramos. Estamos mucho más lejos de la verdad de lo que estaban los filósofos presocráticos, como dice un libro lindísimo que se llama Diez posibles razones para la tristeza del pensamiento de George Steiner, que a mí me gusta mucho. Hacia el final del libro, él dice que el pensamiento se queda corto. Y es verdad, queda absolutamente corto. Ese es el tipo de pensamiento y de vida que me interesa, al menos si eso justifica estar en la Tierra. Pero todo lo que ocupa tu corazón, tu pensamiento y tu espíritu debe ser eso y no esta carrera de tipos locos que van a toda velocidad realmente a no sé dónde. O están todos en la Luna y yo aquí, o están todos aquí y yo en la Luna.

“Vivir esta hueá de época es vivir bajo un signo de interrogación gigantesco. Y la neurofisiología, que ahora está en la frontera del pensamiento, incluso más que la física cuántica, ha descubierto que cada vez cachamos menos. O sea, cada vez es más amplio lo que ignoramos“.

Más de 870 escritoras y escritores chilenos firmaron una carta en apoyo a la candidatura de Gabriel Boric hace dos meses. Entre ellos estaba Bertoni. “Sí, y voté por Boric también. Él ha sido súper moderado y viene a ampliar el espectro político. Es un hueón aterrizado, lo cual es bueno y necesario”, dice el poeta.

“Me doy cuenta de que este país está partido por la mitad. El asunto es: las pensiones, la educación, la salud, el medioambiente. Ojalá él pueda hacer por Chile lo que la gente necesita, aunque sea extremadamente difícil. Aún no ha empezado a gobernar eso sí, y la luna de miel ha sido un poco larga. Demasiado buena onda todo, ¿no? Un poquito mucho, diría yo, pero ése es otro cuento. Él (Boric) no proyecta ningún fundamentalismo del pensamiento, que es lo que yo más detesto, y creo que lo hará bien. Creo que el gabinete que escogió también está bien. El Mario Marcel está bien puesto ahí. Son todos gallos capaces. Además, van a poner en marcha una buena nueva Constitución.

Claudio Bertoni
Crédito fotografía: Marcelo Segura.

¿Qué mirada tienes hoy del estallido social?

-Tuvo una buena consecuencia, pero detesto la violencia y el ruido. Para mí, cuatro personas juntas ya son una multitud, y si se ponen a correr de un lado para el otro, a gritar y a hacer destrozos, peor. Bueno, una de las tantas contradicciones en todo lo que sucedió. Yo detesto la violencia, te insisto, y detesté cada incendio que hubo. Ese no es mi mundo, no es mi manera, pero si la consecuencia de toda esa zorra es que se esté forjando una nueva Constitución que deje atrás a la del gobierno genocida de Pinochet, me parece que es lo que tenía que suceder.

-¿Cómo has visto la labor de la Convención Constitucional y qué temas crees que se han perdido del debate?

-En general soy un escéptico consuetudinario, sin embargo creo que no prevalecerán los maximalismos y las cosas saldrán moderadamente bien. Creo que va a salir una Constitución que va a ser positiva para Chile. Confío en seres pensantes como Agustín Squella. Sé que no son la mayoría, pero sé también que hay muchos y muchas más confiables y pensantes ahí también. Respecto a los temas, a lo que falta o no falta, no tengo idea, no estoy informado. No soy yo el profeta indicado para referirme a estos temas.

“Ese no es mi mundo, no es mi manera, pero si la consecuencia de toda esa zorra es que se esté forjando una nueva Constitución que deje atrás a la del gobierno genocida de Pinochet, me parece que es lo que tenía que suceder”

-¿Qué te han parecido las citas que ha hecho el presidente electo Boric a la poesía chilena en sus primeros discursos?, ¿valoras ese gesto?

-No tenía la más puta idea de que había sucedido eso. Me estai informando de algo que no tenía idea.

-¿Tampoco del poema que leyó de Enrique Lihn? (Cementerio de Punta Arenas, durante el Encuentro Nacional de la Empresa, Enade, en enero)

-Ah, sí. Lo de Lihn sí lo escuché. Me llamó positivamente la atención. Es como abrir una ventana y que entre aire fresco. Pero la poesía sigue siendo un chiste para toda la gente. No tienen idea de lo que es la poesía. O sea, hay tipos cultos que pasan por Neruda, Parra, Lihn, tal vez un cuarto nombre y sería, ningún otro. Lo que querían Rimbaud y los poetas surrealistas, que era vivir de la poesía, no está en la cabeza de nadie en realidad. Lo que me dices de Boric lo hallo muy positivo, porque el mundo sin poesía sería peor de lo que ya es.

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