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9 de Marzo de 2022

Cortarle el pelo al Presidente: La historia de Carlos Figueroa, el barbero detrás del look de Boric

|||||||||||| Captura de Instagram de La Ratonera

El peluquero-barbero Carlos Figueroa no seguía mucho la contingencia política, pero miraba a Gabriel Boric y pensaba: “En verdad, si este compadre quiere ganar, no va a llegar a toda la gente que quiere llegar con ese look”. Logró transmitirle ese mensaje antes de las elecciones, convenciendo al magallánico de que lo dejara cortarle el pelo. Hoy, Carlos puede decir, sin falsa modestia, que es el ideólogo del solicitado “corte Boric”.

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Gabriel Boric ya portaba la etiqueta de presidente electo cuando visitó por primera vez La Ratonera, una barbería en el corazón de Providencia. Carlos Figueroa (37), dueño del local, había trabajado antes el pelo del magallánico, pero nunca bajo la mirada atenta de la escolta del futuro mandatario. “Cuando le iba a pasar la navaja por el cuello, le dije: ‘¿Te das cuenta de que éste es el momento más tenso de mi carrera?’”, recuerda.

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Ese día, Boric entró a la casona de dos pisos en Av. Salvador 1001 con sólo un carabinero de acompañante. El agente, dice Carlos, estaba en un principio “súper nervioso”. Revisó hasta el último rincón del domicilio, buscando alguna posible amenaza. No encontró nada, y terminó relajándose. Incluso, aprovechó de cortarse el pelo “con el barbero más punky” de La Ratonera, ríe Carlos.

Y es que Carlos sabe que la responsabilidad que tiene, como peluquero de Gabriel Boric, no es menor. A fin de cuentas, es el único chileno que puede acercarse, con herramientas cortopunzantes, a la yugular del jefe de Estado.

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Carlos prefiere que lo mencionen como un “peluquerobarbero”, porque dice que, si lo describen únicamente como barbero, “la gente piensa que cortas sólo barbas. Pero también corto cabello”.

Este santiaguino nacido en Ñuñoa, pero que se siente oriundo de Santiago Centro, La Florida y Puente Alto, descubrió hace unos 12 años que su vida estaría vinculada con el mundo del pelo, las tijeras, la gomina y las máquinas de afeitar.

Eso sí, no lo supo recién salido del colegio. Su padre es funcionario de la Policía de Investigaciones (PDI), y Carlos lo describe como un amante de las reglas, “súper cuadrado en su forma de trabajar, de enseñar”. Carlos cree que, por lo mismo, él esperaba que estudiara “una carrera que me diera mucho, para que estuviera tranquilo cuando grande”.

Entró a Ingeniería Mecánica, pero a los dos años le cayó la teja: estaba siguiendo ese camino “más por complacer que por algo que yo quería”. Habló con su padre y tomó la decisión. Carlos no sería ingeniero.

Cortarle el pelo al Presidente: La historia de Carlos Figueroa, el barbero detrás del look de Boric
Carlos en el puesto de trabajo donde atiende al presidente. Crédito: Javier Middleton.

Sin una vocación definida, mientras trabajaba en una empresa cualquiera, con rutina de oficinista, Carlos miraba de reojo a su hermana, una peluquera que por entonces atendía en Vitacura. Ella lo instó a probar su oficio, afirmándole que sería de su gusto porque Carlos era hábil con las manos.

En un principio, a Carlos no le tentaba la idea. Le pesaba el “qué dirán” de parte de sus amigos. Que lo fueran a molestar por querer ser peluquero. Pero conversando con otros profesionales del rubro, terminó por dar el salto.

Los orígenes de La Ratonera

Carlos no pasó por muchas peluquerías antes de lanzarse con su local propio. Priorizaba la estabilidad de atender siempre en el mismo sitio, algo que, según dice, le facilitó armarse una cartera de clientes fieles, lista que hoy supera las 100 personas.

En su último lugar de trabajo, una barbería en barrio Italia “chiquitita, de dos puestos, una pieza”, Carlos se reencontró con un viejo conocido, el peluquero Daniel Hernández. Ahí, cortando pelo durante cuatro años, estrecharon un lazo de amistad.

Cortarle el pelo al Presidente: La historia de Carlos Figueroa, el barbero detrás del look de Boric
Tres puestos de trabajo en La Ratonera. Crédito: Javier Middleton.

Con el tiempo, ambos sintieron que habían “tocado techo”. “Un día (con Daniel) dijimos: ‘¿Y si pedimos un préstamo y montamos una barbería los dos?’”. Parecía un paso obvio, partiendo desde el análisis de que, en Chile y el mundo, existe un boom de las barberías. “El hombre también necesita sentirse lindo, sentirse querido, y que lo piropeen”, sentencia Carlos.

A principios de 2019, con la idea en mente y mientras caminaba por Av. Salvador, Daniel se encontró con la casa, pintada de color crema y adornada con un cartel de arriendo.

Cortarle el pelo al Presidente: La historia de Carlos Figueroa, el barbero detrás del look de Boric
Av. Salvador 1001. Crédito: Javier Middleton.

El “psicólogo con tijeras”

Carlos corta pelo tres días a la semana: los martes, jueves y viernes. Le va bien. Tiene casi todas las horas de marzo tomadas. Al definir su estilo, dice que se centra en lo que es la “barbería tradicional”, aunque sin perder de vista “la vanguardia”.

“Lo que busco es que mi cliente, en la casa, se peine fácil y cómodo, más que complicarlo con un peinado”, explica. Por eso, cuando se enfrenta a un nuevo cuero cabelludo, le pregunta a su dueño cosas como si se ducha en la mañana, si se seca el pelo y para qué lado se peina.

Cortarle el pelo al Presidente: La historia de Carlos Figueroa, el barbero detrás del look de Boric
Puestos de trabajo en La Ratonera. Crédito: Javier Middleton.

Generalmente, sus clientes llegan con una idea o una foto de lo que quieren. Pero cuando le muestran, por ejemplo, una imagen de Brad Pitt, bromea diciéndoles: “Compadre, nosotros cortamos pelo, no caras”.

De las cosas que más le atraen de la barbería es el “uso de herramientas”, algo que piensa puede ser un remanente de su pasado en la mecánica. En su puesto de trabajo, Carlos acumula peinetas, máquinas, navajas, tijeras y productos ordenados milimétricamente. Mover un objeto sería el equivalente a desarmar un rompecabezas, quedando éste incompleto.

Cortarle el pelo al Presidente: La historia de Carlos Figueroa, el barbero detrás del look de Boric
El orden del puesto de Carlos. Crédito: Javier Middleton.

Hay otra faceta que Carlos destaca de su trabajo. “Yo soy barbero, soy peluquero, pero también, en parte, soy el que escucha, el que da consejos, el que cuenta mis cosas”, explica.

“De verdad que hay gente que viene a desahogarse. Te cuentan toda la vida. Todo, todo. En realidad, sé muchos secretos de muchas personas”, asegura, entre risas. Cuando se da cuenta de que ayudó a alguien a que “se vuelva a querer, a mirar en el espejo”, Carlos se siente “pleno”. Como un psicólogo con tijeras que alcanzó su cometido.

Las tijeras regalonas de Carlos son de una marca inglesa, y forjadas con acero japonés. Crédito: Javier Middleton.

Conociendo a Gabriel Boric

Antes de las elecciones generales de 2021, Carlos dice que no estaba muy metido en política. Tampoco “comulga” con algún partido.

Sí tenía un primo -es una familia numerosa, señala Carlos, riendo- que trabajaba en la campaña de Boric. Hablando con él, Carlos le consultó quién veía la imagen del presidenciable; quién lo asesoraba con su pelo. Esto porque lo notaba “súper desarmado, súper desaseado y, en verdad, si este compadre quiere ganar, no va a llegar a toda la gente que quiere llegar con ese look”.

El primo le confesó que varias voces le hacían notar lo mismo al magallánico, pero que a él no le gustaba mucho el tema. Acto seguido, le preguntó al barbero el origen de su inquietud por el look de Boric. “¿Te quieres subir a la micro?”, insinuó. “¿Pagan?”, respondió Carlos, quien rememora el episodio con una sonrisa.

Carlos en la recepción de La Ratonera. Crédito: Javier Middleton.

Carlos fue al comando a mediados de 2021, a una especie de “prueba”. En esa primera charla, se sinceró con Boric. Le dijo: “Yo entiendo perfectamente tu look; que no te afeites, que te dejes el pelo largo, que andes todo desordenado. Te lo entiendo perfect. Pero en realidad, tú estás postulando para ser presidente. Me encantaría ver a un presidente de short y chalas. Yo feliz, porque yo soy así. Pero el 99% de las otras personas no. Entonces, tienes que trabajar en eso. Si quieres llegar a cierto público, tu look es súper importante”.

Le prometió que le haría un corte “súper fácil de peinar, que vaya contigo”. También que le ordenaría la barba. “Me creyó, hueón. Creo que lo convencí desde el principio”. Antes de la primera vuelta electoral, iba a su casa a atenderlo. Mientras le cortaba el pelo, Boric sostenía reuniones en simultáneo, con asesoras y otros integrantes de su equipo. A veces, Carlos “metía la cuchara” en las conversaciones.

Carlos recuerda que se comenzó a comentar mucho del cambio de pinta de Boric tras el primer debate presidencial Anatel, de octubre de 2021. “Tuvo súper buenas críticas, de gente que no sabía quién estaba detrás del look de Gabriel”.

Como ambos recibieron buen feedback, siguieron juntos. Carlos le decía a Boric que, lo ideal, era que se repasara el corte cada dos semanas. Pero “como él no es vanidoso”, esa frecuencia no se cumplió siempre.

El “corte Boric”

“No es un pelo fácil. Se ve fácil, pero no es fácil, porque es un pelo fino, y tiene poco cabello. Entonces, hay partes que tengo que tapar. Hay zonas que no puedo cortar mucho”, explica Carlos sobre la cabellera del jefe de Estado.

“El corte Boric es un corte súper tradicional. Casi como regularcorto, que uno le llama”. Esto es, corto por los lados, y “que se lo pueda peinar con la mano hacia un costado”. Aunque las ideas del exdiputado fluyen hacia la izquierda, Gabriel Boric se peina para la derecha, pero “por culpa de un remolino”, justifica Carlos.

La Ratonera. Crédito: Javier Middleton.

En más de una ocasión, y en tono jocoso, ambos han fantaseado con la posibilidad de hacerle un mohicano al presidente. Sin embargo, no lo han concretado. A Carlos le gustaría, en el futuro, “jugar” con el estilo de Boric, pero “no ahora al principio (de su mandato). Sería muy radical”.

Carlos dice que, como cliente, Boric es conversador. Hablan de todo, incluyendo historias personales, política nacional e internacional, gusto de tragos, de música, etc. Asimismo, Carlos señala que “al principio, como que no le gustaba cortarse el pelo”, pero ahora “confía”. “Se sienta, y me deja trabajar”. Pero como todos, tiene pedidos especiales. Hace un par de semanas, por ejemplo, le solicitó que no le dejara tan corto, que quería verse “más barbón”. Esto porque tenía que tomarse la foto para el retrato presidencial, donde el trabajo de Carlos se lucirá en todas las oficinas y ministerios que son parte del Estado chileno.

La “regla” de Izkia Siches

El barbero calcula que, antes de la primera vuelta, le cortó el pelo unas 6 ó 7 veces a Boric. Pero en la segunda, cuando Izkia Siches ingresó a la campaña, Carlos confidencia que, supuestamente, ella habría puesto una nueva “regla”: en el comando, no podría trabajar nadie que no estuviese vacunado.

Carlos no ha recibido ninguna dosis, y dice que esto era un tema de discusión con Boric. “A mí me dio Covid el año pasado (…). Me siento bien, y ya tengo mis anticuerpos”, explica; y agrega que, hasta cierto punto, entiende eso de “cuidar al de al lado”, pero que, al final, la vacuna es más bien una medida de protección personal.

“Siempre discutíamos el tema de la vacuna. Él me decía que me tenía que vacunar, y yo le respondía: ‘Bueno, convénceme po’ hueón’”, comenta Carlos. Boric le respondía “es que te puedes morir”. Pero él hacía cómputos en su cabeza, llegando a la conclusión de que era igual de probable morir atropellado que por un cuadro grave de Covid. “No me convencía”, resume.

La entrada de La Ratonera, con la clásica decoración de las barberías. Crédito: Javier Middleton.

Cuando le comunicaron sobre esa nueva “regla” en el comando, la decisión pasaba por vacunarse o no atender a Boric. Carlos, en broma -pero muy en serio-, les dijo que estaba dispuesto a vacunarse, pero sólo si le certificaban que podría cortarle el pelo al presidente durante los cuatro años de su mandato. No accedieron. “Ni yo tengo la pega asegurada”, le habría comentado una asesora del mandatario.

La solución que encontraron, finalmente, fue enviar a un barbero y una barbera de La Ratonera -Cristóbal y Noemi-, que sí estaban vacunados. “Hicieron un excelente trabajo los dos, y engancharon bien con Gabriel”, dice.. En el corte, siguieron el mismo estilo instaurado por Carlos.

El “efecto Boric”

Las dos últimas veces que Gabriel Boric se ha cortado el pelo, visitó presencialmente La Ratonera. Y cuando llega la llamada del presidente, Carlos -quien tiene línea directa-, despeja su agenda. Esto pasó hace dos semanas, y Carlos tuvo que cancelarles a dos personas, quienes no se hicieron problema, entendiendo el calibre de quien iba a atender.

“Lo que sí, le pregunté a él (Boric) si quería que cerrara la barbería cuando él viniera, y me dijo que no, porque me hacía perder. Eso se valora de su parte”. Carlos acredita que el frenteamplista, además, paga su servicio. No espera que le regalen el corte.

“Me dijo que quiere seguir viniendo, que le gusta mucho La Rato, le gusta mucho el estilo. De hecho, cuando está sentado, se canta todas las canciones”, que son un popurrí de rock, punk rock y hip hop”, señala Carlos.

Toda esta situación, que se viralizó en redes sociales, trajo una inusitada fama a La Ratonera. Ahora, llegan oleadas de clientes pidiendo el “corte Boric”, o sentarse en el mismo sitio que el presidente. Para hacerse una idea, Carlos cuenta que las interacciones en la cuenta de La Ratonera, sólo en Instagram, crecieron en un 500%.

Carlos no esperaba “tanta exposición”. Y le pasa un fenómeno extraño: gente se le acerca para intentar llegar a Boric, cuya figura hoy raya en la de un ícono pop. Le entregan objetos o regalos, con la esperanza de que terminen en las manos del magallánico. “No lo proceso todavía. Es algo nuevo para mí”, dice Carlos acerca de eso que, en La Ratonera, llaman el “efecto Boric”.

De todas formas, mirando hacia el futuro, Carlos quiere que su marca siga creciendo. Hoy, en el local hay siete barberos, una recepcionista y cuatro personas en GIMECO, una importadora de productos para barbería que funciona en el segundo piso de La Ratonera.

Además, Carlos busca sacar adelante La Ratonera Bike, un taller de bicicletas que funciona al interior de la casa, donde trabajan una mecánica y un mecánico. Que naciera un subproyecto así era esperable, dice Carlos: todos en La Ratonera son fanáticos del ciclismo, el mountain bike y los circuitos de descenso en cerros.

La Ratonera Bike. Crédito: Javier Middleton.

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