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Yo, madre

6 de Mayo de 2022

Yo, madre de cuatro hijos

La imagen es una gráfica alusiva a tener cuatro hijos Patricio Vera

Recuerdo con exactitud que quería tener seis hijos. Mi sueño era ese. Jamás pasó por mi cabeza tener solo uno, un hijo único. En todas las películas que veía había familias grandes, como la de mi mamá o la de mi papá. Y yo quería seguir así.

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Nací en el seno de una familia tradicional donde casarse y tener hijos era parte fundamental de ser mujer. Me educaron con ese concepto: las niñitas jugaban con muñecas, y cuando crecían, se casaban, tenían hijos y eran felices para siempre. Me gustaba ese cuento y, además, no conocía otro.

Fui madre recién a los 27 años, me costó ser mamá. Llegué a temer, incluso, que no lo sería nunca.

Recuerdo con exactitud que quería tener seis hijos. Mi sueño era ese. Jamás pasó por mi cabeza tener solo uno, un hijo único. En todas las películas que veía había familias grandes, como la de mi mamá o la de mi papá. Y yo quería seguir así. Además, había una serie que veía con frecuencia en que había seis hermanos: tres hombres y tres niñitas. Lo encontraba bacán. Quería eso para mi vida.

Pero, como dicen, el hombre propone y Dios dispone. Y Dios quiso que a mí me costara ser mamá. Y quiso que lo fuera de cuatro, no seis hijos. Valentina, María Elisa, Humberto y José María.

Al minuto en que los conocí y los miré a los ojos mi felicidad fue el doble de grande. Comenzaba una gran responsabilidad en mi vida de entregar lo mejor de mí para ellos.

***

Hoy tengo 59 años, 35 de ellos felizmente casada y mis hijos ya son grandes, tienen más o menos la edad con que yo los tuve. Son tiempos, entonces, de reflexión. De recuerdos, de miradas.

La primera reflexión que puedo hacer es que realmente en el corazón de las mamás caben todos los hijos y que uno los quiere y da todo por ellos sin pensar en consecuencias. La segunda, que jugar a las muñecas no es lo mismo que ser mamá. Es mucho más difícil ser madre. Las muñecas no hablan, no lloran… Los hijos dan mucho trabajo, implican mucho cansancio y muchas, muchas cosas que pesan.

Dios quiso que a mí me costara ser mamá. Y quiso que lo fuera de cuatro, no seis hijos. Valentina, María Elisa, Humberto y José María.

También pienso en que a lo mejor no tuve la suficiente capacidad de ser más imponente en mis decisiones. Un ejemplo: mis niños eran muy mañosos en las comidas, entonces hubo una época en que yo compraba cuatro tipos de leche porque a uno le gustaba la leche blanca, a otro la de Trencito, a otro la leche achocolatada y a otro la leche con frutilla. Y yo, con tal de no seguir peleando con ellos porque estaba cansada, compraba esos cuatro tipos de leche. Eso definitivamente no lo haría de nuevo.

Pero la vida enseña, y una como madre no puede culparse por todo lo que hizo. Porque es injusto, cruel incluso. Y yo sé que, así como cometí errores, hice cosas de las que jamás podría arrepentirme. Por ejemplo, yo siempre busqué compatibilizar mi trabajo con la familia. Incluso cuando mis hijos eran chicos, me llevé el trabajo a la casa: armé un espacio para aprender inglés jugando para otros niños chicos y así también integraba a mis hijos.

Asimismo, sé que siempre he sido una mamá muy presente para mis hijos. Una mamá dispuesta a escucharlos y apoyarlos. Una mamá catete, una mamá que le gusta saber de ellos siempre, y que también ha tenido que aprender a respetar más sus espacios y a entender que crecieron. Soy una mamá muy orgullosa.

***

A lo largo del tiempo mis hijos también me han enseñado mucho. Hasta hace no mucho yo quería que ellos se fueran de la casa, se casaran, fueran a formar su familia y fueran trabajadores convencionales. Pero me di cuenta de que esos sueños y esas ideas eran mías, no necesariamente la de ellos.

Hoy solo quiero para mis hijos la felicidad. Que ellos se sientan realizados y ojalá encuentren a una pareja que saque lo mejor de ellos, y ellos puedan sacar lo mejor de esa persona para aportar a un mundo mejor. No lo digo como una frase cliché: siempre lo he pensado y es lo que yo he vivido, por lo menos, en mi matrimonio.

Hoy tengo 59 años, 35 de ellos felizmente casada y mis hijos ya son grandes, tienen más o menos la edad con que yo los tuve. Son tiempos, entonces, de reflexión. De recuerdos, de miradas.

También veo los cambios en nuestra sociedad y me encanta ver cómo muchas mujeres que no han podido o querido ser mamá sí lo han sido de otras maneras. Han sido mamás de sus sobrinos, han adoptado, han abierto las puertas de sus casas para recibir niños que están solos, han cuidado de otros en nuestra sociedad. Eso lo veo día a día en la fundación de la cual soy directora y fundadora, Mujer Impacta. Me siento profundamente orgullosa de todas esas mujeres. Me encanta que puedan elegir qué hacer y cómo seguir con sus vidas… Lo que sí, no les voy a mentir: me da pena que nuestro reloj biológico sea tan corto, cuando hoy nuestras vidas llegan hasta los 80, 90 años…

En este Día de la Mamá, quiero agradecer a mis hijos y a mi marido por todo lo vivido, por todo lo aprendido. Y -de forma nostálgica- quiero quedarme con un recuerdo en particular: el de cuando mis hijos nacieron y pude tenerlos en mi pecho y abrazarlos. Ese momento en que pareciera que no hay ningún problema más adelante, en el que no te piden que los tengas en brazos. Eso lo repetiría todos los días.  

Porque quienes tenemos hijos más grandes lo sabemos: uno piensa que esa etapa de guagüitas cansa. Pero no tiene idea de lo que se viene después. Por suerte, mientras Dios lo permita, siempre podrán contar con su mamá. Ahí estaré para ustedes, Valentina, María Elisa, Humberto y José María.

¡Feliz día a todas las mamás!

*María Paz Tagle es fundadora y directora de Mujer Impacta, una fundación que descubre y apoya a mujeres que impulsan el desarrollo social y cultural de otras personas y se hacen cargo de temas país.

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