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Reportajes

Elena Rada, la mujer de 94 años que cuida a personas mayores en Magallanes

Heredó un hogar para personas mayores de su padre, hace casi 30 años. Hasta hoy trabaja ahí todos los días apoyando a los residentes, quienes han vivido en entornos de violencia y abandono. Aun así, Elena Rada es tajante: hogares como el suyo no deberían existir.

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La imagen es una ilustración alusiva al trabajo de Elena Rada
La imagen es una ilustración alusiva al trabajo de Elena Rada
Patricio Vera
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Crédito: Bárbara Carvajal, montajista.

Al sur, en el extremo sur de Chile. Ahí donde vientos de más de 60 kilómetros por hora marcan, incluso, la dirección de crecimiento de los árboles. Ahí donde nació el recién asumido Presidente, Gabriel Boric, también es el hogar desde hace casi 100 años de Elena Rada: Punta Arenas.

En la ciudad austral, conocida por ser una de las con mejor calidad de vida del país, pero también aislada y acaso hasta ignorada por el resto de Chile, Elena Rada se despierta todos los días temprano, con un clima que puede llegar a los 0o C, y maneja su auto para dirigirse a la Fundación Humanitaria CAVIRATA, que preside.

Conocida también como “Hogar CAVIRATA”, la institución consiste en 18 viviendas bi-personales que albergan a personas mayores abandonadas, proporcionándoles un hogar gratis totalmente equipado de por vida. Los costos los financia la propia familia Rada, con ayuda de donaciones y obras de caridad.

En este país -uno de los que más rápidamente envejece en toda Latinoamérica, según el BID-, los nacimientos se han reducido de 5 a 1,8 hijos por mujer en los últimos 60 años y la esperanza de vida ha aumentado a 80,5 años, lo más desafiante es, sin duda, mejorar la calidad de vida de las personas mayores. De acuerdo con la última Encuesta Nacional sobre Inclusión y Exclusión Social de las Personas Mayores, el 47% de los chilenos asocia hoy el envejecimiento con sentimientos como miedo y tristeza.

Sobre eso, Elena Rada es tajante: “hay que educar a la gente, especialmente a los jóvenes, en los colegios, desde niños, el valor que tiene un adulto mayor. Que ha trabajado toda la vida por los demás y después, en esta sociedad, se siente abandonado y solo, arrumbado por ahí. Eso no puede ser así. Por eso acá en CAVIRATA los cuidamos”.

Elena Rada, la mujer de 94 años que cuida a personas mayores en Magallanes
Elena Rada en el Hogar Cavirata. Crédito: Amanda Marton.

Ese es un mensaje que está incluso en el nombre de su fundación:

Conciencia hacia los

Ancianos, que

Viven sufriendo ante la

Indiferencia del

Resto de la humanidad

Ante tales desdichas

Ten tu corazón

Abierto.

Ancianos que viven sufriendo ante la indiferencia… Aunque según la última encuesta Casem (2021) en la región de Magallanes solo vivan 33.434 personas mayores, estos representan 18,6% del total de la población regional. Y casi el 20% de los hogares magallánicos cuentan solo con personas mayores (en 46,8% de ellos viven más de una persona mayor y en 53,2% viven solos).

Elena Rada, la mujer de 94 años que cuida a personas mayores en Magallanes
Hogar Cavirata. Crédito: Amanda Marton.

Los orígenes

Corría el año 1925. Aún faltaban treinta y seis meses para el nacimiento de Elena Rada. Pero su padre, Ramón Rada, un joven de poco más de veinte años, ya estaba pendiente de la situación de las personas mayores en Chile.

Nadie sabe por qué exactamente, pero Ramón visitaba casi todos los días el río Las Minas, donde solían asentarse personas mayores con viviendas precarias, de cartón y arpillera. Les llevaba víveres, a veces medicina, a veces algo para comer.

Su gran objetivo, sin embargo, era brindarles un lugar donde pudieran vivir de manera digna.

Se trata de algo, por lo bajo, visionario. Si hoy, de acuerdo con cifras oficiales, entre 70 y 90% de las tareas de cuidado recaen sobre las mujeres en Chile, los expertos coinciden en que esa tendencia era aún mayor en el pasado, cuando gran parte de ellas se dedicaban a labores domésticas en un país marcadamente conservador.

Pero sí, Ramón fue la excepción: compró un terreno y empezó a construir una casa para albergar a las personas mayores que veía en el río Las Minas. Se trataba de una casa simple, que financió por cuenta propia, con sus limitados recursos económicos. De ahí nació una frase que su hija Elena dice hasta hoy: “recursos pobres, pero para los más pobres”.

Ahora, con 94 años, Elena Rada recuerda con exactitud de que en su infancia, los fines de semana, su padre la llevaba a ella y a sus cuatro hermanos para que lo ayudaran a limpiar la casa, ver a las personas mayores y a conversar con ellas, para que no se sintieran solas.

“Mi papá siempre decía que los adultos mayores eran los que estaban más expuestos a todo: a la fragilidad económica, al abandono social, al olvido…”, cuenta.

Especialmente en una región donde, por su lejanía de la capital Santiago, los productos alimenticios de consumo habitual e ineludible para cualquier familia son más caros, por ser importados de otras zonas del país. Hasta hoy, incluso, muchas personas deben desplazarse para contar con atención médica de algunas enfermedades.

El legado

Hace casi 30 años, cuando falleció su padre “de viejito”, como ella dice, Elena decidió hacerse cargo de CAVIRATA. Era la única de los hijos que seguía viviendo en Punta Arenas y que podía, entonces, seguir ese legado.

En ese entonces, tenía poco más de 60 años, estaba casada y con su marido habían tenido siete hijos. Y todas las personas a las que recibía en CAVIRATA eran mayores que ella. En base a todo lo que había aprendido con su papá, ya sabía algo de cómo cuidar a los adultos mayores. Pero su mayor experiencia la adquirió cuidando a su mamá, Anita Donath.

Hacia el final de su vida, Anita fue diagnosticada con Alzheimer. “La cuidé siempre en casa, ella siempre tuvo los mejores cuidados, porque en mi opinión no hay como la familia que esté cerca”. Elena recuerda con cariño ese período: “para mí, es un privilegio poder estar cerca de la persona y ayudarla. De ninguna manera es una carga, ni nada negativo. Poder cuidar a alguien, de corazón abierto, estar cerca, eso es extraordinario. Acompañar a alguien su última etapa, contener, darle ánimo, a pesar de todos los problemas que se presentan… Eso es increíble. Y más si es nuestra mamá”.  

Más tarde partió su marido. Pero, a diferencia de gran parte de las mujeres mayores hoy en Chile, que se ven en la obligación de cuidar a sus cónyuges, Elena no tuvo que hacerlo. Él partió tras un derrame cerebral totalmente inesperado. A sus 73 años. “Él se fue joven… Bueno, yo le digo joven, y yo tenía más o menos la misma edad. Ahí cambió mi vida, porque yo tenía un buen matrimonio, siempre apoyada por él. Entonces de pronto sentirse así, ese vacío, no es fácil… Y uno tiene que salir adelante, para no estar deprimida”, comenta Elena.

Según un estudio de la Universidad Católica y la Subsecretaría de Previsión Social, antes de la pandemia 39,8% de las personas mayores de Chile (1,2 millones) tenía depresión, en su mayoría porque siente que muchas veces o siempre le falta compañía, en particular tras la muerte de parejas o amigos.

“Tras la partida de mis padres y mi marido, con mis hijos ya grandes, este hogar se convirtió en algo muy importante para mi vida… Bueno, también para la vida de quienes residen aquí”, dice la hoy presidenta de CAVIRATA.

Una esperanza

Ilusión, Narciso, Rosa. Cada una de las casas del Hogar CAVIRATA tiene el nombre de una flor en lugar de un número.

La idea es regalarle a quienes viven ahí algo más profundo, después de experiencias difíciles. Y lo que no falta acá, en la calle Rómulo Correa 0233 son experiencias difíciles.

Una de las moradoras, quien pide no mencionar su nombre, se enfrentó al suicidio de su hija y, tras un largo proceso en un centro de rehabilitación de adicciones, vino a vivir a CAVIRATA. Otra, quien también pide ocultar su nombre, dice que pasó toda su vida sufriendo bullying porque usaba el apellido oriental de su papá. Hasta que él la agredió en la cabeza usando una gran piedra y ella decidió alejarse de su familia.

Algunas de las residentes de CAVIRATA.

Historias de violencia, dolor y muerte se escuchan a menudo en los pasillos de CAVIRATA, comenta Elena Rada. Pero aquí intentan, más que eso, brindarles alegrías a las personas en lo que les queda de vida.

Por eso han hecho coros, cursos artesanales, obras de teatro, actividades con centros de niños, participado en competencias de baile y sido reconocidos una y otra vez por la comunidad. Las paredes de la sala principal están repletas de premios y menciones de honor por sus trabajos.

“Aquí hacen comunidad, conversan, hacen sus tecitos, almuerzos y todo. Y bueno, eso les ayuda mucho, no están solas”, dice Elena. “Porque no podemos centrarnos solo en lo negativo de la tercera edad, po oye. A la gente hay que darle un poquito de alegría, hay que darle un poquito de ánimo, un poquito de esperanza, que con la vejez, claro, vienen ciertas incomodidades y qué sé yo, bueno hay que ir adaptándose nomás y seguir, seguir siempre”, destaca.

“La señora Elena vale oro”, dice una de las moradoras, Mariela. “Es nuestro ángel”, agrega. Todos quienes están ahí son al menos 10 años menores que Elena Rada, quien fue reconocida con el Premio Mujer Impacta por su labor acá.

Vivir o no en un hogar de personas mayores

En 2021, el documental de Maite Alberdi “Agente Topo” llegó a ser nominado a los premios Oscar. En él, Sergio, un adulto mayor, se convierte en infiltrado en un hogar de personas mayores por petición de una hija preocupada que sospecha que su madre podría estar siendo maltratada. Hacia el final, sin embargo, la conclusión del espía es que a su mamá lo que le falta es compañía.

Aunque la película puso el foco en los hogares de personas mayores como el de Elena Rada, la verdad es que algunos estudios hechos en el país el último tiempo revelaron que hay una tendencia a la baja en la existencia de estos.

José Francisco López, abogado de la Asociación Nacional de Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores (ELEAM) de Chile, cuenta que hasta el 2021 en el país había un total de 23.600 adultos mayores viviendo en 947 ELEAM a lo largo del país. Pero en los últimos tiempos se registró la desaparición del 19% de casas de reposo, lo que equivale a 100 de estos centros.

Según el último catastro oficial entregado por el Servicio Nacional de Adultos Mayores, en su mayoría estos centros están a cargo de personas particulares, provocando muchas veces la problemática de la poca fiscalización, incumplimiento de medidas sanitarias, entre otros conflictos que obligan al Estado a tomar un rol más activo en relación a los centros de Larga Estadía, que son una necesidad para muchos adultos mayores.

Elena Rada misma recuerda que, en Magallanes, varios hogares cerraron, por lo que siente una enorme responsabilidad por el suyo y por quienes cuida en CAVIRATA.

“Pero, al mismo tiempo, yo pienso: no es posible que los adultos mayores terminen en un hogar, oye. Lo importante es educar a la gente, educar a los jóvenes, educarnos desde temprano, que se hagan responsables de sus adultos mayores, que los cuiden. Yo no soy de idea de que hay que estar abriendo hogares por todos lados, eso no puede ser, la familia es la que tiene que hacerse responsable… Yo tuve a mi mamá 11 años enfermita, pero en su casa, cuidándola. Yo encuentro que siempre que se pueda hay que hacerlo”, dice.

-¿Incluso sí eso significa el cierre de hogares como el suyo, CAVIRATA?

-Sí. Este lugar, en un mundo ideal, no debería existir.

*Este trabajo es parte de un especial de Personas Mayores que Cuidan a Personas Mayores, proyecto de Amanda Marton, Javier Middleton, Sebastián Palma y Bárbara Carvajal que resultó ganador del Fondo de Becas para investigar y contar la desigualdad en la distribución de trabajos del cuidado y sus implicaciones socioeconómicas en América Latina y el Caribe, de la Fundación Gabo y Oxfam.

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