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Vuelve el Barros Luco: así renace la Confitería Torres, cuna del sanguche más presidencial

Este 9 de junio se celebra un nuevo día del afamado Barros Luco, un sándwich que guarda una estrecha relación con la historia de Chile. Fue creado en honor a un Presidente de nuestro país en la Confitería Torres, el restaurant más antiguo de Santiago y que guarda muchas más historias que este mítico plato. Como dice José Santos, que lleva 60 años trabajando en el local, “el que no pasa al Torres a comerse un Barros Luco, no ha pasado nunca” al restorán.

Por 8 de Junio de 2022
El sándwich Barros Luco se originó en la Confitería Torres, se hace sólo con filete y queso fundido dentro de una marraqueta crocante
El sándwich Barros Luco se originó en la Confitería Torres, se hace sólo con filete y queso fundido dentro de una marraqueta crocante
Confitería Torres
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En plena Alameda y a sólo cuadras de La Moneda, el Palacio Íñiguez se erige como una pequeña cápsula del tiempo. Conocida por las incontables visitas de políticos, diplomáticos y la socialité chilena, en su primer piso funciona hace 143 años la Confitería Torres.

Por sus mesas han pasado históricos eventos, como el vermouth (brindis) de honor al cuerpo diplomático durante el Centenario de la Independencia de Chile en 1910. El mismo evento se replicaría en 2010, para el Bicentenario de la Independencia, dirigido por el entonces Presidente Sebastián Piñera. Además, distintos personajes políticos y civiles han pasado por sus mesas en sus más de 14 décadas de vida.

Este local, con todo, logró sobrevivir a la pandemia y reabrió hace casi 10 meses sus puertas. Y, después de todas las restricciones sanitarias, este 2022 volverá a celebrar el mítico día del Barros Luco.

Este 09 de junio recibirán a todos quienes quieran disfrutar de este inconfundible sándwich, creado en la barra del local. Nombrado en honor a su creador, el Presidente Ramón Barros Luco, este plato ya tiene casi 120 años de existencia y muy pocas modificaciones. ¿Por qué el 09 de junio? Porque se hace honor al natalicio del ex Mandatario que le dio su nombre al sándwich.

En la barra de la Confitería Torres se sentaba el Presidente Ramón Barros Luco a disfrutar de su sanguche "presidencial"
En la barra de la Confitería Torres se sentaba el Presidente Ramón Barros Luco a disfrutar de su sanguche “presidencial” // Crédito: Maricarmen Rojas

La receta, aseguran, sigue siendo un clásico que todos quieren degustar. Como dice José Santos, el mozo más antiguo del local, que a sus 94 años sigue atendiendo las mesas de la confitería, “el que no pasa al Torres a comerse un Barros Luco, no ha pasado nunca” al restorán.

Según cuenta Juan Carlos Arcos, mozo por más de 18 años en el local de la Alameda, la recomendación de la casa es “tomarse una buena copa de tinto con un buen Barros Luco”. Pero ojo, uno de la Confitería Torres. Si no, no vale.

El Barros Luco de la receta original

Muchas historias rodean a la Confitería Torres. Sin embargo, la más recordada es la del origen del sándwich Barros Luco.

Como recuerda don José Santos, a este local asistía mucho Ramón Barros Luco antes de convertirse en Presidente en 1910. “Pedía un sándwich de queso derretido a la plancha con carne, y tanto que venía para acá que el patrón dijo ‘prepárele el sándwich de Barros Luco”’, cuenta el mozo.

Con el tiempo, la popularidad del sándwich creció, ligada de alguna forma a su llegada a la Presidencia. Los clientes de la Confitería Torres entraban y pedían simplemente un emparedado “igualito al de Barros Luco”. “De ahí empezó la historia”, dice Santos.

El sanguche barros luco es tan famoso que en la Confitería Torres tuvieron que prepararlo para estar disponible siempre en su delivery
Aunque algunos lo preparan con posta rosada, posta negra o asiento, en la Confitería Torres el Barros Luco se prepara con puro filete. // Crédito: www.confiteriatorres.cl

Según explica el mozo Juan Carlos Arcos, “un buen Barros Luco se hace con filete, harto queso y en marraqueta bien crujiente. Eso es lo mejor. Sólo sal a gusto, nada más, y que la carne no quede muy cocida”. Esa es la receta original, que prácticamente no se ha modificado desde su creación.

Sin embargo, Santos acota dos datos importantes: tiene que ser un buen queso y la carne debe ser filete. “Desde que empezó el Barros Luco que se hace de filete”, insiste.

Para ir a la Confitería este jueves, Santos recomienda que sea a la hora de apertura. “Como a las 10 y media de la mañana”, dice, porque está más vacío. Si no, la hora de almuerzo es siempre un clásico, asegura.

Más de 140 años de historia

La Confitería Torres fue fundada en 1879 por un mayordomo, José Domingo Torres, reconocido por su impecable mano para las exquisiteces clásicas de la aristocracia de aquél entonces. Alfajores dulces, príncipes de manjar blanco, el “huevo mol”, faisanes y civet estaban dentro del repertorio gastronómico de Torres.

Era tal la fama de este cocinero, que trabajaba con una familia aristocrática de la capital en aquella época, que era solicitado por otras casas en préstamo. Fue tanto el éxito del mayordomo que su patrón, aburrido de no tenerlo nunca en su hogar, decidió instalarle un negocio propio.

Los altos techos de la Confitería Torres le han dado siempre al espacio una gran acústica, permitiendo que las noches bohemias se desarrollaran con gran pompa. // Crédito: Maricarmen Rojas

Inicialmente lo instalaron en Agustinas con Ahumada. Sin embargo, en 1905 adquirieron una nueva propiedad para instalar el local, ubicándola en la Alameda casi llegando a la calle Dieciocho. Ahí se ha mantenido por 117 años.

Hasta esta dirección han llegado grandes personajes de la época. Entre sus visitantes más asiduos destacaron el diplomático Ramón Subercaseaux, los ex presidentes Arturo Alessandri Palma, Ramón Barros Luco, Federico Errázuriz y el escritor Joaquín Edwards Bello. También la han visitado figuras como Plácido Domingo, Björk, Raúl Matas, Don Francisco y Carlos Menem.

Según relató uno de los antiguos dueños de la Confitería Torres, Bartolomé Alomar, la fama del local durante la Guerra del Pacífico era enorme. Tanto, que los oficiales peruanos estaban tan seguros de su triunfo que aseguraban que festejarían la victoria en el Torres de Santiago. Eso le habrían contado las damas limeñas en la capital de Perú a los oficiales chilenos, cuando estos ocuparon Lima.

También se cuenta que, tras una Parada Militar, Arturo Alessandri hizo parar en seco el coche en el que iba, justo frente a la Confitería. “Estoy que me rajo de sed. Ando con los fierros calientes”, habría dicho el Presidente, según cuenta la historia. Acto seguido, habría entrado al local y se habría tomado al seco un vaso de la afamada chicha de la confitería

En una de las paredes de la entrada de la Confitería Torres tienen las fotos de los presidentes que han ejercido desde que existe el local. Sólo falta Gabriel Boric, aunque sólo han pasado tres meses del inicio de su mandato. // Crédito: Maricarmen Rojas

Otra historia es la del barman Germán Herpel, quien era un maestro en la preparación del cola de mono. Si bien algunas historias dicen que este trago se creó en el local, no hay mucha seguridad al respecto. De lo que sí están seguros sus visitantes es de la destreza de Herpel para preparar este preciado brebaje, que sólo se servía durante diciembre en la Confitería.

El barman lo preparaba a mano y tenía su propia receta, donde una de las cosas esenciales era que el aguardiente debía ser de Chillán. Este trago se revolvía con un palo de guindo, que se guardaba sagradamente el resto del año en la casa de Herpel.

Asimismo, se dice que a veces, en el verano, el Padre Hurtado pasaba a la Confitería a tomar un helado con los niños que lo acompañaban, o a comerse una papaya. “También se dice que aquí vino Gardel, pero no se ha podido comprobar”, suma Juan Carlos Arcos al recuento.

Este centro de la bohemia capitalina fue nombrado Monumento Nacional en 1983. Y, como dijo en su minuto Alomar, “es una manifestación de que nuestro Santiago conoció una vida nocturna de verdad”. En sus palabras, la Confitería Torres “es patrimonio ciudadano porque la ciudadanía lo formó ayer, hoy y lo continuará mañana”.

Una vida entera atendiendo la Confitería Torres

Uno de los rostros más reconocidos de este espacio republicano es José Santos, el mozo más antiguo del local, que a sus 94 años sigue atendiendo las mesas de la confitería.

En sus más de 64 años de servicio, conoce todas las anécdotas de este local, recitándolas como una verdadera enciclopedia humana. “Una vida entera”, dice Santos que ha pasado en la Confitería Torres. Y así parece ser.

José Santos, de 94 años. ha trabajado por seis décadas en la Confitería Torres, y planea seguir trabajando ahí
José Santos llegó a los 30 años a la Confitería Torres como copero y posteriormente como garzón, oficio que desempeña hasta el día de hoy. // Crédito: Maricarmen Rojas

“Yo llegué el año 58, venía de las minas de carbón, de Lota”, cuenta el nonagenario. Según ha relatado antes, le tocaba trabajar bajo tierra y decidió retirarse tras ver muchas muertes a causa del gas grisú.

Podía devolverse a Villarrica, donde nació, o venirse a la capital. Y optó por la segunda opción. “Llegué a Santiago porque tenía familia aquí, la encontré y empecé a buscar pega”, dice.

“Crucé la calle y había un señor parado ahí. Me dijo ‘oye, hombre, ¿querís trabajar? Pasa pa’ dentro’. Y de ahí que no puedo salir”, cuenta, entre risas, el mozo. Ese hombre era Bartolomé Alomar, el dueño por aquella época.

“Se inauguró en 1879, para la Guerra del Pacífico. Ya entonces empezaron las historias de los personajes que han venido a la Confitería Torres. Otros estudiaban aquí, en el San Ignacio. Venían los padres y traían a los hijos, después los hijos traían a sus hijos y así siguió la historia”, relata Santos.

Los años han pasado por la fachada de la Confitería Torres. Sin embargo, los habitués siguen pasando por su Barros Luco o su lomo al ajo arriero. // Crédito: Maricarmen Rojas.

Al preguntarle por las figuras que ha visto pasar por el local, asegura que han sido muchísimos personajes, “tanto políticos como artistas’. Personajes que han trabajado en la tele, como Anthony Quinn que vino con la señora y una hijita”.

Le tocó atender en persona a más de un Presidente. Por ejemplo, Eduardo Frei Montalva tomaba once cada tarde en el local antes de asumir como Mandatario en 1964. Un té con tostadas es lo que consumía el falangista.

A quien recuerda, con cierto cariño es al Presidente de la Transición, Patricio Aylwin. “Venía con la señora, se sentaba ahí” dice, mientras señala unas sillas en la entrada, y agrega que la máxima autoridad “era muy amable”.

“El otro día estuvo aquí uno del Señor de los Anillos”, suma Santos, haciendo alusión al actor John Rhys-Davies, quien pasó por el local en abril pasado. “Y así han pasado varios personajes. Tanto políticos como civiles”, remata el hombre que ha visto cómo distintas generaciones van y vienen en la Confitería Torres.

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