Política
12 de Julio de 2022¿Aprobar o rechazar para reformar? Cinco expertos analizan los límites de dos Constituciones en disputa
Si gana el Apruebo, habrá una nueva Constitución que se podrá mejorar por un quórum de 4/7 más plebiscito. Si lo hace el Rechazo, las reformas serán por 2/3 o 3/5, a no ser que se baje el porcentaje. Por esto, en The Clinic consultamos con 5 expertos para saber qué fórmula hace más fácil los cambios a la Carta Magna nueva o la vigente.
¿Qué pasará el 5 de Septiembre? Ya son variadas las figuras políticas que han instalado la idea de que, gane el Apruebo o el Rechazo en el Plebiscito de Salida, será necesario continuar con el Proceso Constituyente mediante reformas al borrador emanado de la Convención o a la actual Constitución vigente.
Desde la derecha, la idea ya se había instalado cuando el 04 de Junio los partidos de Chile Vamos llamaron a rechazar la propuesta constitucional, asegurando que le darían continuidad al proceso mediante reformas al texto actual. Un relato que continuó este sábado 09 de Julio mediante una carta -difundida a través de El Mercurio- donde estamparon 10 compromisos para una nueva Constitución que no sea precisamente la redactada por el órgano constituyente disuelta a principios de mes.
Desde la otra vereda, y luego que la Convención terminara su trabajo, el ex Presidente Ricardo Lagos divulgó una carta en la que junto con cuestionar diversos aspectos del texto a plebiscitar, hace un llamado a “abordar la continuidad del debate constitucional hasta alcanzar un texto capaz de concitar un alto grado de aceptación ciudadana”.
Incluso, el propio Presidente Gabriel Boric se abrió a esta idea luego de la misiva de Lagos se hiciera pública, diciendo que “de aprobarse la Constitución, hay que hacerle mejoras como lo señaló ayer (lunes 04 de Julio) la presidenta de la Convención, como lo señaló Gaspar Domínguez. Yo mismo como Presidente de la República estoy de acuerdo que hay que tener esa disposición”.
De hecho, al interior del oficialismo la idea de “Aprobar para mejorar” fue lanzada por el PPD -integrante del Socialismo Democrático- cuando el 15 de junio hicieron público un documento con mejoras que promoverán para la nueva Constitución, en caso de que esta se apruebe en el próximo Plebiscito.
Si bien por un lado a la derecha se le cuestiona su credibilidad para llevar a cabo las reformas a las que se opusieron -prácticamente- desde el retorno a la democracia, desde el sector del Rechazo han comenzado a instalar dudas respecto de que la izquierda tampoco estaría disponible para hacer reformas a la nueva Constitución.
En este sentido, y con el debate sobre qué Constitución permite mayor flexibilidad para introducir eventuales modificaciones, The Clinic contactó a cuatro expertos en la materia para profundizar en las distintas interpretaciones.
Los nudos para reformar (con Apruebo o Rechazo)
A juicio de los académicos, el debate sobre qué Carta Magna asegura mayor margen para aplicar reformas, no está del todo zanjado.
El Doctor en Ciencia Política y académico en la Universidad Diego Portales, Claudio Fuentes, enfatiza que los escenarios que abre un eventual triunfo del Apruebo o el Rechazo ciertamente que son diversos: “En el primer escenario hay que ajustarse a la regla constitucional nueva y, en el otro, hay que incidir en el tipo de reglas que quieran jugar”.
“Con el Apruebo, los congresistas van a tener que modificar leyes de acuerdo a las nuevas reglas del juego. Con el Rechazo, en cambio, esos jugadores ya tienen reglas (la Constitución vigente) y van a tener el poder de reformar la actual Constitución de acuerdo a sus propios intereses”, asegura Fuentes.
“Con el escenario del Rechazo tienes que retrotraer una negociación política en todos los temas, cosa que ya se hizo en la Convención. La pregunta va a ser si prefieres un nuevo marco regulatorio de este partido y, a partir de ahí, definir ciertas normas (si gana el Apruebo), o partir de cero en muchos de los temas (si gana el Rechazo), pensando en que que hay diferencias importantes como el tema del agua, pensiones, salud, educación. Son temas con diferencias importantes”, agrega.
Bajo estos argumentos, Fuentes señala que “para mi, dado las correlaciones de poder que hay hoy día en el Congreso y con el récord de las reformas constitucionales que hay hasta ahora, donde no se han modificado aspectos sustantivos como pensiones, salud, agua, etcétera, yo creo que para el futuro sería más fácil políticamente el camino del aprobar y luego reformar”.
El ‘Aprobar para reformar’ tiene un texto sobre el cuál ya hay un acuerdo constituyente e incluye gran parte de la línea estructural (…) En el ‘Rechazar para reformar’ no tienes eso, hay que partir la discusión desde cero”, sentencia Tomás Jordán.
Un análisis similar hace el abogado constitucionalista e integrante del Observatorio Nueva Constitución, Tomás Jordán, quien asegura que “en el ‘Aprobar para reformar’ tiene un texto sobre el cuál ya hay un acuerdo constituyente e incluye gran parte de la línea estructural. Por tanto, lo que queda por ver son los elementos que aquellos sectores que no tuvieron un rol relevante en la Convención, pero que sí están en el Congreso, consideran adecuados reformar para un pacto constitucional”.
En cambio, Jordan añade: “en el ‘Rechazar para reformar’ no tienes eso, porque básicamente uno mantiene la Constitución vigente y, como no hay un acuerdo político en el Congreso sobre qué reformar, hay que partir la discusión desde cero”.
Además, el abogado constitucionalista apunta a la dificultad procedimental para las reformas. “La nueva Constitución establece que las reformas más importantes se deben hacer por un acuerdo de 4/7 más un referéndum ratificatorio. En cambio, la Constitución vigente requiere de 2/3 o 3/5, que es un quórum bastante mayor”.
El constitucionalista Rodrigo Correa, académico de derecho en la Universidad Adolfo Ibáñez, coincide en que “los dos tercios -de la Constitución vigente- son más difíciles hoy día”. Sin embargo, dice que “todo depende de que se forme un grupo transversal, que fue lo que la Convención no logró nunca. En la medida que se logre eso, el tema de los quórum necesarios para reformar sería relativamente sencillo, porque tú juntas desde el PS hasta la UDI y tienes el porcentaje”.
En tanto, el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma, Tomás Duval, mantiene distancia con la idea de que una Constitución sea más fácil que otra de reformar.
“Los dos tipos de reformas tienen complejidades, porque la nueva Constitución establece los 4/7 y un Plebiscito, y la actual Constitución, si no destraban esos 2/3, es mucho más difícil de poder reformar. La única manera de establecer un mecanismo más flexible es bajar el quórum de la actual Constitución para su reforma”, asegura.
Justamente, el tema del referéndum ratificatorio se visualiza como una complejidad, debido a lo engorroso que puede resultar su organización. Sin embargo, entre los expertos hay cierto consenso en que es necesario de todos modos.
Duval, por ejemplo, comenta: “en cualquiera de los escenarios hay que consultarle a la ciudadanía”. Jordán, por su parte, asegura que “el Referéndum le otorga legitimidad a cualquier cambio constitucional. Me parecería insólito que si gana el Rechazo se resuelva todo en el Congreso y no se plebisciten los cambios. La diferencia es que con la nueva Constitución eso está ya establecido, no hay que cruzar los dedos”.
En opinión del director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Claudio Alvarado, cree que es “bastante más difícil una eventual reforma a la nueva Constitución por varios motivos. Lo primero es porque en todo lo sustantivo exige, o bien 2/3, o 4/7 más Plebiscito”.
“Existe un acuerdo cada vez más transversal de que la Constitución actual terminó su ciclo y que se requiere un cambio. Existe un acuerdo cada vez más transversal de que la Constitución actual, tal y como la conocemos, terminó su ciclo y que se requiere un cambio constitucional”, agrega.
El debate abierto de los 4/7 de Rincón y Walker
El análisis anterior corresponde al escenario actual, donde las reformas constitucionales requieren de un acuerdo de dos tercios o tres quintos de cada Cámara para llevarse a cabo.
Sin embargo, la arremetida del proyecto de reforma constitucional de los senadores Matías Walker y Ximena Rincón para bajar este alto quórum a 4/7, podría poner en duda que la nueva Constitución sea más flexible a la hora de hacer cambios.
Para Rodrigo Correa “si se aprueba la reforma de los 4/7 va a quedar más fácil de modificar esta Constitución que la nueva, y más aún con la voluntad que hay. Creo que existe realmente la voluntad de amplios sectores del país en aprobar reformas. Lo otro, en cambio, es una súper complicación, porque tienes que llamar con 4/7 a un plebiscito, o sea, esa cuestión es parar al país por dos meses. Es medio imposible, no tiene mucho sentido”, afirma.
“Por el momento (la reforma de los 4/7) está siendo tramitada y falta mucho”, dice Tomás Duval, agregando que “tampoco está claro el mecanismo por el cual esa posible reforma se llevará a cabo”.
Tomás Duval, por su parte, pone el pie en el freno: “Por el momento está siendo tramitada y falta mucho”, a lo que agrega que “tampoco está claro el mecanismo por el cual esa posible reforma se lleva a cabo. No está definido si una nueva convención, comité de expertos o el propio Congreso”.
Alvarado, en tanto, ve la reforma de 4/7 como “otro signo de que el cambio constitucional va sí o sí en caso que gane el Rechazo. Muchas personas han dicho que la centro derecha tiene que acreditar con votos su voluntad de cambio y vamos a verlo cuando se vote en el Senado”.
Tomás Jordan también cree que “los 4/7 harían, en términos procedimentales, más fácil una reforma constitucional. Sin embargo, eso va a implicar una discusión muy larga para llegar a un acuerdo, sobre todo pensando que históricamente ha sido difícil tener un consenso para llevar a cabo cambios estructurales”.
En este último punto coincide Claudio Fuentes: “tienes que negociar todo a partir de cero, por ejemplo, qué tipo de sistema de salud vas a implementar, qué tipo de sistema de pensiones, que tipo de regulación del uso de suelo, y así sucesivamente”.
Consentimiento indígena para reformar: “Debate artificial”
Justamente respecto de la facilidad o dificultad para reformar la propuesta constitucional de la Convención, durante el programa Tolerancia Cero del domingo 10 la senadora Ximena Rincón (DC) fue desmentida por el periodista Daniel Matamala.
Rincón aseguraba que para llevar a cabo reformas constitucionales, era necesario el consentimiento de los Pueblos Indígenas. A ello, el comunicador le leyó el artículo 7 de las normas transitorias de la propuesta. “No hace ninguna alusión a la aprobación indígena”, aseguró el comunicador.
Luego de la declaración de Rincón y su posterior discusión con Matamala, distintas figuras salieron a desmentir la necesidad del consentimiento indígena para reformas constitucionales. Entre ellos, el ex convencional Luis Jiménez, de los escaños reservados.
Para el académico de Ciencias Políticas de la Universidad Diego Portales y coordinador de Plataforma Contexto, Claudio Fuentes, “el debate sobre el consentimiento indígena es artificial”.
“En los artículos transitorios y en el permanente, para las reformas Constitucionales no se establece que cualquier reforma requiere el consentimiento de pueblos indígenas. El consentimiento sólo se aplica para aquellos ámbitos en las entidades territoriales”.
En el artículo 66 se habla del derecho a la consulta de los PP.II. en genérico. En el artículo 191 se habla de consulta con consentimiento de los pueblos indígenas, pero para lo asociado a entidades territoriales”, explica Claudio Fuentes.
El académico profundiza su explicación señalando que “en el artículo 66 (capítulo sobre Derechos Fundamentales) se habla del derecho a la consulta de los pueblos indígenas, así en genérico. Y en el capítulo sobre entidades territoriales, en el artículo 191 se habla de consulta con consentimiento de los pueblos indígenas, pero para lo asociado a esas entidades”.
Eso sí, Fuentes hace una salvedad: “Si en el futuro tú dices que no te gustan los escaños reservados, ahí como es un ámbito que afecta directamente a los pueblos indígenas, requeriría una consulta. Y ahí aplicaría el artículo 66”, dice, aclarando de paso que “las consultas no son vinculantes”.
Pero es en este punto en el que considera que el debate “es artificial”: “Esa reforma, que tiene que ver con el sistema político, requeriría además un referéndum ciudadano (toda la población debería referirse sobre este tema) por lo tanto, de todos modos requeriría una ratificación ciudadana”.
De todos modos, el debate sobre la norma 191 a la que se refiere Fuentes, ha sido interpretada de otra manera por algunos ex convencionales de derecha como Marcela Cubillos, quien en su cuenta de Twitter aseguró: “el Art 191 inciso 2 se refiere a la necesidad de consentimiento indígena en cualquier materia que afecte sus derechos reconocidos en ‘esta Constitución’, no lo limita a un capítulo. Por tanto, cualquier reforma constitucional que afecte lo que el texto les da a los PP.OO. requiere su permiso”.
Sobre esta discusión, Tomás Duval asegura que la discusión jurídica al respecto no está cerrada. “La complejidad del nuevo texto es una discusión jurídica respecto al consentimiento de los Pueblos Originarios, que sería un tercer mecanismo dentro de la nueva propuesta y eso sí puede complejizar más el proceso”, sostiene.
¿Acuerdo Nacional? El rol de Boric a partir del 05 de Septiembre
La idea de hacer ajustes a la nueva Constitución o reformas en caso de que gane el Rechazo se ha instalado -con matices- de forma transversal. Asimismo, también se ha discutido el rol que debe tomar el Ejecutivo en las horas siguientes al Plebiscito de Salida.
En esa línea, el debate entre los expertos está en cuál debe ser la línea de acción del gobierno de Gabriel Boric para darle continuidad al Proceso Constituyente.
En este sentido, Tomás Jordán apunta a que el 05 de Septiembre “el Presidente Boric debe tener un rol articulador junto a los presidentes de las dos corporaciones legislativas. Desde ahí se debe articular las fuerzas políticas para llegar a un acuerdo político con todas las fuerzas del Congreso para ver qué reformar, en caso de que gane el Apruebo”.
En la misma línea, pero en caso de que sea la opción Rechazo la que triunfe, Jordán asegura que “los mismos actores deben llamar a un nuevo acuerdo nacional por una nueva Constitución. Pero es importante que Boric participe y no cometa el mismo error de Piñera de restarse de ese acuerdo”.
El gobierno tiene que resolver cómo se hace capaz de conducir y de liderar los procesos que está viviendo el país. Mientras no logre corregir eso, lo que haga respecto al debate constitucional podría ser contraproducente”, dice Rodrigo Correa.
Rodrigo Correa, por su parte, plantea un rol más lejano para Boric. “El gobierno tiene que resolver su propio problema; cómo se transforma en un gobierno que realmente es capaz de conducir y de liderar los procesos que está viviendo el país, pero parece que se le están arrancando de las manos: inmigración, conflicto mapuche, inflación. Mientras no logre corregir eso, lo que haga respecto al debate constitucional podría ser contraproducente”.
Incluso, Tomás Duval se refiere más bien al emplazamiento que hizo Carolina Toha en el programa Tolerancia Cero -CNN Chile-, quien dijo que los problemas del nuevo texto “son totalmente posibles de ser resueltos”, apuntando al gobierno como actor principal en la implementación de esas correcciones.
“(Tohá) le está dando al Presidente un rol protagónico en el Plebiscito, porque lo está colocando de lleno como un actor principal. En la medida que apela a él, le está dando el rol más allá de lo que le pudiese corresponder”, dice el decano de la Universidad Autónoma.
Claudio Alvarado señala que cuando Boric asumió la presidencia, “debía preguntarse si quería actuar como jefe del Apruebo o Jefe de Estado. Pero da la impresión de que en su minuto no tomó la decisión de asumir ese papel. Nunca es tarde, pero creo que esa pregunta estaba clara antes de asumir el gobierno, y en el intertanto no ha estado a la altura de lo que se requiere”.
A esto, el director ejecutivo del IES plantea que Ricardo Lagos “ha llenado ese vacío paradójicamente, pero ciertamente el Presidente Boric tiene que hacerlo. El 05 de Septiembre, él va a tener que conducir el proceso político y debiera tener a la vista la necesidad de actuar de manera transversal, haciendo eco del recelo ciudadano que ha despertado la propuesta de la Convención”.