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18 de Agosto de 2022

“Dejemos de ser víctimas y hagámonos protagonistas de nuestras historias”: Carolina García, la ingeniera que supo reinventarse tras el accidente que la dejó en silla de ruedas

Cortesía de Carolina García

Casi perdió la vida en 2006. Pero hoy no solo dio un giro en su vida laboral, sino que también creó una fundación orientada a apoyar personas en su proceso de inclusión laboral y acaba de ser reconocida por Her Global Impact Challenge por su proyecto de empoderamiento de mujeres con discapacidad. Aquí, su historia.

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Viajar por trabajo era una de las cosas que más le gustaba hacer a Carolina García. Como ingeniera civil y consultora, durante años le tocó abrir negocios en diferentes países con foco en la minería.

Un viaje, sin embargo, lo cambió todo. En el año 2006, camino a visitar a un cliente en Antofagasta, el taxi en el que Carolina García estaba chocó de frente contra un camión.

“Esto casi me costó la vida y dio un giro muy importante en ella. Con grandes desafíos, para mí y para mis cercanos”, comenta.

Madre de María José y Eduardo, entonces preadolescentes, Carolina García se vio en la necesidad de contar con más apoyo que nunca. Para tomar su celular. Para sostener una cuchara. Para tomar un vaso. Para comer. Para abrazar. Y la razón era solo una: tras su accidente, Carolina García se convirtió en una mujer con discapacidad, en silla de ruedas.

“Fue muy complicado porque en un principio me tenían que hacer todo. Ahora ya no es tan así, pero sí significa un gran cambio para la mujer que yo había sido hasta entonces: independiente, competitiva, autovalente. Yo no le pedía ayuda a nadie hasta ese entonces, porque yo encontraba que nadie lo podía hacer mejor que yo”, recuerda.

Tras meses, volvió a trabajar a la empresa donde estaba, pero al cabo de un año, la despidieron. “Yo ya no servía para lo que me habían contratado”, evalúa hoy.

Cortesía de Carolina García

Tenía que mantenerse y mantener a sus hijos, entonces empezó a enviar currículums. Pensó que era la oportunidad perfecta para recomenzar, encontrar un trabajo distinto, uno que le llenara más, uno que no estuviera conectado con el día en que todo cambió.

Así empezó a buscar, buscar y buscar. Fue a empresas, pensó que había tenido buenas entrevistas, avanzaba… Y no la llamaban. Tras un año, Carolina García llegó a una sola conclusión: “no estamos preparados como sociedad para contratar a una mujer con discapacidad”.  

Corría el año 2013. Todavía faltaban 5 años para que se promulgara la Ley de Inclusión Laboral, que -entre otras cosas- obliga a toda empresa de más de 100 trabajadores a contar con el 1% de personas con discapacidad entre sus empleados.

***

Una amiga le decía con frecuencia que debía reinventarse. Que no bastaba solo con buscar un trabajo distinto, sino que ella misma tenía que ser y mirar lo que le había ocurrido de una manera diferente.

“Ella básicamente me veía muy desanimada y desempoderada. Hoy miro hacia atrás y me doy cuenta de que verdad estaba mal, pero no lo reconocía -lo que es incluso peor. Yo estaba acostumbrada a una cultura en la que todo tenía que estar bien, en la que no podía reconocer mis emociones… Por suerte escuché a mi amiga”, comenta Carolina García.

“Fue muy complicado porque en un principio me tenían que hacer todo. Ahora ya no es tan así, pero sí significa un gran cambio para la mujer que yo había sido hasta entonces: independiente, competitiva, autovalente. Yo no le pedía ayuda a nadie hasta ese entonces, porque yo encontraba que nadie lo podía hacer mejor que yo”, recuerda.

Sin saber muy bien qué esperar, se metió a un programa de coaching. Ahí se conectó con su vulnerabilidad, empezó a procesar mejor lo que le había ocurrido en los últimos años. A lidiar con sus emociones y también con sus temores o expectativas a futuro.

Para cuando promulgaron la Ley de Inclusión Laboral, ya estaba formada como coach. Y su nombre empezó a sonar en distintas organizaciones que realizaban charlas y conversatorios con personas con discapacidad.

Cortesía de Carolina García
Cortesía de Carolina García

“Me di cuenta de que mi voz podía ser escuchada y empecé a interesarme más por el tema de la inclusión de personas con discapacidad en el trabajo. Me empezaron a pedir apoyo con la implementación de la ley en algunas empresas y decidí que debía hacer algo al respecto”, cuenta Carolina García.

Con ese foco ingresó a la Academia Global Impact, que busca apoyar a las mujeres profesionales con proyectos innovadores.

“Haber entrado a la academia para mí fue súper importante porque yo venía de toda una historia como ingeniera, competitiva, en que yo decía ‘pucha, no puedo confiar en otras mujeres para contarles mi emprendimiento porque seguramente me lo pueden copiar’ y al revés: aprendí muchos temas, así como sororidad, y fue todo muy, muy, muy lindo, de mucha colaboración. Fue ahí que me empecé a especializar en el tema de diversidad y en ser realmente una voz referente en temas de discapacidad”, comenta Carolina García.

A través de los aprendizajes adquiridos, creó Comunidad Inclusiva, una fundación enfocada en los temas de diversidad, discapacidad, inclusión y equidad de género, y que brinda servicios para apoyar a las personas en su proceso de inclusión laboral.

También con ese foco Carolina García realizó en 2019 un diplomado de diversidad e inclusión en la Universidad Adolfo Ibáñez, donde conoció a muchas personas que se mueven en el mundo de la discapacidad, y en 2021 fue candidata constituyente por el Distrito 13, aunque no resultó elegida.

***

Aunque ya se sentía reinventada, cuanto más investigaba y conocía el mundo de la discapacidad en Chile, más Carolina García se sentía incómoda.

Incómoda porque, aunque la mayoría (65%) de las personas con discapacidad son mujeres, su nivel educacional es muy inferior al de los hombres. Incómoda porque tras años de la entrada en vigencia de la Ley de Inclusión Laboral, la mayoría de los contratados por esta son hombres.

De acuerdo con datos de la Dirección del Trabajo, durante el 2021, el número de mujeres en situación de discapacidad contratadas en una empresa fue de 12.514, mientras que el de hombres fue 22.816.

“Decidí entonces volver a la Academia Global Impact a buscar un nuevo modelo para apoyar a las mujeres con discapacidad. Empoderarlas para que logren emprender o hacer un cambio laboral y que así sean económicamente independientes”, comenta.

De esa manera, creó la Academia Latinoamericana de Emprendimiento y Empoderamiento para Mujeres con “DisCapacidad” (Aleemu), proyecto que tiene como objetivo derribar las brechas que afrontan las mujeres en situación de discapacidad y promover la inclusión laboral de ellas.

Fue con ese proyecto que Carolina García fue la ganadora de la undécima versión de Her Global Impact Challenge, una premiación que busca reconocer iniciativas innovadoras y con impacto social liderados por mujeres de América Latina.

“Cuando me llamaron para contar, no lo podía creer. Yo escuché el pitch de las otras cuatro mujeres finalistas y eran excelentes… Ya de ser finalista me daba por ganada, entonces cuando la directora de la Academia Global Impact me llamó… Uff”, comenta.

El galardón recibido por Carolina García incluye financiamiento para cursar un postgrado nacional o internacional y mentorías personalizadas para potenciar su proyecto.

De acuerdo con datos de la Dirección del Trabajo, durante el 2021, el número de mujeres en situación de discapacidad contratadas en una empresa fue de 12.514, mientras que el de hombres fue 22.816.

Todavía no tiene decidido dónde estudiará. Pero sí se ha puesto a pensar en todo lo que ha logrado desde el accidente.

“A mis 55 años puedo decir que no hay edad para reinventarse y para soñar que uno sí puede seguir haciendo cosas. Me tiene contenta poder seguir trabajando en eliminar esa brecha que hay para las mujeres con discapacidad”, sostiene.

-¿Qué le diría, entonces, a las mujeres con discapacidad?

Que dejemos de ser víctimas de nuestras situaciones y hagámonos protagonistas de nuestras historias.

Carolina García sigue viajando. Pero ahora en silla de ruedas. Y se nota.

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