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Opinión

21 de Agosto de 2022

Juntos, pero no revueltos

¿Qué tal si hacemos el esfuerzo y elegimos el camino de la unión? Vana ilusión, pensarás tú y te entiendo muy bien, solo te pido que me dejes llevarte en un viaje, por una ruta casi inexplorada…

Verónica Sánchez
Verónica Sánchez
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El ambiente a nivel mundial se ve bastante convulsionado, lleno de incertidumbre y violencia, de manera superficial es más lo que nos desune, que lo que nos une. Los más de dos años de pandemia y las enseñanzas de unión y solidaridad que nos ha dejado parecen haber quedado atrás, dando paso a una especie de atmósfera del tipo “sálvese quien pueda”.

Las apariencias, sin embargo, nos impiden ver la otra cara de la moneda, esa que es más amable, más positiva, más del corazón. ¿Qué tal si hacemos el esfuerzo y elegimos el camino de la unión? Vana ilusión, pensarás tú y te entiendo muy bien, solo te pido que me dejes llevarte en un viaje, por una ruta casi inexplorada…

Punto de Partida

Siempre me ha interesado saber el origen de las palabras y su significado profundo, más allá de una definición de diccionario. Pues bien, la palabra unión viene del Latín Unio y se compone de “unus”, es decir, uno e “ión”, que es efecto. Ya vemos, entonces, para donde va el significado de unión o “Los” significados, mejor dicho, porque, al buscar esta palabra en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, aparece con 14, sí, catorce significados. De todas maneras, a mi entender, estas acepciones se resuelven en una sola: la acción de juntar, juntarse, unificar. 

Iniciemos el viaje, la ruta está abierta…

Primera Parada

Una de las acepciones de la palabra unión es “conformidad y concordia de los ánimos, voluntades o dictámenes”. ¿Quiere decir, entonces, que al unirnos debemos someternos a la voluntad del otro y tener sus mismas ideas y criterios? ¡Absolutamente, no! Unión implica acuerdo, puntos de encuentro, es hallar aquellas cosas en las que tenemos similitud, pero respetando aquellas en las que dicha similitud no está. 

En mi país, Chile, así como en otras partes del mundo, pronto habrá votaciones, ya que se está llevando a cabo un proceso transcendental de reformas que tienen que ver con los parámetros que regulan el país. Existen dos opciones: apruebo o rechazo. Algo parecido ocurre aquí en el Reino Unido, donde dos candidatos quieren ser el nuevo Primer Ministro. Partidarios de ambas opciones piensan que lo mejor para el país es su postura y aquí encontramos el primer punto de encuentro, porque nadie, pienso yo, y puedes tacharme de ingenua si lo deseas, quiere algo malo o negativo para el lugar donde vive, es más, todos queremos lo mejor, sin embargo, solo vemos al otro como un enemigo al que hay que vencer a toda costa. 

Sin perjuicio de qué postura o quién gane cualquier elección, en cualquier parte del mundo, los seres humanos buscamos esencialmente lo mismo: tener comida, techo, abrigo, un buen empleo, un buen salario, amar, ser amados, ser felices. 

Las apariencias, sin embargo, nos impiden ver la otra cara de la moneda, esa que es más amable, más positiva, más del corazón. ¿Qué tal si hacemos el esfuerzo y elegimos el camino de la unión? Vana ilusión, pensarás tú y te entiendo muy bien, solo te pido que me dejes llevarte en un viaje, por una ruta casi inexplorada…

Sigamos el viaje…

Segunda Parada

Otra de las acepciones de unión, que deseo destacar en esta columna, dice: “composición que resulta de la mezcla de algunas cosas que se incorporan entre sí”. Al juntar un elemento con otro, se crea algo nuevo, por ejemplo, cuando cocinamos mezclamos diversos alimentos que se convierten en un guiso, una cazuela, un postre. Cada elemento aporta algo al producto final. ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros pusiera sus ideas más brillantes al centro de la mesa, al modo de la mesa redonda del Rey Arturo, al servicio de una nueva creación para el bien común? Seguramente, habría desacuerdos, sí, sin embargo, con miras altruistas y buena voluntad, muchas cosas son posibles. 

Sin perjuicio de qué postura o quién gane cualquier elección, en cualquier parte del mundo, los seres humanos buscamos esencialmente lo mismo: tener comida, techo, abrigo, un buen empleo, un buen salario, amar, ser amados, ser felices. 

Aquí entra la empatía, a la que ya me he referido en una columna anterior, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y verlo desde ahí. A través de la empatía podemos contemplar otras ideas y pensamientos, encontrar esos asuntos que nos unen y ver cómo los ponemos en acción en una nueva forma de colaboración. La empatía también nos lleva a cuidar nuestro lenguaje, a erradicar la agresividad, a respetar a las demás personas. Pensar de determinada forma, no debería hacernos blanco de insultos o faltas de respeto, de hecho, cuando insultamos a alguien, también nos insultamos a nosotros mismos, pues abrimos la puerta a recibir de vuelta aquello que emitimos y todas esas palabras quedan en nosotros vibrando muy bajo. 

El viaje continúa…

Tercera Parada

El último significado de la palabra unión al que quiero hacer alusión es: “grado de perfección espiritual en que el alma, desasida de toda criatura, se une con su creador por la caridad, de suerte que solo aspira a cumplir en todo la voluntad divina”. En palabras más sencillas, es la conexión entre nuestro ser interior y lo divino superior, que se expresa en el deseo de hacer lo mejor para el bien común, entendiendo que la voluntad divina es Amor. Ejemplos de esto hay muchos, podemos hablar de esas personas que sin importar las circunstancias y sin juzgar hacen el bien siendo voluntarios en organizaciones, religiosas o no,  de niños, jóvenes o ancianos, también podemos mencionar a esas personas “buenas de adentro”, que todos tenemos la alegría de conocer y tener en nuestras vidas. 

A lo que realmente me refiero es a que todos nosotros, con conocimiento o sin él, estamos internamente y profundamente unidos con lo divino superior, a través de nuestro corazón, de nuestra consciencia, de nuestra alma que busca incesantemente la felicidad no solo para ella misma, sino que para todo su clan. Entonces, si yo soy un alma, mi vecino o un miembro de mi familia que piensa diferente lo es también. Estamos unidos en lo invisible de nuestra experiencia colectiva, con todo lo positivo y lo negativo y dicha unión se manifiesta, por dar un ejemplo, cuando hay catástrofes naturales o una alegría que toca a todo el país. En esos momentos, nadie pregunta al otro acerca de sus preferencias de vida o si piensa diferente, pues nuestro corazón vibra al unísono.  

Sigamos, el viaje está casi terminando…

Destino Final

Como puedes ver, la invitación es a poner la palabra unión en acción en nuestra vida cotidiana, buscando los asuntos que nos unen, generando nuevas ideas para ejecutar en familia o en nuestro entorno, respetando diferentes puntos de vista, colaborando por el bien de todos. Juntos pero no revueltos es el título de esta columna, o sea, unidos en lo diferente, en lo diverso. 

Estamos unidos en lo invisible de nuestra experiencia colectiva, con todo lo positivo y lo negativo y dicha unión se manifiesta, por dar un ejemplo, cuando hay catástrofes naturales o una alegría que toca a todo el país.

Te invito a iniciar el camino de la unión poniendo en práctica tres cosas:

1. Respeto. Sea cual sea el resultado de una votación o elección, en cualquier momento, respeta a tu amigo, familiar o vecino que no piensa como tú. Usa la empatía. 

2. Colaboración. Haz lo que puedas hacer para llegar a acuerdos que beneficien a todos, pues eso te beneficia a ti también. 

3. Gratitud. Agradece cada día por la oportunidad de crear un mundo mejor para tus seres queridos, para ti, para todos. 

Este viaje en realidad no termina, la ruta sigue abierta…

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