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Cultura & Pop

24 de Agosto de 2022

Zalo Reyes según Mauricio Jürgensen: “Era un animal del escenario”

¿Qué hizo de Zalo Reyes un cantante tan querido en el país? En conversación con The Clinic, el periodista musical Mauricio Jürgensen comenta algunas claves de su vida. En sus palabras, Zalo Reyes probablemente fue "el mejor intérprete de su generación".

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Partió el “gorrión de Conchalí”. Zalo Reyes, quien tuvo un gran protagonismo en la televisión chilena entre los 70 y los 90, quien capitalizó la canción romántica y cebolla, se fue de la manera como tantas veces sus fans lo recibieron en vida: con llantos, canciones y gritos. 

¿Pero qué hacía del hombre detrás de “Una lágrima en la garganta” alguien tan especial? Aquí, el periodista musical Mauricio Jürgensen responde algunas preguntas fundamentales sobre el artista, fallecido el pasado 21 de agosto a sus 69 años. 

-¿Cuál fue el aporte de Zalo a la música chilena en general?  ¿Y a su estilo de música en particular? 

-Él es heredero de un estilo del bolero como “rockolero” o “cantinero” que es un estilo de música que se hizo mucho en  Perú, Ecuador y que acá en Chile se conoció como la canción cebolla que es un concepto que ocupó en algún momento Ricardo García –un viejo locutor de radio, fundador del sello Alerce- un  hombre que para tratar de describir lo melodramático de ese tipo de canto habló de la canción cebolla. Hay exponentes chilenos muy importantes; Luis Alberto Martínez, Lorenzo Valderrama, Ramón Aguilera (uno de los más conocidos), Palmenia Pizarro también de las voces femeninas. 

“De algún modo Zalo Reyes es heredero de esa imaginería, musicalmente hablando yo creo que escapa del bolero formal y tiene algo más conectado con Los Ángeles Negros que es este bolero más electrificado, tocar con instrumentos convencionales –bajo, guitarra, batería- un bolero que antes era orquestado en la década del 50´/60´… Él recoge un poco la escuela de Los Ángeles Negros, grupo chileno que fue muy influyente para muchos en ese mismo estilo de electrificar el bolero, electrificar el sentimiento y es por lo mismo cantante de música popular, su estilo se ubica en esas coordenadas, pero lo que él hace… Creo yo, muy único, es que tiene un estilo y un carisma muy personal, yo no sé si es el mejor cantante de su generación, pero es probablemente el mejor intérprete de su generación”. 

¿Por qué? 

-Por la forma como moría de cantar, como de estar contando historias, ponerle sazón y picardía a las letras; la forma de interpretar. Conectó muy potente con el público popular porque él es además un hombre que en su discurso nunca eludió venir de donde venía. De una comuna popular, de una comuna de Santiago que no es de las más acaudaladas, él hacía siempre la referencia “vengo de Conchalí, estoy orgulloso de Conchalí, subo de Plaza Italia para arriba” y se “reía” de cómo hablaban las personas más engoladas, con más dinero…

“Entonces esa distinción –que era un poco majadera por momentos- igual le funcionaba y la gente sentía que tenía un igual al frente, eso es algo que no había pasado en la música chilena durante mucho tiempo, la música chilena… todo esto era considerado rasca, de bajo nivel esta música cebolla, este tipo de cantar, no era algo que se admitiera públicamente (al igual que la cumbia y tantas otras cosas que en Chile se mira con desdén ), pero con el tiempo y con la presencia de Zalo Reyes ese juicio empezó a romperse y hubo gente que transversalmente decía “Zalo Reyes nos encanta, venga de donde venga”, eso creo que también es un aporte que hay que destacar”. 

Velorio de Zalo Reyes. FOTO: LUIS BOZZO /AGENCIAUNO

-¿Qué buenas anécdotas recuerdas de él?

Zalo Reyes era un hombre de una personalidad muy especial, un hombre que no se guardaba nada, que hablaba con mucha franqueza, a veces era un tanto verborreico, era como torrencial para contar todas sus historias, entonces siempre se atropellaba para contar las historias y eso es lo divertido, él mismo no dejaba espacio para que se diera una contra-pregunta. Anécdotas muchísimas, en la década del 90 y del 2000: hubo una moda acá en Santiago de Chile que hablaba de las “fiestas kitsch” que era esto del placer culpable, que era como darle un espacio en escenarios más juveniles a artistas viejos, eso hizo –por ejemplo- que tocara en la discoteca Blondie que es un lugar de contracultura, de un estilo de música muy distinto a él. 

“Yo no sé si es el mejor cantante de su generación, pero es probablemente el mejor intérprete de su generación”

“Hay una crónica muy buena de Álvaro Bisama que se llama Realeza, ahí resume muy bien el anecdotario de un hombre que pertenecía a otros mundos, que venía de otros lugares, que era de otra generación, pero que –sin embargo- arriba del escenario era un animal, se transformaba, eso creo yo que era lo más anecdótico: incluso en escenarios muy atípicos para él, en épocas muy distintas, cuando ya su vida empezó a tener más complicaciones, pero aun así arriba del escenario cantando era imbatible”. 

-¿Qué faltó y qué sobró en su carrera?

Quizás en cuanto a disciplina, constancia, oportunidades también, él siempre se quejaba de que no había vuelto a Viña del Mar. El año 83 debutó en el Festival de Viña, él lo tenía como un hito, pero nunca más lo invitaron y era inexplicable que no lo invitaran tomando en cuenta que él siguió siendo un artista muy popular y tenía canciones muy conocidas. Pero por razones que nunca nadie pudo explicar (a lo mejor por su carácter un poco conflictivo, por su espíritu un poco polémico, fue quedando de lado). Eso quizás faltó, haber manejado mejor –eventualmente- esas oportunidades que él mismo decía que no tenía. Y yo no sé si sobró mucho, creo que quizás al final de sus días no fue necesario verlo tan desmejorado arriba del escenario, con tantos problemas de voz, pero por otro lado, ¿quién es uno para poder juzgar cómo un hombre como él (que vive del escenario) quiere estar ahí hasta el momento que él decida? 

Él hacía siempre la referencia “vengo de Conchalí, estoy orgulloso de Conchalí, subo de Plaza Italia para arriba” y se “reía” de cómo hablaban las personas más engoladas, con más dinero…

-Si tuvieras que escribirle su epitafio, ¿qué pondrías?

No sé… Yo creo que hay muchas maneras de poder ubicarlo, hay alguien que dice que es como “nuestro Juan Gabriel”, otros “nuestro James Brown” porque tuvo un origen muy humilde, un ascenso muy inclusivo, una conexión muy profunda (popularmente hablando) y un ocaso un poco triste. Pero yo creo que Zalo Reyes era básicamente un hombre… ¿Cómo describirlo? Como un animal del escenario. Lo bueno de Zalo Reyes es que no había como una impostación, Zalo Reyes era lo que él pedía: sinceridad, honestidad brutal. Eso era lo que uno podía percibir de él. 

23.08.2022 Velorio Zalo Reyes, paso por pergola de las flores. FOTO: LUIS BOZZO /AGENCIAUNO

-Finalmente, de los cantantes chilenos actuales, ¿quién dirías que es el heredero de Zalo?

Hoy es muy difícil hablar de sucesores, en algún momento se hablaba de Santos Chávez, un cantante que también era de origen más humilde y también abrazaba este mismo estilo. Yo creo que lo más cercano que ha habido a Zalo Reyes –en su momento- fue Américo, un cantante que venía del norte, que además tenía una historia muy bonito porque él era muy chico y conoció a Zalo Reyes que fue a cantar a Arica (donde Américo nació) y en ese concierto Zalo Reyes le dio la bendición a este niñito que era un chiquitito que cantaba (tenía 6,7, 8 años)… A Américo le gustaba mucho recordar esa parte de la historia porque sentía que en ese gesto había una suerte de “adoptismo” o como de cederle el trono a otro. Américo era un artista muy popular que también tuvo que enfrentar el prejuicio de la cumbia en su caso particular, de la cumbia nortina, luego logró convertirse en un artista muy transversal y muy aceptado por todos, yo creo que esa comparación, ese símil, vale para ambos. 

“Pero hablar de sucesor hoy día… No tengo muy claro cómo ha cambiado la música, los lugares de visibilidad de ciertos talentos, pero si hay un momento en el que hubo alguien que pudo ser un Zalo Reyes 2, yo creo que ese fue Américo”. 

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