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3 de Septiembre de 2022

La historia detrás del cuento ganador de Santiago en 100 Palabras: “Deporte en Cuarentena”

El pasado 25 de agosto, “Santiago en 100 Palabras” dio a conocer a sus ganadores. El primer lugar resultó ser un director y guionista nacional, quien presentó su obra titulada “Deporte en Cuarentena”, pero jamás pensó que su trabajo sería seleccionado como el mejor de 52.987 cuentos: “narra una experiencia de pandemia que parece sacada de una película de ciencia ficción”, dicen desde el concurso.

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Cuando lo llamaron para decirle que estaba dentro de los ganadores “quería saltar en una pata”. Pablo Rojas Marchini, 50 años, habita un departamento en el dieciseisavo piso de un edificio, en las cercanías del Metro Príncipe de Gales. La azotea de la construcción, ubicada a más de 60 metros de altura, le permite mirar de forma panorámica la ciudad de Santiago con tanta atención y detalle, que el trayecto para llegar al cielo capitalino le hace sentir lo suficiente para describirlo en menos de un centenar de palabras. Así nació “Deporte en Cuarentena”.

Presiona aquí para leer “Deporte en Cuarentena”, de Pablo Rojas Marchini

Inspirado por esa experiencia personal y las sensaciones del encierro que vivió durante la pandemia, se animó a participar con ese texto en “Santiago en 100 Palabras”, iniciativa que comenzó en 2001 y ya ha premiado a 245 autores y autoras. Era el tercer año consecutivo que Pablo participaba. Ni imaginaba que este nuevo intento le daría el flamante primer lugar en la versión 2022 del concurso.

“Encuentro que llevar la literatura a los espacios públicos es una idea genial. Además, crea la posibilidad de que personas que no escriben lo hagan, porque son sólo 100 palabras entonces cualquiera puede tener una idea brillante. Como que democratiza también la literatura”, opina Pablo.

Pablo Rojas. Fotografía de Santiago en 100 Palabras

Rojas, eso sí, sabe de literatura. El día de la premiación declaró que desde niño su madre, Virginia Marchini, leía a él y a sus hermanos cuentos de Edgar Allan Poe. “Cuando era muy chico quería ser escritor, me gustaba escribir, me gustaba la literatura, me gustaba leer”, comenta a The Clinic.

Aunque habla en pasado, la verdad es que ha conservado el gusto por la lectura. “Me gusta mucho Emanuel Carrère. Ahora estoy leyendo a Mariana Enríquez, que es una escritora de terror. De hecho, sea de paso, me gusta mucho el terror, y mis proyectos también tienen que ver con eso: con el terror, lo fantástico, el terror luminoso. No tanto el terror de cosas que sobresaltan, sino películas que crean una atmósfera de terror”, explica.

Pese a sus deseos de infancia, Pablo se decantó por el cine. Se tituló en 1994 como audiovisual en el Instituto Arcos y desde entonces ha sido director, montajista y guionista, con producciones entre las que destacan los cortometrajes “El Método del Pequeño Rey” (2002) y “Valentina y la Muerte” (2006). También cuenta con un largometraje titulado “Mujer saliendo del Mar”, de 2019. Todas estas producciones están ligadas a la ficción, como el microcuento con el que fue premiado.

“Cuando chico me voló la cabeza Federico Fellini, el cine surrealista de los italianos. Después fui descubriendo las vanguardias, el cine alemán, el expresionismo, los clásicos, Hitchcock, el cine de Tarkovsky, de Kieślowski. Pero mi inquietud artística tiene que ver con lo narrativo”, precisa.

Al crecer, se dedicó a contar historias a través de las cámaras, aunque eso no significa que se alejó de la escritura. Es justamente en la elaboración de guiones donde confluye el diálogo entre el Pablo niño y el adulto.

“Encuentro que llevar la literatura a los espacios públicos es una idea genial. Además, crea la posibilidad de que personas que no escriben lo hagan, porque son sólo 100 palabras entonces cualquiera puede tener una idea brillante. Como que democratiza también la literatura”.

Realidad

Siempre estaba en acción. Antes de la pandemia, Pablo Rojas Marchini viajó 16 veces a Chiloé para registrar la construcción del puente del Canal de Chacao, en lo que se convertirá en un documental corporativo para una empresa italiana. Tampoco era extraño que saliera a correr por los parques que están cerca de su hogar. Pero, como todos, se vio obligado a encerrarse para cumplir la cuarentena. Así que impedido de trotar por la vía pública, y realizar casi cualquier actividad recreacional al aire libre, una forma de hacer ejercicio era subir la escalera del edificio de 24 pisos que habita.

“Yo las subía tres veces y el edificio donde vivo tiene la azotea abierta, cosa rara en Santiago, porque finalmente las tienen cerradas. Es un lugar muy lindo. Además, nos gusta mucho ir con los niños, con mi polola vamos siempre para allá, celebramos los años nuevo ahí, me encanta esa azotea”, detalla Pablo, padre de dos hijos.

Cedida por Pablo Marchini

En una de sus incursiones por las escaleras de emergencia de la torre en la que vive, subió una historia a Facebook, y un amigo le recomendó realizar un cortometraje sobre su manera de hacer deporte.

“Yo pensé: ‘En verdad, esto es como más para literatura’, porque tiene ver con lo que va pasando por dentro del personaje. Ahí se me ocurrió hacerlo en Santiago en 100 palabras, así es como nace”, explica Rojas.

De ahí en adelante, en menos de una tarde, y gracias a sus habilidades como guionista, comenzó a tejer minuciosamente las palabras para darle forma a su creación. “El cuento está escrito un poco como guion, porque dice: ‘él sube la escalera’, ésas son las acciones que se describen en un guion. Yo creo que tengo súper pegado eso, como de escribir en acciones y las cosas que ocurren”, complementa.

El otro paso fue poder realizar una idea sintética. “Me parece que es una hermosa dificultad, que sean sólo 100 palabras. Es un pie forzado que despierta la creatividad, porque hay que ser tan sintético, así como a lo Borges, ninguna palabra puede estar de más”, expresa Rojas.

“El cuento está escrito un poco como guion, porque dice: ‘él sube la escalera’, esas son las acciones que se describen en un guion. Yo creo que tengo súper pegado eso, como de escribir en acciones y las cosas que ocurren”.

Pablo agrega que su creación parte de un hecho: “Es literatura. Al final, me meto un poco en la psiquis, que es la sensación del cuento”, analiza sobre una distinción entre el mundo externo y el interno del personaje”.

Ficción

El cuento de Pablo comienza con la descripción de un hombre que sube una escalera. Ese hombre es él. Y la angustia que expresa en sus palabras también es parte de su sentir. “Yo nunca he tenido una terapia psicológica, ni tomo ansiolíticos, ni nada. Como que mis regulaciones, son propias terapias, son hacer deporte, el amor”, comenta acerca de su relación con la actividad física, donde se inician las percepciones que lo recorrieron cuando escribió su microcuento.

“Subiendo esta escalera, tal como describe el cuento -porque es bien literal- voy sintiendo esta sensación, que también es como la sensación de la pandemia: el silencio, la oscuridad y que todo quedaba afuera”, explica.

La premiación. Fotografía de Santiago en 100 Palabras

Rojas comenta que la escalera de su edificio es cerrada y por razones de ahorro de energía la luz dura aproximadamente un minuto encendida. En un momento, decidió dejar de prenderla, quedando sumergido en la oscuridad mientras subía. “Esa sensación es asfixiante, y de repente es medio terrible, pero está la azotea, está la luz afuera. Por ahí creo que va el valor que tiene, como que resume un poco todo ese proceso”, dice sobre el significado de su obra.

De la misma forma en que el recorrido por su edificio le permitió escribir el premiado “Deporte en Cuarentena”, la experiencia le sirvió para dejar fluir su creatividad. Otras ideas afloraron también de la experiencia.

“Subiendo la escalera, uno se mete como en una introspección, y de repente desaparece el mundo al rededor tuyo, empiezas a pensar en tus historias como: ‘¡Ah, mira esto, tengo que hacer esto! ¡Ya, listo, me voy al tiro a escribir!’; ocurría bastante”, explica.

Pablo comenta que una de las sensaciones que sintió en medio de la oscuridad de esa escalera se está materializando en el guion para un largometraje, al cual tituló “Latidos”. Aún está trabajando en eso.

“Es un personaje que empieza a tener una especie de alucinaciones durante el estallido social, y que tiene que ver con los latidos de su corazón, empieza a escucharlos en el ambiente, como si vinieran de la tierra. Creo que esa sensación se parece a lo que es subir una escalera a oscuras, porque uno escucha también sus propios latidos. Al final todo tiene que ver con todo un poco, con el cuerpo, con la mente”, dice.

En medio del agobio de las cuarentenas, Pablo encontró una manera de hacer deporte y, de paso, una historia que convirtió en ficción. Pero ya no sube las escaleras. “Yo creo que la sensación de extrañeza que me producía fue lo mismo que me hizo dejar de hacerlo. Igual era desafiante subir una escalera oscura, de ahí nace el cuento, pero se siente una especie de soledad”.

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