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20 de Septiembre de 2022

Lina Meruane se encuentra cara a cara consigo misma en Ensayo General: “He ido descubriendo lo que pienso mientras escribo”

En su nuevo libro, Ensayo General, la reconocida escritora chilena reúne varios de sus textos de los últimos 20 años. Así, queriéndolo o no, Meruane permite que el lector lea su biografía crítica. “He podido pensar la experiencia personal como punto de apoyo para reflexiones sociales y políticas en mis crónicas, columnas y ensayos”, comenta a The Clinic.

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Tomar las palabras ya dichas y analizarlas desde el presente. ¿Cuántos de nosotros podemos hacerlo? ¿Cuántos querremos hacerlo? Lina Meruane aceptó el desafío.

Todo partió cuando el editor Guido Arroyo la contactó para proponerle reunir sus textos dispersos y ella accedió a sumergirse en su archivo y entregarle ese material más o menos organizado.

“Guido quería que buceara hacia los inicios, y yo pensé que debía incluir lo que escribí como joven reportera del diario La Estrella de Valparaíso, en particular un reportaje que hice como única mujer a bordo de un buque escuela en ejercicios navales con la marina… creo que francesa. Pero había extraviado ese texto escrito con 21 años, tecleado directamente en los viejísimos computadores del diario”, recuerda la autora de obras tan reconocidas como Sangre en el ojo (2012), Volverse Palestina (2014) y Contra los hijos (2014).

Buscándolo en vano en sus archivos, Lina Meruane se dio cuenta de algo evidente: había escrito mucho. “Un horror de textos que podían sumar 500 páginas”, recuerda.

Era, entonces, “imperativo seleccionar lo que para mí seguía siendo significativo, lo que constituía un recorrido vital e intelectual”. El resultado fue Ensayo General (Ediciones UDP, 2022). Un libro de 368 páginas en el que aparece la Lina Meruane de 30 años, pero sobre todo la Lina Meruane de 40 años (hoy, tiene 52).

Ensayo general incluye columnas, ensayos, poemas y pequeños relatos de esta autora que ha sido traducida a 12 idiomas y que ha obtenido galardones como el Anna Seghers (2011) y el Sor Juana Inés de la Cruz (2012). Allí, Lina Meruane da muestras de quién fue y quién es, de sus temas recurrentes y obsesiones, como la literatura, el cuerpo, los temas de género y los viajes.

En conversación con The Clinic, la escritora cuenta cómo fue encontrarse cara a cara consigo misma y aclara: “no pretendo ser la voz o la memoria de un momento, sino solo la expresión de un punto de vista”.

Lina Meruane se encuentra cara a cara consigo misma en Ensayo General: “He ido descubriendo lo que pienso mientras escribo”

-¿Cómo fue revisitar los ensayos que escribiste hace más de 20 años?
-Lo extraño, lo más inesperado, fue encontrarme con una voz cercana a la actual; pensaba que habría cambiado, pero logré reconocerme en la curiosidad y la intensidad de los textos más tempranos, más allá de ciertos cambios estilísticos.

– Se trata, al fin y al cabo, de tu propio recorrido volcado en palabras. ¿Cuáles han sido las principales certezas que fuiste adquiriendo y que se perciben en estos ensayos?

-Lo que percibí, tras releer mis escritos, es que escribir me ha permitido desarrollar un pensamiento. Con esto quiero decir que yo he ido descubriendo lo que pienso mientras escribo, que es mediante la escritura, iniciada siempre un poco a tientas, incluso a ciegas, que yo he desarrollado mis ideas. Y si antes creía que era un error escribir desde la conmoción y desde la rabia, si me parecía una falencia no saber a ciencia cierta, de antemano, qué quería decir sobre un tema, no tener un argumento previo, ahora estoy convencida de que titubear me ha permitido ponerme en posiciones encontradas, me ha llevado a contradecir mis primeras intuiciones y a encontrar algo. He ido encontrando qué pienso en el proceso de escribir.

-¿Y qué fue quedando en el camino, descartándose con el paso del tiempo?

-Muchas de mis primeras columnas no resistieron el paso del tiempo: eran reacciones a objetos muy específicos donde no alcanzaban a elaborar una reflexión y entonces esos objetos permanecían como anécdotas más que como disparadores de una reflexión que pudo haber sido más profunda. Eso fue sucediendo a medida que yo misma me distanciaba del modelo objetivo, o reproductivo de la periodista que fui, formada en los primeros años de la transición, y me iba volcando a la producción de ideas que me importan más.

-¿Notaste algún cambio muy radical en tu postura? ¿Cuál? ¿Cómo fue revisitarlo?

-No noté cambios radicales, tal vez porque en estos veinte años ha habido una transformación tan profunda en el plano social y político que la realidad me ha conminado a seguir la contingencia y a profundizar en ideas que en su momento de escritura estaban menos desarrolladas. No quiero decir que nunca me contradigo, me contradigo y me cuestiono muy a menudo y he hecho de la duda una herramienta de reflexión.

“Sigo teniendo muchas preguntas, sobre todo en cuestiones de género. Por darte una idea, la tan cuestionada categoría de “mujer”: ¿es biológica o es cultural o es un poco ambas?, ¿debemos dejar de articularnos en términos binarios y simplemente fluir o debemos esperar hasta lograr que los asuntos más específicos que viven los cuerpos gestantes sean debidamente abordados?  Y qué opino de que tantas escritoras jóvenes vayan hoy tan escotadas y sensuales, ¿es eso caer en la mirada del deseo masculino o es eso tomar agencia sobre la performance del cuerpo y liberarse de la mirada objetivante?  O esto: ¿Por qué me parece bien que una persona trans altere su cuerpo para verse como se siente, pero no me ha parecido hasta ahora nada bien que una mujer mayor se opere para verse como quiere? ¿Hay o no una contradicción en esta postura? ¿Una mujer que se opera está sometida al patriarcado, pero una mujer trans no? No sé cuál es mi posición, todavía, porque no he escrito esa columna… Pero si vuelvo a escribir para ustedes (Lina Meruane fue, durante años, columnista de este diario), elaboraré sobre mis contradicciones sobre estos asuntos”.

-El escritor Kazuo Ishiguro dijo alguna vez que los recuerdos que más valora son aquellos que nunca ha visto desvanecerse. ¿Hubo algún ensayo que nunca salió de tu memoria? ¿O alguno muy preciado que sí se desvaneció, pero que reencontraste? ¿Cuáles fueron?

-Lamentablemente, yo tengo muy mala memoria, y lo que mejor recuerdo es aquello sobre lo que he escrito. Es una suerte de necesidad escribir para asentar un recuerdo y tal vez para liberarme de su impacto. Entonces, esa escritura es un registro que sella el recuerdo y lo vuelve permanente. Por eso, y sobre todo entre las crónicas que incluye este libro, no me encontré con nada que no “recordara” vívidamente. El baño turco de Fez, con sus mujeres musulmanas desnudas extrañadas de que yo llevara un traje de baño; la tortuosa terapia física a la que me sometí y que me retrotrajo a mis años de aeróbica en un gimnasio de Santiago al que, de noche, sin yo saberlo, iban los tiras a entrenarse.

-Ese recorrido de dejar atrás algunas cosas y profundizar o reivindicar otras es algo que todos vivimos. Pero, en tu caso, tus reflexiones y argumentos no solo están registradas, sino que están expuestas públicamente con tus escritos. ¿Cómo ves este proceso?

-Eso me costó mucho cuando empecé a publicar: la exposición pública. La escritura, la mía, se inicia como un ejercicio libre y a la vez privado, a puerta cerrada. Salir a la luz pública y enfrentar las preguntas de los periodistas, buscando y esperando paralelos entre lo escrito y mi vida privada (“¿todo eso te pasó a ti?”), me parecía feroz, pero fui aprendiendo a lidiar con ello y a darle la vuelta. Y creo que he podido pensar la experiencia personal como punto de apoyo para reflexiones sociales y políticas en mis crónicas, columnas y ensayos.

-Al haber escrito tantas columnas de opinión, varias de ellas políticas, inevitablemente tu memoria es también la memoria de un momento, la fotografía de un país y una sociedad. ¿Qué esperas que piensen los lectores al revisitar ese Chile, esos movimientos sociales y tantas otras cosas sobre las que escribiste?

-Yo no espero nada de les lectores en general ni de mis lectores, si es que los hay, porque en cada lector y lectora hay una lectura, una interpretación, un eco diferente y una respuesta única. La lectura es siempre heterogénea, además de misteriosa y hasta sorprendente para mí. Entonces yo no pretendo ser la voz o la memoria de un momento, sino solo la expresión de un punto de vista. Más que imponer mi lectura crítica de ciertos eventos, me gustaría pensar que estoy abriendo una conversación en cada uno de mis escritos.

-El dramaturgo Tennessee Williams decía que en la memoria todo parece acontecer con música. ¿Cuáles serían las músicas detrás de Ensayo general?

-Qué bonita idea y qué rara, yo escribo en el más absoluto silencio para escuchar el ritmo de las palabras…. Pero si pienso esta colección en los términos musicales de Williams lo que se me ocurre es que armando este libro he sido una suerte de DJ. Por supuesto, en el repertorio no hay ningún tema de música clásica ni canciones románticas de los años 60, pero sí hay muchos lentos líricos y mucho disco y pop y tecno, así como canciones de protesta. Esa mezcolanza que sólo tiene sentido y solo se aguanta en una parranda de fin de año.

-Finalmente, ¿piensa volver a hacer este ejercicio en otros 20 años más?

-¡En 20 años! ¡Con lo que me cuesta pensar en el próximo!

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