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Entrevistas

20 de Noviembre de 2022

Andrés Zaldívar, las renuncias a la DC y el surgimiento de Demócratas y Amarillos: “No quiero menospreciar a nadie, pero creo que les va a ser muy difícil surgir”

El histórico dirigente de la DC desmenuza la crisis del partido de la que sitúa la causa de la debacle: "el camino propio en 2017 es un síntoma de lo que pasa ahora”. Junto a ello, el ex senador agrega una suerte de declaración de principios: "Se lo he dicho a todos los dirigentes: me voy a quedar hasta el final, incluso si es que tengo que cerrar la puerta".

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Si hay alguien que conoce la historia de la Democracia Cristiana (DC) y que ha tenido participación relevante en todos sus procesos políticos, es Andrés Zaldívar. Por lo mismo, el emblemático dirigente asegura estar dedicado a conciliar posiciones en el partido de toda su vida para superar “una de sus peores crisis”, según califica el ex senador y otrora ministro.

Una crisis que se venía gestando desde hace un tiempo y que detonó desde que en marzo de este año se eligió una nueva directiva liderada por el alcalde de La Granja, Felipe Delpin y que, tras la renuncia del jefe comunal a la conducción del partido, fue sucedido por Aldo Mardones.

Finalmente, ninguna de esas presidencias logró desplegarse. Así, en la pasada Junta Nacional del 12 de noviembre, se decidió instalar al diputado y ex precandidato presidencial Alberto Undurraga al mando de la Falange. ¿El objetivo? Alinear posturas entre las diversas sensibilidades internas y frenar la diáspora de militantes, con los ejemplos de los senadores Ximena Rincón y Matías Walker, y el gobernador Claudio Orrego, entre otros.

En conversación con The Clinic, Zaldívar profundiza sobre estas salidas del partido, advirtiendo que “les va a ser difícil surgir” fuera del partido de la flecha roja. A modo de ejemplo, Zaldívar se retrotrae al pasado en sus momentos de mejor salud y rememora la formación del Mapu y la Izquierda Cristiana en el Chile pre Golpe de Estado, a partir de las filas falangistas.

-¿Cómo observa a la DC post Junta Nacional? ¿Hay esperanza con la presidencia Alberto Undurraga?

-El partido está pasando una de sus peores crisis, la que venía anunciándose desde hace algún tiempo atrás y que también tiene que ver con una crisis generalizada en los partidos. En el caso de la Democracia Cristiana, se fue reflejando en una baja de su votación en varias elecciones hasta perder casi el 50% de sus votos. De ser uno de los principales partidos, ha pasado a ser uno de menor tamaño. 

Pero eso no es tan importante. Lo que sí importa es que la última crisis que se tuvo, fue cuando personas importantes del partido han tenido una función relevante dentro de la DC, y han tomado una decisión errónea de pretender hacer política en otro domicilio. 

Siempre he creído que un militante que ha sido parte de la historia de este partido y ha tenido responsabilidades, en vez de ir a buscar soluciones fuera, lo lógico es solucionar los problemas internos.

-Me imagino que se refiere a Ximena Rincón y Matías Walker…

-No sólo ellos, sino que Claudio Orrego, gente del mundo académico, René Cortazar, Ignacio Walker. Hay varias renuncias que si bien creo que son importantes desde el punto de vista individual, y si nosotros sabemos recoger ese tema como un hecho real y no crear enemigos de parte de los que se fueron, lo que tiene que hacer entonces el partido es reafirmar su posición. 

La DC tiene una posibilidad de renacer por la representación que tienen en el mundo urbano y rural. Es el partido que tiene más alcaldes y concejales, por ejemplo. Lo que había que hacer es, primero, renovar su institucionalidad y eso se hizo con Alberto Undurraga como presidente.

-Usted ha sido optimista al trabajar por recuperar la unidad en la DC. ¿Cuánto tiempo le queda al partido para reaccionar ante su crisis?

-Yo creo que tiene capacidad de resurgir. Si somos capaces de reajustarnos a los nuevos tiempos, terminar con las políticas grupales y las decisiones individuales, la DC tiene todo para superar la crisis. Esta es una crisis que no es terminal, pero sí es seria y está afectando a todos los partidos. 

Es un problema que uno ve en la Cámara y en el Senado, donde cada parlamentario pareciera que tiene una voz separada. La DC tiene un planteamiento valórico y de metas políticas que puede volver a ser puesto en la oferta hacia la opinión pública. Si hacemos un esfuerzo, y por eso lo he hecho, el partido no tiene por qué estar en una crisis terminal. 

Sí hay que reconocer que en el mundo la Democracia Cristiana, sobre todo en países de mayor peso, ha tenido crisis muy complejas y han terminado inmersos en otro tipo de colectividades políticas, como en el caso italiano.

-Alberto Undurraga dijo que el problema en la DC pasa por un tema de identidad. ¿Cómo se puede salvar un partido donde las diferencias son a nivel doctrinario?

-En ese sentido yo no sería tan drástico. La DC tuvo periodos muy complejos como cuando se fue el Mapu, luego se fue la Izquierda Cristiana con personalidades importantes del partido. Sin embargo, eso no terminó por provocar la crisis final de la DC. 

Lo que tiene que entender la DC es que dentro del ámbito del accionar, hay opiniones diferentes dentro de un marco de valor común. Lo que hay que hacer es precisamente practicar el pluralismo y no descalificar a quien piense distinto. Lo que sí hay que erradicar es la lucha del poder interno en base a constituciones de grupos, unos calificándose más a la izquierda, otros más al centro o más a la derecha. 

Lo que hay que hacer aquí realmente es adoctrinar, es decir, educar en términos de algo fundamental en la DC que es la amistad cívica

-A propósito de amistad cívica, renuncias como la de Rincón, Walker y otros, ¿le podrían hacer bien a la DC para sincerar el ambiente interno? 

-Personalmente no creo que le haga bien o mal. Me duele que mucha gente que se ha ido, ha trabajado en un proyecto común y ocupando cargos importantes. Aquí no es un tema de decir que vamos a limpiar, porque eso corresponde a una situación de predominancia moral sobre otro. Lo que tenemos que hacer es respetar a los que se han ido. 

Si el día de mañana ellos sienten que tienen el mismo sentido que nosotros en política, nos vamos a encontrar.

-¿Le ve proyección a estos partidos en formación ubicados en el centro, como Amarillos, Demócratas…?

-No quiero menospreciar a nadie, pero creo que les va a ser muy difícil surgir. Por ejemplo, el Mapu desapareció y la Izquierda Cristiana también.

-En el centro político están surgiendo estos partidos, más el Partido De La Gente, que si bien no tiene un perfilamiento ideológico marcado, está disputando ese electorado. ¿En qué posición queda la DC con una fragmentación tan grande en el centro político?

-Primero me quiero referir a eso del centro. Recuerdo las conversaciones que tuve con Eduardo Frei Montalva en su campaña presidencial del 64. Él nos dijo siempre algo que yo quiero repetir sin despreciar al centro y que muchas veces es ambiguo en política. Frei nos decía: la DC tiene que ser un partido nacional y popular. 

Nacional para interpretar a la sociedad en su conjunto, por lo que tenemos que entender que somos un partido pluriclasista y no podemos abandonar el mundo popular. No podemos ser un partido de centro sin decir por dónde queremos ir. A lo mejor, lo que uno puede representar es la moderación más que el centro.

-¿La DC ha dejado de ser un partido nacional y popular?.

-Sí, nos hemos alejado de ser un partido nacional y popular, que cuando lo practicamos tuvimos mucho éxito, llegando a ser la primera fuerza política con Frei el 64 y en la lucha contra la dictadura. Ahí el mundo sindical nuestro era muy grande, con dirigentes como Manuel Bustos y otros más. 

Con presencia en los colegios profesionales, fuimos capaces de tener presencia en todas las universidades. En un momento tuvimos todas las federaciones de estudiantes y se crearon las juntas de vecinos con gran participación en el mundo territorial. El primer eslogan de la campaña del 63 fue que el gobierno del pueblo comienza en el municipio. La Democracia Cristiana dejó de tener esa visión popular y tiene que recuperarla.

“El camino propio (DC) en el 2017 es un síntoma de lo que pasa ahora”

-Hoy en día se ve a la DC aislada; no es marcadamente de  oposición, pero tampoco es oficialista. ¿Fue un error tomar el llamado camino propio?

-Sí, yo no soy partidario del camino propio. Si bien lo practicamos durante los años sesenta con Frei, también tuvimos que pagar un precio que fue terminar el gobierno sin entendimiento con el mundo radical, que eran buenos aliados nuestros. 

Hoy falta mucho por hacer, pero la DC no puede estar en un camino solitario, menos en un sistema electoral que está promoviendo la dispersión de los partidos, aunque eso es punto aparte.

-El camino propio que se tomó con la candidatura presidencial de Carolina Goic en 2017, ¿es síntoma de lo que está pasando ahora?

-Sí, yo creo que el camino propio en 2017 es un síntoma de lo que pasa ahora, pero tampoco fue sólo un error nuestro, sino que también nos abandonaron nuestros socios. Eso repercutió en los resultados que tuvimos y ahí viene un periodo de disgregación de esta gran coalición.

-Se dio a conocer en La Tercera que el grupo de la disidencia DC que lidera Fuad Chahín, pretende hacer una salida masiva del partido la próxima semana. ¿Qué opina de eso, considerando que ahí se incluirían importantes dirigentes de los últimos años y diputados en ejercicio?

-He manifestado que espero que no sea así. A través del sistema democrático interno, tienen que participar en el partido; hay que darle una oportunidad a Alberto Unudrraga para que realmente pueda consolidar al partido en la crisis. Si sucede lo que se dice, es un elemento muy delicado la crisis que tenemos por delante.

-En aquel artículo se señala a la secretaria nacional del partido, Cecilia Valdés, como la responsable de las fricciones internas. ¿Usted interpreta eso mismo?

-No quisiera referirme a un nombre en específico: mi rol en este momento es de conciliar posiciones y no hacer diferencias. Uno puede tener discrepancias con Cecilia Valdés como con cualquier otro camarada o dirigente, pero hay que ser respetuosos de lograr una institucionalidad que funcione. 

Por supuesto que Cecilia Valdés representa un pensamiento divergente al de Fuad (Chaín) u otro, pero creo que si uno quiere retomar el camino que le corresponde a la DC, hay que hacerlo desde dentro. Así se lo he dicho a todos los dirigentes: me voy a quedar hasta el final, incluso si es que tengo que cerrar la puerta.


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