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Coulon

Entrevista Canalla

9 de Diciembre de 2022

Jorge Coulon, líder de Inti-Illimani: «¡Hoy todo el mundo se putea!»

A pocos días del habitual concierto con que el grupo cierra cada año, el músico habla de la rabia que hay en la sociedad y también de la paz que vive a sus 75 años. También se refiere a los buenos momentos del grupo, a su viaje a Italia, al plebiscito, al hecho de ser comunista, a su hijo que es gurú en la India, a la importancia que da al sexo, a su vida calmada y sin drogas, al cariño por Carlos Caszely y a la solidaridad que debe existir entre todos.

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“Esta sociedad está enferma de la cabeza”, reclama, desde Valparaíso, Jorge Coulon, 75 años, músico inspirado, guitarrista, emblema de Inti-Illimani, emblema del folclor con significado, de la música fusión, del canto poético, de canciones que muchos entonaron con el puño alzado ¿A qué se debe el enojo de la gente? “Mira”, enfatiza, “yo sólo sé que uno pasea por la calle y nota la agresividad”. Y esto es preocupante porque Inti-Illimani, la facción Coulon, la facción que quedó adherida con firmeza al nombre, a Inti y a Illimani, despedirá el año con un recital plagado de paz interior.

-Desde hace dieciséis años despedimos el año con este concierto…

-Lo felicito.

-Queremos que sea algo bien armónico- y suspira. El recital está fechado para fines de mes y se vaticina un lleno total, con una multitud coreando poesía, con   chascones con canas mezclados con utópicos nuevos que recién aprendieron a corear El Pueblo Unido Jamás Será Vencido. Los amantes de la armonía congregados en el mismo teatro. Es que, ya sabemos, este grupo tiene cincuenta y seis años de vida, una división en medio, y un montón de himnos. 

-Queremos que sea así, algo bonito…pero no sé…

Y el guitarrista, como si chupara un limón, arruga la cara.

-¿Qué le pasa, Jorge?

-La sociedad…- murmura, decepcionado.

-¿Qué?

Y lo repite.

-No sé, amigo…la sociedad está enferma de la cabeza…

Jorge Coulon: Breve historia de su rabia

Es que el señor Coulon nota, alarmado, a una sociedad en pie de guerra. Él fue criado en una era bohemia, con rastros de hippies, en una sociedad con tendencia al tacto y al abrazo. La era de Frei Montalva, el peak de la Falange, el auge del líder social. Y ahora, uf, gesticula Coulon abatido, “vivimos en la pelea constante”, susurra.

-Los de allá versus los de acá- protesta.

-La economía estresando a todo el país- se irrita. 

-Y los medios de comunicación…- lanza.

-Qué- el reportero da un salto.

-¡Ocupados en difundir delincuentes en lugar de difundir cultura!

A veces Jorge Coulon, por ejemplo, cruza una calle, quizás silbando, quizás persiguiendo un estribillo…

—..y me putean- dice, subiendo los hombros. 

-¿Por qué lo putean?

-¡Hoy todo el mundo se putea!

-Quizás usted hace algo para que lo puteen…

-¡No tengo idea! 

-Discúlpeme…¿Usted está diciendo que la gente lo putea porque sí…?

-Todos están recibiendo agresividad. Cuando a mí me putean, no logro encontrar la razón por la cual me putean. 

-¿Y ocurre al revés?

-¿Cómo?

-¿Usted, colapsado, putea de vez en cuando?

-¡Puede ser! 

-¡Ajá! ¡Usted también putea!

-¡Quizás yo puteo y no encuentro la razón por la cual estoy puteando a alguien!

Y Jorge se queda meditando.

-La rabia nos invade, Jorge- aporta, con pavor, la prensa.

-Eso no es bueno…- y Jorge respira con profundidad.

Detectamos a toda velocidad que esas ofensas que recibe Jorge son, en primera instancia, puteadas aleatorias, fruto del estrés ciudadano. No putean, aclaramos, a la leyenda viva que es Jorge Coulon, el músico, el perito en cuerdas, el señor que alcanzó la gloria instalado en Roma, Italia, tras huir de los tanques. Las personas enajenadas putean a cualquier distraído que cruza la calle silbando una canción. Y Coulon, en esas situaciones, opta por un enojo simbólico, un gesto al vacío, un gruñido a la distancia. También le gritan si maneja. O si va en bicicleta. O si se para en una esquina. Es un intercambio de ira, unos con otros.

-¿Sabes por qué pasa esto?- pregunta magistralmente el señor Coulon.

-No lo sé…

-Por la incertidumbre.

-¿En qué sentido?

-La incertidumbre genera la angustia. La angustia genera la agresividad. Así nos enfermamos mentalmente. 

-Y estamos enfermos de la cabeza- comprende, al fin, el reportero.

-Tal cual.

-¿Y usted no encara a la gente?- provoca el reportero explosivo, ex practicante del arte marcial Kyokushín. 

-No.

-¿Por qué?

Jorge permite que se filtre un silencio enigmático en el diálogo.

-¿Jorge?

Otro silencio. Finalmente, extrayendo con dificultad un asunto personal, Coulon hace una revelación.

-Yo…yo..era el más chico de mi curso…- y Coulon retrocede velozmente el tiempo y se interna en un trauma infantil. Según parece, su anatomía compacta en la niñez lo alejó para siempre del enfrentamiento físico.

-No sé pelear- admite Coulon, desolado.

-¿Qué?

-No sé pelear, amigo. Yo nunca he peleado a combos en toda mi vida.

-¿Y qué prefiere?

Los ojos se le prenden.

-Yo prefiero la paz.

Breve historia de su paz 

Inti-Illimani, a fin de cuentas, es paz. 

-Ese tema de la división…que el Inti Illimani y el Inti Illimani Histórico…ya está zanjado…- explica sin entusiasmo.

Inti-Illimani se forjó en los sesenta cuando una constelación de seis talentosos generó un sonido armónico. Charango, quena, guitarra, versos con foco en los desdichados, jóvenes que egresaban de Música, bigotes, ponchos, Horacio Durán, Max Berrú, Coulon, luego Horacio Salinas, luego los otros, y, paf, un grupo con nombre quechua y un cancionero profundo alcanza el éxito.

-Y nos fuimos a Italia- recuerda Jorge.

Llegó Pinochet e Inti-Illimani se lanzó de bruces sobre un avión con destino a cualquier democracia. Y en Italia, detalla Jorge, “difundimos lo que pasaba en Chile”. Y la banda salía en las noticias, los rulientos copaban portadas, el grupo generó adhesión y fans romanos que exigían justicia en Chile. Compusieron varios himnos dirigidos al pueblo. Volvieron a Chile y musicalizaron los momentos más emotivos de la llamada Concertación. 

-¿Pero usted es comunista?

-Sí. Con lagunas, pero sí…

-¿Son amables los comunistas?

-Claro.

-¿Son muchos?

-¡Creo que sí!…Y, además, no se puede ser comunista sin creer en la democracia…

Jorge Coulon postuló a varios cargos políticos sin éxito. Dirigió centros culturales, dictó clases, alzó el puño, entonces ya lucía canas. Se casó, como él dice, “un montón de veces”, calcula dos a tres matrimonios, y tanto amor le generó cinco hijos -dos filósofos, dos arquitectos y un fotógrafo.

-Uno de mis hijos vive en la India…

-¿Qué hace allá?

-Es como un gurú…

-¿Usted habla en serio? ¿Tiene un hijo gurú?

-Algo así. Medita gran parte del día. 

-¿Meditar puede ser rentable?

-Es que él no necesita casi nada.

Es la primera generación de gurúes en la familia Coulon lo que por supuesto llena de alegría a Jorge. Es notorio que no tenía programado engendrar a un pensador, pero ahí está ese Coulon Junior en cuclillas, posando la mente en una nube allá en la India, y Jorge le declara su admiración.

-Lo encuentro espectacular…

De manera que, sin querer, Jorge Coulon convive en dos esferas: en la ira y en la paz. La ira irrumpe cuando está en la calle, la paz está en su forma de vivir. La ira es la ofuscación de los angustiados. La paz se percibe en sus 75 años vividos con calma. En, como sea, esos 56 años con Inti Illimani, en sus cinco hijos, en su actual vida enamorada, en los libros que lee…

-…es mi placer…- declara y enumera a sus autores predilectos, Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez. El Boom Latinoamericano.

-¿Algún otro placer?

-El sexo.

-Upa- se perturba el reportero.

-Qué- desafía Coulon.

-¿Usted es erótico, Jorge?

-Por supuesto. No concibo la existencia sin el sexo.

-Como un artista talentoso…¿se le acercan muchas mujeres hipnotizadas por su música?

-No, para nada. Y si ha sido así, no me he dado cuenta. Yo, en verdad, lamentablemente he sido muy equilibrado toda mi vida. no tomo, no fumo, no se me cuelgan las mujeres.

Por momentos, la política le hace perder la calma. Y dice que el día más infeliz del 2022 fue el 4 de septiembre: el día en que ganó el Rechazo, desliza. “Lo que necesitamos es más socialismo en nuestra sociedad, más cooperación entre todos, más solidaridad”, opina convencido. Y, a su vez, el día más feliz del 2022 fue cuando Inti-Illimani se presentó en Italia, otra vez ahí, en la cuna oficial del inti-illanismo. “Fue extraordinario”, resume. Y agrega: “Ahora estamos haciendo un disco con un artista italiano llamado Giulio Wilson”, anuncia encendido. Y, a la hora de hablar de música, y forzado a elegir, Jorge cree que la mejor canción de Inti-Illimani es Juanito Laguna Remonta Un Barrilete. 

-¿Y cuál es el verso más significativo de Inti Illimani?

-Uno de la canción Vuelvo…

-¿Cuál?

-”Vuelvo hermoso, vuelvo tierno”…- responde inspirado.

-Y usted, Jorge, sigue activo, inmutable…

-Lo dijo Atahualpa una vez: “Los poetas no se jubilan”…

-¿Y los músicos tampoco…?

-Así parece.

Y Jorge Coulon, en efecto, no tiene AFP, no tiene isapre, sólo tiene cerca de quinientas canciones con su grupo y una guitarra. Sostiene, crítico, que los músicos siempre bordean la precariedad. Los músicos no tienen apoyo, viven con lo justo, viven con esas tensiones terrenales. Coulon alega. 

-Todos los músicos viven de manera modesta.

Y añade:

-Todos los músicos se sacan la cresta.

Se pone serio, le brilla el peinado blanco, el bigote blanco. Y, por un instante, luce un asombroso parecido con Carlos Caszely. 

-Ja…Caszely en una oportunidad nos mandó una camiseta tras un partido que jugó con la selección.

-Eso es un trofeo…

-…venía con la firma de todos los jugadores…y una frase que puso el propio Caszely…

-¿Qué frase?

-”De todos estos…algunos piensan”…

Retoma la risa y su anhelo para diciembre: “Cerrar, como desde hace muchos años, con un bonito concierto de fin de año…este 28 y 29 de diciembre”. Queda la sensación que, en el caso de Jorge Coulon, justo al finalizar el 2022, la paz neutraliza a la ira. Pero no deja de dar ese mensaje relevante.

-Tenemos que ser más sociedad.

Y agrega:

-Una sociedad se trata justamente de ser socios– y entonces ahí el artista nos dirige una sonrisa y, sutilmente, se despide en armonía.

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