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Reportajes

6 de Enero de 2023

Décadas combatiendo incendios forestales desde el aire: La historia de Luis Basso, jefe de pilotos de CONAF

Piloto de CONAF cuenta su experiencia en el combate a Incendios forestales Gentileza Luis Basso

Con casi 30 años apagando focos de siniestros, el oriundo de Osorno afirma que la dinámica de los incendios forestales ahora es mucho más compleja: son cada vez más grandes e impredecibles. Aquí, el relato de como se hace el trabajo silencioso de mantener a raya los incendios forestales que tanto afectan a nuestro territorio.

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“A estas alturas llevo toda la vida volando”, dice Luis Basso (53) calculando los años que lleva como piloto de avió, vocación heredada desde su padre, de 90 años, que también se dedicaba a fumigar y a combatir incendios forestales. “Toda la gente que llegaba a mi casa estaba relacionada con eso”, recuerda sobre su infancia.

Oriundo de Osorno, casado y padres de dos hijas, Basso se desempeña hace algunos años como Jefe de Pilotos de la Corporación Nacional Forestal (CONAF). Según cuenta, vuela hace 34 años, y ha trabajado en 29 temporadas de incendios.

“Entré a estudiar ingeniería mecánica. Primero en la Universidad del Bío-Bío, y después en el Inacap en Renca. Pero no terminé ninguna, porque finalmente me dediqué a volar. Era lo que realmente me gustaba”, relata.

Hizo el curso de aviación y obtuvo la licencia de la Dirección General de Aeronáutica Civil. Con eso, dedicó a sus primeros años a trabajar pilotear aviones para fumigar. Después, alrededor de 1997, ya tenía suficientes horas de vuelo, para entrar a combatir incendios forestales.

Así comenzó su historia, que ya tiene décadas, combatiendo incendios forestales. Hoy, la rememora en entrevista con The Clinic, para comprender cómo esa labor tan esencial -especialmente durante el verano- para impedir tragedias como la ocurrida en diciembre en Viña del Mar.

El crecimiento de los incendios forestales

En principio, Basso intercalaba sus actividades. Al igual que muchos de sus compañeros, durante el año fumigaba, y en el verano apagaba incendios. “Pero la realidad de los incendios en esos años era completamente distinta”, dice.

“Cuando partí, la temporada duraba dos o tres meses. Pero desde el 2017 más o menos (temporada en que se quemaron más de 500 mil hectáreas de territorio), nos dedicamos todo el año a este tipo de operaciones”, explica.

Los siniestros de ese año, afirma, marcaron un hito en su trayectoria.

“Es algo que no había visto nunca (…) recuerdo un incendio que tenía un perímetro tan grande, que tenías que moverte con tu avión (o helicóptero) cerca de 30 kilómetros por el borde del incendio para entrar a la zona a descargar. Fue una magnitud que afortunadamente no hemos visto de nuevo”, agrega.

A modo de reflexión sobre esta evolución de los incendios forestales, Basso plantea que “es algo muy negativo para todos, el entorno y la naturaleza”. Además, añade que “con el crecimiento y forma en que se están asentando las personas, se daña mucho la infraestructura (…) da un montón de pena cuando ves que estas cosas afectan a las personas y a los animales”.

Día a día de los pilotos CONAF

Al día de hoy, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) trabaja con 60 aeronaves para apagar los incendios forestales que ocurren en territorio nacional. Algunos son propiedad de las institución, mientras que otros funcionan a través de operadores privados.

Actualmente, los pilotos de la institución están de septiembre a junio activos, esperando algún llamado de emergencia. En pleno invierno -julio a septiembre- se supone es más relajado, pero Basso dice que “igual hay incendios en esas fechas”.

Esta entrevista el osornino la respondió desde su hogar, ya que se encuentra en sus días libres del mes. Explica que los pilotos hacen turnos: 15 días activos viviendo en las bases de CONAF, y otros 15 días libres. Sin embargo, de esos días libres, igual tienen que estar cinco días en modo “alerta”.

En las bases, cuenta Basso, tienen un módulo donde alojan, almuerzan y hacen sus actividades. Todo “al lado del avión”. Ahí ocurre su labor, de la que “no se habla mucho”, dice.

Señala el piloto que “los incendios se detectan muy rápido, y los primeros en llegar por lo general son los aviones y helicópteros. Con dos o tres descargas, no pasa a ser un incendio de más de un par de metros cuadrados. Después llega la brigada por tierra y lo aseguran: en una hora y media, no ha pasado nada. Así, tenemos entre seis a nueve salidas a focos distintos en el día”.

“Un granito de arena”

Consultado respecto a si ha tenido momentos críticos manejando su aeronave, dice que nunca le ha tocado. Eso sí, explica lo “agotador” que puede llegar a ser a veces su actividades.

“Cuando prende el incendio las condiciones de vuelo son muy complicadas. Tienes turbulencias, viento, hace calor, y aparte de eso agrégale el humo. Hay lugares por los que no puedes pasar. Tiene que pensar en la topografía, obstáculos, los cables, y a todo eso se suman las comunicaciones”, explica Basso.

Mientras vuelan, los pilotos manejan tres radios. “Escuchando dos, y hablando por una. Entonces claro, realmente es un poco agotador, y los turnos están diseñados para que esa fatiga no se convierta en un problema y termine en un accidente”, sostiene.

Para Luis, este no es un trabajo “cliché”, en el sentido de ser como “superhéroes” de los incendios forestales. Para su familia, de hecho, ya es algo natural. Una actividad que lo ha llevado a cruzar las fronteras. En 2019, le tocó volar hacia Paraguay, donde se quemaron más de un millón de hectáreas en el Gran Chaco. “Estaban muriendo los animales ahí de pie en los potreros. Fue terrible”, recuerda sobre ese suceso.

A su juicio, su trabajo es un “granito de arena” que aporta para que los siniestros no lleguen a un gran tamaño. Dice que volando, a veces siente la “impotencia de no poder todo lo que se debería salvar”.

Sin embargo, se queda más con “la satisfacción que los resultados se ven inmediatamente. Así como hay mucho que no se puede salvar, también hay mucho que sí (…). Pero yo realmente me saco el sobrero por la gente que está en tierra. Nosotros los apoyamos, pero son ellos quienes construyen las líneas para que no siga avanzando el fuego”.

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